jueves, 8 de septiembre de 2011

Mi nombre Robertha (2)

Cuando llegué a la sala lo que vi me dejó pasmada. Mi madre, como ya había dicho anteriormente, estaba completamente desnuda con únicamente con una especie de cola de caballo que salía de sus descomunales nalgas. Ella estaba con las piernas muy abiertas sobre un hombre que yacía sobre su espalda, de frente a él. Otro hombre estaba de pie a su espalda. Y otro más estaba de pie enfrente de su cara. Al principio no supe que estaba sucediendo, pero al fijarme bien mi madre estaba siendo penetrada por su concha, su culo y su boca. Me quede estupefacta y lo único que se me ocurrió fue sentarme enfrente de ellos para ver el trabajo que le estaban haciendo.

Ella únicamente gemía hacía sonidos guturales, que no lograba entender. Lo que me impresionó fue el tamaño de los miembros de los hombres que estaban haciéndola gozar. Pues al meterlas y sacarlas dejaban ver su tamaño. Así estuvieron por un largo tiempo. Primero descargó su leche, el que utilizaba la boca, después el que se la estaba cogiendo por el coño. Y por último el que se la estaba cogiendo por su ojete. Al verse su boca liberada de tamaño miembro, pude oír la voz de mi madre diciendo que era su puta, que quería más verga, que quería tragarse todas las vergas del mundo, que le metieran la verga por el culo hasta que pudiera sentirla por la boca. Cuando terminaron los cuatro quedaron exhaustos.

Después, de unos minutos mi madre abrió los ojos y me observó con una mirada tan dulce y llena de amor como nunca lo había hecho. Me dijo, mi amor vez lo que te digo, hay que gozar por donde más te guste. Si no hace daño a nadie más no hay problema. En eso volteo mi cara y veo a mi papa que se estaba cogiendo a la mejor amiga de mi madre, por su culo. Los dos estaban gritando de pasión.

Me di media vuelta y me dirigí a mi cuarto. Tratando de poner mi cabeza en orden. Habían sido demasiadas cosas que había escuchado y visto. Así que me di una ducha y me acosté a dormir. Para ello me puse mi pantimedia más sexy que tenía y además me puse sobre ella unas medias con un liguero muy coqueto.

Al siguiente día bajo, aun vestida con mi pantimedia y medias con su liguero y unas sandalias de suela delgada, a desayunar encontrándome con la sorpresa de que la casa estaba como si no hubiera habido una fiesta. Mi madre con una bata transparente que dejaba ver todo su bello cuerpo. Se veían hermosas ese par de nalgas redondas, respingadas y muy anchas; eso me había heredado mi madre unas caderas hermosas que eran la envidia de mis compañeras de clase. Me dijo que hermoso me veía así vestido.

Me dio mi desayuno como si nada hubiera pasado. Después bajo mi padre, vestido para ir a su empresa. Todo pasó con la mayor naturalidad. Cuando terminamos mi padre se despidió. Al quedarnos solos mi madre y yo ella me dijo que iríamos de compras. Que era hora que cambiara mi guardarropa. Únicamente me puse un conjunto deportivo y unos zapatos deportivos.

Salimos al centro comercial donde estaban tiendas exclusivamente de ropa para mujer. Al entrar me dijo que escogiera todo lo que quisiera. Sorprendida le dije que estábamos en una tienda de ropa femenina que podría comprar. Ella al oído me dijo todo lo que te guste. Me puse a ver vestidos, minifaldas, ropa interior y para sorpresa mía me gustaron varias prendas para mí. Compre vestidos, minifaldas, blusas, tangas (desde hilo dental, hasta los que tienen una abertura a nivel de la concha de la mujer), sostenes, medias, ligueros, y lo que más me gusta pantimedias.

Al llegar a la casa, mi madre me dijo que me probara lo que había comprado. Así lo hice. Me veía preciosa con lo que había comprado. Entonces me dijo que me hacía falta un buen maquillaje. Me llevó a su recamara y me maquilló. Quede preciosa. Me peino mi ensortijado cabello. Al verme en el espejo me gusto mucho lo que vi. Toda una hermosa jovencita, con un cuerpo de locura que lo único que le faltaba eran una par de hermosas tetas. Para ello mi madre me puso unos postizos, que parecían unas tetas reales. Con ello completé el cuadro. Me había vestido con un conjunto de sostén y tanga rosas, con una pantimedia rosas y encima medias de red con un liguero rosa; una minifalda y una blusa escotada. Con unas zapatillas, de mi madre, con una plataforma de madera, y un tacón de 5 cm.

Vestida así esperamos la llegada de mi padre. Al llegar este mi madre le dijo que le presentaba a una nueva hija que tenían y que su nombre era Robertha. Que ahora en adelante me vestiría de hombre únicamente para ir a la escuela. El resto del tiempo sería Robertha.

Comimos y me fui a descansar a mi cuarto. Aun estaba como embotada, no sabía cómo reaccionar. ¿Por que? No había reaccionado, no me había negado a comprar la ropa, no me había negado a vestirme y dejarme maquillar, porque no protesté cuando mi madre le dijo a mi padre que yo era Robertha. ¿Sería que todo ese tiempo que viví como Antonio no era lo que yo quería para mi vida?. En eso estaba cuando mi madre me dijo que bajara que había una reunión en casa de su mejor amiga.

Acudimos a esa casa, que en realidad era un palacete. Nos recibió la amiga de mi madre. Me saludó como si me conociera de siempre. Nos hizo pasar a una terraza donde ya había varios invitados. Pasamos al comedor donde se sirvió una cena abundante, con distintos vinos de mesa. Mi madre me dijo que tomara varias copas para que se me quitara lo nerviosa que estaba. Así lo hice y después de 3 copas me sentí más a gusto. Volvimos a pasar de nuevo a la terraza donde los invitados empezaron a desvestirse. Algunos se desnudaron completamente y otros se quedaron en ropa interior muy sugestiva. Hubo un hombre que llamó poderosamente mi atención era alto, musculoso, moreno, y que traía únicamente una tanga con la forma de un elefante y su miembro ocupaba toda la trompa del elefante incluso parecía que le quedaba chico.

Empezó a circular la bebida y en la medida que se tomaba, era en la forma que se comportaban los comensales. Varios en algunas sillas o sillones de playa ya estaban en plena acción. Unos cogiendo, otros mamando concha o polla, sin distingo de sexos. El hombre de la tanga del elefantito se me acercó y me dijo que si era la primera vez que acudía a esas fiestas pues me veía muy tímido. Le conteste que no, que se habían hecho varias fiestas en mi casa. Entonces se acercó mi madre y nos dijo que bueno que ya se conocíamos. Que a ella le gustaría que me quitara lo virgen una persona también dotada como El Turco, así le decían ya que en estas reuniones nunca se decían los nombres verdaderos. Le dije a mi madre me dejara pensarla que todavía no estaba preparada para esto. Pero con una mirada me dio la orden de que dejara pasar lo que ya había dicho. Lo único que hice fue agachar la cabeza y dejar pasar las cosas lo más rápido posible.

La anfitriona le permitió al Turco que utilizará su recamara para llevar a efecto el ritual de desvirgarme. Antes de entrar me tomó entre sus brazos y me cargo hasta la cama. Me depositó de una manera muy delicada. Me dijo que como era virgen e inexperta me tendría que enseñar. Y que como cobro sería entregarle la virginidad de mi colita.

Me explicó primero que no nos besaríamos en la boca esa regla era porque de esa forma podía mamar coños, vergas, culos libremente. Que me enseñaría a mamar la verga en forma práctica. Y en ese momento se sacó su tremendo animal mostrándolo muy orgulloso, que mediría unos 20 cm. de largo y unos 6 cm. de diámetro. Me dijo que lo tomara delicadamente con ambas manos y que le bajara el pellejito que le cubría la cabezota. En esa forma lo vi en toda su dimensión. Entonces que con ambas manos subiera y bajara el prepucio, primero despacio, después rápido. Que lo hiciera después con una sola mano, pero esta no alcanzaba a abarcar todo el diámetro de ese tronco, y con la otra mano le acariciara los testículos. Así estuve un buen tiempo hasta que en algún momento que subía mi mano por el tremendo tronco salió, por la punta de la cabezota, una gotas de un líquido transparente. Entonces me dijo que las tomara con la punta de la lengua. Al hacerlo sentí la suavidad de la piel de la tremenda cabeza y como al hacerlo; hacía que el Turco tuviera un temblor en todo su cuerpo, el sabor era algo salado pero no desagradable. Me ordeno que lo comiera. Me dijo que colocara mis labios por el orifico, donde estaba saliendo ese liquido, y que lo chupara y metiera la punta de la lengua. Sentí como crecía aun más ese instrumento. Después, me dijo que tratara de meter lo que más pudiera; de esa cabeza, en mi boca. Que tuviera mucho cuidado con los dientes, que únicamente los labios y el interior de la boca deberían estar en contacto con él.

Sentí una sensación muy extraña tener semejante cabeza dentro de la boca. Había pensado que me daría asco, pero me gusto bueno debo decir que me encanto su olor y sabor. Así que hice lo que me habían ordenado. Luego me dijo que lo metiera y sacara de la boca muy despacio y tratando de chuparlo con la mayor fuerza.
Esta narración continuará ……

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