viernes, 11 de mayo de 2012

Mafioso2

Los días siguientes fueron duros para nosotros. Durante el fin de semana Belén no quiso salir de casa. Pasó varios días llorando, yendo como un zombi de la habitación al baño. Apenas se arreglaba, y se limitaba a ir vestida con ropa deportiva.

Parecía odiarme por todo lo que había pasado. Tardamos más de una semana en aparecer por la fábrica, donde no deseábamos hablar con nadie. Días después, al revisar el historial de los ordenadores de los dos jóvenes administrativos, se dio cuenta que habían estado visitando páginas pornográficas en internet, lo que hizo que entrase en cólera y tramitase una sanción hacia ellos, consistente en varios días de suspensión de empleo y sueldo. Todo el odio hacia nuestros ex empleados, lo había encaminados hacia los dos jóvenes.

En realidad se mostró bastante dura con los pocos trabajadores que nos quedaban, y en especial con aquellos dos chicos. Yo, aunque había aprendido la lección, apoyé a mi mujer y me hice también el duro ante ellos, ya que noté que ella necesitaba reafirmar en esos momentos su adversidad ante el deseo erótico de los hombres.

Llegó el fin de semana. Estábamos a sábado 31 de julio. Hacía ya 16 días del pago del tercio de la deuda. A media mañana decidimos ir de compras para después, tener un almuerzo tranquilo en casa. Era el día de salida de las vacaciones de agosto, pero nosotros aún estaríamos unos días más para después marcharnos.

A eso de las dos de la tarde llegamos a la casa. Abrimos la puerta y nos llevamos una desagradable sorpresa. Nuestros corazones se dispararon y Belén comenzó a lanzar improperios. Teníamos compañía.

- ¿Qué hacéis vosotros aquí? Fuera de mi casa ahora mismo¡¡¡¡
- Tranquila preciosa. – Replicó “El Calvo”. – Mientras no paguéis vuestra deuda, el único en situación de reclamar soy yo.

En nuestra casa estaban a parte de “El Calvo”, Jorge y los muchachos que habíamos suspendido de empleo y sueldo, Richi y Ernesto. Jorge empezó a explicarnos la situación.

- Veréis. El otro día quedé muy satisfecho con vuestra actuación, y habiéndome enterado por estos dos chicos que seguís tratando mal a vuestro personal, he decidido comprar otra parte de la deuda a vuestro acreedor.
- Como era la segunda vez, he vendido algo más barato, hasta el punto de dejar vuestra deuda en un 45% del valor inicial. Como he de añadir los intereses del total, me debéis la mitad de lo que me pedisteis.
- Pero qué dices¡¡¡ – Se levantó Belén malhumorada – Maldito usurero. Me da exactamente lo mismo por cuanto hayas vendido la deuda. No volveré a someterme a vosotros nunca más.
- Es una pena oír eso. Alex y Pilar son unos buenos críos. Por cierto, ¿les gustó la película que fueron a ver ayer al cine?

De nuevo nos dejó desarmados. Sabía que nuestros hijos habían estado en el cine la noche anterior. Se me hizo un nudo en el estómago mientras mi mujer comenzó a llorar y a suplicar piedad al usurero, mostrándole nuestra intención de saldar la deuda mediante un pago en metálico en los próximos días.

- Los tres sabemos que es imposible que podáis hacer frente a corto plazo al pago de la deuda.
- ¿Cómo habéis entrado en nuestra casa?
- Tu querida esposa dejó olvidado el último día el bolso en casa de Jorge. Dentro estaban las llaves. Se me ocurrió hacer una copia por lo que pudiera necesitar y creo que acerté ya que podríamos haberos avisado de nuestra visita, pero seguro que Belén no nos habría recibido tan guapa.

Mi mujer estaba muy atractiva, había ido a la peluquería el día anterior. Antes de salir a realizar la compra me había alegrado que se volviera a poner sexy, ya que después de haber pasado por todo aquello, había tenido unos días en los que no se arreglaba demasiado.

Llevaba un vestido vaquero, de color azul, con botones automáticos de abajo a arriba por delante y amarrado por un cinturón. Le sentaba muy bien, aunque en las circunstancias en las que nos encontrábamos me habría gustado que no fuese tan atractiva.

Belén lloraba desconsoladamente temiendo que volvieran a abusar de ella de la misma manera que la otra vez. Yo estaba muy nervioso y pregunté lo que pretendían de nosotros, siendo Jorge quien respondió.

- En primer lugar hemos venido a comunicaros que Richi y Ernesto dejan de trabajar para vosotros ya que les he ofrecido un empleo en mi empresa.
- Mejor, así nos ahorramos despedirlos. – Dijo Belén con tono altivo intentando manejar la situación, aunque sin dejar de llorar.
- Además, creo que el motivo de sus sanciones es que entraron a ver unas páginas eróticas. Son hombres, son jóvenes. Todos tenemos derecho a nuestro esparcimiento y hoy quiero hacerles un regalo. Supongo que os imagináis lo que es.

“El Calvo”, al igual que la otra vez, comenzó a caminar por la casa como si fuera suya, cotilleando, abriendo y cerrando cajones y puertas de armario hasta que vino con una cara botella de vino de mi propiedad y sacó las copas de vino de una lujosa vajilla que Belén la cuidaba como oro en paño. Lo sirvió, vaciando la botella y trajo otra idéntica que abrió para que fuese oxigenándose.

Jorge sacó de su maletín un book de fotos de Belén, de las que tomaron la otra vez en su casa y se las entregó a los jóvenes y bromeando nos dijo que él era más permisivo con sus empleados y les dejaba ver fotos eróticas, sobre todo si la protagonista era una ex jefa tan guapa como ella.

- Nooooooooo, cabrón – Dijo lanzándose a por las fotos sin conseguirlo. “El Calvo” la agarró y la sentó en una silla.
- ¿Sabes, Belén? Seguro que a mis nuevos empleados les gustaría verte desnuda, al natural.

Tenía la cabeza agachada, apoyada sobre la mesa y su cara tapada. Habíamos vuelto a caer en la trampa de aquellos malnacidos, y de nuevo sería obligada a complacer todos sus caprichos.

- Pero……….. Si podrían ser nuestros hijos. – Respondí intentado salir al quite y evitar una nueva humillación.
- ¿Cuántos años tienes, Belén?
- 37—Respondí yo.
- ¿Y vosotros? – Preguntó de nuevo Jorge.
- 18 él y 19 yo – Contestó Ernesto.
- Mira, entre los dos tienen la misma edad que tú. – Comentó Jorge riendo.

Se produjo un largo silencio que todos aprovecharon para beber.

- Y chicos, ¿qué os parece vuestra exjefa? Podéis ser sinceros ahora qué vais a trabajar para mí y no volveréis a rendirles cuentas.
- Es arrogante, altiva, maleducada y estirada, pero está como un tren y tiene un polvazo. – Contestó firmemente Ernesto.

Jorge nos dijo que saliésemos al jardín. Había una parte en la que daba siempre la sombra por los árboles y las sombrillas, que era donde teníamos situada la mesa y dónde hacíamos la mayor parte de la vida en verano. Una vez allí, mandó a Belén a la parte soleada, donde la tomó la primera fotografía.

 Soy una persona tradicional. Como sabéis, Ángel es el marido de Belén, por lo que le pediremos a él todo lo que deseemos.

La notaba angustiada, pero se mantenía firme. Me pidieron que me acercase a ella y le soltase el cinturón. Lo hice y estiró los brazos.

 Ahora colócate detrás de ella, y ve soltando los automáticos de su vestido.

Me acerqué a su espalda, tocando sus hombros me dirigí hacia cuello. Tiré del primer botón automático, el que cerraba su escote, para posteriormente ir bajando y abriendo los sucesivos, hasta aproximadamente la altura de sus caderas, donde tuve que agacharme hasta dejar abierto su vestido, que dejaba al descubierto parcialmente su ropa interior.

Jorge le ordenó que se diese la vuelta e invitó a los muchachos a retirarle el vestido.

- No hemos traído bañadores, pero nos quedaremos con los bóxers puestos para equilibrarnos con ella.

A la orden de su nuevo jefe, los muchachos y Jorge quedaron también en ropa interior. Belén, expuesta no solo a las miradas de todos los que allí estábamos, sino también al sol, por lo que por ambos motivos sus mofletes se empezaban a enrojecer.

Jorge animó a los muchachos a que contemplaran más de cerca a mi mujer. Los animó a besarla, y acariciarla por encima de su ropa interior, por lo que me tuve que apartar de ella para dejar a los chicos que se colocasen a su lado.

Propuso a los muchachos que situasen a Belén como quisieran para que estuviesen más cómodos con ella. Ernesto incorporó una de las hamacas que teníamos en el jardín, hasta dejar el respaldo en vertical y se sentó en ella. El siguiente paso, fue que mi mujer, se situase encima de él, rozando sus sexos aunque estos estuvieran tapados por la ropa interior.

 Ernesto, ¿Te gustaría verle las tetas a tu, aún jefa?

Ahora lagrimeaba. Yo no llegaba a hacerlo aunque estaba hundido. Estos malnacidos se estaban cobrando la deuda como les parecía. En ese impás, Jorge me ordenó que soltase el broche del sujetador de Belén.

Lo hice y su sostén se aflojó, mientras, Ernesto aprovechó para tomarlo por sus cazos y dejarla en top less. De forma inmediata cubrió sus pechos con las manos. Veía como Ernesto le acariciaba sus muslos e intentaba mover a Belén. Me ponía enfermo.

Empezó a acariciar con sus dedos las manos de mi esposa, para que las retirase, pero Jorge le interrumpió para hacerlo aún más humillante.

- Ernesto, Belén es una mujer casada, y aunque ahora la podamos disfrutar, debemos pedirle al marido que le autorice a enseñarnos las tetitas.

No dije nada. Era demasiado, pero a los pocos segundos en voz baja, “El Calvo”, volvió a pronunciar el nombre de mis hijos, por lo que me acerqué, hablé a mi mujer y volví a alejarme un poco.

- Belén, retira las manos. – Dije con lágrimas en los ojos.

Ernesto, de forma erótica, acarició los dos dedos corazón de mi esposa, y los levantó sin esfuerzo. Con ellos fueron las manos que se situaron sobre sus muslos. Comenzó a sobar sus pechos mientras Belén lanzó un fuerte llanto y empezó a suplicar. Richi se acercó también y empezó a tocar su busto.

- Por favor. Nooooo. Podría ser vuestra madre. No nos hagáis esto, por favor. No sigáis.

Las caricias continuaron. Ni que decir tiene, que las súplicas de mi mujer quedaban calladas por la excitación de los dos jóvenes.

- Chicos, ¿habéis visto qué blancas tiene las tetas? Es una mujer muy pudorosa y jamás se pone en top less en su jardín. Hoy lo hace por vosotros, y en contraprestación creo que le deberíais aplicar un poco de crema protectora, no vaya a ser que se le quemen.

Entre los dos levantaron a Belén para que fuese esta ahora quien se colocase en la tumbona, que dejaron ahora totalmente en posición horizontal. Ella, por su parte, continuaba llorando y obedecía sin voluntad, el manejo que los chicos hacían a partir de las órdenes de Jorge.

Tomaron el protector solar que había sobre la mesa del jardín y vaciaron el bote en sus manos. Empezaron a untarlo sobre ella. Me sentía tremendamente humillado por lo que aquellos críos nos estaban haciendo. Aunque se empleasen sobre su cuerpo, en realidad era el mío, de mi propiedad y más de una vez había despedido a algún empleado sólo porque notaba, o simplemente pensaba que miraba a Belén de forma lujuriosa.

Ni que decir tiene que empezaron y se centraron sobre todo en sus pechos, que fueron masajeados durante varios minutos, que a mí me parecieron horas. Jugaban con sus pezones, pero después, fue ya todo su cuerpo, incluso por encima de su tanga. Al verlo, Jorge ordenó a Belén que se situase de espaldas para que también su espalda, y sobre todo su culo, que también se mostraba blanco, fuesen cubiertos de aceite bronceador.

Después de aquel masaje, toda ella brillaba. Desde la cabeza hasta los pies. Los dos chicos se separaron y “El Calvo” y Jorge se acercaron para verla mejor. Fue entonces cuando el empresario decidió obsequiar a los muchachos con una foto junto a Belén. Me quería morir, sobre todo cuando oí que deseaba que le bajase ligeramente el tanga para que resultase más erótica la imagen.

Estaba sudando. Eso disimulaba en parte mis sollozos. Me acerqué a Belén y bajé ligeramente su tanga, hasta el principio de su incipiente vello púbico. Ella no ocultaba como sus ojos rezumaban.

- Siempre igual de tacaño. – Me recriminó Jorge. – Sé más generoso y bájale un poco más su tanga. Estamos entre amigos.

Obedecí. Lo bajé hasta el inicio de sus labios vaginales. Ella, por su parte mantenía sus piernas totalmente cerradas. A los muchachos se les iban los ojos hacia el recién descubierto sexo de mi mujer.

Ambos chicos se situaron junto a Belén, apoyando sus caras a las de ella y procedió a lanzar varias fotos. Jorge me entregó la cámara y se situó detrás de ella. Me indicó que utilizase el zoom para sacar el cuerpo entero de Belén y a ellos, y que por supuesto, sacase varias instantáneas.

Volvió a pedirme la cámara y me dijo que quería que los chicos quitasen su tanga. Ambos se situaron a los lados de sus caderas y vi como sus manos se acercaban a sus bragas. No quería verlo, por lo que me di la vuelta. Oía reír a todos, sonar la cámara y los quejidos de mi pobre esposa. Unos segundos después, Jorge me entregó su última prenda. Me giré. Estaba totalmente desnuda.

Entre todos, habíamos dejado desnuda a Belén. No tenían prisa a la hora de mantener sexo con ella, pero tampoco paraban un segundo.

De nuevo la levantaron y fue ahora Richi quien se colocó en la tumbona, totalmente desnudo, que la dejaron de nuevo en forma de silla, con el respaldo vertical. Ella se colocó a horcajadas, sobre sus rodillas, pero el muchacho la tomó de su trasero y la atrajo hacia él.

No la quería penetrar, sólo que sus sexos se rozaran y sentir su calor vaginal mientras se frotaba con ella. Agarró su espalda para llevar los pechos a su boca y comenzar a mordisquearlos y jugar con ello. Cabizbajo me dirigí hacia una de las sillas y me senté, agachando mi cabeza. El más joven seguía frotando su sexo con el suyo y en pocos instantes vi que tenía una erección importante.

Ernesto se acercó por detrás y empezó a besarla por el cuello y a tocarla descaradamente, por sus pechos y bajando sus manos por su cintura. Por su parte, Jorge se levantó y entró en la casa. A los pocos instantes salió con un bote de helado que manteníamos en el congelador y que a Belén le encantaba y una cuchara.

- Chicos, veo que estáis muy calientes, por lo que vamos a enfriar un poco esto.

Mostrando el tarro del helado explicó lo que quería. Unos instantes más y Richi se habría corrido.

- Poned de nuevo la tumbona en horizontal y que se sitúe Belén con las piernas abiertas. Quiero que le comáis el coño con una guarnición de helado. Ángel, ya sabes como la debes colocar. Hazlo para que los chicos puedan disfrutar de ella.

Una vez colocada a su antojo, me entregó el helado y me indicó que cubriese los pezones y su coño con él, para que los chicos pudieran saborearlo. Al aplicarlo, noté como Belén se estremecía al contacto con el frío y sus pezones se ponían más erectos.

La miré a los ojos, estaban enrojecidos. Había una expresión de perdón mutuo por todo lo que estábamos obligados a hacer, sobre todo ella y yo a presenciarlo. Por nuestra mala cabeza nos veíamos ahora sometidos por las deudas.

- Vacía el bote, no seas tacaño.

Puse todo el contenido sobre el cuerpo de mi mujer. Enseguida comenzó a chorrear la vainilla y el chocolate por los lados, fruto del calor, por lo que animó a los muchachos a que comenzaran a tomarlo ansiosamente desde su cuerpo.

Los chicos sacaron su lengua y empezaron a tomar la mayor cantidad de helado posible. Se compenetraron rápidamente. Richi por arriba y Ernesto por debajo. Pronto el tronco de Belén empezó a tener un tono marrón y blanco. Los muchachos se centraron en los pechos y en su sexo. Disfrutaron del postre unos quince minutos. Cuando terminaron, estaba totalmente untada en vainilla y chocolate.

Jorge se dirigió a por la manguera que usábamos como ducha en la piscina y me la entregó, a la vez que hablaba a los chicos.

- La habéis dejado perdida. Tendréis que lavarla un poco. Que su marido eche agua sobre ella y vosotros limpiadla con las manos.

Abrí el grifo y eché agua por el cuello de Belén, para que fuese cayendo. Los muchachos no dudaron y empezaron a resfregar sus manos sobre ella, quitando todo el helado. Primero en los pechos y posteriormente en su sexo, metiendo el dedo, intentando que quedase impoluta.

 Hasta ahora hemos jugado un poco. Un strep tease, unas fotos de recuerdo, un poco de helado. Todo muy erótico, pero sin chica. Ahora habrá sexo.

Los dos chicos ya estaban desnudos y Jorge se añadió. Belén, al verlos volvió a implorar. Yo también les supliqué que parasen en ese momento, pero como siempre, sus oídos permanecían sordos.

Ordenó a sus dos colaboradores colocarse uno a cada lado. Mandó a mi mujer situarse de rodillas y le indicó que con las manos masajease el pene de los dos muchachos.

 Por favor¡¡¡¡¡¡ Es mi casa. No me hagáis eso.

Cayó al suelo y su llanto ahora era desconsolado. Me acerqué a ella y la abracé. Se agarró a mi y me suplicó que impidiera aquello. Me puse yo también a gimotear por mi impotencia. No podía hacer nada por ella, sólo estar a su lado y sufrir igual que lo estaba haciendo ella.

Jorge me indicó que me pusiera detrás de ella y la ayudase a colocarse de rodillas. Lo hizo y la cabeza se situó en frente del miembro de nuestro acreedor. Con una seña me dijo que empujase su nuca, y dirigiese el miembro hacia su boca. Con otro gesto, me dijo que acercase sus manos hacia los miembros de los dos muchachos y por último, con la voz, me pidió que me arrodillase también y le tocase las tetas para excitarse mientras le hacía la felación.

Fue el primero en correrse. Sacó su miembro para hacerlo sobre su cara. Sin darle oportunidad de limpiarse, Ernesto tomó su turno, y me pidió también que siguiese masajeando sus pechos. Cerraba mis ojos, amaba a mi mujer y le susurré que la quería, algo esperpéntico teniendo en cuenta que estaba haciendo una felación a otro hombre.

Ernesto se corrió, sólo que cuando llegó el momento no sacó su miembro y eyaculó dentro de su boca, lo que le provocó una fuerte arcada que a punto estuvo de hacerla vomitar.

Los dos hombres que habían terminado se acercaron a la mesa y bebieron más vino, mientras Richi, aunque era el más tímido, ya se había envalentonado y me pidió que siguiese acariciando a mi mujer mientras hacía el último trabajo con la boca.

Se resistía a correrse y volvió a situar la tumbona con el respaldo colocado. Pidió a Belén que se situase encima, igual que antes, con sus sexos rozándose, pero sin correrse. Vi como la movía. Su sexo estaba situado encima de su pene, lo masajeaba. Sabía lo que estaba sintiendo. Jugaba a veces así con ella. Su vello púbico pinchándole y sintiendo el calor de su vagina. Su leche manchó a ambos por igual.

Cuando terminó me acerqué con la toalla y la limpié. Al verme empezó de nuevo a sollozar.

Sin darle apenas tiempo, Jorge la tomó de la mano y se dirigió con ella a la piscina, lanzándola de sopetón. Después fue él, quien se tiró al agua, y por último, invitó a los muchachos a que le acompañasen.

Belén comenzó a nadar. Los tres hombres comenzaron a perseguirla. Sin dificultad la rodearon. Su pelo estaba mojado. Intentó empujarlos, pero la tomaron por los brazos. Por los movimientos, observé que intentaba darles patadas, por lo que uno de los muchachos la agarró los pies.

Sus manos iban a sus pechos, a su sexo. Ella empezó a insultarlos y a escupirlos. Había perdido los nervios. Si en ese momento hubiera dispuesto de un arma, la habría utilizado contra ellos. Para calmarla la introdujeron la cabeza durante un par de segundos en el agua. Ella no se calmó. Repitieron la situación dos veces más, la última se me hizo interminable. Temí que la fueran a ahogar e intenté lanzarme al agua, pero “El Calvo” me detuvo, tranquilizándome y diciéndome que su vida no corría peligro.

Belén comenzó a toser y después quedó inerte. Notaba que respiraba. Vi como la tenían sujeta entre los tres. Ahora ya estaba vencida, no se resistía ya a sus tocamientos. La tenían casi por encima del agua. Ernesto le tocaba los pechos. Veía como la mano de Richi estaba en su sexo, metiendo un dedo entraba y salía, mientras que Jorge, la sujetaba con otro de sus dedos, introducido en su ano.

Se fueron turnando. Ernesto comenzó a tocarle el coño, Jorge la sujetaba por los pezones, mientras que el ano era propiedad de Richi. Estuvieron sobándola. Mi mujer no se movía. Se dejaba hacer esperando que terminasen. Cuando se cansaron, los tres la empujaron hacia fuera, donde yo la ayudé a salir, le puse su albornoz y la llevé a una silla.

Estaba abatida. Ahora sus lágrimas rodaban en silencio. Les pedí por favor que se marcharan, pero sólo conseguí arrancar unas risas burlonas de Jorge, que se acercó a ella y le dio un beso en la mejilla que rechazó.

 Ángel. Nos queda follarnos a tu mujer, darla por el culo……….. ¿Lo sabías, verdad?

Estaba en un punto en el que sólo quería que Belén no sufriera más. Mis celos, mis humillaciones quedaban ocultas por lo que estaba sufriendo mi esposa. Por ello fui yo quien les supliqué llorando que la dejaran en paz, que se quedaran con todo, con la casa, la fábrica, pero no había posibilidad de negociar. Me dirigí también a “El Calvo”, pero se limitó a decir que esta parte de deuda ya no era suya.

 Ángel. Vamos a vuestro dormitorio. Belén se merece hacerlo en el lugar más íntimo de la casa.

Ella no decía nada. Fui yo quien les pedí no ir allí. Muchas cosas vinieron a mi cabeza. Había sido el lugar donde tantas veces habíamos hecho el amor.. Donde habían sido engendrados mis hijos. Estaba a punto de volverme loco.

No había manera de convencerlos, hasta tuvo que intervenir “El Calvo” que volvió a pronunciar el nombre de nuestros hijos. Abracé a Belén y comenzamos a llorar los dos. Notaba su pelo aún mojado por su desventura en la piscina. La besé en su mejilla y noté como nuestros dos acreedores nos tomaron del brazo y los dirigí al dormitorio.

Me sentía raro. Más allá de las humillaciones, el tener a cuatro personas más en nuestro cuarto era algo inaudito. Jorge me indicó que volviera a desnudar a Belén, que continuaba con su albornoz.

Con gesto serio, se dio la vuelta, quedando mirando al cabecero de la cama, y soltó el cinturón que lo cerraba. Fui yo quien se lo retiré por detrás. De manera instintiva, se tumbó boca abajo en la cama, dejando su frente apoyada en la almohada. No quería ver nada, ni a ninguno de los que allí estaban.

Los jóvenes junto a Jorge se sentaron al lado de mi esposa, dejándola rodeada en la cama. Comenzaron de nuevo a hacer comentarios obscenos sobre su culito y me pidió que les sacase más fotografías para tenerlas como recuerdo.

Además, no paraban de tocarlo, acercando sus manos y dedos a la raja trasera, abrían sus cachetes, tocaban su ano, le daban pequeños azotes, que a veces llegaban a ser más fuertes, terminando por dejar sus nalgas enrojecidas.

Cuando se cansaron, me pidieron que la diera la vuelta. Aunque la tomé por los hombros fue ella quien lo hizo despacio, sin ganas, hasta colocar su parte delantera a la vista de los hombres, que la contemplaban una vez más boquiabiertos.

Belén, completamente desnuda, volvió a posar con sus tres abusadores juntos primero, y después, uno a uno, pero con todos ellos. Todos la abrazaban, besaban y tocaban, mientras que yo era el encargado de sacar las fotografías.

Jorge, como siempre, era quien llevaba la iniciativa. Su siguiente paso fue decirles a sus dos colaboradores que deseaba sodomizar a Belén, pero que quería que los dos colaborasen. La forma sería, que a la vez, Ernesto la follaría mientras que Richi se la metería en la boca.

- No, por favor. No me hagáis hacer esas cosas. Por favor, aquí al menos no.
- Dejadla en paz. ¿No habéis tenido suficiente ya?
- Utilizo lo que he pagado

Sólo esa contestación. No daban alternativa a otra cosa. Supongo que ver el cuerpo de Belén desnudo, entregado, disponible para todos ellos era algo que les excitaba.

- Ángel, de nuevo, como el otro día, vamos a necesitar de tu ayuda para que podamos montar a tu mujer.

Sus palabras me taladraban el estómago y la cabeza. Iba a volver a ayudarlos a estar con ella.

- Ernesto se tumbará en vuestra cama y ella se situará encima. Cuando tenga la polla en la entrada de su coño, le darás el empujoncito. Después, le separarás las nalgas para que yo se la meta por el culo y por último dirigirás su cabeza a la polla de mi amigo Richi. Cuando todo esté en su sitio, es decir, cuando todos los orificios de tu mujer estén tapados por nuestras pollas, tomarás la cámara y empezarás a sacar fotos desde distintos ángulos, para que se nos vea a nosotros y sobre todo a ella.

Belén se incorporó y se situó en el lateral de la cama. Ernesto se tumbó. El siguiente paso fue que ella colocase las rodillas rodeando sus caderas. Vi como agarraba su miembro y lo llevaba a la vagina de mi esposa. Me situé detrás y la empujé quedando el miembro introducido totalmente en su sexo.

Me separé un poco. Veía perfectamente el pene introducido en la vagina de Belén. Me quería morir, pero aún vendría más. Jorge se colocó de rodillas en la cama, y comenzó a pasear su pene por la raja del culo. Me hizo una señal con la mano para que separase sus cachetes.

Hice lo que ordenó. Dejé su ano a la vista, totalmente expuesto a la invasión de Jorge. Al hacerlo, vi un gesto de dolor en el rostro de mi esposa, pero aguantó estoicamente.

Richi se situó junto a la cabeza de Ernesto, también de rodillas, a un lado de la cama y llevó su miembro cerca de la cara de Belén. Fui yo quien llevó sus labios hacia él.

Al unísono empezaron a moverse. Jorge me indicó que tomase la cámara y como un autómata empecé a dispararla.

Los tres se movían rítmicamente. Mi mujer estaba aprisionada, como un bocadillo. Los movimientos de Jorge eran los más rápidos. Richi, además, tomaba sus pechos con fuerza y los estrujaba a su antojo.

Jorge mostró su excitación siendo el primero en terminar la carrera. No podía ver a Ernesto, pero tenía su miembro totalmente metido, por eso, cuando noté que se corría, lejos de sacarlo, lo mantuvo dentro, hasta vaciarse totalmente dentro de ella.

Tuvo que esperar hasta que terminó su compañero, que volvía a disfrutar de la boca de Belén. Le costaba correrse. Por eso pidió a su compañero que se apartase y le permitiese darse la vuelta.

Tomó su coño, el que había utilizado antes el otro administrativo para follarse sin remilgos a mi mujer. Se notaba su agilidad, un chico joven disfrutando a placer de una atractiva mujer veinte años mayor que él, pero que evidentemente le ponía mucho.

Quiso dejar constancia de su triunfo, saliendo justo en el momento que el semen salía, depositándolo en el estilizado felpudo de Belén.

Caí rendido, como si yo mismo hubiera participado en la orgía. Sabía que todo había terminado, y aunque avergonzado, me sentía aliviado por no tener que seguir soportando todas aquellas humillaciones.

- He pagado dos veces por estar con tu mujer y he quedado muy satisfecho. ¿Sabes? Ya no os guardo ningún rencor. Habéis pagado sobradamente por las humillaciones a las que nos sometisteis.
- A mí, sin embargo, me seguís debiendo una cantidad importante, -- Aclaró “El Calvo”

Todos se marcharon de nuestra casa. Sorprendentemente, a partir de ese día, el trabajo volvió a empezar a crecer en la fábrica. En gran parte, era obra de Jorge, que inesperadamente nos estaba ayudando.

En un par de semanas, pudimos pagar la deuda. Lo sorprendente fue que antes de terminar el mes de agosto, volví a recibir una llamada de “El Calvo”, esta vez no para cobrarme, sino para proponerme algo, pero eso forma parte de otro relato.

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