jueves, 1 de septiembre de 2011

Palabra de Seth 2

Capítulo 2




Después del baño, una de las sirvientas llegó a la habitación con toallas y la nueva ropa de Arél: Por arriba vestía una camisa de seda blanca y un elegante chaleco marrón oscuro; abajo se puso un pantalones negros (algo anchos) sobre la nueva tela blanca de seda que cubría su entrepierna; y a los pies se calzó unos botines color marrón con los que según la sirvienta, estaría muy elegante.
La misma mujer le peinó y arregló y en apenas una hora ya estuvo totalmente preparado para asistir a la celebración.
Al encontrarse con su hermana Isi, comprobó que a ella también la habían atendido igual de bien y que estaba resplandeciente. Tenía la piel limpia, el cabello recogido en trenzas alrededor de la frente y llevaba puesto un vestido azul que parecía hecho a medida. También se habían tomado la libertad de ponerle un collar discreto alrededor del cuello y su aspecto en general confería el porte y belleza de cualquier princesa.
Durante el banquete, que se celebró en un comedor gigantesco al que acudieron miles de invitados, Arél e Isi se sentaron a cada lado del príncipe y su presencia fue durante largos ratos, el principal tema de conversación e interés. "¿Quiénes son estos nuevos invitados a tu mesa, majestad?" preguntó una señora con una sonrisa amable. En aquel momento, el príncipe dejó sus cubiertos sobre la mesa, rodeó con ambos brazos a cada uno y dijo: "Son mis protegidos. El destino de su gente fue desdichado y acudieron a mí para solicitar ayuda. Yo les di cobijo y un hogar." Mientras decía esto, el resto de las personas más cercanas a la conversación, callaron y atendieron sus palabras con interés y sorpresa. "Yo instruiré al chico en el arte de la espada y la defensa y algún día, defenderá con valor a sus gentes. La dama aprenderá el protocolo necesario y podrá aprender a leer." En aquel punto, el banquete al completo había quedado en silencio. El mismo Arél había quedado intimidado ante las palabras de Seth y vio a su hermana con el mismo rostro de inquietud, pero no tardó en romperse el silencio y la misma mujer volvió a hablar: "Tu madre estaría muy orgullosa de que utilices tus poderes reales para ayudar a los demás, como sabes, ella siempre decía que batallar con valor no le hacía a uno valiente si no ofrecer tu ayuda al que te lo pida, sin importar condición." Entonces, el hombre situado a la derecha de la señora se puso en pié: "¡Pido un brindis por nuestro príncipe y futuro rey compasivo!" Y el banquete clamó una ovación. A partir de ese momento la cena estuvo distendida y los jóvenes se relajaron y sonrieron, disfrutando al máximo de su nueva situación.
Al final de la comida, una orquesta llenó la sala de música y Seth bailó con Isi, o la enseñó, ya que la joven no había bailado nunca. Parecía una niña que aprendía a bailar de la mano de su padre ya que ella tenía trece años y era bajita comparada con Seth que a sus veintiún años ya era un poco más alto que Arél.
La comida no se prolongó hasta la cena como muchos habrían querido, ya que el príncipe acababa de volver de un gran viaje y todos necesitaban descansar, así que los invitados se fueron marchando, algunos incluso dejando bellos regalos de ofrenda al príncipe antes de marcharse.
Cuando los sirvientes entraron para recoger la mesa del banquete, Arél e Isi, que se habían sentado el uno al lado del otro, hablaron tranquilamente por primera vez desde que salieran de Poul:
- Me alegro de volver a verte sonreír – dijo al mirar a su hermana.- Qué suerte hemos tenido de encontrarnos con Sethir, ¿verdad?
- Si, ¿has oído? – Dijo emocionada.- ¡Podré aprender a leer y tal vez a escribir!- Entonces su rostro se encogió.- Mamá siempre quiso que si algún día nuestro padre regresaba tendríamos el dinero necesario para ingresar en alguna escuela…
- No pienses más en eso hermanita – dijo rodeándola con un brazo, y le besó la cabeza.
En ese momento se acercó Sethir y se dirigió a la chica:
- Isi, Margaret pregunta que si te apetecería conocer la biblioteca del palacio – preguntó conociendo ya la respuesta.
- ¡Sí! – dijo de inmediato, y después cambió su rostro.- Pero señor, yo no sé leer.
- Ella te leerá algún libro y tal vez puedas empezar a aprender mientras la observas – aseguró haciendo sonreír a la chica.
Entonces Isi se fue con la sirvienta y Arél permaneció sentado en su silla.
- No sé cómo podremos agradecerte la ayuda que nos estás brindando – dijo en chico.
- Sólo permitidme que os toma por mis legítimos protegidos – dijo acercándose a una chimenea que ocupaba la pared del final de la habitación.
- Pero señor, sus legítimos deberían, si no me equivoco, ser sus descendientes de sangre – dijo yendo hasta el príncipe que se había sentado en una butaca junto a la chimenea.
- Eres joven Arél, por eso aún no comprendes los entresijos del amor y lo complicado de este ancestral arte. De todas formas, si algún día encuentro a una bella dama que pueda darme y vástago, este heredaría todas mis posesiones, pero no cambiaría vuestra situación en mi reino.
Arél bostezó en ese momento y sonrió:
- Señor, ha sido un día largo y cansado, me gustaría descansar antes de la cena – preguntó con timidez.
- Desde luego. Vuestras habitaciones aún no están dispuestas para ser ocupadas, estoy seguro de que esta noche ese inconveniente estará ya solucionado. Mientras tanto puedes descansar en la cama que hay mis aposentos. Si alguien te pregunta algo, di que yo di mi permiso para que entraras – dijo levantando la mirada del objeto que observaba (y que alguno de los invitados le abría regalado).
- Gracias, señor – dijo sonriente antes de alejarse.
Arél fue hasta la habitación del príncipe y fue hasta la cama. Al pasar junto a la piscina recordó lo ocurrido varias horas antes y lo mucho que se había sentido querido. Había sido su primer orgasmo pero estuvo convencido que dentro de aquel acto había todo el amor que el príncipe le quería dar. Se tumbó sobre la tela de seda que cubría la cama, ya que la temperatura no era fría, y se durmió en apenas unos segundos. No soñó con nada, pero descansó mejor que en ninguno de los días que había pasado con Isi en medio del bosque y durmió durante varias horas.
Cuando despertó, lo primero que vio fue la luz rojiza del crepúsculo, que inundaba la habitación al entrar por los ventanales que cubrían una de las paredes. Se dio cuenta de que estaba metido bajo las sábanas de seda y el espeso edredón cubrecama. Justo después sintió un cuerpo a su lado y vio que se trataba de Seth, que se había dormido rodeando la cintura de Arél con uno de sus musculosos brazos.
¿Qué tal has dormido? – Preguntó el príncipe apoyándose sobre un brazo para mirarle.
Muy bien. ¿He dormido mucho?
Desde luego. Cuando vine creí conveniente meterte dentro ya que al anochecer la temperatura es más fría – le informó. Arél miró bajo las sábanas pensando que se había tumbado completamente vestido y atente su reacción, Sethir le dijo:- Te quité los zapatos y los pantalones ya que si te hubiera metido con ellos puestos podrían haberse ensuciado las sábanas, aún así, no te despertaste en ningún momento.
Gracias, e descansado muy bien. ¿Has venido hace mucho?
Hace un rato.
Entonces no habrás descansado mucho, tal vez prefieras que me marche para que puedas dormir hasta la cena – le dijo cuando empezaba a levantarse. Entones, cuando se sentó para levantarse, Seth alargó un brazo y le tomó la mano.
No es necesario que te vallas, túmbate y descansa un poco más. Luego nos vestiremos e iremos a la cena.
¿Seguro que no prefieres quedarte solo? – Preguntó el chico.
Seguro – respondió con una sonrisa amable el príncipe.
Entonces Arél volvió a tumbarse. Seth estaba tumbado boca arriba y la sábana estaba destapada hasta casi el ombligo. No llevaba la camisa y cuando Arél se puso junto a él y puso su brazo sobre su pecho, pudo tocar su piel, cubierta en algunas partes por pequeños y cortos pelos y acariciarlos, desde los pectorales hasta los abdominales, luego puso su mano sobre el pectoral que tenía más lejos y apoyó su cabeza sobre el otro, pudiendo olor la piel del príncipe, que olía a los restos de jabón de flores que habían utilizado para bañarse. Seth pasó su brazo por la espalda del chico y lo protegió con él.
Al cabo de un rato en el que ninguno de los dos había dormido, aunque ambos se habían sentido muy a gusto en silencio con el otro, Sethir alzó un poco la cabeza y besó el cabello de Arél. Éste, al ver que su compañero seguía despierto se incorporó:
¿No puedes dormir?
No, pero no te preocupes, chico – dijo sonriendo y pasando su mano por el brazo sobre el que se apoyaba Arél.
Arél se inclinó para besarle. Le besó mientras acariciaba su sedoso cabello.
Con una mano, Seth sujetó del culo a Arél invitándole a colocarse encima de él cosa que éste hizo mientras le besaba y Seth comenzó a tocarle la espalda hasta llegar a la tela blanca que cubría la entrepierna del chico y la desató, cayendo hacia atrás y quedando sobre el muslo del príncipe.
Entonces Seth comenzó a tocar las dos nalgas suaves del chico, las sobaba y apretaba con las manos mientras éste le besaba.
Entonces Arél se incorporó y desabrochó su camisa. Cuando se la quitó, Seth acarició sus pectorales, subiendo desde los abdominales y bajando después.
El chico, el notar sobre el pecho las manos tan fuertes y calientes del príncipe cerró los ojos de excitación y este al verlo desde abajo, bajó hasta más abajo y ahora le acariciaba desde encima de la polla hasta el cuello, lentamente, calentando cada vez más a Arél, hasta que comenzó a masturbarlo en aquella posición.
Arél se apoyó hacia atrás, con los brazos extendidos, de cara al techo y con los ojos cerrados mientras el príncipe le masturbaba.
Mientras duraba la masturbación, Seth no dejó un momento de sobar el cuerpo de Arél, sus huevos, su culo, sus abdominales… Hasta que el chico finalmente comenzó a jadear más y más y el príncipe le acercó hacia su boca sujetándole del culo y se la chupó con más ansia aún que antes, pues los jadeos del chico lo excitaban cada vez más. Arél se movía con fuerza hacia delante y atrás lo que calentó a los dos todavía más hasta que de pronto el chico se empezó a correr, pero esta vez, Seth no dejó que lo hiciera dentro de su boca, justo antes de salir el primer chorro, el príncipe se la sacó de la boca mientras observaba como su rostro se encogía del goce y el éxtasis, mientras eyaculaba sobre su pecho. Notó el liquido caliente cubrirle unos de los pectorales y pensó que de haberlo hecho en su boca sin duda la abría llenado por completo. Entonces se alzó agarrando a Arél y le besó con furia, pegando sus cuerpos y manchando de semen el pecho del chico.
Al cabo de unos minutos los dos disfrutaban de un agradable baño en la larga piscina de la habitación, y entonces también se besaron, sintiéndose mutuamente amados.

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