miércoles, 31 de agosto de 2011

Primer Trío, Entra en acción un viejito

Mi mujer me comenta en una ocasión que le gustaría estar con otra persona a parte de mi. Yo, la verdad, después de pensarlo un par de veces le digo que está bien. Ella comenta que tiene la fantasía que tiene es estar con un señor mayor. A mi, la verdad me sorprendió, pero bueno la complací en ello. Así que después de buscar un candidato, lo encontró por uno de estos chats de televisión nocturna en los que ponen películas educativas, je je. Ella me comenta que el problema es que él se siente un poco incomodo ya que sería su primera vez de trio, pero que le pareció bien. Así pues el día señalado nos dirigimos a el lugar establecido para quedar. Ella al llegar identificó su coche y se cambió para ir con él. Yo seguí detrás de ellos tal cual lo decidido.


Ese día ella estaba espectacular pues vestía una falda larga que le marca mas su espectacular culazo, un sujetador de estos que levanta hasta un puente, por lo que las tetas se le veían aún mas grandes, paradas y bellas, una tanga de hilo de esas que hay que apartar las nalgas para ver el hilo y una blusa con escote de las que quitan la respiración. Vamos según me contó ella cuando subió al coche del viejo, sus ojos se clavaron en ese escote. Dice que durante el viaje no apartaba la vista del escote y que le acariciaba los muslos en cada ocasión que podía.


Llegamos a un lugar algo apartado y nocturno. No había ni luces, ni gente, ni nada por los alrededores. Cuando abren las puertas para pasar al asiento de detrás la luz interior me permitió ver al señor. Era un señor mayor de unos 65 a 70 años, aparentemente delgado y algo calvo. En eso que pasan al asiento trasero de su coche. Por suerte había algo de luna y eso me permitió ver mas o menos la cosa. Él comienza a acariciarla sobre la ropa para acto seguido, como intuí, ir lo primero a por sus las tetas, metió la cabeza en ellas y se perdió allí.


Lo primero en salir fue la blusa, ese viejo sobaba y sobaba esas tetas como si la vida le fuera en ello. Luego vi que mi mujer se quito la falda y se puso a cuatro. Por lo que pude entrever el señor comenzó a chuparle y sobarle las nalgas. Al poco vi como le quitaba el sujetador y se emocionó de nuevo chupando y tocando las tetas. La verdad es que son muy grandes y naturales, por lo que no me extraña que le llamasen la atención.


En un momento veo como gira a mi mujer y la pone contra el cristal de la ventana con lo que se quedaron su tetas pegadas contra el cristal y vi el viejo detrás de ella sobándola sin cesar. Tras unos minutos mi mujer me hace señas para que me pase al otro coche. La verdad es que el viejo estaba un poco cortado al verme a mi y yo le dije “tranquilo, que aquí hemos venido a divertirnos”, me senté y acto seguido mi pantalón salio fuera. Nos quedamos los tres detrás con ella en medio. Ella no perdió el tiempo, tras sacarnos las pollas, comenzó a meneárnoslas. Parecía una escena de película porno. Luego se inclino y comenzó a chupársela al viejo. Este se quedo con los ojos en blanco, pues la verdad es que ella sabe chuparla muy bien, yo mientras tanto ya tenia apartada la tanga y me dediqué a meter un dedo dentro de su coño.


La escena era un poco complicada pues el coche no era muy grande pero la excitación del momento suplió la carencia de espacio. Luego cambio a chupármela a mi para ofrecer su culazo, ya sin tanga al viejo, el cual se lo encontró de frente. Él enterró su cara dentro de aquel culazo y comenzó a chuparse ese coño incesantemente. Cuanto más se lo chupaba a mi mujer mas profunda me hacia la mamada. Menos mal que el paraje estaba desierto porque sus gemidos eran fuertes. El viejo se emocionaba chupando y metiendo el dedo en ese jugoso y mojado coño. Luego ella se volvió a sentar en medio y abrió las piernas poniéndolas sobre las nuestras y comenzó a tocarse el coño y abrírselo con sus dedos mientras se masturbaba para nosotros. Se frotaba fuertemente el clítoris y con la otra mano se acercaba el pecho a la boca para chuparse el pezón.


Al rato mi mujer se mete los un dedo de cada mano en el coño y nos los da para probar se su rico fluido. En eso nos dice, “¿quien quiere ser el primero en follarme?”, para después seguir masturbándose y gimiendo. Yo le digo que empiece él. Él pregunta “¿con o sin condón?”. A lo que mi mujer se lo dijo claro, “CON”. Entonces ella le puso un condón.


Mi mujer se quedo a cuatro con su cabeza sobre mi polla chupando sin cesar mientras yo le acariciaba las tetas y el viejo se puso detrás de ese tremendo culazo y comenzó a meterla. Yo creo, por la cara suya, que nunca se había follado un coño como el de mi mujer. Empujaba y empujaba mientras le sobaba el culo y decía cosas como “que rica estás”, “que culazo”... La escena era totalmente morbosa, mi mujer a cuatro chupándome la polla y el otro por detrás follándosela.


Yo estaba en la gloria, mi mujer me estaba dando la mejor de las mamadas mientras me miraba a los ojos con cara de vicio. A ratos le decía “empuja, empuja, fóllate ese coño”. Al oír eso el viejito empujaba mas fuerte y mas se enterraba mi polla en la garganta de mi mujer. Al poco el viejo se vino, cayendo rendido en el asiento. En eso mi mujer se gira ofreciéndome su coño y abriéndolo con los dedos. Yo me puse detrás y empecé a follarla con fuerza mientras ella miraba al viejo y acariciándole la polla le decía, “mira como me la están metiendo” , “ponte debajo y mira mi coño abierto por la polla de mi marido”. El viejo metió como pudo debajo dejando la cabeza por debajo de ella y disfrutaba con el espectáculo de ver su coño abierto por el frenesí de la follada. Ella comenzó a pajearlo de nuevo. A momentos parábamos la follada, le sacaba la polla y ella inclinaba el coño para que se lo chupara el viejo y luego volver a meterla dentro. Ese viejo se bebía todo lo que salia de su coño, no le importó que mi polla hubiera estado dentro de ese coño. Había momentos en que mi mujer le tapaba toda la cara con su coño, pero él disfrutaba con eso. Luego inclinaba las caderas para arriba y me volvía a ofrecer su coño para follarlo de nuevo. Yo tenia tal excitación que con los empujones que le daba hacia moverse el coche como si fuera una feria.


Luego yo me puse boca arriba como pude y ella se montó en mi polla para cabalgarme quedando de cara al viejo que seguía disfrutando de esas tetas. Las tocaba y chupaba sin cesar mientras ella le daba alegría a su polla con la mano.


Después de un rato de mete y saca ella se corrió, se la sacó y le ofreció al viejo su coño para que bebiera. A él le encanto ese regalo pues le dejo el coño limpio para acto seguido volver a llenarlo yo con mi polla. En eso ella le pregunta al viejo “¿Donde quieres que me tire la leche mi marido?”. Él responde “En la boca y las tetas”. Entonces me la comenzó a chupar y al rato note la inminente corrida, apunté bien y le llene las tetas y la boca con mi leche. Ella miro al viejo mientras se relamía la boca con el semen y refregaba sus tetas con mi jugo. El viejo miraba sorprendido la escena con mucho morbo en la mirada pues nos comento que con su mujer era algo muy clásico y rutinario. Ahora el viejo ya no las toco mas, jajaja, como estaban mojadas de leche ya no quiso mas. Así que nos sentamos los tres a respirar. El coche entero olía a sexo y los cristales estaban totalmente empañados.


La verdad es que fue un buen polvo. El viejo decía que muchas gracias, que había disfrutado mucho y le encantaría repetir. Yo pensé para mi ' desde luego que te encantaría repetir, con lo bien que te lo has pasado' je je. Así pues nos limpiamos y ya él se fue con su coche y nosotros con el nuestro. La verdad es que no hemos repetido trio en coche, pues se hace un poco incomodo, quizás si fuera una furgoneta, jajajaja, seria otra cosa.


Cuando yo le pregunté que le pareció ella me dijo que como experiencia morbosa había estado muy bien, pero que el viejo con la edad que tenia no daba gran cosa. Aún así me dijo que se divirtió mucho y que valió la pena.

El Lago

Primera Parte


Cuando Sara salió por la puerta de su casa Diego llevaba ya esperando cerca de veinte minutos. ¿Porqué tenía que tardar siempre tanto? Su experiencia con otras chicas le habían enseñado a desconfiar de la puntualidad de las mujeres, pero aun así siempre acababa teniendo que esperarlas mas de la cuenta.
- Hola guapo - Dijo dándole un beso.- ¿He tardado mucho?
- No, acabo de llegar - mintió.
- ¿Dónde me vas a llevar a cenar? - Preguntó ansiosa.
- Han abierto un nuevo restaurante en las afueras y Javi me dijo que solía estar lleno de gente joven. Diece que está como en un subterráneo, tiene que estar bien, ¿no? - La agarró de la cintura y comenzaron a caminar.
- Bueno vale, pero antes me gustaría pasar por el centro comercial para comprar algo.
Con éstas expectativas comenzaba una tarde calurosa de verano en la que todo el pueblo de Hogueras se preparaba para recibir con ansia la frescas noches que solían darse por aquella zona.
Diego pasó toda la tarde persiguiendo a su chica por todas las tiendas del centro comercial hasta que finalmente dieron las nueve y media.
Fueron hasta el nuevo restaurante que se encontraba a las afueras y pidieron para cenar.
Toda la cena fue exquisita y los dos se sentían francamente a gusto, pero cuando Diego terminó su postre se dio cuenta de que algo raro estaba pasando. Parecía como si toda la gente del restaurante se estuviera callando poco a poco. Entonces nada mas girarse hacia la ventana lo vió.
Acababan de entrar tres chicos de su misma edad con pasamontañas y pistolas.
- Buenas noches señoras y caballeros, les rogaría que nadie alzara una voz porque si no, mi amigo les disparará en la cabeza, y nadie quiere eso a que no? - Dijo con voz firme.
- Tú, vacía la caja en esta bolsa, ahora - dijo otro acercándole un saco negro a la chica que atendía tras la barra.
- ¡Diego!-Susurró Sara cogiéndole la mano.
- Calla. Aquí no hay cobertura y tiene vigilado la cabina de las baños así que lo mejor es estarse quieto y no decir nada - dijo sin mirarla.
- ¡Eh, tú! - Gritó el primer chico que había hablado. Se acercó corriendo y le soltó un puñetazo que lo tiró de la silla. Aquello asustó a la gente pero nadie levantó la voz. - Como vuelvas a abrir la boca te la vuelo.
- ¡Déjale en paz!- Gritó Sara desde su asiento.
- Tú a callar guapita o te zurro a ti también.
Entonces Diego se levantó y mirando a los ojos que asomaban tras el pasamontañas dijo:
- Déjala en paz - dijo ganándose otro puñetazo, esta vez en el estómago.
- ¡Qué valiente muchacho! - le propinó una patada en las costillas.
Diego se retorció del dolor y a los pocos segundos se levantó y envistió al atracador. No sabía qué le pasaba, se había olvidado de los otros dos y comenzó a pegar al chico en el suelo cuando una bala pasó rozándole la cabeza. Entonces se levantó y vio a los otros dos atracadores venir corriendo mientras lo apuntaban. La gente había empezado a gritar y alterarse. Diego se apartó y fue corriendo hasta la salida. No pensó mucho en Sara, al fin y al cabo solo llevaban saliendo unos días y aún no había dejado de parecerle una extraña más. “¡Cojedle joder!” Gritó el que estaba en el suelo. Al caer la pistola había quedado lejos de su alcance y ahora la buscaba con rapidez.
Diego corrió seguido por los otros dos que empezaron a dispararle. Sorteó varios coches aparcados mientras corría y pensó en correr hasta el pueblo, que no quedaba lejos pero teniendo sus perseguidores dos pistolas no le pareció una buena idea así que corrió lo más que pudo hasta el borde del bosque lleno de árboles y se adentró zigzagueando para intentar no recibir ningún disparo. Diego sabía que los límites del bosque eran los limites del pueblo y no creía que corriendo a través de aquellos árboles fuera a llegar a ningún lado pero aún así no desistió y siguió corriendo. Con un poco de suerte se acabaría encontrando con algún guardabosques. Pero la suerte no parecía estar de su lado ya que pasaron un par de horas hasta que Diego se convenció de que ya no le seguían y claro está tampoco se había cruzado con nadie.
Aunque se sentía completamente exhausto, Diego pensó que seguir entre aquellos árboles no sería una buena idea ahora que nadie le seguía. Debía buscar ayuda y pronto por lo que guiado por su intuición comenzó a caminar hacia el lado del bosque en el que debía estar la carretera que llevaba al pueblo. Desgraciadamente no llevaba el teléfono encima debido a que días antes había sufrido un accidente y en aquel momento se encontraba en reparación.
Estuvo andando durante bastante tiempo pasándose a ratos para descansar, cuando finalmente consiguió salir del bosque, aunque no vio la carretera que buscaba si apareció en el lateral de un camino pedregoso que sin duda debía llegar a alguna parte. Se sentó en junto al camino y descansó durante unos minutos.
De pronto volvió a escuchar las voces de sus perseguidores pero parecían haberse olvidado de él. Debían estar buscando cómo salir del bosque, igual que había hecho el.
- Mierda - dijo levantándose de un salto. Comenzó a andar deprisa sin hacer mucho ruido con los pies y recorrió un buen trozo de aquel camino cuando vio a un hombre caminando por el mismo lado que iba él, pero mas lejos.- ¡Señor! - Gritó corriendo hacia él. El hombre se dio la vuelta alarmado. No era muy mayor y aunque su cuerpo parecía estar en forma Diego calculó que tendría cerca de treinta y pico años.- Tiene que ayudarme, por favor.
- ¿Qué te ocurre? - Preguntó tras unos segundos de incertidumbre. Cuando Diego llegó hasta él le puso una mano en el hombro para tranquilizarle.
- ¡Me están persiguiendo, necesito llamar a la policía! - Dijo nervioso, ya empezaba a pensar que no se cruzaría con nadie.
- ¿Cómo? ¿Quién te persigue? - Preguntó el hombre preocupado.
- Estábamos en el restaurante cuando llegaron unas ladrones a robar y me pegaron pero conseguí salir corriendo y ahora me están siguiendo. - jadeaba del cansancio.
- Bueno, tranquilo - cambió de mano unas bolsas que llevaba.
Entonces oyeron a lo lejos los gritos de unos de los atracadores que los había visto. Instintivamente Diego y aquel hombre se metieron entre los árboles para esconderse.
- Oh, joder! - el hombre se pasó una mano por la cara.- Ven sígueme. Tendremos que correr un poco.
- Llevo toda la noche corriendo - dijo agachado mirándole.
- Haz un esfuerzo.
Corrieron entre los árboles. Hubo un momento en el que Diego tropezó y se golpeó en la cabeza, aquello lo dejó inconsciente pero aquel hombre consiguió ponerlo a salvo.




Despertó sobre una cama bien acolchada a la mañana siguiente, sin apenas acordarse del cansancio de la noche anterior. Bostezó y se desperezó mientras miraba aquella habitación. Parecía ser una casa de madera, como las de los campings. Por la ventana entraban los rayos del sol e iluminaban el centro del cuarto, también vio una mesa de madera y una silla con su ropa encima.
Cuando se levantó miró a través de la venta y vió que hacía un día estupendo, cielo despejado y radiante. Vio que los primeros árboles del bosque estaban no muy lejos de aquella casa así que supuso que el hombre que se encontró viviría en un casa en medio de la montaña.
Su estómago rugió y se sintió hambriento, así que se vistió (encontrando su ropa planchada y lavada) y salió de la habitación.
Al final del pasillo estaba la cocina, donde encontró sentado a la mesa al hombre que lo había ayudado. Llevaba un pijama a rayas y leía el diario. Había servido dos desayunos, el suyo ya se lo había tomado. Al verlo en el umbral de la puerta, levantó la vista del periódico.
- Buenos días- lo sonrió.
- Buenos días - miró el desayuno que quedaba y le ofreció asiento.
- Supongo que tendrás hambre. ¿Te encuentras mejor?
- Si, muchas gracias por ayudarme.
- En el lugar donde estás ahora no tenemos teléfonos, pero te acompañaré hasta el pueblo para que puedas llamar a la policía.
- ¿Cómo que este lugar?
- Bueno, este lugar en el que vivo no es como cualquier pueblo. Somos una pequeña comunidad que intentamos vivir evitando en lo posible cualquier contacto con el mundo de fuera, con los pueblos modernizados de los alrededores etcétera.
Diego se quedó impresionado y un poco asustado. Sabía que había sitios como aquel pero nunca había pensado que acabaría entrando en uno.
- Por norma general está prohibida la entrada de gente ajena a la comunidad, pero como nos perseguían opté por acogerte en mi casa.
- Muchas gracias otra vez - dijo Diego relajándose un poco. Se sentía aliviado. Probó una de las tostadas del desayuno.- Y porqué no quieren que entre nadie, no sé, este lugar parece tan apacible.
- No nos gustan los curiosos. Nos gusta vivir así.
- Ahm..
- Verás, somos una comunidad naturista. No nos gusta que la gente venga a husmear, por eso el poblado está tan escondido, a lo largo de los años la comunidad a conseguido que se creen leyes que protejan la privacidad de la zona.
Diego sintió un escalofrío. Recordó haber visto en la televisión comunidades de naturistas que iban por ahí desnudos y comían solo verduras y cosas por el estilo. Miró el pijama del hombre.
- Me he puesto el pijama para que no te asustaras, pero sí, normalmente no suelo llevarlo - confesó.
- Ah… A mi no me importa, respeto mucho el pensamiento de la gente. Yo no voy por ahí sin ropa pero si hay gente que si quiere pues, adelante - sonrió y volvió al desayuno.- Esto está exquisito.
- Gracias - el hombre miró el reloj.- Oye ahora tengo que ir a comentarles tu situación a los demás, dentro de un rato vengo, tu desayuna - se quedó un momento pensativo.- Por cierto, me llamo Julio - tendió su mano.
- Encantado - respondió aún con comida en la boca.- Yo me llamo Diego.
- Encantado, Diego.
Mientras desayunaba, Julio fue hasta el otro lado del pasillo y entró unos momentos en su habitación y después salió de la casa.
Diego llenó su estómago al máximo y después se relajó sobre la silla sin saber qué hacer. Al parecer había ido a parar a una comunidad apartada de la sociedad, donde la gente iba desnuda y no tenían ni teléfono por lo que desechó la idea de buscar una televisión.


Diego se encontraba en la cocina de la casa del hombre que le había ayudado. Había descubierto que se llamaba Julio y que vivía en una comunidad naturista alejada de la sociedad. La idea le había impresionado pero aun así, Julio se ofreció a llevarle de vuelta al pueblo para que pudiera llamar a la policía.
Llevó las cosas de su desayuno a la encimera y fue hasta la habitación donde había despertado. Comprobó que todas sus pertenencias estaban sobre la mesa así que las cogió y se las guardó.
No sabía qué hacer, si salía de la casa igual se encontraba con alguna tía en bolas o a un tío, y sentiría mucha vergüenza, pero en aquella casa se sentía aburrido.
Después de esperar un rato, fue por el pasillo en dirección a la entrada y vio a un lado el baño únicamente con un retrete, y al otro, la puerta de la habitación de Julio abierta. Era igual que la otra. Siguió caminado y llegó a la pequeña entrada de la casa donde había un sofá, tres estanterías llenas de libros y una mesilla con varios sobres sin abrir. Se acercó a la puerta y miró a través de la pequeña ventana de ésta. Por fuera, el ventanuco tenía una pequeña cortinilla de encaje pero se veía a través de ella.
Todo el suelo de aquel pequeño valle estaba cubierto de verde césped. Perecía recién cortado, como si fuese de mentira. Había otras casas de madera y vio un pequeño pozo de piedra junto a una de ellas. Miró hacia ambos lados y no vio a ninguna persona.
Miró su reloj y vio que aún eran las ocho de la mañana. A aquella hora seguramente las personas de aquel lugar aún estuvieran durmiendo así que se sintió seguro para salir de la casa.
A la derecha solo vio árboles a pocos metros, la casa de Julio debía ser la última del pueblo. Caminó hacia la izquierda, entre las demás casas. El día era tan soleado que casi cegaba, pero se sentía a gusto. Oía cantidad de pájaros y sentía una fresca brisa en la cara.
Al pasar junto a dos casas, vio otro pozo de piedra pero esta vez había un chico algo mayor que él sacando agua de dentro.
Estaba de espaldas por lo que no le había visto. Aquel chico estaba completamente desnudo y Diego al verlo se asustó un poco por lo que se escondió rápidamente detrás de la casa que había frente al pozo. No quería que nadie le viera. Sabía que los nudistas no les gustaba que gente vestida se mezclara con ellos.
El chico del pozo tenía la espalda musculosa, y estaba completamente depilado, no tenía mas pelo que el de su corta melena negra. Mientras recogía el cubo, Diego vio como al cambiar el peso en cada pierna sus nalga se movían firmemente. Nunca había sentido ningún tipo de atracción física por un hombre así que se dio la vuelta y volvió a la casa de Julio caminando por detrás de las otras casas.
Cuando entró por la puerta encontró a Julio desnudo en la entrada.
- ¿Dónde estabas? ¿Te ha visto alguien? - Parecía preocupado.
- No nadie me ha visto. Es que como no venías salí a echar un vistazo - se excusó.
-Ah, menos mal, es que si alguien te ve posiblemente te cabreen conmigo - dijo andando hacia la cocina. Diego se sentía violento entre tanta gente desnuda.
- ¿Porqué se iban a enfadar?
- Pues porque no puedes salir por ahí con la ropa, a la gente no le gustaría. Si sales de aquí a de ser sin ropa, y no creo que quieras.
- ¿Y cómo me llevarás hasta el pueblo?
- Saldremos sin que nos vea nadie, pero con la ropa claro.


Julio explicó a Diego que tendrían que esperar un rato para poder salir de la casa sin que les vieran, así que permanecieron dentro, sentados en el sillón de la entrada conversando sobre cantidad de cosas mientras Julio continuaba completamente desnudo. A pesar de todo, Diego ya no se sentía tan incómodo como antes y empezaba a comprender un poco más la forma de vida de aquella gente.
Al cabo de un rato alguien llamó a la puerta y Diego se alarmó.
Julio se acercó a la mirilla, tras mirar unos segundos abrió la puerta y Diego, que antes había preferido no mirar el cuerpo desnudo del chico junto al pozo, se sintió algo más nervioso esta vez al ver al amigo de su rescatador que permanecía en el umbral de la entrada mientras hablaba y miraba distraídamente a Diego.
Su cuerpo era algo menos musculoso que el tío del pozo pero era más grande y con rasgos más masculinos, tenía algo de vello en las piernas y un poco de pelo en los huevos, pero se veía fácilmente el largo miembro que gastaba (aunque procuró no poner ni un segundo la vista encima). El tono de su piel era más tostado que el de Julio, como los surfistas que pasan su tiempo en la playa tomando el sol. Los rayos del sol daban a su pelo corto matices dorados pero supuso que el color original sería castaño o cobrizo.
- Julio siento decirte que el coche se lo ha llevado esta mañana temprano Saúl, y hasta esta noche no creo que vuelva.
- ¿Cómo hasta esta noche?
- Creo que ha ido al pueblo a rellenar unos papeles del banco - apoyó su brazo derecho sobre el marco de la puerta y Diego vió el vello de su axila. También se percató de que tenía los brazos musculosos, seguramente de hacer pesas, aunque no imaginaba un gimnasio en aquel lugar.
- Vale, gracias tío - dijo Julio. Se despidió y cerró la puerta mientras su amigo se iba. Después se quedó pensativo unos instantes y después añadió: - Diego, siento darte malas noticias pero seguramente hasta esta noche no podamos coger el coche para ir al pueblo.
- Pero qué pasa, ¿hay tan sólo un coche? - Preguntó extrañado y un poco molesto.
- Si, ya sabes que la mayoría de la gente que vive aquí casi nunca sale.
- ¿Y qué voy a hacer hasta esta noche? - Se levantó.
- No lo sé, yo no puedo quedarme en asa metido todo el día, tengo sitios a los que ir...
- Bueno, ¿y yo? Si salgo de aquí posiblemente cabree a toda la comunidad.
- Lo único que se me ocurre... - se rascó un instante la parte de atrás de la cabeza.- Lo que puedo hacer es presentarte como un familiar mío para que nadie sospeche nada, pero está claro que tendrías que quitarte la ropa.
Diego dudó. No sabía bien por qué pero la idea no le pareció la peor de las ideas posibles. Si fingía comodidad y naturalidad la gente no pensaría nada y saldría de aquel embrollo antes de que alguien se enterara de que era "un intruso".
- Diré que eres primo mío o algo así y que estabas interesado en conocer este lugar. Esto no nos asegura que a la gente no le importe pero será mejor que la verdad.
- De acuerdo - dijo mientras se iba a su habitación. - Espero no empalmarme al ver alguna tía porque si no...
Las últimas palabras sonaron amortiguadas detrás de la puerta de la habitación pero Julio las oyó perfectamente y no pudo evitar una carcajada.

Tardó un poco en desnudarse. Pasaban tantas cosas por su cabeza en aquel momento que en tres minutos tan solo se había quitado camiseta y las zapatillas,, después se sentó un la cama y comenzó a quitarse los pantalones, después los shorts negros y por último los calcetines cortos que llevaba, pues recordaba haber visto que tanto el chico del pozo como Julio y su amigo no llevaban.
Sintió los huevos colgando junto con su polla y pensó en cuánta gente se la iba a ver ese día.
Cuando salió de la habitación caminó hacia la entrada, donde estaba Julio, y mientras lo hacía sintió el cómodo balanceo de su sexo. Ahora entendía aún más la comodidad de vivir así las 24h del día.
- ¿Qué tal?
- Pues no sé.. En fin, salgamos. Cuanto antes me acostumbre antes pasará todo - dijo antes de que Julio abriera la puerta.
Fuera seguía sin haber nadie. Caminó junto a su amigo hasta la última casa.
- Diego, voy a ver a alguien, si quieres, allí abajo hay un lago donde nos bañamos algunas mañanas aunque no creo que halla nadie aún. Si quieres, mientras tanto puedes darte un baño, te sentirás mas cómodo - dijo indicándole un camino que bajaba serpenteando hasta la orilla de un pequeño lago que permanecía en calma.
- De acuerdo, siempre puedo sentarme bajo un árbol a esperar que pase el día entero - dijo enojado al volverse a ver dejado solo por la única persona que conocía en aquel lugar.
El pequeño camino era arenoso pero aún así se notaba que lo habían barrido para quitar las pequeñas piedras que pudiera a haber. Esto hizo pensar a Diego cuántos años llevaría viviendo allí aquella gente.
Cuando llegó hasta abajo vio la superficie del lago un notó un escalofrío. El paisaje era impresionante. La única forma que parecía haber de llegar al lago era por donde había bajado él, el resto estaba fortificado de verdes y majestuoso árboles. El agua era completamente cristalina, se veía perfectamente el fondo, lleno de piedras redondeadas y alguna que otra planta acuática.
Fue a tumbarse bajo la sombra de un gran árbol que había cerca de la orilla y dejó que el agua mojara un poco sus pies. Estaba fresca pero la sensación era bastante agradable. Imaginó a Adán en el jardín del edén en aquella misma postura, con el sonido de la naturaleza rodeándolo todo en calma.
Se apoyó sobre sus codos para poder ver el paisaje cuando percibió que alguien había bajado también al lago, pero por otro camino diferente al que había tomado él.
Se trataba del chico del pozo. Lo recordaba (aunque aquello lo avergonzaba un poco) por su trasero y su espalda, aunque era lo único que había visto de aquel chico. A los ojos de Diego, la cara de aquel joven habría ganado millones entre las chicas del instituto. Ojos verdes, cabello negro y brillante, cuerpo atlético y parecía poseer otras dotes que poco lo avergonzarían.
Había llegado por el otro extremo de la orilla y no se había percatado aún de la presencia de Diego bajo la sombra del árbol.
Fue hasta el agua y caminó hasta que esta le cubrió toda la cintura. Todo su cuerpo estaba iluminado por la luz del sol y brillaba, esto impresionó a Diego que sin darse cuenta, no quitaba ojo de cada acción de este personaje que acababa de entrar en escena. Perecía estar viendo algún documental o algo así.
El chico se mojó el resto del cuerpo con las manos y se tumbó para dejarse flotar.
Diego sintió envidia al imaginar lo a gusto que debería estarse flotando desnudo sobre aquel agua tan calmada, con los ojos cerrados y escuchando los pájaros de fondo.
El cuerpo del tío flotó hasta casi quedar enfrente de Diego y pudo ver con claridad la polla por encima de las piernas que, aunque se notaba que había encogido al contacto con el agua, no tenía nada que envidiar a la del amigo de Julio.
Se irguió en el agua aplastándose el pelo hacia atrás y el agua de resbaló sobre el pecho hasta caer de nuevo al agua, entonces vio a Diego.
- Buenos días - dijo acercándose. Se detuvo justo en el punto donde empezaba su polla aunque esta salía a flote durante unos momentos para sumergirse de nuevo constantemente.
- Hola - dijo Diego algo avergonzado. No sabía cómo actuaría.
- Es la primera vez que te veo por aquí.
- Si esque es la primera vez que vengo. Soy el primo pequeño de Julio, llegué ayer - recordó lo que le había dicho en casa Julio, pero esto pareció no convencer a aquel chico. - Siempre e querido conocer este lugar - mintió.
Entonces recordando su intención de forzarse a actuar con naturalidad se levantó y caminó hacia él, entrando también en el agua.
- Me llamo Diego - le tendió la mano.
. Yo soy Álex - sacó la mano del agua y estrechó la de Diego. Era fuerte pero Diego se dio cuenta de que a pesar de estar mojada, tenía la piel ligeramente suave. Caminaron hasta la orilla y se sentaron en un punto en el que el agua se llegaba hasta la cintura. Diego se sentía a gusto ahora. Mejor que fuera un chico y no una tía que pudiera verle la polla pequeña por el frió del agua o la vergüenza.
- Este lugar es la hostia. Vivir aquí tiene que ser…
- Se vive muy bien aquí. Yo hace mucho vivía en la ciudad, pero descubrí este lugar gracias a unos amigos y me quedé aquí.
- ¿Llevas muchos años? - Preguntó Diego al ver que Alex también veía de fuera, aunque no se atrevió a confesar su secreto.
- Si, y espero no irme nunca - miró al frente y se apoyó sobre las rodillas. Los músculos de sus brazos parecieron inflarse al tomar aquella postura.
- No entiendo cómo la gente puede vivir rodeado de humo y ruido, pudiendo vivir… así. Nunca antes había estado tanto tiempo desnudo - se sinceró - pero tengo que reconocer que esto es increíble. No sé, antes le daba muchas vueltas a eso de estar con gente desnuda y eso, pero creo que no es para tanto, ¿no? Al final somos todos personas con brazos y piernas - miró el agua y cogió una piedra del fondo.
- Lo entiendo, al principio - se giró hacia Diego,- yo también decía: pero coño, aquí hay tíos en bolas y me van a ver la polla. Pero luego te acostumbras y todo cambia, ya no piensas si estamos desnudos o no, simplemente disfrutas de verte así, en paz y todos igual - dijo mirando a Diego.
Se miraron a los ojos y Diego apartó la mirada, aunque percibió que él no había tomado la mirada como una insinuación marica ni nada así. Después Alex chocó su mano en la espalda de Diego y dijo:
- Me alegro de que halla alguien de mi edad por aquí - dijo amistosamente.- Por que mas o menos tendremos la misma. A ver, ¿cuántos tienes tú?
- Veinte.
- ¿No ves? Yo veintiuno recién cumplidos. Vamos a nadar un rato colega - se levantó y corrió antes de zambullirse dando un pequeño salto que sacudió su pene antes de que entrara en el agua. Diego se dio cuanta de que le había visto la polla varias veces y le había parecido que ya no estaba tan incómodo como al principio.
Hablar con Álex le hizo sentirse entre amigos, como si fueran exactamente iguales y estuvieran en la misma situación. Recordó no haber conocido a nadie que le hubiera caído tan bien desde un primer momento.


Estuvieron nadando un rato hasta que Julio bajó a la playa.
-¡Diego! ¡Venir, vamos!- Gritó desde la orilla. Hacía muy bien de primo mayor .
Nadaron hasta la orilla y salieron del agua. Diego vio que su polla no había encogido apenas y pensó que sería por la naturalidad del momento. Se sentía muy a gusto y notaba como sus prejuicios resbalaban junto con el agua por su piel hasta caer en el suelo. Alex aún reía de una aguadilla que le había echo amistosamente a Diego durante una carrera que habían hecho.
-Veo que ya conoces a Alex - dijo mirándoles.- Por cierto he visto a tu padre, reo que te estaba buscando.
- Ah, ya - saltó y se sacudió para secarse más rápidamente. Después se dirigió a Diego.- Bueno tío, a ver si nos vemos luego.
- Eso está eso, y echamos otra carrera, esta vez sin aguadillas.
Alex se fue riendo por donde había llegado Diego. Cuando estuvo lo suficientemente lejos Julio habló:
- Veo que estás perdiendo la incomodidez de antes, me alegro - se dio la vuelta y comenzó a subir por el camino seguido por Diego.- Todas las mañanas nos juntamos algunos para charlar, luego supongo que vendrá Alex con sus padres así que tendrás alguien con quien charlar.
Fueron hasta las casas y se metieron entre dos de ellas, donde había un amino que llevaba e un pequeño descampado con algunos columpios y unas mesas con bancos. Alrededor, Diego vio más casas.
Allí había más gente. Vio varios hombres y algunas mujeres, pero ninguna del gusto de Diego.
- Hola -saludo un hombre con un cigarro en la boca.- Hola, chaval - saludó a Diego aunque no con la misma cara amistosa con que saludo a Julio.
- Hola, buenos días - dijo Julio.- Éste es Diego, mi primo pequeño. Tranquilos, es de toda confianza, tenía muchas ganas de venir aquí - fue a sentarse con la gente y Diego se sentó a su lado.
- ¿Y qué tal chico? - Preguntó el señor del cigarro.- ¿Te gusta este sitio?
- Si, me ha gustado mucho más de lo que yo creía. Me siento muy a gusto.
- Me alegro, toma hijo, hemos traído unos pasteles de casa de Marga - dijo una señora pasándole una bandejita. Diego cogió uno por educación.
Estuvieron hablando un rato mientras Diego francamente se aburría hasta que uno de los señores preguntó por un tal Luis y Julio pidió a Diego que fuera a buscar a Alex porque era el hijo del señor al que esperaban. Diego accedió inmediatamente ya que se aburría bastante.
- Es la casa que tiene un pozo a la derecha. ¿Sabrás encontrarla?
- Si, la he visto antes - dijo yéndose.
Fue hasta la casa donde había visto a Alex sacar agua del pozo. La puerta de la entrada tenía unas escaleras pequeñas. Cuando subió pulsó el timbre y esperó.
Le abrió la puerta un hombre grande con barba y bastante mas pelo que Alex.
- Tú debes de ser Diego - dijo estrechándole la mano.- Pasa, Alex está en su cuarto.
- Gracias - dijo entrando.- En realidad me dijo Julio que les estaban esperando en el parque ese de ahí atrás.
- Ya ya, yo ya me voy. Dile a Alex que me tiene que arreglar el guarda discos -dijo mientras salía de la casa.
La casa era parecida a la de Julio, pero más decorado y sin el sofá de la entrada. Caminó por el pasillo siguiendo el sonido de una música hasta la puerta de la habitación de donde salía. Llamó a la puerta dando dos golpes con los nudillos y abrió. Dentro estaba Alex, de pie sobre la cama buscando algo en la estantería que había colgada sobre el cabecero. Esta vez, Diego no evitó verle el trasero, ahora lo veía completamente normal, aunque mientras daba saltitos para alcanzar algo en la parte de arriba de la estantería, Diego volvió a fijarse en la solidez de sus nalgas.
- Hola tío. ¿Qué buscas?
- Nada, estaba guardando algo - dijo dando la vuelta. Ahora, fuera del agua y completamente seca, la polla de Alex parecía más grande y cuando saltó al suelo Diego vio como botaba junto con sus huevos. Luego se sentó en la cama.
- He visto que se juntan ahí en el parque ese, hace muy buen día hoy.
- Ya, por eso fui a bañarme al lago. A ver si esta tarde echamos la revancha - se puso de pie mientras reía.
- Si vuelves a hacer trampas no - dijo Diego lanzándole un pequeño cojín con había sobre la cama. Entonces empezó un juego de lucha donde intentando tumbar el uno al otro se rozaron y agarraron hasta que Alex cayó al suelo y se golpeó en la espalda, quedando boca arriba.
- Eh tío, estás bien? - Preguntó Diego pensando que su amigo se abría hecho daño. Se agachó sobre él viendo su cara contraída por el dolor.
- Si, no pasa nada - dijo con dificultad. Miró a Diego.- Estoy bien.
Entonces, mientras recobraban el aire a causa de la pelea una nube que había escondido hasta ahora el sol se apartó y dejó entrar un rayo de luz anaranjada sobre el centro de la habitación, iluminándoles, mientras se miraban. La sombra de Diego se proyectaba sobre el rostro de Alex. Éste movió un poco un pierna pero después continuó quieto, respirando con Diego.
Diego sentía que el tiempo se hubiera parado. Ninguno de los dos se movió.
Entonces Alex golpeó a su amigo y lo hizo rodar a su lado y ahora estaban al revés, Diego boca arriba y Alex a un lado. Pero aún se miraban a los ojos.
Diego sentía el suave calor del rayo de sol sobre su cuerpo. Al cabo de unos segundos Alex se tumbó lentamente sobre el pecho de Diego mirando de lado, hacia la cama, y Diego miró al techo cerrando los ojos.
Algo lo había cambiado desde que llegó al lago, pero deseó que ese momento durara el máximo tiempo posible.
No sabía porqué estaba ocurriendo aquello y tampoco sabía porqué él no impedía que pasara, pero levantando los brazos cuidadosamente abrazó suavemente el musculoso cuerpo de Alex.


Estaban tumbados en el suelo de la habitación de Alex, la luz del sol caía directamente sobre ellos. Diego había desconectado su mente del mundo real y ahora se encontr4aba en un mundo extraño y desconocido que solo habitaban él y Alejandro, el chico que tan solo unos horas antes no lo conocía. Y ahora sin saber porqué, sentía su alma gemela.
Los dos cuerpos perfectamente limpios y desnudos. Alex de lado sobre él, como si Diego lo estuviera protegiendo de algo. Los dos eran grandes, pero Diego casi no sentía el peso de su amigo sobre el suyo. Alex era un chico grande, algo atlético, tenía veintiún años , era moreno y de rasgos casi perfectos, entre ellos, sus ojos verdes. Todo su cuerpo estaba perfectamente depilado, ni un solo pelo.
Diego también era grande, casi tan atlético como Alex. Su pelo era de color castaño y a diferencia de su amigo, no tenía depilada ninguna parte de su cuerpo, aunque vello había tenido siempre lo justo. Sus ojos azules estaban ahora mas clareados que nunca gracias al rayo de sol que los iluminaba.
A estas alturas Diego había olvidado completamente el pueblo, a su novia, el atraco en el restaurante y su huída por el bosque. Sentía miles de explosiones dentro de los cimientos de su vida y su cordura. Estaba tumbado, abrazado a un chico desnudo, y él también lo estaba, y aunque no pasaba nada, el sabía que estaban pasando miles de cosas.
- Diego - dijo en voz baja de repente.
- ¿Si?
- Me siento raro - dijo y se incorporó, soltando los brazos de Diego.
- Lo sé.
- Tú.. Bueno es que yo… no se lo que siento, no me había pasado nunca tío - dijo algo preocupado.
- Ten entiendo..
- Quiero que esto solo sea tuyo y mío. No quiero que nadie mas sepa de este momento. No sé que significa esto que esta pasando y que siento pero quiero que sea solo entre tu y yo - le miró.
- No te preocupes - Diego acarició el hombro de su amigo - yo tampoco se qué es esto pero.. No me importa no saberlo.
Sostuvieron la mirada y después, cerrando los ojos, Alex bajó la cabeza para besarlo y Diego lo sujetó suavemente de la cabeza mientras duraba el beso. Ahora sentía los pectorales de Alex sobre él aunque el resto de su cuerpo seguía a un lado. Cuando Alex pasó su pierna izquierda al otro lado del cuerpo de Diego, Diego sintió la polla de su amigo resbalar sobre su vientre, después, mientras el beso continuaba, bajo poco a poco las manos desde la cabeza de su amigo hasta su musculosa espalda. El corazón le latía a mil kilómetros hora mientras Alex apoyándose solo con una mano, acarició con suavidad el torso de Diego hasta encontrar uno de sus pequeños pezones que rozó con la yema de un dedo. Diego sintió un escalofrío y no pudo creer que tuviera encima a un chico, ¡un chico! Jamás imaginó que se pudiera sentir tan querido y tan excitado con alguien.
Entonces el beso terminó y separaron sus labios, aunque Diego mantenía los ojos cerrados. Alex siguió bajando por el torso de su amigo hasta llegar a los pectorales donde se detuvo unos instantes al ver la expresión de su amigo que mantenía los ojos cerrados, los dos estaban muy asustados. Siguió bajando hasta llegar a tocar los primeros pelos que envolvían la polla ligeramente erecta de Diego. Entonces se sentó sobre sus piernas al lado de Diego y con su mano izquierda rozó la polla, que sufrió un espasmo, mientras seguía mirando a Diego. Luego, mientras la agarraba con toda la mano, la polla creció al máximo y antes de empezar a retirar el prepucio de arriba abajo, este ya estaba totalmente retirado y la polla completamente erecta. Alex lo sintió caliente y eso le gustó. Mientras masturbaba lentamente a su amigo éste abrió los ojos y le miró.
- ¿Quieres que pare?- Dijo Alex.
Pero Diego no respondió, tan solo se miraron, no dejaban de mirarse y Alex hacia una paja Diego que este sentía como si se la estuviera haciendo Dios. Alex lo hizo más rápido, y luego más hasta que la respiración de Diego se vió afectada por la excitación. Ahora gemía en voz baja, mientras aún le miraba a los ojos y al empezar a oir los gemidos Alex se excitó y lo hizo más rápido hasta que el cuerpo de Diego sufrió un espasmo y gimiendo mas alto la polla estalló en dirección vertical. La leche cayó sobre el pecho de Diego y este descansó la cabeza sobre el suelo, cerrando los ojos y recobrando el aliento.
Diego no tenía ni idea de lo que pasaba por la cabeza de su amigo, solo sintió mientras tenía los ojos cerrados, como separaba sus piernas y las levantaba sobre sus hombros. Sabía lo que venía, pero no pudo decirle que no lo hiciera, a Alex no sabía por qé pero no se lo podia decir. Entonces sintió la lengua de su amigo en la zona entre los huevos y el culo. Lamió durante unos instantes y después se metió la polla en la boca, que estaba empezando a perder la ercción. Diego escuchó como chupaba, el sonido al chupar su leche, y eso le volvió a excitar más. Alex levantó un poco más las piernas de Diego y las separó, comenzando a lamer fuera de la raja y después por dentro, hasta llegar al agujero de Diego. Diego se movió pero Alejandro lamió más y más haciendo descubrir a su amigo el placer de aquel acto.
Después bajó las piernas de Diego y colocó su polla junto al agujero del culo de su amigo. Éste te estaba preparando y respiraba con dificultad. Entonces Alex comenzó a empujar poco a poco, aunque vio que no podría, así que empujó más y Diego empezó a gritar, pero no le paró, así que dando un último empujón, terminó metiéndola y Diego gritó más que antes y se le saltaron las lágrimas. Entonces Alex, dentro de Diego, se inclinó sobre él y le besó. Mientras Diego lloraba, Alex comenzó a moverse lentamente de atrás adelante. Entonces, al cabo de unos minutos, los quejidos de Diego se fueron transformando en gemidos y Alex aceleró la marcha. Metió su polla más hondo hasta ver una expresión de dolor en el rostro de su amigo. La polla de Diego volvía a estar erecta. Alex se irguió y cogió por las piernas a su amigo mientras lo embestía. Cada vez lo hacía más y más rápido hasta que los ojos se le cerraron.
- Ahh.. Ahhhh aahhh…
Diego vio la expresión de su amigo y en ese momento supo que aunque le había dolido, volvería a hacerlo. El primer trallonazo de leche le impresionó. Después el segundo le excitó y el tercero lo sintió fuera del agujero, cuando Alex se la sacó. Después le acarició la cara y se levantó para besarle.


Después de que Diego limpiara las manchas de semen de su cuerpo, salieron de la casa y se encontraron con Julio y sus amigos que volvían ya del parque donde habían quedado.
- Hombre, pensábamos que no apareceríais - dijo Julio al verlos. Diego pensó entones cuánto tiempo habría pasado desde que entró en la casa.
- Estábamos intentando arreglar el guarda-vinilos de mi padre - dijo Alex.
- ¿Ya está arreglado?
- No.
- Joder, bueno, tendré que hacerlo yo.
- Bueno chicos, ¿qué os parece si comemos todos juntos en casa? - Preguntó al grupo la señora de las pastitas que ahora iba de la mano del padre de Alex.
- Por mi bien, ¿y por ti Diego? ¿Te apetece? - Le preguntó Julio.
- Como quieras, a mi no me importa - respondió.
Al grupo se había juntado otra familia formada por un matrimonio, él grande y con bigote, de cuerpo gordo y apenas se le veía la polla; ella era rubia y tenía la piel algo arrugada. La zona de coño estaba llena de rizados pelos rubios y las tetas colgaban más debajo de lo que a cualquiera le abría gustado. También había dos hijos, una chica rubia con el pelo ondulado en la que increíblemente Diego ni se fijó y un chico algo más bajo que Alex y menos en forma.
En la parte de atrás de la casa de Alex, había un pequeño jardín donde se dispuso una mesa de madera y se sirvió la comida. Los platos que tomaron habían sido preparados con productos cultivados allí mismo, en las huertas de las personas de la comunidad. A Diego no le entusiasmó mucho la comida pero no le importó porque frente a él se había sentado Alex y en el transcurso de la comida habían cruzado sus miradas amistosamente un par de veces. Aquello significaba que a pesar de lo que había pasado, iban a seguir siendo tan amigos como en el Lago.
- Bueno Diego dinos, ¿tienes pensado cuándo te vas a marchar? - Preguntó la señora rubia.
- La verdad - dijo después de tragar la comida que tenía en la boca - es que ahora entiendo que la gente no quiera marcharse de aquí. Espero quedarme más tiempo - dijo causando un atragantamiento al fondo de la mesa. Era Julio que se había sorprendido.
- Me alegro, perece que habéis hecho buenas migas mi hijo y tú - dijo la medre de Alex que ya había descubierto que se llamaba Celia.
- Al menos que se quede hasta que consiga ganarme una carrera en el lago - dijo Alex arrancando las risas de los que estaban alrededor.
- Hay mamá, ¿podríamos ir después de comer al lago? - preguntó el niño regordete a su madre.
- Después de comer hay que hacer la digestión - respondió tajante su madre.
- Tranquila Marga, nosotros los llevamos - dijo Alex mirándola.- Vosotros quedaros aquí descansando.
- Gracias Alex - dijo la chica rubia mirándolo a los ojos. La chica se llamaba Marta y estaba sentada junto a él y Diego se dio cuanta al momento de que estaba loca por Alex, aunque claramente ella era mucho mas joven, seguramente por eso Diego no se había fijado en ella.
Cuando acabaron de comer, los mayores siguieron sentados a la mesa y Diego marchó con Alex y los chicos hasta el Lago. Por el camino no habían dejado de hablarle a Alex de las carreras y juegos que querían hacer. Diego se dio cuenta de que la chica estaba colada por su amigo y el niño le tenía por un hermano mayor así que no intervino en la conversación.
Cuando llegaron abajo Alex les ordenó que no entraran en el agua a no ser que fuera despacio, después, él y Diego fueron a sentarse bajo el árbol donde ahora daba el sol.
Se sentaron apoyando sus espaldas en el tronco en uno cerca del otro.
Cuando los chicos se alejaron nadando Diego habló:
- ¿Qué buena tarde hace? No imagino un día de tormenta en este sitio.
- Si, la verdad es que está haciendo muy buen día hoy. El día perfecto para estrenar un primer día, eh Alex?
. Si.
Estuvieron un rato en silencio y Alex pasó la mano en el lado donde estaba su amigo detrás, y le acarició la parte más baja de su espalda.
Diego lo sintió pero no dijo nada, sabía que desde el punto donde estaban los chicos no podía verse el brazo de Alex así que no le importó, él disimuladamente, con un par de dedos acarició un poco el lado del muslo que tenía junto a su mano en el suelo. Tenía la piel muy suave y sin ningún pelo.
De vez en cuando miraba el rabo de Alex y vio que crecía lentamente y que pronto acabaría teniendo una erección como la de antes así que fue hasta el agua y Alex le siguió.
- ¿Quieres echar una carrera conmigo Alex? - Preguntó Marta que acababa de acercarse a ellos.
- No, gracias, luego, dentro de un rato - respondió girando su cabeza hacia ella. La chica volvió a alejarse algo más triste.
- La tienes loquita ¿eh?
- Ya - dijo Alex como lamentándose.
Diego se dejó flotar, igual que había echo su amigo aquella mañana. Alex se sumergió bajo el agua y Diego sintió al poco cómo pasaba su mano acariciando sus nalgas desde abajo. Esto le hizo reír y se dio la vuelta flotando baca abajo para mirar bajo el agua, donde vio la cara de su amigo acercándose hacia él hasta juntar sus labios con los suyos. Después salió del agua para respirar y Diego se alejó un poco para que los chicos no les vieran tan juntos.
Después Alex volvió a sumergir y Diego lo siguió ahora bajo el agua donde podía tocar su cuerpo, sus músculos sin que nadie los viera. Le gustaba agarrarse de sus brazos, que eran más musculosos que los suyos.
Hubo un momento en el que Diego fue hasta su amigo y le agarró la polla, que se movía a todos lados cuando él nadaba. Hasta entonces no la había tocado y le entraron ganas de metérsela en la boca pero Alex le vio desde arriba y se escabulló nadando.
Al cabo de un rato salieron los cuatro del agua y Marta y su hermano fueron a recoger piedras por toda la playa y Diego y Alex se sentaron con el agua por la tripa.
- Nunca había tocado a un tío - dijo Diego.
- Yo tampoco.
- Tampoco me habían tocado pero me ha gustado mucho lo que me has hecho - dijo tocándole una pierna bajo el agua.
- ¿No te hice daño?
- Si, pero después me gustó - dijo Diego con la mirada fija en los árboles que se agrupaban en el final de aquel lago. Movió su mano hasta tocar los huevos de Alex y comenzó a manosearlos lentamente.
Alex se apoyó con las manos detrás del cuerpo como si quisiera que le diera bien el sol y disfrutó del momento.

La Locura de mi Tía

El rollo con mi tía empezó un día de cena familiar en una casa de campo: Era invierno y estábamos cenando toda la familia; Yo me excusé un momento para ir al lavabo, y como no me encontraba muy bien decidí ir al lavabo del piso de arriba para evitar ruidos embarazosos. Como el lavabo de abajo quedaba libre, pasé de echar el cerrojo.


Me paré un momento en el espejo, y en el momento en que me dirigía a la taza a orinar, oí a alguien que picaba suavemente a la puerta y súbitamente la abría: era mí tía. Yo la miré extrañado, pues no sabía qué hacía ahí. No estaba especialmente ruborizado, ya que aún ni siquiera me había bajado la cremallera.


Iba a preguntarle qué quería cuando sin decir una palabra se me echó encima y me empezó a dar un morreo tratando de abrirse paso con la lengua al interior de mi boca.. no pasó mucho rato antes de que le siguiera el juego y no sólo su lengua explorara mi boca, sino que la mía también explorara la suya.

Al cabo de un rato nos soltamos, y ella me miró.


“Venías a mear, ¿no?”


Yo titubeé “eerr… sí”


“Venga que yo te la aguanto”


Me indicó que me pusiera ante la taza y allí me bajó la cremallera y me sacó la polla, aguantándomela para que meara.


“Venga, ya puedes empezar”


Me costó un poco al principio, pero al poco rato el chorro de orina salió. Ella seguía aguantándome el rabo mientras miraba el chorro caer pero poco después, aún agarrándomela, se acuclilló quedando al lado de mi miembro y del chorro de orina. Entonces alzó la mano libre justo por encima de la taza y la colocó justo por debajo del chorro, con lo que la orina caía directamente sobre su mano. Así, agachada, agarrándome la polla con una mano y llenándose la otra con mi orina, se inclinó hacia delante y bebió de la orina que había recogido, lamiéndose la mano.


Yo estaba completamente sorprendido. ¡Mi tía estaba allí, bebiéndose mi meada!


Por supuesto, la meada acabó y ella se volvió a levantar.


“Oye, ¿Por qué no te haces una paja para mí?”


“¿Eh?”


“Que si te haces una paja para mí.”


Yo estaba aturdido de la sorpresa pero la idea me gustó, así que poco a poco empecé a meneármela ante ella, que se volvió a acuclillar, esta vez delante de mí, y observaba mi polla con atención. Yo, dadas las circunstancias, me permití observarla con descaro: Llevaba una falda negra, unos pantys también negros, unos zapatos de tacón y una blusa un tanto ajustada que marcaba unos pechos normales, aunque la blusa no transparentaba nada. Mi vista iba de sus piernas a su pecho y a su cara, que sólo perdía de vista mi miembro para mirarme a la cara. Adiviné un poco su juego y me atrevía a interrumpir brevemente mi masturbación para tirar de la piel, sacar todo el capullo, y apuntarlo hacia ella en actitud desafiante, y cada vez lo acercaba un poco más a su cara o a su boca. Ella no se movía, y no llegué a tocarla aunque las últimas veces le puse el capullo muy, muy cerca de los labios.


Pero al final me llegaron los estértores, y la avisé de que me iba a correr; Ella se levantó rápidamente, se giró hacia mi izquierda y se remangó la falda hasta la cadera, doblando ligeramente la pierna y ofreciéndome la parte superior del muslo enfundada en el panty.


“Córrete aquí, vamos, rápido”.


Me eché hacia delante y pegué mi capullo a su pierna, y enseguida salió el primer chorro de semen al que le siguieron tres más que cayeron en el lado de su pierna justo por debajo de la cadera, y empezaron a gotear hacia abajo. Poco antes de que el semen cayera demasiado bajo, mi tía se bajó la falda y cubrió con ella mi corrida. Antes de volver al comedor, quedamos en llamarnos y quedar más tranquilamente.


En efecto, nos fuimos llamando aunque no tuvimos la oportunidad de vernos; No obstante, hablamos a menudo aprovechando que ninguno de los dos tenía a nadie en casa y hablamos de nuestras preferencias. Al cabo de tres meses, a la vista de una bda familiar, planeamos un juego sucio:


Ella me compraría un conjunto de ropa interior, y yo le compraría uno a ella; Nos los haríamos llegar y nos los pondríamos el día de la boda, donde nos los enseñaríamos puestos, a partir de ahí, lo que saliera.


Yo pedí por Internet un conjunto de Tanga y liguero negros, unas medias con costura y, sintiéndome espléndido, también le compré unos zapatos de tacón con punta. Esperé pacientemente y cuando tuve la oportunidad se lo envié. A los pocos días recibí un paquete, y al abrirlo me encontré con un conjunto similar al que yo había enviado, con la salvedad de que era blanco y en lugar de un tanga traía unas braguitas blancas de encaje.


Llegó el día de la boda, y yo me puse mi conjunto debajo del pantalón, que elegí grueso para que no se notaran demasiado las hebillas del liguero. Fuimos a la boda y empezamos a saludar a los asistentes, aunque yo estaba más pendiente de encontrar a mi tía. Al final la encontré: llevaba un vestido negro, pero estaba detrás de un coche charlando con otros familiares, así que disimulé como pude mientras esperaba a que sus piernas quedaran al descubierto y poder comprobar si se había puesto lo que yo le había comprado.


Al cabo de un minuto el coche se movió, y pude comprobar complacido que sus piernas calzaban la costura de las medias y sus pies los zapatos de tacón.


Se me puso dura casi al instante, ya al ver que ella estaba en un sitio relativamente apartado de la gente me apresuré a acercarme casualmente a ella para darle los dos besos de rigor. Al acercarme a ella para darle los dos besos, levanté mi mano como si fuera a tocarle suavemente el brazo, pero lo que hice fue pellizcarle una teta. Mientras, cuando fui a besarle la mejilla que quedaba alejada de la gente, saqué mi lengua y se la lamí muy levemente con la punta.


Ella me miró, sonriendo pero sorprendida, y me golpeó jovialmente con el bolso. Seguidamente cada uno fue a la suya, aunque no nos perdíamos de vista.


Acabó la ceremonia y los novios salieron de la iglesia para ser bombardeados con el arroz; Yo ya había elegido mi sitio con antelación, justo enfrente de mi tía, y aparentemente tiraba el arroz a los novios, cuando en realidad se lo tiraba a mi tía en el escote. Más tarde supe que ella lo notó.


Y llegamos al restaurante donde se hacía el banquete… nos dimos una pausa para comer, pero acabado el postre me excusé de nuevo para ir al lavabo, y justo antes de doblar la esquina del pasillo me giré para ver que mi tía también se había levantado. Me apresuré al lavabo y eché mi meada (me había aguantado un rato esperando el momento en que la gente se dispersara un poco de las mesas), y al cabo de un minuto apareció ella por la puerta, a la que yo intencionadamente había dejado el pestillo puesto.


Cerramos la puerta con pestillo y nos apresuramos, ya que el lavabo era público y no teníamos mucho tiempo: Nos metimos en uno de los compartimentos con taza y nos pusimos uno a cada lado para vernos bien. Mi tía me miró a los ojos:


“Tú primero”.


Enseguida, como si me hubiera dado una orden, me desabroché el pantalón y me lo bajé, remangándome un poco la camisa para que ella pudiera ver el conjunto blanco en toda su extensión. Ella no perdía detalle mientras veía cómo mi polla se ponía morcillona bajo la braguita. Ella extendió una mano y me masajeó el paquete suavemente.


La dejé tocarme el asunto por unos segundos y me subí los pantalones, apresurándome mientras reclamaba mi turno; Ella se levantó el vestido hasta la cintura y me enseñó los zapatos, las medias, el liguero y el tanga sin ninguna vergüenza. A través del tanga se podía ver que llevaba el chochito rasurado, y ya que ella se había permitido tocar, yo me atreví a hacer lo mismo: Alcé mi mano y empecé a acariciarle la entrepierna mientras ella cerraba los ojos y se dejaba llevar, y como el tanga era muy delgado no tardé en apartarlo a un lado y acariciar sus labios directamente, atreviéndome ocasionalmente a aventurar un dedo entre ellos y comprobar que estaba mojadísima.


“Venga, ya vale”. Me susurró un par de veces. Yo, acuciado, me agaché rápidamente hacia su entrepierna y le planté un beso y una pequeña caricia con la punta de mi lengua, que se respondió con un sonoro suspiro.


Volvimos rápidamente al salón, y nadie nos había echado de menos, así que volvimos a nuestros asuntos.


No había pasado una hora cuando mi madre me interrumpió en una conversación, y en un lugar discreto me dijo que mi tía no se encontraba muy bien y que si podía llevarla en coche a su casa. No se cómo, pero mi tía se las había apañado para conseguir que mi madre me pidiera que la llevara a casa, así que seguí un poco el juego y protesté. Mi madre insistió y entonces acepté a regañadientes, lógicamente actuando.


Me llevé a mi tía al coche y salimos del restaurante camino de su casa. Por el camino me recordó que no habíamos hecho nada desde la cena y que estaba ansiosa por hacer guarradas.Yo no había estado en su casa, ya que se había mudado recientemente, así que me informó de que en su edificio había garaje subterráneo, y que tenía un plan: Por el camino se remangó el vestido, quedando sus piernas descubiertas, y en las paradas de los semáforos se apañó para quitarme a mí los pantalones. Como ya era de noche, no me preocupaba demasiado porque no había muchos conductores en las calles. Al entrar en el garaje, se apresuró a quitarse el cinturón, tiró hacia arriba del vestido y se quedó completamente en ropa interior; Entonces abrió su bolso y sacó un collar de perro con una cadena y se lo puso alrededor del cuello.


El garaje estaba desierto y yo ya me hacía una idea de lo que quería hacer, así que busqué un sitio que no estuviera demasiado lejos del ascensor, ni tampoco demasiado cerca, porque yo también quería disfrutarlo: Paramos el coche y pusimos mis pantalones, su vestido y su bolso en una bolsa de plástico. Abrí la puerta del coche y salí sin pantalones, tan sólo con la camisa, las medias, el liguero y las braguitas, cogí la bolsa, cerré la puerta del coche y me dispuse a abrir la puerta del acompañante. Tan pronto como la abrí, mi tía me ofreció el asa de la cadena, invitándome a que la sacara del coche, y tirando un poco de ella se inclinó apoyando las manos en el suelo y saliendo del coche a gatas. Se apartó de la puerta, la cerré y me dirigí a la puerta del ascensor, a unos 50 metros de distancia, paseando a mi tía en lencería negra a gatas como si fuera un perro.


Mi tía no se levantó hasta que nos metimos dentro del ascensor, donde me dijo que tenía unos zapatos blancos que me iba a regalar, ya que yo le había comprado un par. Cuando llegamos a casa, se puso a buscarlos: Eran unos zapatos blancos, de tacón, tipo sandalia, y pese a que me venían un poco pequeños, no le di mucha importancia porque de entrada ni siquiera esperaba que me regalara un par de zapatos suyos, y eso ya me la ponía dura.


Con los zapatos puestos, mi tía me pidió que acabara lo que comencé en el restaurante, así que me arrambé a ella, la besé y mientras empecé a acariciarle la entrepierna hasta que le aparté el tanga y lentamente empecé a meterle dos dedos en la vagina. Ella empezó a gemir, ya sin disimulo porque estábamos solos en casa. Seguidamente se quitó el tanga me llevó a la cama y echándose encima me pidió que le comiera el coño. Ahí fue la primera vez que pude ver su entrepierna al descubierto, rasurada, con unos pequeños labios saliendo por entre los mayores… me incliné sobre ella, que con sus dedos se abría aquel hoyito, y empecé a comérmelo a besos y a meterle la lengua mientras ella se dejaba hacer.


Lentamente metí dos dedos mientras seguía lamiéndole el coño, y ella dio un respingo, aunque no protestó. Yo andaba también pendiente de su ano, que había visto sólo un momento antes de empezar el trabajo oral, así que en un momento me chupé el dedo y se lo metí en el ano. Ella se convulsionó un momento, pero me dejó hacer hasta que se levantó y me echó sobre la cama; se tiró encima mío y apartándome las bragas sacó mi miembro ya duro y empezó a apuntarlo hacia su vagina… no tardó en encontrar el agujero y en un momento se había tragado mi nabo entero. Empezó a mover las caderas y así estuvimos un rato con el metisaca.


Cuando se cansó, se dio la vuelta, se acostó de espaldas sobre mí y, para mi sorpresa, apuntó mi polla a su ano. Descubrí que era virgen porque no se metió toda la tranca de golpe, sino que se la introdujo suavemente… Yo podía sentir cómo hacía fuerza y se introducía mi tranca poco a poco hasta que le entró del todo, y entonces me pidió que bombeara. Así lo hice, y sus gemidos pasaron a ser casi gritos de placer pidiéndome que me la follara, que la jodiera y que se la metiera hasta el fondo, levantó las piernas y se las agarró mientras yo seguía empujando.


Al final la avisé de que estaba a punto de correrme, así que se la sacó rápidamente y me pidió que me corriera en su cara; Se arrodillo mientras yo me levantaba rápidamente y con su carita maquillada pegada a mi pierna solté sobre ella varios chorros de leche que cayeron sobre su cara, su pelo y su boca, que no cerró en ningún momento. Al acabar, me deleitó metiéndose mi polla en la boca y limpiando con su lengua los restos de semen que había en ella.


Seguidamente me reclamó que ella aún no se había corrido, y le pregunté qué se le ofrecía que le hiciera. Sonriendo de forma traviesa se echó sobre la cama, abrió un cajón de la mesita y de él sacó un consolador.


“Quiero que me folles con esto”


Yo sonreí y tomé el aparato con mis manos mientras ella se acomodaba.


“¿Dónde lo quieres?” Le pregunté.


“De momento en el coño, luego ya veremos”


Escupí sobre el consolador, que imitaba la forma y el color de una polla de verdad ligeramente más grande que la mía. Cuando ella se abrió nuevamente de piernas me eché entre ellas, apoyé mi cabeza en uno de sus muslos muy cerca de su vagina, y con mucha lentitud procedí a penetrarla con aquel juguete mientras observaba cómo se introducía lentamente dentro de ella. Empecé un lento metesaca con el consolador, que fui acelerando a medida que los gemidos de ella aumentaban de volumen hasta que al final entre unos espasmos increíbles, se corrió.


Se quedó echada sobre la cama, extenuada, mientras yo me levantaba y me sentaba a su lado. Al cabo de un minuto más o menos, me dijo con una sonrisa:


“Me has destrozado, cabrón”


Yo me incliné, tiré de su sostén dejando una de sus tetas al aire y besé su pezón.


“Tú también has estado muy bien”


“¿Crees que soy una viciosa?”


La pregunta me pilló un poco desprevenido, por lo que traté de salirme por la tangente.


“¿A ti te gustaría serlo?”


Ella respondió dibujando una sonrisa en su cara que yo interpreté como un sí.


“Eres muy viciosa”- le respondí.


Como respuesta se incorporó y con los labios aún manchados de semen me dio un beso en los labios, me miró durante unos segundos y como tratando de poner fin al asunto se levantó.


“Bueno… voy al lavabo rápido, que tengo que hacer pis”


Mientras iba dando saltitos por el pasillo la seguí al lavabo con una idea en la cabeza.


“¡Espera, que aún me debes una!”


Ella me miró extrañada, pero enseguida cayó en la cuenta: rió brevemente y con los brazos en jarra me preguntó:


“Bien… ¿y cual es tu idea?”


“Pues había pensado hacer lo mismo que tú y ayudarte con el pis, o tal vez hacer algo en la bañera”


Lo de la bañera me ponía como una moto, pero ella se lo pensó un momento y eligió la primera opción explicando que lo de la bañera ya sería mucho jaleo, así que me invitó a ponerme a su lado mientras ella se colocaba encima del lavabo con una pierna a cada lado. Yo, ligeramente agachado, rodeé su cintura con el brazo dirigiendo mi mano a su chochito y abrí sus labios, y entonces ella empezó a orinar. Yo contemplé con mucha atención el chorrito de orina y al cabo de unos segundos pude mi mano bajo su chorro como ella lo había hecho aquella primera vez. Cuando acabó de orinar, yo me eché la mano a la boca y me bebí su orín ante su mirada.


Cuando ella fue a coger papel para limpiarse, yo la paré ofreciéndole algo mejor; Ella abrió un poco más las piernas y se abrió la vagina con sus manos, y muy suavemente me volví a acercar y limpié su rajita con la lengua.


Lamentablemente aún me esperaban en el restaurante, así que me despedí de mi tía con un beso muy húmedo, me puse los pantalones, guardé los zapatos de tacón en una bolsa y salí del piso con la promesa de que volveríamos a vernos.

La historia de una persona común y corriente (1)

Les contaré lo que me sucedió después de haber cumplido los 18 años. Hasta antes de
esa edad me consideraba un muchacho típico de una población rural, muy conservadora.
Pero algo sucedió que cambió mi vida.
Era un joven deportista de altura mediana, de complexión delgada, con el cabello rubio
ensortijado de un largo que me llegaba hasta los hombros. Con una cara con aspecto
aniñado y lampiño. Pero con un órgano sexual que causaba envidias y desencadenaba
bajas pasiones; en los hombres y en las mujeres respectivamente. Pues mi polla medía
en erección unos 20 cm. con un diámetro de 6 cm. y remataba con una buena cabeza.
Algunas de mis compañeras me consideraban guapo. Había tenido novias, pero nada
serio. En el aspecto sexual me consideraba afortunado, pues había salido con algunas
mujeres mayores que yo y me habían enseñado lo suficiente para ser casi un experto.
Había un pero con ellas, que me gustaba más tener relaciones anales que por la vagina.
Eso me volvía loco. Por ello me llamaban entre ellas “el analimal”. Eso me gustaba pues
mujer que salía conmigo ya sabía a lo que iba.
Así transcurrió, ese tiempo de mi juventud. Pero hubo algo que me cambió mi vida 180
grados. Al salir de vacaciones de la escuela. Toda la pandilla hicimos un viaje a la capital
del estado, con una duración de 5 días. Todos los días fueron de fiesta. Conocimos
mujeres, a las que hicimos presa de nuestras vergas. Para mí fue magnífico, porque
la mayoría quería llegar vírgenes al matrimonio, así que las relaciones siempre fueron
anales y sin tener que tocar su tesorito. El último día fuimos a un centro nocturno donde
se presentaba un espectáculo travesti. Esa fue mi perdición.
Al entrar,
nos dieron las mesas próximas al escenario. Así que pudimos ver el
espectáculo a menos de 2 metros. Hubo bailarinas, bailarines, cantantes que imitaban
a artistas de moda. Y la estrella era una hermosa rubia de 180 cm. de altura, con unas
zapatilla de plataforma y tacón elevado. Muy hermosa, con grandes caderas, unas nalgas
paradas y unos pechos impresionantes. Al principio salía con un vestido que cubría el
cuello y llegaba hasta los pies. Pero a medida que pasaba en espectáculo se iba quitando
la ropa hasta quedar con una pequeña tanga, arriba de unas pantimedias de red, con
un hilo dental tan delgado que parecía que no existía. Sin sostén mostrando un par de
tetas enormes con unas areolas rosas con unos pezones grandes y parados. Que con los
movimientos cadenciosos de su cuerpo temblaban y se bambolean. Desde que inició su
baile, ella no dejó de observarme, su vista seguí mis ojos hasta hacerme sentir incomodo.
Al término de su actuación. La discusión en nuestra mesa fue acerca de que si era
hombre o era mujer. Yo apostaba a que era la única mujer en la compañía. Para salir
de dudas fui comisionado para investigar. Esperé hasta el final de espectáculo. Y con
la llave que abre todas las puertas, con un buen billete al mesero. Me dejó pasar a los
camerinos de los artistas. Busque el de Samantha (que así se llamaba) y alguien me
ayudó a encontrarlo. Toque a la puerta y escuche una voz femenina y sexy diciéndome
que entrara. Al pasar lo que vi me quito el habla. Samantha se encontraba desnuda y
únicamente le cubría una bata transparente que dejaba ver todo su hermoso cuerpo. Con
esa vista mi entrepierna comenzó a aumentar de volumen. Ella se fijo en eso y me ofreció
asiento. Quede enfrente viendo semejante cuerpo escultural. Ella tenía la bata abierta
dejando ver desde sus muslos hasta sus pechos, pero tenía las piernas cruzadas; así
que no podía ver lo que había por debajo de su pubis. Esa vista hizo que mi aparato de
pusiera tan tieso que no lo podía disimular.
Entonces le dije que había tenido una discusión con mis amigos acerca de su sexualidad.
Ella únicamente soltó una carcajada y me dijo que me acercara. Que viera por mi mismo
lo que ella tenía. Al levantarme de mi asiento ya no fue posible ocultar mi verga tiesa y
dura como nunca había estado. Por más que hice no pude ocultarlo. Entonces la puse
hacía arriba, pero salía parte de ella por el pantalón, dejando la cabeza libre. Ella se dio
cuenta de eso y lo que hizo, cuando me acerque, fue revisarme como lo hace los policías.
Y al tocar la cabeza hinchada de mí verga, atreves de mi camisa, me preguntó que arma
tan grande portaba. Me dijo que la tenía que decomisar. Así que me bajo los pantalones
junto con los bóxers hasta las rodillas. Dejando mi animal al aire. Samantha lo tomo con
sus delicadas manos y grandes uñas pintadas y lo empezó a acariciar. Y en forma súbita
se lo metió en la boca; todo lo que pudo que fue bastante. Y me inició a dar una tremenda
mamada con lo que sentía casi que me vaciaba. Pero ella tomo mi verga de tal modo que
lo impidió. Continúo mamándomela hasta casi sentir que estallaba. Entonces me dijo que
la besara lo que hice inmediatamente y como me había enseñado mis maestras. Sentí
como gemía, y me bajo mi cabeza para que le mamara las enormes tetas. Lo que hice,
tratando de pulir mi técnica, para no desilusionarla.
Con un movimiento brusco, se hincó en el sillón donde estaba sentada y me ofreció lo que
más me gustaba. Al ver semejante grupa de yegua fina, en mi cara procedía a mamarle
el culito, metiendo mi lengua lo más profundo que pude, le di lengüetazos y la lubrique
lo más que pude con mi saliva. Me dijo que se la metiera. Para mí fue más que una
súplica una orden. En la posición en que estaba Samantha me facilitó la entrada. Primero
de la cabeza, que tuve que hacer un esfuerzo extra para que entrara, pues su hoyito
estaba muy estrecho. Con esto ella dio un pequeño grito de dolor y placer. Pero cuando
le tenía toda la verga adentro de sus intestinos ella gritaba de placer. Con sus manos
me fue dando el ritmo con el que quería ser enculada, ya que si empujaba muy fuerte y
rápido sus manos me detenían apoyándose en mis muslos. Así estuvimos por un tiempo
prolongado. Hasta que ya no pude más y me vacié en su ojete, toda la leche acumulada
esa semana.
Se dejó caer sobre el sillón haciendo que se saliera mi verga de su ojete. Entonces me
fije, al estar observando cómo le escurría mi semen por sus muslos, que no había el
orificio que debería de estar por delante de culito. No tenía labios mayores ni menores ni
vagina. Había gozado como nunca, pero ahora sabía que no me había cogido a ninguna
mujer. Sino a un hombre, que tenía todas las características de una hermosa mujer. Lo
primero que se me ocurrió fue salir corriendo de ese camerino lo más rápido posible,
pero mis pantalones y bóxers hasta las rodillas me lo impidieron. Al llegar a la puerta me
tope con una afroamericano enorme, desnudo, únicamente una especie de taparrabos le
cubría. Me dijo Samantha que era su escolta personal.
El gigante de ébano me tomó entre sus brazos y le preguntó a Samantha que quería que
hiciera conmigo. Ella le dijo que me hiciera exactamente lo que yo había hecho con ella.
Me desnudó delicadamente, me acostó en el sillón y procedió a mamarme mi hoyito. Lo
hizo con una lengua enorme, ese era un mal augurio para mí. Si su lengua era enorme
como sería su verga. Esta pregunta me la contestó rápido al apoyar su aparato sobre mi
muslo.
Continuó mamándome mi culito y luego procedió a meterme de uno en uno los dedos de
su mano. Y después me metió un consolador de poco grosor. Este lo estuvo metiendo
y sacando. Al principio opuse resistencia, pero después me dejar llevar dócilmente. Y al
final comencé a sentir placer. Principalmente cuando estuvo con el dildo trabajando mi
ojete. Al final comencé en forma involuntaria a mover mi cadera con el ritmo que él daba
al estar trabajando mi ano. Entonces escuché una voz muy sensual, era Samantha, que
me decía que si eso me estaba gustando que me esperara cuando recibiera la tremenda
vergota de René (que así se llamaba el Negrón).
Samantha me llenó mi ojete con abundante lubricante. Y entonces René me enseño
su tremendo aparato. El mío que estaba completamente erecto parecía un enano con
semejante cosa. Empezó a metérmelo delicadamente, centímetro a centímetro. Cuando
me quejaba de dolor se detenía. Para luego continuar. Al principio sentí dolor intenso,
pero este se transformo poco apoco en placer, y después en un estallido de placer. No
supe cuando logró meter tremenda verga en mi pequeño culito. Porque de repente sentí
su pubis que empujaba en mis nalgas. Así siguió, dándome placer, que casi creí que
me iba a volver loco de gozo, hasta que llegue a eyacular más semen que cuando me
había cogido a Samantha. Después sentí su lavativa de semen y como palpitaba su
verga dentro de mí. Sentí sus espasmos de su cuerpo, ya que me tenía rodeado con sus
brazos. Su olor de macho me gustó y me excitó, que me hizo apretar el culo evitando que
sacara su verga. Entonces volvió a metérmela y sacarla, como al principio, golpeándome
nuevamente con su pubis mis nalgas. Su verga volvió a la erección inicial. Me cogía de
nuevo pero más despacio sin mucha prisa…
Esta historia continuará….

El me desvirgó y me dio placer

Aquellos encuentros con Mauricio siguieron sucediéndose, pero no eran de mi plena satisfacción.
Yo me ponía muy cachonda viendo como el se dedicaba a hacer servir a las yeguas con el pastor, que se las ensartaba a todas.
Pero a mi solo me besaba, hacia sexo oral y de vez en cuando me penetraba analmente…. Y yo pretendía que me desvirgara totalmente.
Supe de su propia boca, que fue mama, al que el confeso lo que hacia conmigo que le prohibió bajo pena, que hiciera otra cosa conmigo, y también supe que la relación que tenia con mamá era de larga data, y que habían hecho tríos con mi viejo.
Ese mi papá que anuncio, que vendría a la estancia, con su nueva novia, lo que hizo que mi madre se fuera ese mismo día.
Yo no quise ir con ella porque tenía la esperanza de que Mauricio no cumpliera con la palabra empeñada y me rompiera el virgo de una vez por todas.
Cuando Silvia, mi mama se fue, llegaron Leonardo, mi papa, Maria José, su novia, y Vicktor, el hijo de esta.
Pronto comprendí que mi papa, mucho mas mayor que la linda Maria José, hacia una pareja de tortolitos bien despareja, pero yo nada tenia que opinar.
De lo que si tendría que opinar es del chico de la señora, Vicktor, que resulto ser un muchacho esplendido, que me cautivo tan solo con mirarme y sonreír.
Fue de pronto el amigo ideal para estar en esa casa tan grande. La recorrimos, le mostré todo los galpones, caballerizas, criaderos, depósitos de la finca. Además hablábamos de música y otras cosas mundanas.
Le enseñe a montar, y fue explicándole como se ensilla un caballo que tuvimos nuestros primero roces algo interesantes, ya que al poner un brazo sobre su cabeza, el se acerco me tomo de la cintura y me beso. Yo me deje llevar y nuestras lenguas se entendieron por primera vez.
Esa tarde salimos a cabalgar, y yo pensaba llevarlo al arroyo con fines insospechados, pero debimos regresar ya que el comenzó a sentir un fuerte ardor en la entrepierna.
Fruto de los pelitos de las piernas, el roce con la montura para quienes no están acostumbrados, es fatal…. Le irrita la piel de una manera tremenda.
Cuando se apeó, caminaba como montado a un barril, con las piernas abiertas…. Muy cómico quedaba así, Vicktor.
Ya en su dormitorio, le lleve una crema para aliviar su quemazón, y como el lo permitió, yo extendí la cremita primero en sus pantorrillas y luego pase a la intimidad de su entrepierna.
Curiosa yo, me hice la descuidada y le roce varias veces el bulto, bulto que comenzó a ponerse interesante.
Cuando el acaricio mi cabeza, yo busque la cabeza de aquel bulto, y le saque la pija fuera del calzoncillo, para allí mismo chapársela muy suavemente al comienzo, pero luego le di tantas chupeteadas juntas que lo hice acabar en un mar de lechita. El me manoseo toda, me dijo cosas muy chanchitas, desde putita a que me iba a partir al medio.
Fue en aquel cuartito, al otro dia a la hora de la siesta, que desnudos los dos, nos besamos todo, todo…. Y me extendí en la cama abriendo mis piernas hacia arriba para que el me metiera su duro y largo miembro…..
No me dolió, quizás eran mis enormes ganas de tener un falo dentro, si, sentí desgarrar mis entrañas, allí en mi cuevita, pero fue un solo instante de rotura y pronto sentí aquello caliente que me hacia rosquillitas por todo mi cuerpo.
Cuando el se percato de la sangre de mi desvirgue, yo ya había tenido mi primer orgasmo con una polla dentro….y estaba para mas si el no hubiera parado aquel rico mete y saca, medio asustado.
Yo le pedí que siguiera, y el me puso de rodillas en cuatro patas, lo que me hizo pensar que me haría el hoyito….. Pero no, me la metió desde atrás en mi rajita, lo que fue mi primer polvo a lo perrita. Una deliciosa experiencia.
Teresa, la mucama de la casa, se entero por las sabanas, y fue con esa joven señora que aprendí sobre lo que debería haberme enseñado mi mama sobre el sexo con hombres. Nos hicimos muy amigas y de ella supe muchas cosas que mas adelante he de confesar.
Con Vicktor teníamos sexo a la mañana en el campo o el arroyo, a la siesta en su cuarto y por las noches en el mío.
Me sentía plena y el siempre inventaba alguna variante para metérmela cada vez mas adentro y provocar mis placeres. El que en pocos meses mas pasaría a ser mi hermanastro, fue el que se quedo con mi virginidad tal como yo lo necesitaba.

Esperandola

Debía recogerte en el aeropuerto con algunas ordenes previas que me habias dado a través del email, pero la verdad no estaba dispuesto a obedecer nada sin antes no tenerte delante y poder sentir tu fuerza,
En fin llegaste al aeropuerto de Marrakech por que en nuestra ultima conversación te dije que queria enseñarte esta ciudad, considerada por muchos como la mas bonita del mundo y porque no el escenario de nuestra primera y esperada cita, ibas de rojo y negro eran sobre las 20.30 de la noche y ya empezaba a vaciarse el aeropuerto, de repente te vi, increible, soberana, segura, desafiante pero con la incertidumbre de saber a que te enfrentabas esta vez, llevabas un vestido de color rojo ajustado a tu figura para exaltar mas aun tus curvas, bolso color negro con adornos en rojo a juego claro esta y sandalias de tacon negras, tacon de aguja como te gusta llevar, el escote era un palabra de honor pero no hacia falta enseñar nada todavía debiamos jugar un poco con la imaginación al fin y al cabo ademas de conocernos ibamos a mantener una reunion de negocios y debiamos mantener la cordura de momento. Yo esperaba sentado en la cafeteria bebiendo un martini, y esto aunque suene a pelicula de 007 la verdad es lo que bebo desde hace tiempo martini con vodka, bueno yo esperaba vestido de traje pero con t-shirt ajustada como siempre un toque de informalidad en mi vestimenta, no hizo falta buscarnos con la mirada enseguida nos encontramos y una ligera sonrisa se nos escapo a los dos, eso creo que fue lo que nos delato las ganas que teniamos de vivir ese momento, como era normal me acerque a recibirte y presentarme como era debido,
Pepe:hola princesa como estas?
Maria: bien algo cansada pero contenta de conocerte
pepe: entonces tal vez lo mejor seria que cogiera tu equipaje y te acompañara hasta el coche tenemos mesa reservada a las 21.30 y tal vez quieras pasar antes por el apartamento
-Maria: vale me parece buena idea asi comprobare algunas cosas que te pedi que hicieras.
Acto seguido cogi tu maleta y nos dirigimos a mi coche. Una vez delante de el esperaste a que metiera la maleta en la parte de atrás y abriera tu puerta, te subiste y entonces no pude evitar clavar mi mirada en tus sandalias acto seguido mire tus ojos y evidentemente habias relentizado el movimiento de subir al coche para que yo pudiera contemplar tan preciosa maravilla, no hablabamos solo nos observabamos uno al otro, arranque el coche y me dirigi a nuestro primer destino, mi apartamento.
Subimos al piso, abri la puerta con tu maleta en la mano y te invite a que entraras, entonces sin mediar palabra me metiste la mano en el pantalón y me dijiste
Maria: has hecho lo que te pedi?
Pepe: no,
Maria: vaya empezamos bien
Maria: veo que la noche va a ser movida
Pepe: claro princesa
Pepe: no esperabas que podrias dominarme tan fácilmente
Entonces te levantaste el vestido y te quitaste el tanga que llevabas puesto de color negro con encajes,
Maria: abre la boca y sientate en el sillon mientras me masturbo y después me vuelves a poner el tanga empapado con tu saliba.
Maria: he sido clara.
Dicho y hecho casi sin darme tiempo a reaccionar me encontraba con tu tanga metido en la boca llenadola de una esencia a mujer como no habia sentido antes,
Maria: a que esperas sientate en el sillon y mientras me masturbo apoyare mi tacon en tu polla para ver como va creciendo.
Esta claro que yo no podia ni hablar solo asentí con la cabeza como acto de sumisión.Tenias un coño precioso y sabias que era la mejor manera de someterme a tus ordenes, lo deseaba y tu notabas ese deseo, estuviste un buen rato masturbandote hasta por fin correrte me di cuenta porque el ultimo suspiro lo senti en mi huevos debido a la presion tan fuerte que ejerciste con tus tacones, acto seguido me ordenaste ponerte el tanga que llevaba en la boca y que estaba empapado, te lo puse y al estar de rodillas senti el olor de tu coño de tal manera que no pude controlarme y lanzarme a intentar besarlo, error por mi parte, me agarraste del pelo tirando hacia atrás y me diste un sonoro bofeton que me dio a entender varias cosas, una de ellas es que de verdad estaba delante de una dómina y tendria que cumplir unas normas para que aquello no terminara.
Volvi a arrodillarme y a subirte el tanga por donde lo habia dejado después baje tu vestido y me levante seguiamos sin decir nada solo nos mirabamos pero no hacian falta palabras para entender lo que estaba pasando. Salimos del piso y fuimos al restaurante, una vez en el coche me dijiste que era bonita la ciudad y que pusiera descapotable el coche para que pudiesemos verla mejor (es un mercedes SL 500) asi lo hice, de repente era como si no hubiese pasado nada antes, empezaste a hablar de cosas triviales y en general haciendome preguntas para ir conociendonos mas, viendo tu reaccion yo continue igual que tu y decidi cambiar el ship, fuimos hablando todo el camino de ti y de mi de las cosas que nos gustaban y de las cosas que teniamos ganas de hacer.
Llegamos al restaurante y nos abrio la puerta el metre del establecimiento, pasen aquí tienen su mesa, nos dijo al entrar, acto seguido retiro tu silla para que te sentaras y yo decidi acercarme al bar par saludar al dueño del establecimiento que era amigo mio,
Desde alli podia observarte bellisima e imponente habia algo en tus ojos que escondia tanta pasion y aventura como peligro y eso me encantaba, volvi a la mesa y me sente, me miraste sonreiste y note una presion en el pantalón producida por uno de tus tacones, otra vez habia empezado el juego y tu mirada se volvia lasciva malvada,
Maria: no me vuelvas a dejar sola, esclavito.
pepe: princesa sabes que soy un tio publico y tengo que saludar
Maria: esclavito empezamos a jugar otra vez?
Pepe: porque no me gusta el juego y me gustas tu.
En el fondo te gustaba que fuera un tio tan social y ocupado, ademas el hecho de tener un restaurante y una discoteca me daban mas popularidad aun en el mundo de la noche, mi mundo. Seguias ejerciendo esa presion en mi pantalón, y la idea de imaginar uno de tus pies con las uñas color rojo intenso enfundado en unos preciosos tacones de aguja me estaba volviendo loco, deseaba besarlos lamerlos chuparlos, de pronto bajaste el pie y me susurraste,
Maria: estas deseando arrodillarte y lamer los tacones que llevo puestos verdad?
Pepe: si princesa
Maria: esclavito no te preocupes que los vas a lamer cuando yo te lo ordene, has entendido?
Pepe: si princesa, he entendido.
Maria: vale pues en cinco minutos te espero en el servio de señoras que por cierto esta en la segunda planta.
Pepe: aquí no deberiamos hacer nada princesa
Maria: te espero en cinco minutos y mas te vale no tardar cabron.
Volvia a cambiarte el rostro dulce por la mirada lasciva, me encantaba esa mirada, pasaron cinco minutos y decidi ir al servicio como habiamos quedado, estabas sola sentada en la encimera del vestibulo masturbandote con el tanga puesto, en ese momento dirigiste tu mirada hacia mi y me dijiste,
Maria: cabron ahora si me vas a lamer las sandalias como estabas deseando, arrodillate y empieza mientras acabo de masturbarme.
Pepe: si ama
Un silencio reinaba en aquel vestibulo después de mi contestación, ambos sabiamos cual era nuestro papel en el juego, me arrodille y empeze a lamer esos tacones que llevaban toda la noche volviendome loco, mientras lamia uno tu apoyabas el otro en mi cabeza ejerciendo presion y dandole mas fuerza a tu poder a la vez que intensificabas la velocidad de tus dedos entrando y saliendo de tu coño,
Maria: para cabron
Maria: sube la cabeza y lameme el coño hasta que no quede ni una sola gota de flujo dentro de el.

Sin dudar un segundo deje de lamer uno de tus tacones y alze la cabeza hasta tu coño ya bastante humedo y con ganas de engullir lo que se le acercara, sin rodeos meti mi lengua dentro de el lo mas que pude y empeze a moverla al ritmo que tu movias las caderas y me presionabas la cabeza con fuerza casi axfisiandome con el,
Maria: sigue cabron, sigue lamiendo y tragate todo lo que sale de el,
Asi estuvimos durante unos 3 o 4 minutos hasta que senti como una cantidad de flujo grande bañaba mi rostro, efectivamente habias tenido una corrida monumental aun con espasmos yo seguia lamiendo pero esta vez de manera suave y delicada, me apartaste la cabeza me acercaste tu boca a la mia y me dijiste susurrando,
Maria: limpia por fuera y por dentro todo mi coño y después meteme la lengua en el culo hasta que yo te diga basta,
Estaba casi sin aliento después de haber estado 4 minutos ahogandome entre tus piernas pero la excitación de seguir lamiendo todo lo que me pedias era mayor y no podia parar. Asi lo hice acabe de limpiar todo tu coño por dentro y por fuera mientras tu te retocabas el rimel de tus ojos, después te diste la vuelta para seguir retocandote y abriste las piernas exponiendome tu culo e indicandome donde debia de empezar a lamer, estuve lamiendotelo otro par de minutos hasta que terminaste de retocarte después te bajaste el vestido y me dijiste,
Maria: enjuagate la boca esclavito que huele a coño desde fuera del servicio
No conteste solo asenti con la cabeza dandome cuenta de lo que acababamos de hacer en el servicio de un restaurante publico a las 22 de la noche, no se si alguien nos vio pero me daba igual, bajamos al restaurante y volvimos a sentarnos, el camarero parecia algo desconcertado supongo que porque habiamos desaparecido los dos durante casi 25 minutos, bueno una vez sentados continuo la velada como si no hubiera pasado nada.
Seguiamos hablando de tu trabajo del mio y de cosas generales que pasan en el mundo, acabamos de cenar y me dijiste que el postre lo tomariamos en el apartamento y después nos iriamos a tomar una copa, yo asenti con la cabeza y llame al camarero para pagar la cuenta, nos levantamos y nos subimos otra vez en mi coche camino del piso, no podia dejar de mirar tu cuerpo enfundado en ese vestido ajustado mi excitación crecia por momentos y aun no habias dejado que yo me corriera estaba a punto de explotar, llegamos al piso y nada mas entrar me diste la primera orden.
Maria: desnudate y tumbate en la cama
Pepe: si princesa
Me diste un sonoro bofeton y me dijiste
maria: si ama, no princesa
Pepe: si ama
Maria: vale mejor ahora
Me tumbe en la cama como me habias ordenado y te quitaste el vestido delante mia, me ataste las muñecas a los laterales del cabezero con un lazo que llevabas en el bolso y me volviste a meter el tanga en la boca, el sabor era cada vez mas intenso a tu coño pero me encantaba, mi ereccion era bastante notable y sin avisar te la metiste en la boca, empezaste a chuparla alternando delicadeza y brusquedad ademas me dabas mordisco en la punta que me hacian estremecer todo el cuerpo, me mirabas y me decias,
Maria: te gusta esclavito
Maria: vaya otra vez se me olvidaba que con mi tanga en la boca no puedes hablar.
Maria: bueno no importa tampoco tenia ganas de escucharte.
Después de esto seguiste chupando sin parar, yo intentaba avisarte que estaba a punto de correrme pero no podia decirtelo de ninguna manera, tu seguias y seguias hasta que sin poder evitarlo empeze a correrme en tu boca, tu no parabas y seguias chupando y tragando como si no pasara nada, después de casi 30 segundos de estar corriendome creo que me sacaste todo lo que habia dentro te levantaste y me volviste a susurrar, voy a ducharme no te muevas de aquí que ahora vuelvo. Ahí me tuviste casi 30 minutos con el tanga en la boca atado y con la incertidumbre de que pasaria cuando volvieras, llego el momento y apareciste, llevabas un picardias de color negro y encaje que no enseñaba nada pero insinuaba todo, nada mas verte mi polla volvio a ponerse dura y tu con mirada picara me volviste a susurrar, voy a follarte, me voy a correr y después te sacare el tanga de la boca para sentarme en tu cara y que me comas el culo hasta que me hagas correr otra vez,
Maria: entendido esclavito.
Te subiste encima de mi y estuviste cabalgandome un buen rato sin parar despacio y rapido, ibas marcandome los tiempo controlando mis impulsos para evitar que me corriera, estuviste asi hasta que empezaste a correrte lo note porque cogiste el cinturón del vestido y empezaste a darme latigazos con el a medida que ibas teniendo espasmos, menos mal que no tuviste demasiados, yo estaba atado con el tanga aun en la boca con ganas de correrme y con el pecho rojo de los latigazos que me habias propinado hacia unos segundos, te levantaste y me dijiste,
Maria: voy a sacarte el tanga de la boca para sentarme en ella con el culo justo a la altura de tu lengua, has entendido?
Pepe: asentí con la cabeza,
Me quitaste el tanga totalmente empapado claro esta llevaba mas de una hora dentro de mi boca, y te pusiste de pie en la cama, era increible ver tu figura altiva con esos tacones de aguja y yo tumbado debajo de ti expuesto a lo que te apeteciera, empezaste a jugar con mis huevos pisandolos con tus tacones, después los pasabas alrededor de mis pezones y por ultimo te pusiste de pie sobre mi con un pie en el estomago y el otro apoyando la punta del zapato en mi boca,
Maria: abre la boca, cabron
Maria: abrela y saca la lengua a ver como lames mi tacon hasta que lo dejes reluciente.
Pepe: si mi ama
Me empezaste a meter el tacon en la boca como si me estuvieses follando con el mientras yo sentia la presion de tu cuerpo de pie sobre mi estomago, nada mas por ver aquella imagen de poder sobre mi que tenias era capaz de aguantar la presion que me estabas haciendo, cuando creiste que estaba bastante limpio procediste a cambiar de pie y hacer lo mismo con el otro asi hasta que tambien lo deje reluciente como tu querias, una vez termiando te diste la vuelta dandome la espalda y abriendote bien los gluteos te sentaste en mi cara, uff fue increible sentia el orificio de tu culo justo sobre mi boca nada mas para que mi lengua lamiera y se introdujera lo mas hondo que pudiese, asi estuvimos un buen rato te levantabas de vez en cuando para dejarme respirar y volvias a dejar caer todo tu peso sobre mi, mientras jugabas con tu cinturón y mi polla marcando un ritmo entre pequeños latigazos y la velocidad que querias que moviera mi lengua dentro de tu culo, te inclinaste un poco hacia delante y ya dejaste caer tu coño sobre mi boca humedo y jugoso como siempre, yo me afane en lamerlo como si llevara toda la vida deseandolo y queria ofrecerte el mejor orgasmo de tu vida.
Después de un buen rato acabaste corriendote dos o tres veces en mi boca no lo se y no pudiste evitar volver a meterte mi polla en la boca, te habias corrido pero algo me decia que no querias levantar tu coño de ahí, que querias que siguiera lamiendo entonces baje la velocidad y con delicadeza fui lamiendo para darte tiempoa que te recuperaras y pudieras volver a correrte otra vez, tu con mi polla hacias lo mismo controlando mis impulsos ya que sabias que me estabas volviendo loco y aunque me prohibieras correrme no era capaz de controlar tanta excitación.
Note la orden de volver a lamer con fuerza y sin pausa, eso significaba que tu coño estaba preparado otra vez para correrse de nuevo sobre mi, tambien aceleraste el ritmo de mi polla en tu boca, nos habiamos convertido en un solo cuerpo empeñados ambos en darle placer al otro, creo que ese momento no era de Salma y Hustler sino de Fran y Raquel, seguimos un buen rato hasta que coincidimos el instante para corrernos los dos a la vez nuestros cuerpo se estremecían y se movian unidos como uno solo al compas de la musica que marcaban nuestros espasmos hasta que la relajación llego a su maximo punto y separamos los cuerpos cayendo cada uno en un lado de la cama, yo tenia la cara empapada de tus flujos y tu la boca llena de mi semen, te giraste me diste un beso corto porque sabias que no me gustaba el sentir mi sabor en la boca y me dijiste al oido,
Lucia: te espero en la ducha, fran
Lucia: no tarde, vale
Juan: ahora voy princesa.
Algo habia pasado en ese ultimo acto de sexo entre nosotros que nos habian transformado otra vez en lo que somos realmente, cambio el vicio y la perversión por dulzura y cariño, eso prueba que dos personas pueden sufrir una metamorfosis en cualquier momento cuando lo desean a la vez.
Me fui a la ducha y alli estabas tu, hermosa, dulce, delicada casi no te reconocia, entre contigo en la ducha y esta vez si nos fundimos en un beso de amor y pasion, estuvimos mas de 20 minutos debajo de la ducha besandonos y tocandonos, después cuando acabamos me susurraste al oido,
Lucia: vamos a la cama que estoy cansada del viaje y mañana tomamos una copa ok,
Juan: vale princesa vamos a descansar y mañana te enseño la cuidad,
Volviste a darme un beso ya en la cama metidos y te abrazaste a mi pecho, cuando ya creia que te habias dormido, volviste a susurrar,
Lucia: esclavito mañana me despiertas cuando me hayas hecho el café, y lo haces lamiendome los pies suave y delicadamente hasta que te diga basta,
Me quede bloqueado y sin mediar palabra mire tus ojos y volvia a ver esa mirada picarona y lasciva que tanto me gusta,
Juan: si princesa