jueves, 1 de septiembre de 2011

ENCUENTRO EN LA PRIMERA FASE

Esto no es un relato de ficción, pero pudiera serlo dado la rareza de lo encontrado, pues encontrar una sumisa como la que hemos encontrado es, pura y simplemente eso, encontrar un bello ser extraterrestre, eso sí, una extraterrestre rara y maravillosa.

Somos una pareja que llevamos ya un cierto tiempo en el mundillo del sexo compartido. Primero probamos con el intercambio de parejas (cinco), con la mayoría no tuvimos continuidad en el tiempo por la separación de los lugares donde vivíamos, pero con una de ellas hubo tal desencuentro, que hubo que cortar rápidamente y milagro fue que no acabara la cosa mal.

Abandonamos el tema del intercambio y nos replanteamos la situación. Dado el carácter de ambos vimos que lo mejor era la D/s, por lo que, una vez bien estudiado, decidimos continuar en el sexo compartido y en la faceta de D/s, pero eso sí, sin demasiadas alharacas o excentricidades, pues aunque ambos somos proclives al mando, ella lo es en mucho menor grado y eso nos obligaba a estudiar mejor el tema. Así pues, buscamos un matrimonio o pareja, ero resultó imposible, pues no había ni uno en la zona y los 2 que se presentaron resultaron ser falsos (chico solo) y, otro más, resultó ser una pareja muy pasada de rosca (drogadictos, bebedores y con grandes problemas de convivencia entre ellos); así pues, lo que hicimos fue intentar buscar primero un chico y dejar para más adelante lo de buscar una chica y así formar la parejita.

Buscamos y encontramos que había una astronómica cantidad de chicos candidatos a “sumiso”, si bien, tal sumisión, en el 99 % de los casos era simple impostura, o sea, un chico que busca hacer trío.

En las “pruebas” hubo las más variopintas ofertas y situaciones. Tras entrevistar a más de 300, ya sea a través de Internet o en persona (los que parecían más serios y coherentes), elegimos sólo a 2.

De cómo nos fue con los sumisos ya lo iremos contando en sucesivos relatos, pues lo que toca ahora no es precisamente eso, sino lo ocurrido en la azarosa búsqueda de la parte femenina sumisa, pues como dije, era nuestra intención poder formar una parejita.

Contrariamente al caso de los chicos, en cuestión de ofertas, el buscar una chica sumisa es algo así como aquello de buscar la aguja en el pajar.

No vamos a decir aquí quien encontró a quién, más bien fuimos ambos, fue a través de un portal parecido a este. Allí, tras consultar ambas partes nuestros correspondientes perfiles, vimos que podía cuajar.

Tras chatear durante un periodo razonablemente corto o largo (según se mire aquello de la botella medio llena o medio vacía), decidimos pasar a la entrevista, la cual, según mi forma de interpretarla fue así:

Quedamos a una determinada hora en la cafetería de un centro comercial muy concurrido, previo acordar una contraseña para identificarnos y disponer de un número móvil por si, por cualquier motivo, no se podía celebrar la entrevista.

Llegamos con un retraso calculado. Ella no estaba sentada en la cafetería, se encontraba de pie en la misma puerta esperando pacientemente, sospechamos que durante al menos 15 minutos.

Nada más verla, como teníamos una buena descripción de ella nos fue fácil reconocerla.

La describiremos: Estatura mediana, bien conservada, de porte elegante, la ropa bien ceñida pero sin exageración, la cintura muy bien marcada y con caderas rotundas sin llegar a ser exageradas, una falda bien ceñida a su talle y unas piernas bien torneadas con unos pies normales para mujer y calzada con unos brillantes zapatos negros de tacón alto (se le pidió que los llevara así), el peinado algo revuelto y el color del pelo algo cobrizo, del color de la pasión. No llevaba maquillaje, ni tampoco le hacía mucha falta, pues a su edad (ya madura) mantiene aún esa belleza serena y sin estridencias que tienen las mujeres con cierta clase.

Nos presentamos y, sin muchos preámbulos, entramos en la cafetería.

Nos sentamos en una mesa para cuatro, ambas mujeres a un lado y yo en el centro.

Era todo un manojo de nervios, ni sabía qué hacer, ni qué decir, ni qué pedir, ni otros detalles más que, aunque simples, decían el estado de nervios que tenía.

Cuando pedimos la consumición afloraron más sus nervios, si bien, reaccionó pronto y, puesto de quedarse bloqueada, se soltó y comenzó una charla bastante nerviosa. No obstante, resultaba coherente y muy lúcida.

Hablamos de lo que se habla cuando se empieza a conocer a alguien, o sea, de cosas más o menos intrascendentes o tontas, si bien, dentro de su nerviosismo derivó algo por parte de la familia y nos contó algo de su vida, lo cual agradecimos por su espontaneidad, aunque normalmente no tocamos esos temas por querer dejar siempre bien aparte el tema familiar, no obstante, en el fondo agradecimos ver que, desde el principio descubría también algo de su alma, quizá para dar más aún la sensación de que debíamos tener confianza en ella.

Servidos los cafés e infusiones pedidas (nada de alcohol), y viendo yo que si no se le ponía remedio acabaríamos hablando de política o algo peor, me dirigí a la sumisa y le pedí que fuese al servicio, que allí se quitase las bragas (bragas rojas que le pedimos que trajera) y que, dentro de una pequeña bolsita negra que le di para tal fin, las metiese y me las trajese.

Aunque algo turbada por la imprevista orden, ella la cumplió sin dilación y marchó rauda.

Mientras tanto, mi mujer y yo quedamos hablando sobre lo que nos había parecido, sobre lo buenísima sumisa que se veía, lo que podríamos hacer con ella y sobre alguna cosilla más que, más adelante, en otro relato comentaré, pues de lo contrario, desvelaría parte del adiestramiento que tenemos preparado para ella. No obstante sí diré que, acordamos la Ama y yo no quedarnos con las bragas que le habíamos pedido que nos trajera.

Cuando volvió, ya más liviana de peso tras obedecer la orden, quiso entregarme la bolsita, lo cual rechacé diciéndole que la guardase en su bolso, pues se la pediría después.

Continuamos nuestra amena charla, donde ya si entramos en ciertos temas como era el poder quedar para hacer las sesiones y lo que le pediríamos en ellas. En fin, la entrevista resultó muy agradable y creo que aprendimos todos de todos.

Tanto nos gustó a la Ama y a mí, que hubiésemos querido quedarnos más tiempo para saber más de ella, cosa ésta que no era posible por tener nosotros que irnos por determinados asuntos familiares, así que, lamentándolo mucho, tuve que cortar la conversación diciendo que nos marchábamos.

La verdad que tuve que cortarla dos o tres veces, dado que mi mujer ya empezaba a tomar interés en la conversación, lo cual es una prueba del interés por la sumisa, pues ella es muy reacia a demostrar interés sea cual sea el caso, pues sabe que en su papel de Ama no es bueno hacerlo. Así que, ya digo, viéndole cierto interés decidí en esas dos o tres ocasiones ver hasta dónde llegaba ella con la candidata a sumisa.

Después, comentando lo sucedido, quedamos de acuerdo en que, tanto a ella como a mí nos había parecido muy interesante el hallazgo, el cual, si hay suerte y ella es aplicada, podremos continuar quizás por muy buen camino.

Nos dio verdadera pena cuando nos despedimos de ella, pues merecía la pena haber estado bastante tiempo más y, a ser posible, en otro escenario.

Tras este primer encuentro, ya veremos si cuaja la relación y…poderlo contar aquí.

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