jueves, 1 de septiembre de 2011

El Lago 2

El Lago
Capítulo 2

Diego había sacado la mano de debajo de los huevos de Alex por miedo a que pudiera llegar alguien que viera a su amigo con una erección así que cuando vinieron los padres a buscarlos ya se habían relajado los dos y no había problema alguno de que pudieran ver nada raro.
- ¡Chicos subir a casa! ¡Tenéis cosas que hacer, vamos! - Gritó desde arriba la madre de Marta y su hermano.
Los chicos se marcharon disgustados después de despedirse de Alex y Diego.
- Vamos, voy a enseñarte un sitio - dijo Alex levantándose. Su poya había vuelto al tamaño normal y colgaba junto con las bolas cerca de la ara de Diego que no pudo evitar mirar.
- ¿Dónde?
- Hay un camino por allí, ya verás, te va a encantar - dijo dirigiéndose al extremo de la playa por donde Diego le vio a aparecer la primera vez. Tenía la sensación de que la primera vez que se vieron había sido hacía mucho tiempo.
Diego siguió a Alex hasta un camino que se metía entre los árboles. Mientras le seguía no podía parar de mirar su culo mientras saltaba para no pisar ninguna rama o piedra que le hiciera daño en los pies.
- Me gusta mucho tu culo - dijo sincerándose. Alex se paró en seco y se dio la vuelta.
- ¿Si?
- Si - le abrazó y se lo tocó con suavidad, después lo agarró con fuerza. Alex le besó y se apartó de él.
- Vamos, es por aquí - dijo siguiendo el camino.
Caminaron un rato entre lo árboles de aquel bosque hasta que llegaron a una zona completamente verde, como salido de algún cuento de fantasía. Una cascada que caía desde una altura de al menos tres metros, rodeada de piedra, el agua que caía había formado un pequeño embalse cristalino, todo eso rodeado del bosque verde del que acababan de salir. El lugar era pequeño, pero eso lo hacía muy intimo y privado. Del pequeño embalse bajaba un riachuelo que Diego supuso daría al Lago, tal vez a otro lugar.
Vio esta imagen idílica con Alex de espaldas a el, en la orilla del agua. En primer plano la espalda desnuda del chico, con su culo perfecto y su cuerpo atlético. A un lado la cascada que despedía destellos creados por la luz del sol. La pared de piedra gris detrás, y a los pies de Alex el agua reflejando cada uno de los árboles verdes que envolvían aquel lugar.
Alex giró la cabeza para mirarle.
- ¿Vienes? - Y se lanzó al agua.
Diego sintió que estaba un poco asustado. Todo aquello que estaba pasando le parecía tan increíblemente perfecto que tenía miedo de que fuera un sueño o alguna alucinación. Caminó hasta mojarse los pies y sintió el agua fría, pero aún así se zambulló y fue nadando hasta Alex. Ése se encontraba junto a la cascada y Diego vio como se metía detrás de la casada subiéndose a una piedra que había en el agua. Cuando fue hasta él le vio sentado sobre un gran hueco en la roca, justo detrás de donde rompía la cascada. La piedra donde estaba sentado era prácticamente lisa y daba la impresión de ser un banco para contemplar el agua que caía desde arriba.
Entró en el hueco con él y le llamó la atención lo amplio que era, abría cabido una tercera persona más con ellos.
Se sentó frente a él, de espaldas al agua y vio que la polla de su amigo estaba más pequeña que nunca, pero le gustó, el era un hombre y sabía que esas cosas eran muy normales, aunque alguna mujer lo hubiera encontrado chistoso. La suya también estaba pequeña (algo más pequeña que la de Alex) pero no la miró. La pared donde apoyaba la espalda Alex estaba plagada de pequeños reflejos y brillos de la cascada, él tenía el pelo completamente pegado a la cabeza y estaba completamente empapado.
- ¿Te gusta el sitio? - Le preguntó mientras miraba las gotas rodear cada uno de sus músculos.
- Es increíble. ¿Cómo lo descubriste?
- Un día que salí a caminar me tupé con este sitio y desde entonces vengo casi todos los días.
- Estás empapado - dijo Diego pasando una mano por la musculosa pierna de su amigo. Las gotas corrieron hasta el suelo.
- Tu también, ¿tienes frío?
- No.
Diego continuó tocando el cuerpo de su amigo.
- Túmbate - le pidió.
Alex se tumbó junto a la pared y Diego pasó su mano desde la pierna hasta los pectorales de su amigo, luego se agachó y se metió su arrugada polla en la boca y la succionó varias veces. Mientras lo hacía tocaba con una mano uno de los pezones de Alex y con la otra agarraba y jugaba con sus huevos que a causa del frío habían encogido.
- Ahh.. - Alejandro gozaba de placer mientras su polla empezaba a crecer dentro de la boca de su amigo.
Alex retiró la cabeza de su amigo
- ¿Qué?
- Túmbate, que yo también quiero mamártela - dijo y Diego accedió en el momento. Se tumbaron de lado el uno junto al otro para hacer un 69. La polla de Diego era algo más pequeña de la suya así que Alex pudo metérsela entera en la boca y jugar con su lengua, aunque no duró mucho en crecer y tuvo que sacarla. Mientras mamaba, Diego levantó la pierna de Alex y comenzó a jugar con sus dedos entre las nalgas tan duras de su amigo. Estuvieron mamándosela un buen rato y Diego con su dedo tocando el agujero de Alex hasta que ése te dio la vuelta y se puso a cuatro patas. Enseguida Diego se colocó frete a su culo y separó sus nalgas. Jamás había echo nada así, lo único que pensó fue en lamer aquel agujero para que su amigo sintiera lo que esa mañana había sentido él. Comenzó a meter un dedo aunque no pudo y tuvo que intentarlo varias veces, pero mientras lo hacía, con la otra mano jugaba con los huevos depilados y suaves de su amigo. Después metió el segundo dedo y sentía su propia poya a punto de estallar así que se levantó e intentó empujar el agujero con la punta.
- Aaahh.. - Se quejó Alex.
- Al principio duele pero después te va a gustar, confía en mi - dijo mientras empujaba un poco más.
Un momento en el que Diego advirtió que el agujero se relajaba y abría empujó con más fuerza desgarrando un grito de dolor de su amante, aunque éste no se movió apenas de su postura. Diego no esperó más y comenzó a moverse. ¡Tenía la polla dentro del culo de Alex! Se movió con más ritmo, sintiendo sus huevos golpear contra los de su amigo.
- ¿Te gusta? - Preguntó con todo de lascivia. Él estaba disfrutando.
- Aaahh.. - Gimió como única respuesta, pero esta vez de placer.
- Dios.. - Diego se inclinó y tocó la musculosa espalda de Alex, que ahora se apoyaba sobre la pared de piedra con las manos.
Siguió acelerando hasta oír como su amigo jadeaba.
- No pares… por favor.. - Le pidió casi sin poder hablar.
Diego envistió con más ímpetu y vio unos chorros de leche salir disparados de debajo de su amigo.
- Aaaahhh Aaaahh… - Diego se corrió a la vez, clavando sus dedos en las perfectas y duras nalgas de su amigo.
Cuando terminó, salió de dentro de su culo y Alex se dio la vuelta y lo besó con pasión. Diego le abría preguntado si le había gustado y qué le había parecido, pero Alex no le dejó y lo fue empujando hasta que los dos cayeron al agua.
Diego entró en la casa y encontró a Julio sentado sobre la cama de su habitación, tenía las piernas cruzadas y sobre ellas apoyaba un libro abierto que estaba leyendo.
- Hola Diego. ¿Dónde has estado todo el día? Casi no nos hemos visto - dijo cerrando el libro.
- He estado con Alex, es un tío cojonudo, me cae muy bien..
- Bueno, me alegro. Esta noche tendremos ya el coche y podré llevarte hasta el pueblo
Diego se sentó a los pies de la cama mirando al suelo, de espaldas a Julio. A penas llevaba un día en aquel lugar y ya se había olvidado del pueblo y todo lo de fuera. Parecían haber pasado años desde que despertó allí.
- ¿Tienes ganas de volver?
- Bueno… Si, por una parte si…
- ¿Por una parte? No te veo muy convencido - se levantó y se agachó frente a él.- ¿Y tu novia y el atraco?
- Bueno… Si, eso también es importante, pero… - De pronto ya no tenía tantas ganas de volver.- Es que este lugar es la ostia. Parece que aquí nunca pasen cosas malas, ¿sabes lo que te quiero decir? Nunca me a gustado la ciudad por eso vivía en el pueblo, pero es que este sitio me ha cambiado y no sé qué es lo que más me apetece ahora.
- Diego… Esto no se trata de que te apetezca una cosa o otra. Si te quedaras aquí sería para siempre, ya sabes que en el mundo exterior esta vida que llevamos es una utopía, y si te vas ya no podrás volver - se levantó.- ¿De veras te gustaría vivir así? Bueno, cuando te conocí no parecías el tipo de persona que desearía esto.
- Lo sé, pero creo que en una parte profunda de mis deseos siempre ha sido vivir libre, ¿sabes? La libertad que se respira aquí es que me eriza la piel…
Julio observó a Diego detenidamente. Era cierto que el chico había cambiado, pero no le imaginaba viviendo allí, con él. Porque claro, si finalmente te quedaba tendría que acogerlo en su casa ya que era él quien lo había traído…
Debía pensarlo detenidamente.
- Oye Diego. Necesito que pienses mucho en esto. Yo voy a salir un rato, hablaré con los vecinos y llegaremos a un acuerdo.
- Vale - dijo saliendo de la habitación antes que Julio. Fue hasta la cocina y oyó como se cerraba la puerta de la entrada. Se sentó en una de las sillas de cara a la ventana y comenzó a comerse una pieza de manzana que había en el frutero de la mesa. Decidió que no iba a pensar si quería o no quería quedarse, él ya sabía la respuesta, y no convenía pensar en las consecuencias de no volver a ir nunca al pueblo. Cuando había estado al lado de Alex le había parecido un sueño, y sabía que si se quedaba, el sueño no terminaría.
A los pocos minutos de entrar en la cocina vió un rastro aparecer tras el cristal de la ventana que tenía enfrente, ésto le dio un buen susto y se atragantó.
Era Marta, la chica que había estado en la comida.
- ¿Está Alex? - Preguntó sin más.
- Eeehhh… No aquí no está - dijo sorprendido.
- ¿Seguro? - No parecía convencida.- Le estoy buscando y no le veo por ningún lado.
Diego se acercó a la ventana y la abrió del todo.
- No sé donde está. ¿Has ido a su casa? Su padre le pidió que arreglara algo, tal vez esté allí - descubrió que la chica parecía algo más guapa que antes, como si hubiera estado preparándose para estar lo mejor posible.
- He pasado por su casa, pero no contestó nadie… Bueno, volveré a pasarme.
Se marchó sin despedirse y Diego cerró la ventana sin sorprenderse. La chica parecía haber tomado a Diego por un rival que le impedía recibir todo la atención de “su chico” y esto le hizo sonreir, sabía que a Alex aquella chica no le interesaba.
Al poco tiempo de irse Marta, Diego la escuchó hablar, pero esta vez en la otra parte de la casa y fue hasta la entrada. A través de la ventanilla de la puerta pudo ver a Alex y a Marta hablando delante de la casa de Julio. La poya de Alex estaba más relajada que cuando estuvieron en la cascada y al ver su cuerpo brillando a los últimos rayos de sol sintió una gran excitación, pero se quedó tras la puerta, esperando a ver de qué hablaban.
- Hola Alex - dijo Marta acercándose a el y dándole dos besos en la mejilla. Diego captó claramente que la extinción de la chica era que se rozaran sus cuerpos - ¿qué tal? Te estaba buscando.
- ¿Si? Estaba en mi casa.
- Pero si he ido y no a contestado nadie - dijo rizándose un mechón de pelo con un dedo.
- No habré oído la puerta, lo siento - respondió dando un paso hacia la puerta tras la que espiaba Diego.
- ¿Quieres que demos una vuelta? Así charlamos un poco - dijo acercándose a él.
- Ahora no puedo, gracias. Otro día ¿vale? - Diego notó en el tono de voz de su amigo que no quería decepcionarla.
- Otro día no… Porqué no ahora - mientras hablaban, Diego bajó la mirada, mirando tras la cortinilla el trasero de Alex, se veía tan suave que la mente de Diego emuló las caricias que le había hecho.
- Esque tengo que hablar de algo con Diego, el chico que estuvo en la comida.
- Ah… Bueno, otro día tal vez - dijo retrocediendo, disgustada.- Hasta luego.
- Hasta luego Marta.
Diego se alejó de la puerta para no ser descubierto y esperó a que su amigo llamase.
Cuando lo hizo, esperó un poco antes de abrir.
- Diego - dijo entrando al instante, parecía algo preocupado.
- ¿Qué ocurre?- Preguntó cerrando la puerta.
- Oy te vas ¿verdad?
- Ven - le dijo yendo hacia su cuarto. Cuando entraron, se quedaron de pie en medio de la habitación- Diego notó que su amigo parecía aún mas alarmado que antes.
- ¿Te vas a ir hoy ? - Le preguntó arrimándose. Le agarró del brazo y lo acarició, sin mirarle.
- No le sé tío… Allí en el pueblo tengo una casa. Aquí me siento tan a gusto… ¿Pero cómo iba yo a vivir aquí?
- No lo sé… - Le acarició la espalda mientras le abrazaba, luego se separó y le besó con ternura y mientras lo hacía Diego puso sus manos abiertas sobre las nalgas de Alex. - Hay una casa al lado del parque donde se reunen por la mañana… No hay nadie viviendo allí. Antes era la casa de Mario pero cuando empezó a salir con su novia se fue y no ha vuelto a estar nadie allí.
Diego no dijo nada.
- Tal podamos irnos a vivir alli tú y yo.
-¡¿Qué?! Tío eso es una locura. ¿Qué iba a pensar la gente? - Preguntó Diego apartándose.
- No tienen por qué pensar nada, simplemente nos independizamos y compartimos casa, ya está. Mi padre lleva tiempo diciéndome que cuándo voy a tener mi propia casa. Si cogiésemos esa casa, la comunidad no tendría que pagar la construcción de una nueva - dijo, cada vez más seguro de que aquello podía funcionar.
- ¿De verdad quieres eso? No sé, ¿no se suponía que lo nuestro no lo iba a saber nadie?¿Qué solo iba a ser nuestro y nadie sabría nada?
- Ya lo sé pero nadie tiene por qué saber nada. Mira, yo creo que la gente va a estar pensando lo que puede llegar a pasar si te marchas, que se te valla la lengua y le descubras este lugar a alguien y todo eso… Si decides no irte podrías decir que no te importaría vivir conmigo porque nos llevamos bien o algo…
Diego pensó en aquello durante unos minutos, en silencio, mientras su amigo lo miraba.
- No sé si me atrevo - confesó.
- Tú dime que si y yo haré todo lo demás - lo miró a los ojos.
-¿Estás seguro de querer esto? - Le preguntó mirando fijamente a aquellos ojos verdes.
- Si, si funciona es perfecto - dijo atrayéndolo hacia si mismo por las piernas. Ahora la ara de Alex estaba frente al ombligo de su amigo, pero bajó la mirada y Diego sintió su respiración en su polla. Al instante le acercó la cabeza hasta su pene sin aguantar más.
- Dime que sí - pidió a Diego mirándole desde abajo.
- De acuerdo, espero que salga bien…
Alex engulló la polla de su amigo y se la estubo chupando durante un buen rato, hasta que estubo a punto de correrse, entonces le masturbó con una mano y toda la palma le quedó inundada de semen.


Aquella misma tarde, justo cuando empezaba a anochecer, Julio volvió a su casa y fue a buscar a Diego.
- ¿Se puede? -Preguntó golpeando en la puerta de su habitación.
- Pasa -Diego estaba sobre la cama, sentado mientras leía un libro que había encontrado en la estantería.
- ¿Has pensado en lo de quedarte? Piensa que seguramente no puedas salir fuera mas que en contadas ocasiones - dijo apoyado en el umbral.
- Si… No sé…- Dudó durante un instante y después añadió.- Alex me ha dicho que si me quedo podríamos ser compañeros de piso en una casa que hay junto al…
- ¿Qué? Pero él no puede decidir eso, Diego, ese tipo de cosas se plantean y se debaten dentro de la comunidad - dijo seriamente.
- Ya lo sé, si la idea no a sido mía, además, dijo que lo hablaría con su padre.
- Pero Diego, esto no es como el pueblo, aquí, comemos lo que se cultiva aquí dentro y sólo en contadas ocasiones sale alguien a comprar comida. Con el tiempo tendrás que buscar un empleo que te permita trabajar desde tu casa para aportar el sueldo a la comunidad.
- Ya sé que es una locura que me quede… Pero es que aquí estoy tan bien…
- No sé Diego… Esperaremos hasta esta noche, la comunidad decidirá si te debes ir o puedes quedarte.
- De acuerdo - respondió Diego levantándose.
- Venga, vamos a prepara unas cosas que llevaremos a la cena - dijo caminando hacia la cocina, Diego le siguió.
Prepararon una cesta con cubiertos, servilletas y unas botellas de agua llenas de zumo de limón. También cogieron dos mantas aunque Julio pronosticó que aquella noche no haría frío.
Fueron hasta el parque y Diego vio como habían preparado unas mesas con manteles y colgado unas lamparillas de las ramas de los árboles que había al lado. Había un par de cestas sobre la larga mesa y vio un grupo de gente hablando alrededor de una pequeña fogata encendida en el centro de aquel parque. Aquellas personas estaban desnudas pero algunas se cubrían del frío con mantas, sobre todo las personas mayores. Diego entonces se dio cuenta de que La Comunidad estaba formada por mucha más gente de la que había visto hasta ahora, había gente joven, de su edad charlando en grupo, entre ellos distinguió a Alex que le vio llegar y le saludó con la mano.
- ¿Que tal? - Le preguntó chocándole la mano. Este comportamiento le hizo ver a Diego que frente a sus amigos, Alex debía ser un chico chistoso y extrovertido, nadie debía saber cómo era realmente.- Éste es Diego - dijo a algunos de los chicos y chicas que habían llegado con él.
- Hola - le tendieron la mano y las fue estrechando. Las chicas le dieron dos besos y Diego se fijó en que estas, a diferencia de Marta, estaban mucho más desarrolladas físicamente. Tenían buenas tetas y casi todas mantenían sus partes íntimas bien depiladas.
- Alex nos a contado que eres un primo de Julio - dijo una de las chicas. Las luz ambarina de la fogata le iluminaba un costado del cuerpo, la figura era esbelta.
- Si. Un primo pequeño.
- ¿Y te vas a quedar mucho tiempo? - Preguntó otra.
- Pues no sé…
- Bueno, vallamos para allá troncos - dijo de pronto Alex empujándolos hacia la hoguera. Mientras se sentaban junto a la fogata, Alex pasó su brazo sobre los hombros de Diego.- Que tal - dijo sonriendo como lo harían sus amigos del instituto.
- Bien - respondió Diego contento al ver como su amigo interpretaba tan bien aquel papel que distaba tanto de ser su forma de comportarse, al menos de lo que Diego había visto.
Fueron a asentarse junto a los demás.
Estuvieron hablando durando unos veinte minutos hasta que la cena estuvo servida. El grupo estaba formado por seis personas, Raúl era un chico fuerte, del mismo aspecto que Alex sólo que sin afeitar, estaba tumbado de costado mientras su novia, Julia, le acariciaba el pelo. Luego estaban Gabriel y Fernando, dos amigos de toda la vida que no dejaban de hacer bromas entre ellos y pro último Sara y Raquel que eran hermanas. Al principio, Diego se sintió un intruso entre tanto orden, todos tenían a alguien con quien relacionarles aunque bueno, también estaba Alex que parecía haber “invitado” a Diego al grupo.
Cenaron muy rápido y después fueron de nuevo junto a la hoguera, dejando a los mayores sentados en la mesa.
Estiraron unas mantas en el suelo, cerca de la fogata y se sentaron.
-Bueno, quién quiere empezar - dijo Raquel al sentarse. Era morena y tenía el pelo liso. Su piel era bastante clara y tenía las tetas bastante grandes, aunque principalmente, ella era algo más grande que las demás.
- ¿Empezar a qué? - Preguntó Diego curioso.
- A contar historias de terror - respondió Gabriel agachándose para mirarle a través de las llamas.
Diego hizo una mueca y no supo si confesar que aquella idea le parecía infantil. Entonces llegaron junto a ellos Gabriel y Julia que se recogía el pelo con la mano mientras se sentaba.
- Es una tapadera Diego - dijo Julia en voz baja y mirando hacia otro lado.
- Dentro de unos cinco minutos Ricardo nos ofrecerá su casa para que vallamos allí y estemos más cómodos - dijo Alex sentándose frente a Diego.
- Si, siempre nos cuenta lo mismo de que de pequeño le encantaba contar historias de terror en el salón de su casa.
- Mientras el viento fuera movía las ramas de los árboles - acabó Fernando. Entonces él y Gabriel estiraron los brazos e imitaron el ruido de un fantasma.- Uuuh…
- Ahmm… ¿Y en la casa de Ricardo qué hacéis? - Preguntó Diego.
- Pues cosas que no podríamos hacer si está toooda esta gente al lado - dijo Alex abarcando el parque con un movimiento de brazos.
- Entendido - dijo Diego riendo.
Como habían predicho, al rato de fingir una sesión de historias de miedo, el tal Ricardo se les acercó y les ofreció que fueran a su casa, después de contarles cómo, cuando era pequeño…
Era un hombre muy mayor y Diego casi ni percibió el ridículo pene que asomaba entre todos los pelos rizados, el resto de su cuerpo estaba algo arrugado.
Cuando se levantaron, caminaron hasta el extremo del parque donde Diego había visto las otras casas y entraron en una de ellas. Era mucho más grande que la casa de Julio o de Alex, cabían fácilmente todos ellos sentados en círculo en el suelo de la sala.
Diego, que se sentó entre Alex y Gabriel, se apoyó hacia atrás sobre sus codos con las piernas cruzadas. Había olvidado ya que estaba desnudo, la situación era más familiar de lo que habría imaginado. Todos desnudos en círculo, iluminados por tres lámparas alrededor de la sala.
Fernando salió por la puerta trasera de la casa y volvió con algunos botellines de cerveza que Diego no supo ni preguntó cómo habrían llegado hasta él, y bebió una de ellas con algo de ansia, llevaba tanto tiempo sin beber una que enseguida le subió el alcohol a la cabeza.
Raúl y Julia habían comenzado a morrearse y magrearse hasta que ella lo agarró de las manos y salieron de la habitación. Mientras salían, todos vieron perfectamente lo empalmado que estaba Raúl y cómo botaba de arriba abajo su polla al andar.
Los demás estaban todos ya algo bebidos y empezaron a bromear entre ellos cuando Raquel se acercó hasta Diego y empezó a tocarlo, éste miró a Alex que se reía de la situación y le incitaba a aprovechar la situación.
- Ven Dieguito - le dijo Raquel levantándolo del suelo.
El la siguió fuera de la sala y la acompañó hasta la cocina donde la empezó a besar, pensando que a quien besaba era Alejandro. La besó por todo el cuello y la morreó como le habría gustado poder hacerle en ese momento a su amigo.
- Aaahh.. - Gimió la chica.
Diego la agarró del culo y lo manoseó (aunque no era tan firme como el de Alex) y entonces ella fue bajando, besándolo en el pecho hasta llegar a su polla que succionó al instante. Diego cerró los ojos y pensó en Alex haciéndoselo, afectado por el alcohol. Entonces, cuando su deseo llegó a su punto álgido en donde había visto a Alex levantándole las piernas, Diego dio la vuelta a Raquel y la apoyó contra la pared, separándole las piernas. La chica agarró las pelotas de Diego por debajo suyo y éste la embistió casi sin esperar a que el culo estuviera preparado, aunque no gritó, solo soltó un gemido y se agarró a la pared.
- Aahh.. Aaahh.. Aahh..
Mientras se lo hacía, Alex se asomó a la cocina y los vió. En s cara se dibujó una sonrisa y fue despacio, sin hacer ni un ruido, hasta ponerse detrás de Diego, que no se había percatado de su presencia.
- Aaahh Aaahh.. Sii…
Entonces, mientras Diego porculaba a aquella chica, Alex le rodeó por detrás con sus brazos y Diego sin parar el movimiento giró la cabeza y le vio.
Se besaron y Alex besó a Diego en el culo antes de salir.
Al terminar, Rachel no se había enterado de nada y Diego la había follado por delante, como agradecimiento por haberla porculado.


Aquella noche, de madrugada, cuando Ricardo acabó volviendo a su casa y todos los chicos se marcharon de nuevo al parque, Diego fue a sentarse junto a Julio mientras este hablaba con los demás padres y mayores de la comunidad, que apuraban los últimos restos de otra bandeja de pastas. Se sentía cansado. Después de hacer el amor con Raquel, ella lo había besado y unos minutos después se había ido de nuevo a la sala con los demás, dejándolo solo en la cocina. Cuando él se unió a ellos, nadie hizo un caso especial a Diego salvo Alex, que le preguntó como estaba.
Ahora, de nuevo en el parque, Diego se apoyaba sobre la mesa a la que se habían sentado los mayores mientras Alejandro se despedía de los demás chicos que se empezaban a marchar.
¿Qué tal estás chico? - Le preguntó el padre de los hermanos.
¿Lo has pasado bien hoy?
Si, me ha encantado estar aquí... No me gustaría marcharme - se aventuró a decir (gracias a toda la cerveza que había ingerido).
¡Ja ja ja ja! -Rió con ganas el fornido hombre acompañado de otros de los presentes.
¡Hasta luego, tíos! - Gritó Alex despidiéndose de Gabriel y Fernando, que se marchaban. Después se acercó a la mesa y se sentó junto a su madre, cerca de Diego. - Bueno qué, te vas a quedar o no, tronco.- Dijo sonriente, en él se notaba más que había bebido bastante.
Hemos pensado... - Empezó a decir Julio, pero Alex lo interrumpió.
¡He tenido una idea! Mis padres me llevan intentando echar de casa desde.. puff... - Dijo mirando hacia arriba, después sonrió a su madre.- Y, como el viejo Mario abrió sus alar y se marchó del nido, tenemos un nido libre para que yo mismo, me instale a vivir allí – explicó sonriente. Los demás permanecieron en silencia, esperando a que acabara.- ¿Qué os parece?
¡Jajajaja! Este chico parece que ha bebido – dijo un hombre mayor desde el fondo de la mesa, los demás rieron unos segundos.
¿Qué tiene que ver ésto con tu amigo?
¡Ah! ¡Ja ja! Pues que podríamos compartir la casa, hay espacio suficiente para los dos – dijo mirándoles a todos. Diego se sintió mareado, tenía ganas de abrazar la cama.- Eso sí – lo señaló con el dedo.- En cuanto me eche novia, te piras.
Todos se echaron a reír y desde ese momento Diego no recordaba nada más. La noche fue muy larga y apenas recordaba el camino de vuelta a la casa de Diego.
Lo despertaron unos rápidos golpes en el cristal de la ventana. Abrió los ojos y volvió a oír los golpes, incorporándose y sufriendo un tremendo dolor de cabeza. Cerró los ojos agarrándose al borde de la cama y oyó la voz de Alex.
¡Eh! Tú, despierta...- Dijo viéndole a través del cristal.
Uhh.. Creo que anoche bebí demasiado - Dijo levantándose para abrir la ventana. Hacía sol y se sentía muerto de calor.
Valla.. lo siento... - Le dijo mirándole.
¿Qué tal? Al final me quedo.. o me voy...- Le preguntó mientras intentaba recordar la noche anterior.
¿No recuerdas nada? Valla, si que bebiste demasiado. Siento decirte que vas a pasar tu primer día como habitante del lago con una resaca enorme.
¿Si? Qué bien... - Se alegró mirándole a los ojos a su amigo. Tras unos segundos en silencio se le ocurrió que debía hablar con Julio para preguntarle cómo podría decirle a su familia que estaba sano y salvo pero que no iba a volver, y esto le aumentó la jaqueca.
Bueno, te dejo que te prepares y desayunes y todo eso.- Le dijo rápidamente su amigo.- Luego nos vemos en el lago – dijo mirando a ambos lados para cerciorarse de que hubiese nadie, después le dio un beso corto y se alejó.
Cuando salió de su habitación encontró a Julio preparando el desayuno. Se sentó en una silla y se agarró la frente mientras éste le servía un vaso de leche y un par de galletas grandes.
Tienes pinta de resaca – observó el hombre al verle.
¿Yo?- Preguntó si levantar la cabeza.
Ja ja ja ja, anda tómate este zumo mejor – dijo cambiándole el desayuno.- No está permitido que se metan cervezas en la comunidad, pero todos hemos sido jóvenes y sabemos que siempre a habido alguien que se las ha arreglado para traerlas a escondidas. Tus nuevos amigos son muy astutos.
Diego levantó la vista y vio a Julio de espaldas cuando este se rascaba con una mano la nalga derecha. Aquel acto le hizo sonreir, recordándole la naturalidad de aquella vida que empezaba a vivir. Dio un sorvo del zumo de naranja y volvió a hundir la cabeza entre sus manos.
¿Me quedo? -Preguntó sin más.
Parece que sí, pero Diego – dijo señalándole con el cuchillo lleno de mermelada.- Estas a mi responsabilidad así que no metas la pata.
Tengo que avisar a mi familia de que estoy bien... Seguramente mi novia habrá llamado para contarles lo del atraco.
Lo sé. Podrás llamar desde la casa de Luis. Oye.. estás seguro de que no te quieres marchar... Tu novia...
No quiero pensar en ella... No sabría explicarte por qué, pero pensar en ella no me hace que tenga más motivos para volver – dijo en voz baja.
Bueno, desayuna que luego te sentirás mejor.
Cuando terminó de desayunar y estiró las sabanas de su cama, Diego salió de la casa y se encaminó hacia la cuesta que bajaba al lago. Por el camino vió a Raquel, la chica con la que había hecho el amor la noche anterior, y sintió un escalofrió incómodo.
Buenos días – le saludó.
Hola – dijo ella sonriente apenas sin pararse. Después siguió su camino, haciendo que Diego se alegrara por no haber tomado como algo serio su follada nocturna.
Al llegar al final del camino, Diego vio a Alejandro charlando en la orilla del lago con sus otros amigos y bajó para unirse al grupo.
Buenos días chaval.
Anoche te tiraste a la Raqui,¿no? ¡Qué tío! Menudo estreno – rió Raúl.
Casi ni me acuerdo – mintió Diego.- Bebí demasiado.
Ya nos lo han dicho.
Escucha – dijo serio Gabriel, el chico fuerte y más alto – Raquel es mi chica. Así que no te encapriches.
Aquello descolocó y asustó tanto a Diego que se sintió nuevamente mareado.
¿Qué? ¿Sois novios? – preguntó asustado. Al verlo, los otros se rienron.
Tranquilo, tío – dijo Raúl,- no es celoso, solo te está diciendo que Raquel lo hizo contigo pero que está saliendo con él.
Si no le calleses bien, seguramente te abría aplastado ya – dijo Alex sonriendo.
Si no le calleses bien, Raquel no lo habría hecho contigo – rió Raúl.
No te preocupes – dijo Alex.- Solo quería que lo supieses. No te vallas a asustar, ¿eh? - Le agarró de los hombros.
Vale, vale – intentó articular Diego.- Pero te aseguro que no lo sabía.
Ya, ya. Bueno, ¿nos bañamos o qué? - Preguntó Gabriel cambiando de tema.
Diego intentó tomarse aquello con naturalidad pero le fue muy difícil, aún creía en la posibilidad de que le estuvieran tomando el pelo.
Echaron una carrera de lado a lado del lago, pero durante el camino Diego no pudo concentrarse y dejar de pensar en aquella extraña pareja que eran Raquel y Gabriel. A mitad de camino, Alex se detuvo junto a él. El pelo se le pegaba a la frente, empapado.
Hey, ¿te pasa algo? - Le preguntó tocándolo en la cintura bajo el agua cuando llegó hasta él. Nadie podía ver su mano.
Me he quedado un poco chocado cuando Gabri a dicho eso...
Eh.. No te preocupes ¿vale? Mario antes de irse también lo hizo con Raquel, y no le pasó nada. Gabriel lo permitió porque Mario era su amigo y... Bueno, nadie consigue entender a Raquel y su novio, pero sabemos que se quieren y que son una gran pareja. Y nadie a intentado nunca entender más, eso nos basta. Pero no te preocupes, si Gabri lo sabe y sigues vivo, todo marcha bien.- Dijo mirándole fijamente, tranquilizándolo.- Además, él me ha dicho que le caes bien, que eres un tio enrollado al haberte adaptado tan bien a nuestra vida.
¿En serio? - Preguntó incrédulo.
En serio, antes de que llegases.
¡Hey! ¿Vais a venir o os retiráis? - Gritó Gabri desde lejos. Habían detenido la carrera al ver que sus amigos se habían quedado atrás.
Vamos – le apremió Alex zambulléndose de nuevo. Diego le vio el culo cuando empezó a nadar. Tardó unos segundos en seguirle.
Cuando pasó la mañana, Alex acompañó a Diego hasta la casa de Mario, la que ocuparían ellos. Estaba cerca del parque, pero al otro lado de la casa de sus padres.
En la entrada había escalones de madera. Cuando entraron, Diego comprobó lo grande que era comparada con las demás. Tenía un salón, la cocina, dos dormitorios grandes y un lavabo, pero de más tamaño que la de Julio. Aún tenía algunos muebles pero Alex le explicó que podrían cambiarlos con el tiempo.
Tenemos un pequeño sillón para tumbarnos por la noche – le dijo en voz más baja cuando llegaron a la sala.
Perfecto – dijo Diego sentándose. Era un sillón cómodo aunque de estilo viejo.- Me echaría una siesta ahora mismo.
Pues echatelá. Esta ya es nuestra casa, Diego... Puedes hacer lo que te apetezca.
¿Sí? - Dijo agarrándole de la cintura y atrayéndolo hacia él. Besó los abdominales marcados de Alex. Su piel olía al lago.- ¿Y tú te vas a tumbar conmigo?
¿A ti no te dolía la cabeza? - Le preguntó, divertido, se sentía a gusto estando a solas con su amigo.
Si pero no puedo contenerme si te tengo aquí, desnudo – dijo agarrando sus huevos.
Ven, apoya la espalda – dijo empujándolo hasta que tocó el respaldo mullido. Alex se colocó de pié con las piernas abiertas encima del sillón, dejando sus huevos colgando a pocos centímetros de la boca de Diego.
Diego le chupó las bolas y su polla, que estaba ya erecta como la suya. Alex le agarró de la nuca para que chupara bien. Su amigo separó las nalgas de Alex y empezó a tocar en circulos el agujero, mintras se la chupaba. Alex se apoyó con las manos en la pared y dedicó un instante a relajarse para que su cujero del culo se dilatara con mayor facilidad y fué bajando poco a poco mientras Diego le chupaba y empujaba u dedo dentro de él. Subió y bajó en un postura que a Alex le resultó excitante, hasta que sacó su dedo y le incitó a sentarse sobre su poya.
Diego veía los músculos de Alex más marcados que nunca. Éste bajaba y subia con lentitud, con las piernas flexionadas a ambos lados de su amigo y se sujetaba con las manos al respaldo del sillón.
Mientras sucedía esto, fuera, al pasar cerca de la casa, Raúl se asomó al oir voces dentro. Al verles, sus ojos se abrieron al máximo devido al susto, ocultándose instaintivamente. ¡Eran Diego y Alejandro! ¡Y estaban..! Se quedó inmóvil unos segundos, cuando de pronto empezó a escuchar los gemidos de Alex. ¡No lo habría jurado ni en un millón de años! Tenía que irse, quería irse de allí, pero estaba inmóvil, y mientras, Alex continuaba gimiendo de placer sobre el chico nuevo.
- Raúl, ¿qué haces? ¿Vienes? - Le urgió la voz de su novia desde el otro lado de la casa. Eso lo devolvió el movimiento y se alejó de la ventana, comprobando antes de girar la casa que nose hubiera parado sin querer, afortunadamente, su polla seguía tan grande como siempre, sin estar empalmado.

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