sábado, 28 de enero de 2012

ESTHER (capitulo 11)

El verano estaba mediado y hacia casi tres meses que Esther y yo vivíamos juntos. Si unos meses antes, me hubieran dicho que no iba a mirar a las mujeres me hubiera echado a reír, pero la realidad es que estaba ocurriendo. Esther me tenia totalmente saturado de sexo y para mi no había mas mujer, incluso no comprendía como había podido vivir sin ella.
Lo cierto es que como sabia que no había viajado mucho y se aproximaba la fecha fijada para el divorcio, para distraerla pensé en llevarla a una de las ciudades mas alucinantes que conozco, Marrakech, aunque primeros de agosto no es el mes mas recomendable.
El hotel La Mamounia es uno de los mejores hoteles de África y donde se hospedan las estrellonas de Hollywood, pero a mi no me gusta, me parece demasiado “excesivo”. Cuando viajo a Marrakech siempre me hospedo en el mismo hotel, “El Jardín de la Koutoubia” que esta en la medina, a escasos cien metros de la plaza Djemaa el Fna, que es Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
Desde la suite del ático se ve la plaza y la humareda de las cocinas de los restaurante al aire libre. El alminar de la Koutoubia se muestra en todo su esplendor medieval y cuando el muecín llama a la oración parece que esta a tu lado en la habitación. Cuando las cuatro mezquitas de la plaza coinciden en la llamada se crea un ambiente emocionante que acrecienta la fuerza visual y étnica de la plaza.
Nada mas llegar al hotel y subir a la suite, Esther se encerró con las maletas en el vestidor y no me dejo pasar. Cuando tres cuartos de hora después salio, me quede sin respiración. Llevaba un vestido de bailarina de la danza del vientre, un sujetador de pedrería con un cinturón a juego de donde salían las finas gasas que conformaba la falda y nada en los pies. Puso la música, me sentó en el sillón y se puso a bailar. Estaba sorprendido, lo hacia muy bien y mientras agitaba sus caderas por toda la habitación, yo la seguía con la mirada hipnotizado. Luego me entere que unos días antes de salir de Madrid, una monitora del gimnasio la estuvo enseñando lo básico. Cuando termino la música la dije que siguiera, que quería mas. Ella me seducía con sus gestos, me incitaba con su baile y cuando comenzó la tercera canción se acerco a mi meneando sus caderas y con movimientos felinos de arrodillo entre mis piernas. Con sus manos reposando sobre los brazos del sillón estuvo un rato largo restregando su boca por mi bragueta.
– Mi amor, como sigas así, mi polla va a salir disparada como el Arian 5 y vas a tener que ir a buscarla a la plaza.
– Eso no lo voy a permitir, esta no se escapa, es mía –respondió soltando una carcajada y sacándomela, se la metió en la boca.
Cuando me la chupa, jamás se ayuda con las manos, sabe que no me gusta, pero si me acaricia los huevos. Estaba tan excitado que la cosa fue rápida y me corrí en su boca. Mientras se separaba, se lamia los labios mientras con la mano se tocaba la vagina.
– Por favor cariño, sigue bailando y te vas quitando la ropa.
Puso mas música y comenzó con el baile. Se fue quitando las gasas de la falda mientras meneaba febrilmente sus eléctricas caderas al son de la percusión. Se quito el sujetador y por ultimo fue soltando el cinturón. Cuando se quedo desnuda, siguió bailando mientras yo me desnudaba. Me acerque, la cogí en brazos, la saque a la terraza y la tumbe sobre una de las tumbonas de mimbre negro. La bese mientras mis manos recorrían todos sus rincones bajo el implacable sol marroquí. Me puse sobre ella y la penetre, –es la posición que mas la gusta– arrancándola de inmediato gemidos de placer. Mientras la follaba, notaba su cuerpecito retorcerse bajo el mío. Tubo un orgasmo rápido y un par de minutos después, y casi sincronizada conmigo tuvo otro mucho mas intenso que la dejo momentáneamente agarrotada mientras me clavaba sus uñas en la espalda.
Cuando nos levantamos me mire la espalda porque me dolía. No me extraña, me había hecho sangre, nunca había llegado a tanto. Esther se horrorizo y fue a por una toalla para limpiarme entre lágrimas.
– Lo siento, lo siento, lo siento …
– Tranquila, no pasa nada –la consolé con cariño– pero una de dos, o te corto las uñas como a Spock o te pongo otra vez los guantes de boxeo.
Me miro riéndose sin querer reír. Nos duchamos y salimos hacia la plaza para cenar. Había reservado en el restaurante Le Marrakchi, que tiene un mirador sobre la plaza espectacular. Es uno de los mejores de Marruecos y uno de los pocos que sirven alcohol. Desde sus ventanales, Esther miraba fascinada y a salvo, el bullicio de la plaza. Su transito por ella a sido apoteósico, sobre todo cuando el primer encantador de serpientes a intentado ponerla una sobre los hombros. A dado tal salto y tal grito que hasta el encantador y la serpiente se han asustado. No paraba de chillar cada vez que oía los “punji” de los encantadores. Yo me partía de risa y cuando llegamos a la puerta del restaurante me miraba con cara de cabreo mientras pensaba– lo sabias y no me has dicho nada.
Cuando terminamos de cenar salimos a la plaza y nos dirigimos a uno de los zocos mas largos y agobiantes de la medina. Y Esther se agobio, no entendía que aquí la cuestión comercial funciona de otra manera, la competencia es terrible y la lucha por el cliente-turista es feroz. Habíamos recorrido veinte metros y la habían metido en seis tiendas enseñándola cientos de artículos que no quería, por no decir miles.
– ¡Jo, yo quiero ver las tiendas pero es que no te dejan! –me decía cuando regresabamos al hotel después de escapar del zoco.
– Mira mi amor, es cuestión de tener tranquilidad, ser amable y solo entrar en las tiendas que te interesan de verdad.
– Pero pierden muchos clientes …
– Si, pero ellos no lo entiendes así, de todas maneras en los zocos de otras ciudades menos turísticas el ambiente es menos agobiante. Un día de estos no vamos a Essaouira, la antigua Mogador, un ciudad pesquera donde se rodó “El Reino de los Cielos” y tiene un zoco bastante civilizado.
– Es que me gustaría comprarme un vestido marroquí, pero es que no se …
– Mañana vamos a ir a una tienda que conozco que no es de turistas, es para marroquíes y tienen ropa de calidad.
– También me gustaría hacerme un tatuaje de jena, –me dijo cambiando de tema– ¿qué opinas?
– Si tu quieres a mi me parece bien, ¿dónde te lo quieres hacer?
– Me gustaría tatuarme los pies y las manos, se lo he visto a una de las camareras del hotel y me gusta.
A la mañana fuimos a la tienda de ropa y entramos en el zoco Smarine con Esther casi abrazada a mi brazo, mientras yo repetía con amabilidad y paciencia, a los comerciantes que se aproximaban “la shukran”, –no, gracias– o “ana asif” –lo siento– Entramos en la tienda, que es familiar, y en ingles nos entendimos con ellos. Esther quería una chilaba y la explicaron que es mas una prenda de hombre pero que podían enseñarla alguna versión para mujer. Se probó varias y cuando se decidió les dije que nos enseñaran algún caftán de gala para ir al casino de la Mamounia. Mientras se probaba los modelos que la sacaban, nos invitaron a tomar te como es costumbre. Cuando al fin eligió uno, se lo tuvieron que adaptar a su talla y en un par de horas lo entregaron en el hotel. Mientras tanto nos fuimos al zoco de las joyas, la Grand Bijouterie, cercano al Palacio de la Báhia, de donde no salimos con las manos vacías, brazaletes, collares y pendientes de oro, con una orfebrería simple y todo al peso. De regreso al hotel pasamos por la plaza para hacerse los tatus, y fue complicado, porque las tatuadoras y los encantadores de serpientes están en la misma zona. Pero al final lo conseguimos.
Un par de noches después fuimos al casino de la Mamounia. Esther estaba preciosa con su captan de seda verde y oro y sus pies y manos tatuados, incluso puedo asegurar, y no me mueve la pasión, que eclipso a una conocida y tatuada actriz norteamericana asidua de este hotel. Yo con chaqueta y corbata como es preceptivo. Inmediatamente la ruleta la entro por el ojo y no jugo a otra cosa. Al principio ponía fichas de una en una, hasta que la indique que era mejor acumular fichas y números y desde luego arriesgar. Y se nos dio bien, tuvimos mucha suerte, no perdimos mucho.
La rutina en Marrakech es sencilla, desayuno, visitas turísticas, comer en el hotel, piscina y al final de la tarde, plaza, cena y zocos. Una tarde, bajamos al spa del hotel y nos metimos una hora en el hammam. Con discreción di una buena propina a las dos empleadas que controlaban los hammam y las saunas para que durante esa hora no nos molestara nadie. Nada mas cerrar la puerta la quite el bikini y con mi mano siempre en su maravillosos trasero la bese con el deseo disparado y acalorado. Pasado un rato se arrodillo, me quito el bañador y se introdujo mi pene en la boca. Nuestros cuerpos chorreaban sudor por el intenso calor del hammam. La tumbe en el suelo, al lado de la pila de agua fría y la penetre. Los gemidos de Esther se debieron oír en todo el hotel, pero me dio igual. Cuando percibía que ella llegaba a un orgasmo, cogía el cubo de agua fría y cuando explotaba se lo echaba de golpe encima. Sus gemidos eran tremendos y así estuvimos todo el resto del tiempo, hasta que al final, saliéndome de ella, me corrí entre sus tetitas. Cuando salimos del hammam, la sonrisa divertida de las dos empleadas me confirmo que incluso nos debieron oír en la plaza.
– ¿Tu crees que nos han oído, se ríen?
– Seguro que no mi amor, –la respondí con humor– se ríen de tus coloretes, pareces Heidi.
– Anda mi señor, no seas bobo, –me dijo riendo ella también mientras me miraba de reojo.
Fuera de Marrakech, visitamos como ya he dicho Essaouira y otro día atravesamos el Atlas por la carretera que llaman “la serpiente” y fuimos a visitar las kasbas de Ouarzazate y de Ait Ben Haddou, que son patrimonio de la Humanidad. Las kasbas la encantaron, pero la carretera no, de regreso paramos en lo alto del puerto para que la diera el aire y compramos geodas que son típicas de la zona, pero se mareo terriblemente y llego mala a Marrakech. Una experiencia “inolvidable” es recorrer los cien kilómetros de “la serpiente” con un conductor marroquí. Llamamos al medico del hotel que no le dio importancia, la dio una pastilla suave para dormir y a la mañana siguiente estaba como una flor.
La ultima noche, cuando regresamos al hotel después de cenar, nada mas entrar en la suite la quite la ropa y la saque a la terraza. Con la cuerda que metí en la maleta la ate las manos por delante y pase la cuerda por encima del emparrado que había a un lado de la terraza. Tire de ella y la deje colgando, después la ate cuerdas a sus tobillos, separe sus piernas todo lo posible y las ate a los laterales del emparrado. Mientras la besaba mis dedos recorrían su vagina totalmente abierta. Insistí en las caricias hasta note los síntomas inequívocos de que se iba a correr. Pare y mis manos se dedicaron a masajear sus nalgas para pasado un tiempo volver a explorar su vagina. Esta operación la repetí varias veces hasta que colocando mi boca debajo de su vagina la chupe hasta que de corrió y sus jugos inundaron mi boca. Después me incorpore, la penetre y la follé hasta que me corrí. Cuando me separe de ella, me agache para ver como mi semen resbalaba por el interior de sus muslos. Volví a explorar su vagina mientras con la otra mano la metía un par de dedos por el culo. Gozaba como una perra, intentaba retorcerse de placer pero así colgada era difícil. Después de un rato largo me sitúe detrás de ella y la penetre por el ano. Por suerte para ella tarde en correrme, mientras ocurría tubo tres o cuatro orgasmos mas mientras la estimulaba el clítoris con mis dedos. Que inmenso placer sentía cuando notaba como su ano se contraía y aprisionaba mi pene cada vez que tenia un orgasmo. Mientras mi polla perdía volumen en su interior, la sujetaba por las tetas mientras la mordía en cogote poniéndola la carne de gallina.
Cuando llegamos a la T-4, desde el primer momento tuve una sensación rara, algo que me producía intranquilidad. Me sentía observado. Desde el mismo aeropuerto y mientras esperábamos las maletas, que en esta terminal tan moderna es mejor sentarse, llame a Isabel, mi espía fotógrafa favorita y la dije lo que pasaba.
– No te preocupes, estoy cerca del aeropuerto, ya voy para allá.
Cuando salimos por la puerta de llegadas no la vi en las inmediaciones, pero sabia que estaba. Cogimos un taxi para que nos llevara a casa, cuando descargábamos la maletas en la puerta, vimos un pequeño tumulto que casi paso desapercibido en la esquina con la plaza de Santo Domingo a escasos veinte metros de nosotros. Fue cosa de pocos segundo, pero cuando todo se calmo, vi a Isabel que me miraba y me hacia el gesto característico de que me llamaría por teléfono. Esther me miro con cara de susto y quiso decir algo pero no la deje. La mire, me lleve un dedo a los labios y despedí al taxista que también estaba muy interesado en los sucesos.
– ¿Eduardo, qué es lo que ha pasado ahí abajo? – se notaba que estaba al borde de un ataque de nervios, ni mi señor, ni siquiera Edu.
Quise atraerla hacia mi pero no me dejo, estaba muy asustada imaginándose cincuenta mil historias. Al final conseguí que se sentara conmigo en el sofá.
– Cuando hemos llegado a Madrid he notado que nos observaban, he llamado a Isabel que es la mujer que has visto abajo para que mirara lo que pasaba. Es detective privado y trabaja para mi y para ti.
– ¿Para mi, pero si yo …?
– Su gente tiene controlado a Moncho desde que salio de tu casa. Se en todo momento donde esta y lo que hace. No podemos fiarnos, recuerda que cuando hablé con el saco una pistola. A partir de ahora, Isabel y su gente nos protegerá. De ella es el teléfono que te di el día que hable con tu marido.
– ¿Pero no podemos estar así toda la vida …? –me dijo comenzando a llorar.
– No, no, no, no lo vamos a estar, mírame, ¿confías en mi? – la pregunte cogiéndola por los hombros y mirándola a los ojos. Ella me miro y asintió con la cabeza – te prometo que lo solucionare, lo tengo casi todo planeado pero tardare unos meses. Mientras tanto haz tu vida normal y no te preocupes de nada, Isabel y yo te cuidaremos.
Durante unos instantes seguí mirándola y finalmente la abrace acariciándola la espalda.
– Sobre todo Isabel, la gustas, es lesbiana y me lo ha dicho, – la dije riendo mientras Esther, separándose un poco de mi, me miro con ojos como platos.

miércoles, 25 de enero de 2012

Historia de un hombre sin muchos escrupulos

Historia de un hombre sin muchos escrúpulos.
El otro punto de vista de: ASI ES LA VIDA 1. (Ante arca abierta, hasta el justo peca).

La naturaleza me hizo así. Concupiscente, libidinoso, lujurioso, lascivo, lubrico y sensual, pero, no bello, soy interesante e inteligente. Me cuesta dar el primer paso, por estar siempre cuidando mi orgullo. Si una mujer me gusta más de lo normal, mi ingenio se despliega a todo trapo. Mi método es madurar la fruta a su propio ritmo, sin disparar antes de estar seguro de no errar. Soy muy paciente, a veces demasiado.

Desde niño soy un adepto de la carne femenina. Los recuerdos que guardo de mis maestras y condiscípulas solo son de naturaleza sexual. Sé que si los relojes del amor suenan al mismo tiempo, sea quien sea ella, hay sexo seguro; no apreciar esta regla es hacer que muchas oportunidades se vayan por el sumidero. Me gusta la cacería difícil, es la “caza mayor”. Toda mujer tiene, algo bello, encontrarlo es mi pasión. Ese soy yo, y si no me presento no me entenderían lo que voy a contar.

Mi problema en este caso, es que la citadina me gustaba demasiado. Su presencia me enceguecía haciéndome perder el desapasionamiento requerido para montarle un veladero. Había llegado tiempo atrás, cargada de maletas y con un marido confiado que no recelaba de las muchas pasiones que una joya como la que el poseía, obligatoriamente levantaría en esa pequeña ciudad donde ninguno estaba acostumbrado a que esa hermosura, elegancia, cortesía y graciosidad se encontraran reunidas en una sola beldad al alcance de los sentidos todos los días.

Todos se pusieron a disposición de los nuevos habitantes, los halagaban, festejaban y sobre todo con ella, se mostraban solícitos y serviciales. Opte por retirarme de la vista y me fui a mi finca a esperar que pasara la novedad. Me disponía a una cacería que preveía larga, ardua y momentáneamente sin ningún fruto a la vista, más que el propio placer de cazar ese valioso ejemplar y agregarlo a mi colección. La pieza valía el precio, y fuera el que fuera, estaba dispuesto a pagarlo.

Ahora, visitaba casi a diario la ciudad, eso extrañaba a mis amigos, pero nada preguntaban. Oía, veía y me enteraba de las actividades, actitudes y costumbres de la catira y su marido, sin proponerme investigarles, pues, ellos eran el tema de conversación de moda. El esposo viajaba por asuntos de trabajo lejos y por periodos largos. Ella buenamoza y solitaria se aburría y yo esperaría mi momento y observaría.

La catira se notaba en algunos momentos más desasosegada, salía de casa sola, iba a una tasca cercana, tomaba algunos tragos y regresaba temprano. Nunca tuvo una actitud inconveniente, por el contrario cosechaba simpatías por su proceder liberal. A mi cada día me gustaban mas sus formas llenitas, sus pantalones ajustados que rebelaban unas nalgas impresionantes que eran un primor, sus hermosas y pomposas piernas causaban en mí una angustia especial, pues sabía que entre ellas estaba la fruta que imaginaba perfumada con su acento personal.

Necesitaba acercármele, conocerla y hablarle, en ese orden. El dios de los libertinos me socorrió. Conocí a través de un amigo al hombre que se prestó a favorecerme, había sido su compañero de estudios y por congraciarse con su jefe a la vez que conmigo, acepto hacer la presentación en el momento adecuado. Por otra parte, nunca deje traslucir mi malicioso propósito. El solo me daría la oportunidad de conocer a mi admirada.

La bella catira de mis sueños, entro en el local donde yo la acechaba, hacia días que asistía solo a esa cita imprevisible. Le sirvieron un trago. Se veía nerviosa, pero más bella por el acaloramiento que manifestaba su piel levemente humedecida por el roció de sus poros. Su blanca ropa era traslucida para mis ojos sedientos. Su mirada se poso en mi someramente, su intranquilidad cedía, se relajaba y miraba alrededor observándolo todo.
En ella todo era sensual y comestible. Cada uno de sus ademanes era apasionado. Me excitaba pensar en ella. No la miraba, pues sabía que mi expresión me traicionaría. Todo mi deseo se reflejaría en mi faz. Pedí otro trago y otro. La mire solapadamente, y entreví sus pechos a través del escote de la camisa como naranjas dulces y jugosas. Se levanto para ir al baño, la contemple sin tapujos ni reservas. Aproveche para llamar a Andrés, quien se haría pasar por mi hermano.

Su sorpresa al ver a mi “hermano” la desconcertó, le alegro y la despojo de toda defensa ante mí. Se veía contenta. Bebimos bastante, yo por ahogar mí desenfrenado corazón y ella por ser feliz. Un inconveniente de última hora, realmente no fingido por él, nos separo de mi hermano quien se despidió molesto de nuestra compañía. El licor nos puso livianamente habladores, desinhibidos, como viejos amigos. Acepto que la llevara a .su casa. Por el camino, me atreví a dar un paso en falso, que me ha podido costar su intimidación final que la hubiera apartado de mí: la invite a observar la puesta de sol desde un sitio privilegiado en la orilla del rio. Contra todo pronóstico, acepto. El corazón se me iba a salir y mi aparato registro un caudal de sensaciones que me obligaron a disimularlo.

Al estar tan excitado, había perdido el sentido de la orientación, debía espabilarme para no cometer errores que me costaran una perdida irremediable. Saque una botella de licor y bebimos en un vasito, el whisky puro nos volvió a liberar de tensiones propias de esos momentos de dudas y resquemores.
Llegamos y nos sentamos a ver el paisaje, la monotonía de la situación creí que me alejaría de un triunfo que veía ya cerca. Ella me tomo de la mano. Seguimos bebiendo en silencio. La tome entre mis brazos y la bese con terror de espantarla. Me respondió: había ganado. Pose su espalda sobre mi pecho con miedo de que sintiera mi vara apoyada en su espalda. La bese.

Me deje llevar por el furor de complacerla que sentía. Sus senos calientes me transmitieron una oleada de calor morboso, sentía sus pezones erguidos entre mis dedos, mientras mi boca corría de su boca a su oído. Sentía sus estremecimientos, quería que sintiera más para que nunca me olvidara. Baje mi mano hasta su caliente y húmeda raja que me recibió con un suspiro que salió por los labios de su hermosa dueña. Sus piernas se abrieron para recibir mis dedos en su voluptuoso interior, oía sus llamados de placer, su lengua recorría mi cara, su clítoris duro y suave a la vez, pulso con su placer la explosión de jugos que bañaron mis dedos y anunciaron mi triunfo sobre su naturaleza sensual. Sus pezones también respondían con ardor y todo su cuerpo se entrego a su orgasmo temblando y vibrando. Sus suspiros se fueron calmando. Se calmo. Me miro y volvió a besarme.

Se levanto y sonriente, me condujo a la cabina de mi vehículo. Allí se acostó sobre sus pechos y dejo sus suaves y tersas nalgas a mi disposición. Su raja caliente era un volcán de deseo. Estaba obscuro ya. Mis dedos recorrieron todo su contorno, sentí su calor que me llegaba como el rescoldo de un fogón. Abrí lo mas que pude su nido. Introduje mi cabeza con cuidado en su gruta, sentí sus jugos fluyendo facilitando la entrada, su vulva era cerradita. Entre por completo, pero me sabia tan excitado que debía tener cuidado de no venirme a la primera, lo estaba disfrutando, parecía que estuviera dentro de un guante, ella comenzó a moverse con desenfreno, un segundo orgasmo la atacaba, yo sentía que ya no podía contenerme más. Hice un esfuerzo, apreté sus caderas para contener su movimiento, pero ya eran los gritos anunciadores del sacrificio supremo que la alcanzaba, lo enterré profundamente y seguí moviendo mi pelvis. Me alcanzo a mi también el transito final, deje salir un largo gruñido que se unió a los suyos, y nuestros jugos se unieron a nuestros espasmos, alaridos y deseo de seguir así para siempre.

Todo había concluido.
Como siempre me pasa, acabado el acto, el deseo cesa y la emoción se extingue. Ahora, mi bella catira lubrica, solo era un pasajero para el viaje de retorno.

Se bajo en su casa, sin sospechar que era observada por mil ojos. Por ello, cuando trato despedirse con cariño la rechace con amargura en mi alma. Había que guardar ciertas apariencias. No tanto por ella, sino por el marido, que quizás buscara vengarse, que era lo que yo hubiera hecho.
Después seguimos la historia. Historia, dije.


Este caballero, continuara otro día la narración de su epopeya. He dicho.

La vida es asi 1, camaron que se duerme...

Yo creo que no fue que se lo propuso conscientemente, sino, que capto al vuelo con su instinto de persona experimentada y observadora que yo pasaba por un momento de debilidad del que podría sacar partido.

Lo supo en cuanto me vio entrar a la pequeña tasca, donde lo halle sentado ante un trago con aire ausente. Ya sabía que mi presencia no pasaría desapercibida, pues no era costumbre de las mujeres de ese pueblo de ganaderos asistir sin compañía a sitios como ese. Yo en cambio provenía de una gran ciudad en donde las mujeres vivían sin tanta limitación.
Pedí un trago y aparte la sensación de desvalimiento que me atenazaba la consciencia. Me sentía lejos de todo lo conocido, entre extraños de costumbres ajenas a las mías. Temporalmente estaba radicada en este lugar, acompañaba a mi marido en asuntos de trabajo, pero por la naturaleza de este, pasaba largos periodos en el campo. Ahora ya tenía dos semanas fuera, me sentía triste y salí a caminar para despejarme, entretenerme. Vi la tasca y entre para escapar del calor.

Me miro de reojo, como si no le interesara demasiado, como si no le llamara la atención especialmente mi presencia. Los primeros sorbos de mi trago, la música agradable y el ambiente sosegado me sacaron de mi ensimismamiento. Me distendí y me puse a observarlo todo.
Mientras yo observaba, me sabía observada por él, como la serpiente vigila al animalito que esta fuera de su alcance pero al que se acerca sigilosamente. No me importaba, no buscaba seductor, buscaba paz para mi espíritu. Mientras servían el siguiente trago decidí ir a refrescarme a la toilette, resolví seguir un camino alejado de su mesa para no verme obligada a responder a su saludo y evitar una potencial confraternización. Quería seguir en silencio sin hablar con nadie.

De acuerdo a la opinión de mis amigas y amigos, ya desde la época del colegio me lo decían, yo soy muy sensual sin proponérmelo: camino, como, miro, hablo, rio y me comporto en general con un aire de seducción que por ser natural es encantador. Soy elegante por gusto. Visto de blanco, como ese día, con pantalón y camisa manga larga con faralaos. Soy catira natural (por todas partes) y uso el cabello a los hombros. Mi cara no es bonita, es atractiva con una naricilla pequeña perdida entre un par de ojos marrones grandes y una boca de labios gruesos y pulposos. Mis senos son medianos y altaneros, resalto su turgencia dejando algunos botones abiertos al límite. Tengo un cuerpo grande, mi cintura es todo lo pequeña que puede ser hasta que bajando al final de mi espalda se convierte en una cola robusta y pletórica de gracia. Piernas y tobillos gruesos. Pies medianos siempre enfundados en zapatillas descubiertas de tacón alto para aumentar un poco mi altura. Mido ciento sesenta y cinco centímetros y tengo treinta y dos años.

No sé si calculo mi edad, pero todo lo demás lo pudo observar a su satisfacción durante mis desfiles de ida y regreso al reservado de damas. No note ningún cambio en su actitud distraída de mí y a pesar de que no procuraba su atención, mi amor propio se sintió zarandeado por su desdén. Sin saberlo estaba cayendo en su trampa, la serpiente se había acercado más al animalito indefenso.

El raro suceso de la puerta del lugar abriéndose y la claridad solar invadiéndolo instantáneamente, no llamo tanto mi atención como el hecho de que mi serpiente sonriera a quien había entrado junto con el resplandor; se me acabo la diversión, pensé, ya llego la que esperaba. Mi sorpresa fue mayor, al oír mi nombre, en ese recóndito lugar, con suma elegancia, eso sí, voltee y le dedique una estudiada sonrisa a un individuo que me pareció remotamente conocido y que me causo inmediata simpatía por ir embutido en un flux elegante y a la moda. Mi cerebro rebusco rápidamente en sus archivos con el fin de asignarle a la aparición, un nombre y la razón de nuestro conocimiento mutuo. Me hizo emocionar el descubrimiento de que lo datos que se desvelaban en mi cerebro, coincidían con una persona de mi patria chica. Le alargue la mano sonriendo ahora con mas ahínco emotivo y tomándola me la beso como acostumbrábamos en la época de nuestros estudios en el tecnológico donde nos habíamos graduado en la misma promoción. Esa señal de reconocimiento nos emociono verdaderamente.

Espérame, voy a saludar a mi hermano y regreso para que me cuentes. Se dirigió a la mesa de mi serpiente le abrazo con cariño e hizo ademan de invitarlo a mi mesa para presentarnos. Así fue. Sin ninguna razón sensata le dedique una sonrisa que decía: ¡caramba, hasta que nos conocimos, estoy encantada!, la serpiente había alcanzado al animalito indefenso. Se llamaba Lucas (como el santo aquel), Ramón, mi ex compañero de estudios estaba de paso y se cito con su hermano para almorzar. Nos pusimos al día y la emoción de hallar a un civilizado me hizo perder la cuenta de los tragos. Realmente me sentía feliz, ya los nubarrones de la tormenta iban alejándose arrastrados por los vientos del whisky y la compañía agradable.
Ramón comenzó a hablar de despedirse, me dijo que me dejaba en las buenas manos de Lucas, refute: recuerda que soy casada, el pueblo es pequeño, las lenguas largas y la reputación corta. Consentí en ser trasladada a mi casa. Cuenta cancelada.

Salimos a una ciudad sumida en un pintoresco atardecer. Al haber dos carros, debía despedirme de Lucas y partir con Ramón. Fue al revés. Ramón recibió una llamada y debía regresar al lugar donde había estado realizando una auditoria que creyó concluida por sus subalternos. Se despidió disgustado y se fue. Quede con Lucas en el estacionamiento del local. Me dijo, pues no queda más remedio, yo llevo a la señora. Subimos a su camioneta. Me sentía extrañamente alegre, desprejuiciada y un poco habladora, a él le pasaba más o menos lo mismo, estaba dicharachero. Me invito como si fuéramos viejos amigos, a terminar de ver la puesta de sol en el parque a orillas del rio. Acepte con un encogimiento de hombros. De un compartimiento saco una botella de licor y comenzamos a beberlo puro en un vasito que compartimos. Yo creo que las cartas estaban echadas.
Llegamos al sitio, era de belleza exuberante. Nos sentamos en la parte trasera de la camioneta sobre un paño para evitar que la blancura de mi pantalón sufriera desmedro. Seguimos bebiendo en silencio, yo estaba embobada por la contemplación de tanta belleza, el cielo tenia colores imposibles de imitar y el rio ronroneaba a mis pies. Me deje arrullar por tanta belleza, mis sentidos y mi sensibilidad estaban al máximo. El licor recrecía las sensaciones que recorrían mis caminos. Todo fluyo espontáneamente, como saliendo de un sitio ignorado y perdido entre las brumas de la inconsciencia etílica.

Tú eres lo que le faltaba a este paisaje para ser perfecto, me confió. Sonreída le apreté su mano en señal de agradecimiento por el piropo. Sin saber porque la deje atrapada entre la suya. Ahora la serpiente me iba a engullir, comenzó a hacerlo, beso levemente mis labios y lo deje hacer fascinada por el embrujo. Un calorcillo recorrió mi cuerpo y recalo en mi vagina después de pasar erizante por mis pezones. Me sentí necesitada de llevar la pasión al final, hasta su culminación. Decidí no oponer resistencia, pero eso ya no estaba en mis manos decidirlo, estaba en su poder. La serpiente enrollaba sus anillos alrededor de mis sentidos transmitiéndome su voluntad de hacerme suya.

Se apoyo en la baranda del vehículo y me coloco entre sus piernas. Mi espalda descanso en su pecho. Fui consciente de que la dureza de su miembro rozaba mis nalgas. Su boca mordisqueo mi oreja; al rozarla con su lengua me sentí desfallecer. Ya no tenía voluntad. Quería probar lo que me depararía ser engullida. Aparte todo pensamiento de remordimiento, pues no tenía salvación.

Voltee mi cara y busque su lengua, esta entro como una ráfaga caliente y voraz, sus labios mordían los míos, los míos mordisqueaban los suyos. El deseo se había desbocado. La angustia había buscado su calma por los caminos del placer prohibido.

Sus manos libertinas desabrocharon mi camisa, apartaron el brassiere y acogieron mis senos cálidos cuyos pezones querían reventar. Yo me agarraba a sus piernas y con respiración entrecortada gemía de placer. Una de sus manos bajo a mi abdomen y busco llegar más abajo, pero el pantalón no la dejo pasar. La saco y desabrochándole elimino ese último obstáculo. Su boca me besaba y alternativamente lamia mis orejas arrancándome sensaciones que recalaban más abajo de mi clítoris, una mano hacia feliz a mis pezones y la otra alcanzo mi alhaja más preciada. La serpiente me había rodeado con sus anillos de placer.

Mi joya preciosa, dio un respingo. Sus bellos eran amarillos, pocos y suaves. Sus labios eran grandes y voluminosos, el clítoris era sensibilísimo y mi vulva apenas tocada se reveló y me produjo un orgasmo fuerte que hizo temblar todo mi cuerpo, mugí como una vaca mientras mis jugos mojaban sus dedos y mis dedos se clavaban en sus muslos.

Al recuperarme sentí su masculinidad restregando mis nalgas. Me levante temblorosa aun, lo tome por una mano y a falta de un lugar más apropiado, abrí la puerta del vehículo, baje mis pantalones y pataleta al máximo, incline mi tórax sobre el asiento dejando mi trasero al aire apoyándome en mis piernas abiertas todo lo que podía, por la limitación del pantalón. El espectáculo de la exhibición de mis nalgas era digno de admiración, pero la obscuridad que comenzaba a rodearnos no le permitió solazarse en ese regocijo, pero, estoy segura que noto su tersura, su lozanía, su volumen y su temperatura acogedora para su colmillo, con el que me inyectaría su veneno.

Esperando su resolución, sentí que bajaba su pantalón, una mano entreabrió mis nalgas y la otra dirigió su cabeza, nunca vista por mí, hacia la la entrada de la hendidura de mi humedecida vulva. La penetro con lentitud disfrutando del calor que aumentaba con cada centímetro de perforación, yo la sentía avanzar indetenible, abriendo su camino a través de mis entrañas devoradoras de su falo grueso y robusto. Comenzó a moverse y yo a morder la tela del asiento donde apoyaba mi cara para ahogar mis frases que le rogaban mi penetración total y mi total posesión. Me apreso por las caderas, lo metía y sacaba, lo rotaba, era rápido y a veces lento, disfrutaba al máximo de mi posesión y la hacía patente. Mi cuerpo no aguanto más y me regalo un suculento orgasmo, de tal calidad que mis piernas temblorosas y desfallecientes ya no me sostenían, mis mugidos llenaron la cabina de la camioneta quedando ahogados allí. Movía mi rabo sin control tratando de obtener más placer. Sus movimientos se recrudecieron haciéndose más bruscos, su veneno estaba a punto de inundarme. Lo sentí salir caliente y sus espasmos eyaculatorios lograron aumentar los míos, su barra me perforaba inmisericorde.

Poco a poco nos calmamos, su colmillo seguía aferrado a mi latiente humedad interior que continuaba fluyendo, ahora mansamente.
Cesaron nuestros espasmos y rugidos. Se salió de mi dejándome desfallecida y plena. Me limpio los restos de semen con su pañuelo. Arregle lo mejor que pude los destrozos de mi vestuario. Partimos rumbo a mi casa.

Tome una ducha cálida. Me sentía ecuánime. Me acosté desnuda e inmediatamente me dormí. Desperté bruscamente, el sol estaba alto, llamaban a la puerta con empeño. Me despabile y poniéndome una bata acudí al llamado. Era un chico con un ramo de flores. Traía una tarjeta abierta y un sobre cerrado. La tarjeta abierta decía: De tu esposo. El sobre cerrado contenía una esquela: Lo de anoche te hace la inolvidable.

Arrobada por el recuerdo coloque las flores sobre la mesa del comedor y allí las olvide. Bote la tarjeta de despistar y guarde el sobre con la nota en mi cartera. Me acosté nuevamente, mis dedos buscaron mi clítoris y espontáneamente comencé una lenta masturbación pensando en mi esposo. El flaco pronto regresaría y yo volvería a ser suya y de nadie más.

Pensaba yo.

FIN DE LA PRIMERA PARTE.

Descubri a mi esposa enculada

Todo iba bien en el matrimonio con mi vieja, no teniamos ningun problema, nos entendiamos bien en la cama y en casi todo,ese casi fue lo que precisamente cambio todo, lo que no habia conocido (uno nunca acaba de conocer con quien vives) era que, tenia a una gran puta en su interior, de verdad, nunca me imagine que fuera tan puta, porque lo digo? pues porque, ella para mi mala fortuna, conocio a mi amigo Andres, como sucedio??, pues son los errores que uno comete, que sin pensar en algo diferente, por buena onda lo invite a casa a una comida,Andres se quedò hasta lo ultimo, pues se prolongo hasta la cena y pues hasta ese momento no paso nada, el caso es que se fue haciendo mas frecuenque que Andres llegara a la casa con una botellita de tequila y refrescos, y pues la armabamos en casa,mi esposa se integro a la velada como hasta la cuarta vez, empezamos por poner musica y bailar, la noche era corta aun y Andres salio por una botella mas, y mi esposa ya por la confianza que habia lo acompaño,regresaron con botana y la botellita, que se acabo a la una de la mañana y repitieron la operación, me quede en la sala esperandolos oyendo musica, pero, me quedé dormido, cuando desperte, estaba la botella a la mitad, la musica seguia, pero ellos no estaba ahi, todo mareado me encamine a buscarlos, por instinto fui a la recamara, como la musica estaba fuerte no oyeron mis pasos y menos si estaban asi como los encontre, la puerta estaba un poquito abierta, la que vi bien abierta fue a mi vieja recibiendo esa gran verga que no imagine que Andres tuviera, no sabia que hacer, me impacte que hasta la peda se me bajo, se oia como bramaba de lo caliente, Yo viendo como agitaba las piernas mientras ese vergon la bombeaba , crei que se romperia la cama, me arme de valor y entre, ellos voltearon y se quedaron quietos, ella me hizo una seña que me acercara, y lo hice, ella se levanto y sin decir nada, me quito de golpe el pantalon y me empezo a mamar la verga, Andres se la puso de a perrito y se la dejo ir asi, por el culo!, a mi no me lo daba,pero no le dije nada porque me la estaba mamando rico, hasta que me vine y Andres tambien, porque se la saco y vi como le escurria la leche del culo a mi mujer, que de ahi, empezo a cojer con el que se le antoje, somo me dice al oido, "ese me gusta" y donde estemos nos acercamos a el y comenzamos la platica y... lo ultimo fue hace poco en la feria del mezcal...

LA DUCHA

Estoy sentada en el piso del baño ya e tomado 2 días seguidos y tu llevas 3 días sin venir a verme, estoy temblando por todo el alcohol que hay en mi sangre y el recuerdo de ella devasta cada parte de mi alma tengo ganas de llamarla pero me abstengo de hacerlo, tengo que olvidarla y lo único que me ayuda a hacerlo eres tu, como puedo llego a la cama me siento veo la argolla que esta en la mesa de noche, leo el nombre en ella y solo quiero olvidarlo.



Me quito la ropa aun que se que Eliana puede subir a dormir conmigo no me importa quiero estar libre si tu llegas a mis sueños necesito sentir tu calor tu olor me exista que recorras todo mi cuerpo borres sus caricias y las conviertas en tuyas, se que eres un sueño parte de mi imaginación como desearía que fueras real despertar cada mañana a tu lado hacer el amor como lo hacemos en mis sueños



Acariciar tu cuerpo, me encanta cuando te acuestas de lado y acaricio tu cintura llego a tus caderas mientras levantas tu cola y la pones en mi monte de venus instintivamente empiezo a moverme muerdo mi labio inferior con mis manos en tus caderas nos movemos en círculos, empiezo a morder el lóbulo de tu oreja, caricias mi cuello me pongo encima de ti abro tus piernas las pones alrededor de mi cintura levanto una de tus piernas y la pongo en mi hombro uno nuestros clítoris me encanta como abres tu boca como si te quedaras sin aire me agarras fuerte los brazos se que vamos a llegar y me dejo llevar…. Suspiro me acuesto a tu lado te acuestas en mi pecho y desapareces



Como deseo repetirlo pero no vienes caigo casi inconsciente en la cama y me acuesto en posición fetal, no se cuanto tiempo he estado así escucho un ruido y me levanto me pongo la camisa Eliana toca la puerta y me dice que si puede dormir conmigo le paso una piyama nos acostamos y aunque me cuesta dormirme llegas en forma de luz no me dejas verte me preguntas quien esta a mi lado



Me quedo pensativa la mujer de mis sueños haciendo me un reclamo…

Me encantaría verte te extraño mucho y ella es una amiga aparte hetero sonrió

Me llamo paula

Paola no alcanzo a oírlo bien la luz es muy fuerte pero no ciega mis ojos

No paula repites me das un beso dulce apasionado y desapareces

Paula lo repito, al menos ya se como te llamas eres la mujer que espero toda la noche en mis sueños… la cual hace parte de todas mis fantasías cuando recorro mi cuerpo pienso en ti esperando calmar mi pasión mi lujuria mi deseos de amor pienso en ti.

lunes, 23 de enero de 2012

La portera de mi casa

– ¡Joder! Yo juraría que es ella, –me repetía mentalmente mientras de puntillas miraba por encima del seto. Lo recorrí en plan furtivo por detrás aproximándome sin ser visto. Ahora la tenia a menos de quince metros y cada vez estaba mas convencido de que era ella.
– ¿Qué cojones estará haciendo aquí, esta hija de puta? –no paraba de preguntarme– sentada en una terraza de Aranjuez y dándose el pico con un chino. ¡Coño, que el marido es facha perdido, que lleva el yugo y las flechas en la solapa!
Al principio no entendía nada, pero según subía la intensidad de los besos mis dudas de iban disipando. No me lo podía creer. Saque la cámara de fotos y me puse a gravar en vídeo y ante mi sorpresa apareció un segundo chino que además de morrearla también la planto la mano entre las piernas.
– ¡Joder con el chino! Este si que va al grano.
Pagaron, se levantaron, y se dirigieron a un hostal cercano con una mano china siempre en su trasero. Tal es el asco que me produce esta cerda, que jamás he sentido la mas mínima atracción hacia ella, aun así, reconozco que no esta nada mal para ser una cuarentona. Pero al verla con la mano china en su trasero, pues como que la veía de otra forma. Como no tenia nada que hacer, me senté en la misma terraza en la que estaban sentados y espere tres horas hasta que salieron. Menos mal que llevaba un libro en la mochila, pero hay que joderse con el nuevo imperio chino, ya hasta se follan a jodidas cuarentonas españolas. Con la cámara otra vez funcionando presencie como se despedían y se subió al coche. La seguí hasta que llego a la puerta de casa donde se encontró con su marido que barría el portal y al que contó no se que historieta de su madre y su hermana.
En resumen, esta tía, que se llama Edelmira, es la mayor hija de puta, la mas cabrona, mala, mandona, cotilla, bruja, entrometida, mojigata y ahora zorra y falsa que he visto en mi vida. Es la portera de mi casa.
Unos días después coincidí con ella en el cuarto de la basura. Bajaba las cosas de reciclar en una bolsa de asas, de la tienda. Inmediatamente se puso a regañarme con ese tono estridente que usaba en estos casos.
– ¡Sr. Martín, las latas tiene que bajarlas en una bolsa amarilla!
– ¿Por qué? –la pregunte con la insolencia y la seguridad que da tener un as en la manga – yo ya se que son latas.
– ¡Pero es que puede haber errores, por eso es mejor y obligatorio que …!
– Edelmira, no creo que sea obligatorio pero comprendo muy bien que sienta usted pasión por el color amarillo.
– ¡¡Oiga, no le consiento que me hable usted con ese tono Sr. Martín!!
– ¿Y a sus amigos chinos, que les permite Edelmira?
La muy zorra se quedo petrificada, me miro con temor en los ojos y eso me la puso dura.
– No se a que se refiere, Sr. Martín, –me contesto al fin bajando el tono e intentando escabullirse del cuarto de las basuras con la vista baja.
Definitivamente la tenia dura, el verla acobardada y temerosa me excitaba. Siempre tan arrogante, tan déspota y ahora tan poquita cosa.
– Mira zorra, tengo pruebas de tus correrías chinas, –la dije con autoridad cortándola el paso– si quieres verlas, sube a mi casa dentro de una hora, sin falta … y sin prisas.
Una hora después sonó el timbre de la puerta y por precaución mire por la mirilla, no valla a ser que el marido este enterado de sus correrías y suba a partirme la cara. En este caso y estando el marido por medio toda precaución es poca, aparte de facha perdido y falangista es una mala bestia.
– Pasa, –la dije cuando abrí la puerta y la miraba de arriba abajo.
– Enséñeme esas pruebas que dice que tiene, –volvía a adquirir cierto aire de autoridad.
– Por cierto, ¿sabe tu marido tus aventuras chinas? –la pregunte mientras ponía el vídeo en marcha.
No me contesto, miraba las imágenes como hipnotizada y las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas mientras negaba con la cabeza. Las lágrimas de cualquier otra mujer me ablandarían, soy muy ñoño, pero las de esta zorra no, he tenido que aguantar carros y carretas en los tres años que llevo viviendo aquí. Permanecía de pie en el centro de mi salón con la mirada baja, ya no miraba el vídeo, solo lloraba.
– ¡Por favor Sr. Martín, si mi marido se entera me mata! –dijo sollozando.
– ¡Muy bien! ¿cómo vamos a solucionar este asunto? –la pregunte mientras observaba con regocijo a una bruja totalmente derrotada.
– ¡Hare todo lo que usted quiera, lo que me pida, se lo juro, puedo darle algo de dinero,! –se notaba que estaba tan asustada que no coordinaba las ideas.
– ¡Quítate la ropa y arrodíllate zorra! –la ordene y cuando lo hizo entre sollozos, añadí– sácamela y ponte a chupar.
La verdad es que estaba muy buena para los años que tenia. Sumisa me la sacó y se puso a chupar. ¡Y lo hacia bien la jodía!, se notaba que había cogido practica con el “Imperio Chino” y vete tu a saber con quien mas.
Me separe de ella y me quite toda la ropa, la agarre fuerte del pelo y la medio arrastre al cuarto de baño. La metí en la bañera y la di dos bofetadas que resonaron en toda la casa. Me miro con ojos de terror y la solté para que se acurrucara en el fondo. Me puse a mearla. Dirigía el chorro a todo lo largo de su cuerpo mientras ella gimoteaba. Y porque no tenia ganas que si no la cago encima también, por hija de puta.
La agarre de nuevo por el pelo y la puse de rodillas mientras seguía con los lloros. La metí la polla en la boca hasta el fondo y la aguante ahí mientras notaba las contracciones de su garganta a causa de las arcadas. Tenia la polla que me iba a reventar. La saque para que respirara e inmediatamente se puso a toser. Espere unos segundos y se la volví a meter hasta el fondo.
–¡¡Vamos zorra, dúchate!! –la dije sacándola la polla de la boca mientras ella tosía con fuerza.
La espere sentado en mi sillón favorito. Cuando salio, la dije que se arrodillara entre mis piernas con los brazos a la espalda.
– Muy bien, vamos a hacer lo siguiente, –la mire fijamente a los ojos para que no tuviera la mas mínima duda– a partir de hoy, subirás dos veces a la semana y estarás aquí un par de horas. En ese tiempo podré hacer contigo todo lo que me salga de los cojones, y tu, no pondrás la mas mínima pega. Esas son mis condiciones. Las has entendido.
Edelmira asintió con la cabeza mientras seguía llorando. La atraje hacia mi y con una cuerda que ya tenia preparada la ate las manos a la espalda.
–¡Una cosa mas por si se te ocurre alguna tontería con tus amigos chinos! –añadí cogiéndola fuerte del pelo y haciéndola daño– mis archivos están en la nube, no están en el ordenador, cualquier intento tonto por tu parte y no solo se enterara tu marido, también lo pondré en Internet con pelos y señales de quien eres. ¿Esta claro?
Asintió con la cabeza mientras seguía llorando. Sin soltarla del pelo la di otra bofetada, –me estaba gustando esto de darla hostias– y la metí la polla en la boca. Siempre sujeta por el pelo, me la chupaba mientras yo la dirigía. Cada cierto tiempo , la sacaba, la obligaba a que me chupara el ano y que metiera la lengua en el. Cuando estaba a punto de correrme, me puse de pie, la saque y me corrí en su cara. Me senté de nuevo y la observe detenidamente. Delante de mi tenia a la persona mas odiada del mundo, atada, desnuda, con los ojos temerosos y la cara y las tetas llenas de semen, de mi semen.
– ¡¡Vamos zorra, a cuatro patas!! –la dije cuando la desate.
La agarre nuevamente del pelo y la lleve hasta la cama. La hice subir mientras la daba azotes en el trasero.
– ¡¡Separa las piernas puta!! –la ordene mientras metía mi mano en su entrepierna. Para mi sorpresa, resulto que estaba mas que mojada, estaba chorreando.
– Mira la putilla, si resulta que la esta gustando, –dije con cierta ironía– ¡vamos a ver si te gustan los azotes!
Me senté en la cama y la tumbe boca abajo sobre mis piernas. Tenia su esplendido culo a mi alcance. ¡Plash! El primer azote resonó en toda la habitación mientras la carne de su trasero temblaba por el impacto. Mientras chillaba, intento protegerse con las manos. Se las sujete con mi mano izquierda mientras con la derecha seguí azotándola. Cuando me canse, tenia el culo rojo como un tomate. La metí la mano en la entrepierna y los dedos entraron sin dificultad en su vagina totalmente encharcada. Para entonces volvía a tener la polla a reventar, la tumbe en la cama boca arriba y la penetre sin contemplaciones. La fui follando mientras la arrancaba gemidos de placer cada vez mas intensos y sonoros. Me ofrecía sus labios entreabiertos pero yo los rechazaba, por ahora me daban asco, cuando vaya pasando el tiempo ya veremos. Su cuerpo se crispo, sus pezones se pusieron duros como piedras y se puso a chillar de placer.
– ¡¡Serás puta, te has corrido, cerda!! –la dije mientras observaba como su cuerpo temblaba todavía por la intensidad del orgasmo.
Me salí de ella y mire como su chocho, ligeramente peludo, rezumaba jugos blanquecinos.
– Desde el próximo día te quiero perfectamente depilada.
Cogí la cuerda y la ate las manos por delante sin la mas mínima oposición. La di la vuelta y la puse de rodillas, la incline hacia delante pasando sus manos por entre sus piernas y se las ate a los tobillos separándola las rodillas lo mas posible. De rodillas, tras ella, veía su culazo totalmente enrojecido por los azotes y su estrecho orificio anal. ¿O no tan estrecho? Porque la verdad es que tenia pinta de haber sido muy transitado. La puse un poco de vaselina, me levante y puse mis piernas a los lados de su trasero, me agache y la penetre por el culo. Definitivamente no era el primero que entraba por ahí, pero seguía siendo lo suficientemente estrecho. La estuve follando mucho tiempo mientras chillaba, gemía y gruñía de placer. La muy zorra tuvo otro orgasmo antes de que yo me corriera. Cuando lo hice, permanecí un rato dentro de ella mientras mi polla perdía volumen. Después tire de ella hasta que su cabeza quedo colgando del borde de la cama y la obligue a chupármela.
– ¡¡Vamos cerda, limpiármela bien!! –la dije mientras la ponía las manos en sus nalgas.
La desate y cogiéndola del pelo otra vez la escupí en la cara. Ni siquiera ahora dijo nada.
– ¡¡Vamos, vístete y lárgate!! –y mirándola con desprecio añadí– y que no se te olvide todo lo que te he dicho.
– ¿Cuándo he de volver? –pregunto sin mirarme a los ojos.
– Martes y viernes, a primera hora de la tarde, –la respondí y sonriendo añadí– y sube duchada y cagada, no se te olvide.
Hay que joderse las vueltas que da la vida, hace unos días la sola idea de echarla un polvo me repugnaba. Ahora que la he convertido en mi esclava sexual, la veo con otros ojos, aunque la sigo odiando. Eso me vendrá bien para ensañarme con ella, pero visto lo visto, creo que a ella, también la va a venir bien, la muy zorra se lo va a pasar pipa.

El Cumpleaños de quinto

Todo comenzó hace dos domingos, quinto viene a verme cada fin de semana y no solo jugamos sino que curramos junto en la finca, la cosa es que tuvimos mucho trabajo, y como debe ser primero lo primero, tuvimos una sesión a sola ese fin de semana y como mi cachorro es muy caliente y siempre anda loquito por su AMO, la cosa es que llego el domingo y el pobre estaba más salido que el pico de una plancha y entre una cosa y otra se volvió a casa así, a mil.
Fue una semana intensa, de hablar por el Messenger, de hacer tareas en el baño, de depilarse y rasurase entero, de levantarse temprano y antes de ir a clase pintar como cada mañana las siglas de su amo en el pubis APM (AMO PAPAMAXO).
Cada noche que nos veíamos y hablábamos, el pobre no hacía más que subirse por las paredes, y yo mas puto AMO me ponía, verlo así simplemente me alucina. Vivía con su polla atada, ya que la consigan es: “Cuando estés caliente y no des mas, pos nada te atas la polla y los huevos y así te tendré cogido de los huevos como a ti mas te gusta”
Si amo, gracias, le adoro
Al fin llego el viernes, ya estaba loco y listo, deseando llegar a la finca de su AMO, como cada viernes termina sus clases y ala corriendo a su jaula, a ponerse su collar y su cadena y a vivir como a él le gusta, desnudo y feliz a lado de su PUTO AMO.
Como era su cumple, tenía que lucirme, tenía que darle un cumple que jamás olvidara, y la verdad creo que lo logré.
Oye cachorro tierno, quiero que al terminar la clase te vayas al baño, metas un buen pedazo de calcetín es ese culo preciosos que me quita el sueño y que vengas de Sevilla a Málaga así. Yo te esperaré en el colchón de la mazmorra durmiendo mi siesta. Llegarás te desnudaras, te pondrás tu collar y si hacer ni un ruidito, entraras a 4 patas y me lamerás entero, hasta que me despierte.

Oki, gracias amo, es mi puto AMO, simplemente el mejor del mundo.
Ese viernes, quinto salió tarde de su clase en la facu, pero como siempre compro el pan y pitando salió de Sevilla a por su AMO del alma.
Llegó como a las 5 de la tarde solo teníamos una hora para ir a Málaga centro a recoger a mi marido para hacer algunas cosas los tres antes de subir a la finca
Como le había indicado, llegó se desnudo y sin hacer el menor ruido entro a la mazmorra caliente y feliz a comerse a su amo a lenguazos, joder y como le gusta.
Yo entre dormía y le esperaba. Con la calentura que también traía de dormir, no mucho la verdad.
Llego a cuatro patas como a él le encanta y con su lengua experta empezó a limpiar y lamer todo mi cuerpo. Cada centímetro de mi piel se erizaba y mi polla cobraba vida.
Verle el culo con ese calcetín metido a modo de cola, no hizo más que aumentar mis ganas y sin pensármelo mucho, lo cogí y le follaba el culito con él. El no para de lamer mis pies, dedo a dedo, y yo ahí dale que te pego con ese calcetín que le rozaba sus entrañas y lo hacían gemir de placer y escozor.
Jugamos un rato así, mientras nos besábamos y nos mirábamos a los ojos, como diciéndonos cosas muy bellas, pero solo con la mirada. Se abrazaba a mi cuerpo y temblaba como una hoja, tiritaba entero y se le veía al cachorro más feliz del planeta.
Cogí su hermosa polla y como a mí me gusta con mucha saliva empecé a darle caña en su capullo.
Esto lo vuelve loco, lo desespera, lo hace llegar al puto infierno. La mordía, la escupía y hacia con ella lo que realmente quería y el ahí feliz, feliz de la vida. La pasaba por mi barba y pegaba unos aullidos de placer que se oirían en todo el campo.
Le saque el calcetín del culo y mientras el se desesperaba y buscaba mi cuerpo para lamerlo y adorarlo, ahora eran mis dedos de AMO los que masajeaban su próstata.
Como aúlla el cabrón!!!, como se desespera, cuando siente a su AMO dentro, llega a llorar de la excitación la calentura que coge.
Bien cachorro vamos a vestirnos ya es tarde y hay que ir a por AMO MARCE, que nos está esperando.

Ambos súper calientes y con ganas de mas, dimos un salto y ala para Málaga, era lo que tocaba, había que hacer las compras para el bar ya que el sábado había clientes en la finca.

Llegamos como alas 9de la noche y como buen AMO y jefe, me fui a la cocina a preparar la cena, mientras AMO MARCE, y quinto hablan, tomaban una cerveza, acomodaban las bebidas del bar y se divertían como locos, ya que se quieren mucho y se llevan estupendamente.

Terminada la cena, los miré a los dos y les dije:

Yo me voy a la mazmorra, el que me quiera seguir pos me sigue, jejejejeje
Los dos muertos de risa, subieron casi detrás mía y comenzamos a jugar los tres.
Se desnudaron y se tiraron en el colchón gigante que tenemos allí y ala el cachorro abrazado a su AMO, me besaba y le refregaba el culete a MARCE en toda la polla.
Vamos MARCE, ese culito es todo suyo.

Yo trabajaba la polla del cachorro y Marce su culito, el perrito de su amo solo se dejaba hacer y gozaba como loco.
Golpes en la polla, en los huevos… placer y dolor inundaban las paredes de nuestra Gran Mazmorra.

Quinto se volvía loco, aullaba, gemía, gritaba por momentos y nos besaba a los dos en señal de ternura y entrega.

Marce cogió lubricante y con toda su maestría, empezó a trabajarle el culo con sus dedos.

Un dedo, dos dedos, tres dedos, y hasta cuatro dedos, lo trabajaban a cuatro patas, mientras mi cachorro muerto de placer y excitación me lamia a más no poder.

Le cogí de los pelos con un poco de violencia como a ambos nos gusta y mirándole a los ojos le dije:
Vamos calma la polla de tu amo, aquí estas para gozar y hacernos gozar.
Sin decir ni mu, se aferro a mis piernas como a el le gusta y allí se aplico a pegarme una mamada de cine.
MARCE, mientras tanto seguía dale que te pego en su culito preparándolo para pegarle la follada de su vida.
Yo entre tanto, por momentos le cogía de los pelos, marcaba el ritmo de su mamada o le levantaba la cara se la escupía y la limpiaba luego con mi lengua.

Vamos putito, dile a MARCE que te folle, no das mas, hazlo.

Señor MARCE, rómpame el culo se lo ruego.

Mi marido me miró nos besamos profundamente y allí se puso a meterle sus 20cm en todo el culito.
Joder que follada más guapa. Como un AMO maduro y experto que es, lo cabalgaba despacio, fuerte, fuertísimo, pegaba su polla a la próstata de quinto y lo hacía volar y bajar al puto infierno.

Yo le animaba a seguir y le daba instrucciones al cachorro, mientras no besábamos desaforadamente.

Como veía que quinto se desesperaba, me levanté cogí la fusta y mientras era follado por mi marido yo acariciaba su piel con la fusta que tanto le gusta sentir.

Embestidas brutales y golpes de fusta lo llenaban entero, le escupía, le hacía comerme la polla, mientras le decía.

Vamos cachorro mueve el culo, comete la polla de MARCE, aprieta esa polla con tu culo, no ves que es tu regalo de cumpleaños, disfrútala….
Quinto al oírme más se aplicaba y entre sollozos y gemidos decía.
Gracias mi amo, Gracias mi PUTO AMO, soy el perrito más feliz del planeta.
No sé ni cuánto tiempo paso, ni la cantidad de cm de polla comió esa noche, solo pudo deciros, que el puto infierno nos envolvía al os tres y que este cumple seria memorable para mi cachorro tierno.
A cuatro patas, sintiendo la polla de Marce en su culo caliente y los fustazos, besos y caricias de su AMO, quinto era eso mi esclavo, mi hermoso esclavo, el que se entrega a mi cada día de su vida
MARCE gozaba como loco, lo cabalgaba y le embestía en todas las posturas que se le ocurría, yo entre tanto jugaba con su polla, sus huevos, sus pezones y más dolor y mas placer nos invadía a los tres.
… Y pasó lo que tenía que pasar, Marce se corrió como un caballo desbocado y quinto callo exhausto a mis pies, y en señal de agradecimiento y con las pocas fuerzas que le quedaban lamia mis pies con ternura y suavidad.
Era muy tarde y el sábado había que currar, y esto, esto no había hecho más que comenzar.
MARCE se fue a nuestro cuarto y quinto y su AMO quedaron un ratillo más en la mazmorra.
Lo abrace con ternura, le bese la cara, nos fundimos en miles de besos y caricias y le dije
Es tarde mi perrillo, vamos a la cama que esto no he terminado ni mucho menos.
Los dos más calientes que nunca, nos fuimos a dormir, bueno a dormir? Yo en mi cama y él en su cuarto pero la noche seria larga y llena de sorpresas para él y mas juego para mí
Nos acostamos pero ambos sabíamos que ninguno dormía, el volando de calentura y yo volando en imaginaciones y fantasías ocultas

Me levanté a media noche y me dirigí a su recamara, allí estaba desnudo, con su collar puesto durmiendo plácidamente (¿o no?) y tapado con el cubre cama.
De un tirón retiré lo que le cubría y apretándole los huevos con todas mis ganas le murmuraba.
Ha llegado tu puto amo, mazoquilla. Gime todo lo que quieras.
Se desperezaba y gemía como pocas veces lo había oído gemir, sollozaba y solo podía susurrar palabras inconexas. Más dolor le infringía en sus pelotas y mas durase ponía su bella polla, y jadeaba tapándose la boca para no gritar en medio de la noche
Eres mío putito, eres mío, y eso aquí no lo discute nadie
No pida emitir palabra, solo movía la cabeza en señal de afirmación y se mordía las manos.
Me senté al borde de la cama y seguí mi juego, el juego de su puto amo.
Le separé las piernas y busque aceite lubricante de la mazmorra.
Vamos al puto infierno, vamos a bajar esta noche.

Con una mano le cogí el capullo con toda aceitada y con la otra mies dedos entraban y salían de su bello culo.

Gemía como loco, era una bestia preciosa desbocada en manos de su dueño.

- No quiero ni medio gemido, AMO MARCE duerme y esto es entre tú y yo.

Se mordía las manos y como desesperado hacia esfuerzos sobrehumanos para no gritar. A él, el masaje de próstata y el trabajo de su capullo por las manos de su amo, simplemente lo vuelven loco, lo desesperan y suele hasta llorara pidiéndome que pare.

Así estuve un buen rato, hasta que lo solté lo tape otra vez le mire a los ojos cogiéndolo de los pelos con violencia y cariño a la vez y le dije
Feliz cumpleaños mi cachorro, tu puto AMO te quiere con locura.
Se cogió a mi cuello como un nene tierno, me beso y se durmió o ¿NO?
Me volví a mi cuarto AMO MARCE dormía plácidamente y yo, yo volaba de calentura, la verdad.
Me dormí como pude pero la excitación y mis fantasías seguían allí en mi cabeza.
No sé cuánto tiempo pasó, pero me desperté sobresaltado y caliente y allí fui de nuevo a su encuentro.
Entré en la mazmorra busque un gancho con una bola redonda de buen tamaño, le puse lubricante y allí fue a por él nuevamente.
Entré en su cuarto me senté al borde de su cama, dormía plácidamente, o al menos eso parecíaLe acaricie su bello cuerpo depilado para su puto amo que adora y hervía, joder si estaba caliente el pobre.
Con mucha ternura le acariciaba de por todos lados y su pene cobraba vida y se ponía duro como un hierro candente.
Un perrito debe dormir con su colita
Le di la vuelta le metí el gancho en todo el ojete, le bese la frente y le dije:
Duerme cachorro, duerme
El sueño me venció y ahí quede durmiendo y soñando con lo que vendría después.
Como a las 10 de la mañana me desperté todo sudado, ¿Por qué sería?
Me subí corriendo a su cuarto y allí estaba dormido acurrucado y con su colita puesta.
Lentamente y con mucho cuidado se la saque de el ojete, se dio la vuelta abrió los ojos y con su mejor sonrisa me dijo.
Buenos días AMO, gracias, le adoro
Cogí un cordón de algodón y le dije.
Arrodíllate en la cama cachorro.

Muerto de gusto lo hizo, porque sabe que su amo siempre va a por más. Su flecha (como le llamo a su polla), estaba dura y caliente pidiendo AMO, como él siempre dice.

La cogí con mis manos y le comencé a morder el capullo, eso lo pone más perro si se quiere. Luego pasaba su capullo por mi barba blanca y se comenzaba a desesperar cada vez más.

Cuando vi que estaba como loco, cogí el cordón ate su polla y sus huevos, le bese en los labios y le dije.

Vamos hay que desayunar y arreglar la finca que esta noche tenemos gente.

Si AMO, si mi dueño, si mi señor.
El día no había hecho más que comenzar.

Así atado y caliente quito empezó su jornada de trabajo en la FINCA, limpiábamos y acomodábamos, cada rincón y cada estancia, para la fiesta de la noche, ya que subirían unas 25 personas y todo tenía que estar en condiciones.
Cada tanto me acercaba y le apretaba los huevos y la polla, que seguían caliente y empalmada.
Tas muy caliente putito?

Mucho AMO, y me encanta que me tenga así, sin saber que ha de pasar con migo.
Le besaba en los labios, le mordía el cuello o simplemente le pasaba la mano por la raja del culo y mi cachorro como siempre, o más que siempre suspiraba y temblaba entero.
Amo MARCE me miraba de reojo y sonreía como diciendo: - Qué hijo puta eres Papamaxo, si sigues así le va a dar algo e este cachorro tierno.
Seguíamos jugando y yo cada tanto acercándome a él y diciéndoles palabras muy lascivas, le ponía a mil.
Que quieres mi puto perro?

Quiero AMO, necesito AMO, no lo ve joder?
Claro que le veía, su capullo casi violáceo de la calentura que tenia, salía por encima de sus suspensor blanco empapado en sus propios jugos.
Mas le veía en ese estado, mas sádico me ponía y aprovechaba cualquier movimiento para meterle mano, o simplemente cogerle la cara besarle y morderle los labios hasta oirlo chillar y suspirar entregado a su dueño.
Pasamos un par de horas así, haciendo cosas y aprovechando cada ocasión para ponerlo caliente marcarle el ritmo y sobre todo hacerle ver quién es su PUTO AMO, ese que le quita el sueño y le come la libertad a bocados.
Quito, A la mazmorra, y es ahora.

Me miro como suplicando que le hiciera sentir el mas esclavo del mundo y sin decir palabra subió a donde le había ordenado.
Cuando llegue arriba estaba parado con las manos en la espalda esperando que llegase y le diera nuevas órdenes.
Venga, desnúdate y siéntate en la cruz quiero hacerte gozar y sufrir.

Si AMO, lo que Ud. me pida yo se lo doy.
Se desnudó lentamente y se sentó como se lo había dicho.
Le ate las manos a la cruz , abrir sus piernas y todo su cuerpo quedó ante mí, para que jugase con el cómo me diese la gana.
Busque aceite con jengibre y allí me lance a jugar con todo su capullo, mientras me acercaba le besaba y le mordía todo el cuerpo, dejando mis marcas en cada porción de piel que mi boca tocaba.
Quinto suspiraba y sudaba, pero solo decía.
Le adoro AMO, gozo como jamás he gozado en mi vida.

Cogí la mordaza y un pañuelo y sin decir palabra le amordacé la boca y tape sus ojos para que este momento fuese solo de sensaciones intensas.

Busque las velas encendidas y allí me entregue a bañarlo de cera de el cuello hasta la polla.

Gemía entrecortadamente sudaba como un pollito y de su boca caían hilos de baba en todo su pecho.

Cada tanto paraba y le comía el capullo y se lo mordía suavemente, esto no hacia más que desesperarlo y volverlo mas loco y excitado de lo que estaba.

Una vez lleno de cera, cogí el gato (látigo corto de 20 puntas) y con él empecé a sacar toda la cera de su bello cuerpo. Cada tanto paraba, le acariciaba y le besaba con ternura. Solo al acercarme pegaba su boca a la mía y como podía con la mordaza puesta hacia esfuerzos sobre humanos para sentir mi lengua con la suya.

Lentamente retiré su mordaza y la venda de los ojos y literalmente y como pudo se tiró encima de su dueño a besarlo y lamer todo lo que podía en señal de agradecimiento.

Y mi cachorro, ¿Qué pasa?

Este es el mejor cumpleaños de mi vida, AMO, le AMO.
Le desaté las manos de la cruz y nos abrazamos con toda la ternura de la que somos capaces y nuestras bocas se buscaban como desesperadas.

Quieres más, mi perrito?

Lo quiero todo, lo necesito todo, soy todo suyo SEÑOR.
Le separé las piernas, se las levanté y las cogió con sus manos porque sabía muy bien lo que su AMO buscaba. Tocaba trabajar su culo caliente y glotón como pocos.
Una buena rista de bolas chinas de buen tamaño empezaron a invadir su culo lentamente, mientras le pasaba toda mi lengua en la entrada de su ojete.
Si PUTO AMO, si asi se hace rómpame el culo, es suyo SEÑOR, mmmmmmmmmmmmmm, joder como me hace sentir todo su poder, me puede AMO, siempre me abate y me gana.
Mientras le besaba, le acariciaba o simplemente le miraba a los ojos, movía esa bolas chinas dentro de su ojete y quinto gozaba como pocas veces le había visto.

Quieres polla, Verdad?

Si AMO, necesito que me partan en dos si es necesario.


Bien putito, baja a donde esta AMO MARCE le coges el paquete, le miras a los ojos y si hace falta le suplicas que te rompa el culo ok?

Si AMO, lo que Ud. ordene.

Se puso de pie y con las bolas chinas en el ojete, bajo lentamente las escaleras de la mazmorra y salió al jardín en busca de MARCE.

Desde la ventana de la mazmorra divisaba todo lo que afuera acontecía.

Fue a donde estaba MARCE, se arrodillo como el cachorro tierno que es y cogiéndolo del paquete con todo el morbo del mundo, le miró a los ojos y le dijo:

Señor, necesito que me rompa el culo otra vez, necesito que me taladre con esos 20cm que tiene allí dentro.

Marce le miro con ternura y lujuria, le acaricio la cabeza y le dijo.

Ok cachorro, ve con tu AMO, termino esto y subo a darte más polla.


Subió las esclareas como suspendido en el aire, su flecha seguía dura y caliente, gorda y enorme, con ese capullo casi morado que lo hace aun mas mío, mas de su PUTO AMO.

Termina unas cosas y sube, AMO, va a darme por culo otra vez Señor.

Busca mi guante de látex y el lubricante para fist y arrodíllate debajo de la estructura.


Si AMO, ahora mismo.
Saco de la estantería de la mazmorra lo que le había pedido y como siempre, se arrodilló separó sus piernas todo lo que pudo y agachando su cabeza se volvió a entregar o se entrego más si cabe la expresión.
Con mucha paciencia le extraje las bolas chinas de su culo caliente y vicioso, me coloqué el guante de látex y embadurné toda mi mano con el gel de fist.
Despacio jugaba con su culo y todos mis dedos iban haciéndose espacio dentro de sus entrañas.
Esto a quinto le desespera, no de dolor sino de placer, sentir casi mi mano entero acariciarle toda la próstata le hace llorara y volverse loco de placer.
Se movía como desesperada y me rogaba que parase que no aguantaba tanto placer en su interior.
Te duele acaso, cachorro.

No AMO, no me duele me desespera, me vuelve loco, tanto placer.


Pues si es eso te jodes.
Le ate las manos y los pies con sogas a la base de la estructura y continúe con mi trabajo de dilatación.
Mi mano aun no le cabe entera, tengo una mano muy grande y se atasca aún justo en los nudillo cuando quiero entrarle y como le quiero y le cuido, llego hasta donde sé que puedo llegar y hasta donde sé que el tolera, ni un milímetro mas. Algún día llegaremos hasta el final, solo es cuestión de tiempo y de trabajo.
Chillaba como un perro en celos y por más que me suplicaba que parase que no aguataba tanto placer, yo reía y seguía en mi cometido.
Juagaba con su culo, cuando de pronto se abrió la puerta de la mazmorra y MARCE sin decir palabra se sentó en el sillón a observar el juego mientras se desnudaba.
Mis mano casi entera entraba y salía de su culo ya dilatado, y quinto era un solo gemido de placer, de ese placer que solo el llega a sentir bajo el poder de su AMO.
Vamos perrote mío, dile a MARCE lo que quieres.

Amo Marce, por favor, deme polla se lo ruego.

Marce que ya estaba caliente y muy empalmado, se acercó desde atrás, me beso con mucho morbo, se arrodilló detrás de mi cachorro y lo enculó con todas sus ganas.

Me puse de frente y mientras mi marido le enculaba como una caballo desbocado quinto se comía toda mi polla y mas dentro la tenia de sus entrañas, más ganas le ponía a su comida de polla.

Así estuvimos un buen rato, no sabría decir ni cuánto, hasta que AMO MARCE, pegó un chillido agudo y se descargo dentro del culo de mi perro del alma.
Marce se separó, se recostó en la colchoneta de la estructura y allí quedo agotado por la follada que le había pegado al cachorro.

Con toda mi ternura le desaté y como pudo se fue casi arrastrando hasta el colchón de agua y se tiro exhausto, mientras yo aun caliente y excitado, me encendía un cigarrillo y trataba de imaginar lo que vendría.

Os dejo solitos, voy a seguir haciendo cosillas para la noche.
Marce bajó y nos dejo solo nuevamente, quinto y yo volábamos de calentura, llevábamos asi varios días y la verdad ya ninguno de los dos daba mas de sí.

Lo traje hacia mí cogiéndolo de los pelos como a el le gusta y le enterré mi polla en su boca. Con mucho sadismo le cogía de la cabeza y le marcaba el ritmo de su mamada. El estaba como loco, y yo al verlo así más loco me ponía.
Como polla puto, traga la polla de tu macho, joder.

Si amo, si mi macho, soy su puto perro.
Lo traje hacia a mí como un muñeco de trapo y le escupía la cara, lo lamia, le decía todo tipo de guarradas y quinto al verme así mas se abandonaba a mis caprichos y se hundía cada vez más en el poder de su amo.

Como polla joder, no ves como estoy, come, come como mi esclavo que eres.
No hablaba, solo gemía y su polla estaba a reventar, mas le “maltrataba”, más cerdo y más sumiso se ponía.
Le cogía de los pelos lo arrastraba por el colchón con mi polla en la boca, le ostiaba la cara mientras mamaba desesperado, ambos habíamos entrado en un juego realmente alucinante, dolor, humillación y placer se mezclaban en aullidos y gritos casi descontrolados.
Cogí la fusta más larga y mientras le hacía lamer cada poro de mi piel, le aplicaba fustazos en el culo, en la espalda y a veces hasta donde caían, jamás habíamos llegado a tanto pero eso ya no nos importaba, así se cayese el mundo allí seguiríamos en este desenfreno.
Me relaje todo lo que pude, porque quinto sollozaba de dolor y excitación y la verdad necesitaba parar un poco la marcha.
Le abrace con ternura y mientras le acariciaba la polla le decía palabras muy dulces al oído.
El se abrazaba a mí, apoyaba su cabeza en mi pecho y me besaba con absoluta ternura y entrega.
Vamos a terminar esto mi cachorro del alma, los dos estamos muy calientes y así no podemos seguir.

Si mi AMO, haga con migo lo que le plazca, yo ya no soy yo, yo solo soy lo que Ud. quiere que sea.


Ponte a cuatro patas y cómeme la polla hasta que me exprimas, pero solo con tu boquita caliente, puedes pajearte despacio pero no te correrás hasta que te lo ordene.
Así fue, cono absoluta devoción cerró los ojos, se puso como un perillo dulce a cuatro patas y comenzó la mejor mamada de su vida. Cada tanto le cogía la cabeza por los pelos, lo traía hacia mí nos besábamos y ahí seguía dándole placer a su puto AMO.
El se pajeaba lenta y suavemente mientras comía mi polla mis huevos y cuando veía que se iba a corre paraba respiraba, se retorcía de placer.
Ojo, cachorro, ni una gota de leche hasta que te lo permita.

No AMO, NI UNA PUTA GOTA ASI ME MUERA AQUÍ MISMO.

Así pasaba el tiempo, y cada vez la sangre nos hervía a borbotones cual volcán en plena erupción.

Quinto, mi cachorro tierno, lamia, comía y se pajeaba parando cada cierto tiempo paraba temblando entero pero no soltaba ni una puta gota de su semen.

Cuanto placer, cuanto infierno, cuanta locura desbordada, hasta que no di más y en un grito le dije:
Toma putito de tu amo, aliméntate llénate de mi
…Y sin pensarlo me vacié en su boca, mientras mi perro del alma no hacia nada por pesarse de mi polla, es mas como el cachorro tierno que és se alimentaba de su amo.

Ven pajéate y lléname mi pecho de leche.
Como poseído se puso a horcajadas encima de su dueño, se meneo la polla un par de veces y ala, me lleno entero de semen, hasta a mi barba llegaron trellazos.
Nos reímos como niños, y sin que se lo dijes y como él solo sabe hacerlo limpio mi cuerpo con esa lengua me vuelve loco, nos abrazamos descansamos un rato y luego, bueno luego a currar, que tocaba la fiesta en la finca de cada sábado.

miércoles, 18 de enero de 2012

PUTITO, COMIENZA LA HISTORIA

Era muy jovencito aun, pero Siempre he sido observador y buscaba el goce por instinto. Por eso cuando mi amigo Fer, quien ya pasaba de los dieciocho, por fin después de mucho intentarlo, logro poner mi mano sobre el sitio que bajo su pantalón ocultaba a su polla, me di cuenta de su sonrisa de triunfo.

Su fija mirada lujuriosa me hipnotizaba y no aparte mis ojos de los suyos. Todo ocurría en silencio. Sentados uno al lado del otro sobre su cama en una casa en la que estábamos solos por el resto del día.

Al apretar su paquete con mis dedos, el sutilmente bajo su cremallera sin dejar de mirarme. Introduje la mano y toque su tallo caliente, duro y peludo. Al apretarlo sentí por primera vez en mi vida una ráfaga de placer que recorrió mi brazo y exploto en mi perineo.

Mi mano temblaba cuando logre sacarlo de su nido, era inmenso, no sé cuanto media pero mis manos apenas alcanzaban a rodearlo y su largo me asombro cuando al bajar mi mirada lo vi.

Su cabeza era morena, algo puntiaguda y latía cuando baje su prepucio y la descubrí. Mi excitación y la suya aumentaban y me rogo con su mirada que lo satisficiera. Para mí era la primera vez que veía otro pene, el mío aun no se desarrollaba.
Baje mi cabeza y siguiendo mi instinto comencé a lamer su abertura, su sabor y olor fueron de mi agrado. Ferdi se dejo caer de espaldas mientras yo lograba introducir su cabeza en mi boca y mis manos trabajaban en el tronco arriba y abajo lentamente.

Aquello me daba una sensación de de poder morboso. Tenía allí a ese muchacho mucho mayor que yo, sobándome suavemente mis mejillas y diciéndome palabras entrecortadas por el placer que yo le proporcionaba. Su respiración se volvía frenética, sabía yo que algo iba a pasar pero no exactamente qué pues nunca me había masturbado.

Se enderezo a medias en un rapto final de placer y sostuvo mi cabeza mientras eyaculaba en mi boca. Sentí que me ahogaba pues su cabeza llego a mi garganta y chorros de semen se colaban por ella; poco a poco fue cediendo su presión sobre mi garganta y pude sacar su pene de mi boca. Un sabor entre salado y acido pero muy sensual tenía su semen, me gusto. Le dije que casi me ahogo y por toda respuesta tomo mi cara entre sus manos y me beso la boca, pidió perdón, pues había sido el excesivo deseo que por mi sentía.

Me desnudo con cariño y me dio vueltas para verme bien. Yo sabía que mi cuerpo era bonito. Tenía nalgas prominentes, duras y carnosas, piernas bien formadas, cuerpo rellenito y una carita de ángel inocente. Todas estas características me hicieron famoso entre mis compañeros del colegio. El gordo Ferdi había logrado ponerle la mano a ese trofeo.

El sabía que yo sería su festín. Froto su cara en mi abdomen mientras sus manos se abrían paso a través de mis nalgas en busca del calor de mi hoyuelo feliz. Cuando lo toco sentí un corrientazo de placer tan fuerte que unas gotas de mi semen se me escaparon, Ferdi las lamio y siguió tocando mi dulce botoncito, otro espasmo recorrió mi perineo, gemí de placer. Instintivamente él supo que yo era suyo y había triunfado.

Se desvistió y me cargo hasta la ducha allí entre risas y arrumacos nos enjabonábamos y retozábamos. Yo no sabía lo que me esperaba. Mojados aun nos tendimos sobre la cama. Ahora que lo veía bien su cosa era intimidante. Creí que una mamada más y me podría ir. Ferdi tenía otro plan.
Me puso boca abajo y con aceite de bebe comenzó un masaje en mi espalda que terminaba dentro de mi colita. Yo gemía y suspiraba por el placer. Este masaje me relajo y comencé a abrir mis piernas mientras sus manos frotaban el interior de mis nalgas. Fui perdiendo el miedo: que pasara lo que pasara. Me abandone al placer. Al notar mi relajación sus dedos gordezuelos comenzaron a penetrarme, yo me resistía por el dolor que me ocasionaba. Pero el era persistente y paciente. Sabía que el placer y mi curiosidad trabajaban a su favor. Ese cuerpito largamente acechado pronto le pertenecería.

Yo nadaba en una piscina de placeres agudos y desconocidos que me hacían perder el control sobre mi cuerpo y sus reacciones me sorprendían. Ahora buscaba con desespero la penetración pero Ferdi la rehuía, me hacia sufrir espasmos de placer que recorrían mi estomago. Le pedí que hiciera lo que quisiera conmigo. Entonces introdujo poco a poco un dedo, dos dedos, tres dedos en mi orificio que estaba rebañado en aceite. El proceso duro largo rato y al final tenia introducido tres dedos, no me incomodaba demasiado.

Sus manipulaciones me desesperaban de placer, eyacule otra vez. Aprovechando mi desconcierto y total relajación, saco sus dedos y los substituyo por la cabeza de su tronco peludo y erguido a punto de explotar, su excitación largamente aguantada fue la causante de que apenas su cabezota ingreso en mi agujero, se produjera una eyaculación, yo sentía su leche caliente entrando a torrentes regando mi interior, sus jadeos de placer, sus movimientos incontrolados hundían cada vez más su dura carne en la mía, cálida y acogedora.

Su vaivén no ceso con el final de su acabada, continuo entrando más profundo hasta que sentí su barriga pegada a mi espalda y sus pelos arañaban mis nalgas sudorosas. Volví a sentir la proximidad de mi culminación como el trueno que anuncia una tormenta, un tono bajo y lejano que salía de mi perineo recorrió mi ano, subió por mi pene rumbo a estomago, el rugido se hacía cada vez más profundo y cercano sentí su estampido final dentro de mí, mi cuerpo dejo de pertenecerme, el placer me asfixiaba.

Ferdi tenía todo su peso sobre mí, y por ello mis movimientos fueron limitados. Su enorme estaca estaba profundamente enterrada en mí, me tenía aplanado sobre la cama y ni un milímetro de su carne quedaba fuera de mi culo. No se movió durante mi orgasmo. Cuando mis gritos de placer y mis convulsiones cesaron comenzó a hacerlo con lentitud agónica como si quisiera extender su placer al máximo. Me sentía aplastado por su enorme cuerpo de oso.

Pasó sus manos debajo de mis axilas y me sostuvo por las clavículas. Su aliento, resoplidos y palabras entrecortadas que trataban de describir lo que sentía, resonaban sobre mi oreja a donde pego su boca, introducía su lengua caliente en ella, lo que me arrancaba nuevas sensaciones que recorrían mi cuerpo excitado y sudoroso.

El solo movía su pelvis despacio, al principio. Su frecuencia de mete y saca fue irreprimiblemente en aumento, también sus resoplidos, ya solo murmuraba sin palabras. Nuestro frenesí siguió en aumento. Al comenzar a mover todo su cuerpo el mío quedo parcialmente liberado de su prisión de carne vibrante y volví a sentir esa angustia perineal de placer creciente, mis nalgas comenzaron a moverse con la rotación que les imprimía mi cadera, tenían vida propia y buscaban encajarse más profundo el tronco caliente que resbalaba en mi interior superlubricado por el semen de su primera eyaculada.

Las explosiones llegaron casi al unísono. El me arañaba mi pecho con sus dedos mientras gritaba de placer al inyectar con cada envión bocanadas de semen en mi más recóndito interior anal. Yo lo imitaba, perdido el sentido por el inmenso placer que me inundaba. Fueron varias eyaculaciones mientras mi cadera movía mis nalgas convulsiva y desenfrenadamente. También yo había enterrado sin notarlo mis uñas en sus piernas como para no dejar que se me escapara ninguna sensación. Los espasmos fueron cediendo, el sudor nos bañaba, la respiración se fue calmando, nuestras uñas soltaron sus presas, un suspiro de satisfacción broto de nuestras bocas.

Nos dio por reír a carcajadas irrefrenablemente, pero no cambiamos de posición. El seguía enterrado en mí. Sentía el latido de su corazón al unísono con el latir de su pene. Sin hablar ni movernos seguimos allí largo rato hasta que su tronco comenzó a desinflarse. Volvimos a romper a reír y de un tirón lo saco chorreante y flácido. Nos recostamos abrazados y nos quedamos dormidos.

Al despertar era muy tarde y debía irme rápido pues mi abuela podría regañarme. Así como estaba me puse mi interior y me vestí apresuradamente. Entre besos, bromas y promesas de reencuentro nos separamos y corrí para llegar rápido a mi casa no muy lejana. Sentía el semen de Ferdi saliendo de mi agujero y regarse por mis nalgas produciendo entre ellas una zona resbaladiza. El agujero no me dolía pero estaba más abierto de lo normal y el semen que expulsaba se depositaba en mi interior.

No tenía idea de que ese interior húmedo de semen cambiaria mi vida para siempre.

Fin de la primera parte.

lunes, 16 de enero de 2012

STHER (capitulo 10)

De regreso a Madrid seguimos con nuestra recientemente adquirida rutina diaria. Cuanto mas vivía con Esther, menos comprendía como Moncho la había tenido arrinconada. Era la mujer mas entregada, cariñosa, autentica y sincera que había conocido en mi vida. Reconozco que me he enamorado hasta las cachas y estoy seguro que ella también.
Escribí una nota para Moncho, advirtiéndole que era el ultimo aviso. Lo importante no era la nota, quería que supiera que sabia donde se escondía y que sacara conclusiones. Llame a Isabel, la espía y la encargue que metiera la nota por debajo de la puerta de su casa de la calle Velazquez. También la encargue que le dejara un recadito en su coche, que le pinchara las cuatro ruedas.
Unos días después, cuando Esther regresó del gimnasio, me encontró preparando algo en el salón y se acerco a mirar.
– ¿Qué haces mi señor? –me pregunto sonriendo, mientras miraba con interés lo que hacia.
– Mi amor es una sorpresa, venga, quítate la ropa.
Esther siempre estaba dispuesta para todo lo que se me ocurría. Obedeció sin rechistar. Me senté vestido en el sillón y la llame con el dedo. Se acerco y la senté a caballo sobre mis piernas dándome la espalda. De frente vio la pantalla del ordenador y una cámara Web.
– Una cámara, ¿para que es?
– Vamos a empezar a emitir, y tu eres la protagonista.
– ¿Yo? Pero ¿me van a ver mi señor? – pregunto con cierta alarma.
– Mi amor, van a ver lo preciosa que eres, –y diciendo esto la puse un antifaz de fantasía– tu ya has estado en un videochat.
– No es lo mismo mi señor, yo estaba de mirona, de mudita y ahora …
– Tu tranquila, no tienes que actuar, solo se tu misma y déjate llevar.
Íbamos a emitir en una Web alemana que daba mucha calidad de imagen y tenia usuarios de todo el mundo, pero principalmente de Alemania, EE.UU, Canadá e Hispanoamérica. Como Esther hablaba muy bien ingles no tendría problemas con los diálogos.
– ¿Estas preparada cariño? –y conecte mientras ella negaba con la cabeza. La imagen que apareció de nuestra sala era una puesta en escena premeditada, yo vestido y ella desnuda desde el primer momento y ocupando todo el plano. Comencé a sobarla las tetitas mientras el numero de mirones aumentaba. Durante un rato estuvo quieta, sin hacer ni decir nada, solo se dejaba manosear mientras leía las burradas que algunos tontos escribían. Intento alcanzar el teclado pero la dije que hablara que había micro. No se movía, solo hablaba y respondía a las preguntas de los usuarios cada vez mas lanzados y exigentes. El numero de usuarios aumentaba y la cantidad de monedas también gracias a la simpatía que demostraba. Llevábamos mas de tres cuartos de hora emitiendo cuando cogí un arnés de cuero que tenia preparado, y que Esther no conocía y se lo puse. Era muy básico, una correa de cuero rodeaba su cuello, mientras otra tira caía por su espalda donde dos brazaletes permitían sujetar sus muñecas a media espalda. Esther echo hacia atrás su cuello para que yo la besase, y lo hice mientras masajeaba con fuerza sus tetas. Baje mi mano derecha y empecé a estimularla la vagina mientras ella intentaba responder a todo el mundo, pero entre que la voz se la entrecortaba y la velocidad del chat, era imposible. Al final se abandono, llego el primer orgasmo y se corrió en mi mano delante de un montón de babeantes desconocidos. Enseñe la mano a la cámara para que todos vieran como chorreaban sus jugos. El chat echaba humo. La deje tranquilizarse, ella retomo la conversación y al rato volví a estimularla la vagina hasta que alcanzo un nuevo orgasmo. Tres horas emitiendo y siete orgasmos después, coloque sus pies encima de mis muslos, me saque la polla que la tenia a reventar y tras lubricarla con vaselina se la metí por el culo. Estuve un rato fallándola mientras con la mano la acariciaba el clítoris, hasta que alcanzo un nuevo orgasmo que la hizo chillar mas que en los anteriores. Las peticiones para pasar a privado se amontonaban e iban con mucho retardo. Ofertas económicas de tres ceros por conocerla personalmente. Siguió un rato largo chateando con mi polla en el culo y cuando se lo dije, se despidió y cortamos la emisión. Se bajo inmediatamente y todavía sujeta por las correas se arrodillo entre mis piernas y estuvo chapándomela hasta que la reanimo. Y gracias a su empeño me corrí otra vez.
El chat despertó en Esther un interés muy especial. Un tiempo después comenzó a emitir periódicamente ella sola, dos veces por semana con el nic “slave_X_love”. Asocio una línea de Amazon e incluso abrió una cuenta de Skype. Montaba el chiringuito en el dormitorio, donde podía retozar por la cama con total libertad mientras yo, trabajaba con mi ordenador, sentado en un sillón. Aprendió a vender su erotismo y a sacarle partido, aunque no lo necesitaba, pero lo cierto es que entre regalos y dinero, sacaba alrededor de 1.000 $ mensuales. En ocasiones, Spok aparecía por allí y se convertía en una atracción. Y no por que hicieran algo fuera de lo normal. La imagen de Esther desnuda, sobeteando y abrazando a un gato tan grande es muy sugerente, Desde mi lugar privilegiado, la miraba enamorado hasta las cejas y sus sesiones siempre terminaban igual, nada mas desconectar, saltaba sobre ella mientras reía complacida y la follaba.
Unos días después de la primera emisión tenia la boda de un amigo y lo arregle para que Esther me acompañara. La ceremonia se celebro en la iglesia románica de un pueblo perdido cercano a Guadalajara y la celebración, en una abadía cercana con claustro renacentista. Estuvo bailando como una loca hasta las tres de la madrugada y congenio de maravilla con mis amigos.
De regreso a Madrid se percato que salíamos de la nacional a la altura de Alcalá de Henares y entrábamos a un polígono.
– ¿Dónde vamos mi señor, no vamos a casa?
– Vamos a un hotel.
– Pero no he traído ropa, ni nada …
– No te preocupes mi amor, no te va a hacer falta, –la conteste con una sonrisa.
Entramos con el coche a una nave industrial por el túnel que conduce a la recepción, nos registramos desde el mismo coche y seguimos por el túnel hasta que vimos un portón abierto.
–¿Qué es este sitio mi señor? – me pregunto flipando.
– Se llama Zouk, y es un hotel de … enamorados.
Entramos por el portón y paramos el coche. Me baje y apreté el botón que cerraba la puerta. Cogí una bolsa que tenia preparada con nuestros juguetes, subimos la escalera y entramos en la suite.
– ¡¡Hay una piscina!! –grito y quitándose la poca ropa que llevaba se tiro de cabeza.
Acerque un sillón al borde de la piscina, abrí una botella de champán que había previamente encargado, serví dos copas y me senté para mirarla como chapoteaba en el agua. Se acerco al borde a por su copa y siguió jugueteando. La encantaba que la sorprendiera. La llene varias veces la copa que dejaba en el borde y se iba a bucear. Antes de que pillara un pedo importante me levante, cogí una toalla de baño y me acerque al borde. Ella salio rápidamente y se refugio en ella. La levanté en brazos y la lleve hasta la cama. De la bolsa saque unas muñequeras y unas tobilleras de cuero. Mientras se las ponía no paraba de jugar con sus pies, acariciándome con ellos la cara o metiéndolos en mi entrepierna. Sujete sus manos a sus tobillos y sin desnudarme todavía estuve un rato tocándola el clítoris con mi dedo. Veía como ardía de deseo, como se retorcía y gemía.
– ¡Por favor mi señor, follame! –repetía continuamente, pero yo impasible a duras penas seguí con mi dedo en su clítoris.
– ¡Por favor, follame, follame! –seguía repitiendo mientras su cuerpo empezaba a cubrirse de sudor.
Me saque la polla y la acerque a su cara pero no deje que la chupara, solo se la pasaba por ella.. Como me gustaba hacerla rabiar, la tenia al borde del infarto. Me quite la ropa muy despacio, mientras ella luchaba con sus correas intentando tocarse, pero por muy poco no podía y eso la ponía mas frenética. Volví a tocarla el clítoris y cuando estaba apunto del orgasmo retiraba la mano. Sus gruñidos de desesperación se sucedían mientras volvía a comenzar con su clítoris y a parar, y así varias veces. Tire de ella hasta que su cabeza colgó por el borde de la cama. Ella misma podía verse en el espejo del techo, retorciéndose. Cogiéndola del pelo la metí la polla en la boca y sin tocarla deje que chupara hasta que me corrí. Mientras mi polla perdía volumen en su boca, mi dedo volvió a estimular su clítoris, pero no la dejaba correrse. Constantemente me pedía que la follara, pero yo seguía imperturbable, pero cuando vi caer las primeras lagrimas, me puse sobre ella y la penetre. Gruñía, chillaba, gemía hasta que tubo un orgasmo tremendo que la dejo semi inconsciente. La sujetaba la cabeza con mis manos y miraba sus ojos medio cerrados mientras seguía apretando pero ya no tubo mas orgasmos, era como si se hubiera vaciado por completo. Unos minutos después me corrí de nuevo mientras incansable la besaba los labios.
Cuando nos tranquilizamos, la solté y la sujete las manos en la espalda con las muñequeras. Los pies tambien los sujete unos con otros y por ultimo la introduje un pequeño consolador anal. La di un beso, apague la luz y la di las buenas noches.
Cuando abrí los ojos era tarde y no pude despertar de mejor manera, Esther se había movido hacia abajo y ya tenia mi polla en su boca. Me incorpore un poco, solté sus tobillos y me la coloque encima con su vagina directamente sobre mi boca. Mi lengua recorría su rajita en toda su longitud, desde el clítoris al final y mas halla, hasta el ano que seguía ocupado por el tildo. Lo cogía con los dientes y tiraba de el y lo volvía a meter como si la estuviera follando. Esther retorciéndose de placer tenia dificultades para respirar con mi polla en su boca. De vez en cuando se la sacaba para tomar aire y volvía a chupar. Gemía y gruñía, hasta que se corrió y sus maravillosos jugos inundaron mi boca. Siguió hasta que eyacule y se lo trago todo como era su costumbre.

– Me gusta que me despiertes de esta manera mi amor.
– Es que tenia hambre mi señor y no tenia otra cosa que llevarme a la boca, –­me dijo la cachonda riéndose.
– ¡Ah si! ¡Con que esas tenemos eh! –me incorpore, la eché sobre la cama y me puse a hacerla cosquillas. Empezó a chillar y a patalear hasta que entro en esa risa histérica e incontenible que la atacaba en estas ocasiones.
Cuando se tranquilizo, la solté los tobillos, la saque el dildo del culito, me levante de la cama y la ayude a levantarse. Con las manos en la espalda fue al baño a hacer sus cosas, yo la ayude y luego la lleve a la piscina. La cogí en brazos y baje por la escalera metiéndome en el agua. Estuvimos un rato largo chapoteando en el agua. Yo la sujetaba pegada a mi y aprovechaba cualquier ocasión para manosear cualquier parte sensible de Esther, que eran muchos. Me acerque a la escalinata y me tumbe en ella, con Esther boca arriba sobre mi. Sus pechitos y su vientre sobresalían brevemente del agua. Con mi mano la acaricie la vagina e introduje un par de dedos en su interior mientras con la palma estimulaba su clítoris. Cuando estaba a punto de correrse saque los dedos y estimule directamente el clítoris. Cuando lo hizo, unos hilillos blancuzcos salieron de su interior flotando en el agua. La seguí acariciando un rato echándola agua por las tetas. La cogí en brazos, salimos de la piscina y la seque mientras Esther se mostraba encantada de la vida. Aparte los jarrones de la mesa de comedor, la tumbe en ella y la sujete los tobillos otra vez. ¡Joder! Como la gusta estar así, desnuda y atada.
– ¿Tienes hambre?, es ya hora de comer.
– No se, no quiero que me sueltes …
– Si no quieres que te suelte, no se hable mas, comerás atada.
– ¡UUnnnnnnnnnnn!
Cogí el teléfono de la habitación y llame al servicio de habitaciones, encargue una ensalada, canapés, fruta y una botella de champagne.
– Ya esta mi amor, ahora lo traen.
– El camarero se va a llevar una sorpresa cuando me vea así, encima de la mesa.
– Seguro que no se queja, además, ahora que lo pienso, puedo decirle que “eres” Buffett libre, ¿no te parece?
Me miro un tanto mosca y con cierta intranquilidad. La verdad es que Esther siempre estaba dispuesta a jugar a todo lo que se ocurriera, pero compartirme o ir con otro hombre, no entraba para nada, dentro de sus apetencias. Y yo lo sabia, pero como ya he dicho, una cosa que me encantaba era hacerla rabiar. Mientras esperábamos yo la acariciaba constantemente y la decía que era para que el camarero la encontrara caliente.
De repente sonó un timbrazo muy fuerte y Esther, a pesar de estar atada dio un bote de cojones.
– ¿Qué es eso? –pregunto con voz entrecortada.
–¡El camarero! –la conteste descojonado de risa. Me dirigí a un aparador que había con dos puertas grandes y las abrí. Dentro estaba el encargo. No me paraba de reír viendo la cara que se le había quedado. Pasada la sorpresa inicial, ella también se echó a reír. La solté los tobillos y la senté en la mesa, a mi lado.
Durante la comida, todo fueron besos y risas … y champagne. Tanto que me dijo de pedir otra.
– No mi amor, luego, mas tarde, no quiero que te pongas pedo y te quedes K.O.
– Bueno, da igual mi señor, puedes hacer conmigo lo que quieras.
Reconozco que su respuesta me molesto y ella de inmediato se dio cuenta. Soy muy transparente para Esther.
– ¡Eso no lo digas ni en broma!
– Mi señor, lo siento, lo siento, lo siento, –repetía mientras intentaba alcanzar mi boca para besarme.
La abrace y besándola en la frente la solté las manos y me senté en un sillón a ver la tela. Soy incapaz de estar mas de cinco minutos enfadado con nadie y mucho menos con Esther, pero decidí hacer teatro. Intentó sentarse sobre mis piernas, pero no la deje y al final se sentó en el suelo al lado del sillón. Yo la miraba de reojo mientras ponía una aptitud indiferente, pero pienso que ella sabia muy bien que estaba de broma. Se levanto y se tumbo boca abajo sobre mis piernas, ofreciéndome su trasero.
– Azótame mi señor, he sido mala, –que cachonda, menudo castigo, se perfectamente que la encanta que la de azotes en el culo.
Mi mano derecha comenzó a recorrer su trasero, mientras con la izquierda la agarraba fuerte del pelo. La fui dando azotes, indistintamente en una nalga y en otra durante un rato mientras Esther aullaba. Pare con los azotes y de manera brusca la metí los dedos en la vagina , que como imaginaba esta chorreando. Seguí metiéndola los dedos y dándola azotes hasta que me dio pena su culito rojo como un tomate –se que soy un mal amo y que además ella quiere, pero no puedo, tengo un limite– y la masturbe hasta que se corrió. La arrodille entre mis piernas y la comí la boca, ella intento agacharse para chupármela pero no la deje y seguí comiéndola el morrito. Cuando me canse, y es un decir, me levante y se la metí en la boca. La deje trabajar, siempre con las manos a la espalda, hasta que consiguió que me corriera mientras su fantástica lengua acariciaba mi glande.
De la bolsa de las “herramientas” saque una madeja de cuerda. La quite las muñequeras y la ate con los brazos cruzados por detrás de la espalda y con la cuerda sobrante la rodee el cuerpo un par de veces por encima y por debajo de sus pechos. Aunque parezca que es una operación fácil, no lo es. Esther constantemente juguetea conmigo y no facilita mucho la labor. La acerque a la piscina, la sujete los tobillos con las tobilleras y sin previo aviso la empuje al agua. Se fue al fondo de inmediato, yo la veía retorcerse intentando soltarse pero era imposible. Cada cierto tiempo lograba impulsarse con los pies y subir a tomar aire, pero inmediatamente se iba al fondo. Me metí en el agua y amarrándola del pelo la saque a la superficie. Trago algo de agua porque se puso a toser, la deje tranquilizarse y la volví a sumergir. Me senté en la escalinata otra vez y la tumbe boca abajo apoyada en mi brazo izquierdo. La mantenía con la cabeza fuera del agua mientras estimulaba su vagina con la mano derecha. Después la introduje un vibrador de los gordos. Mientras la follaba con el, periódicamente la sumergía la cabeza bajo el agua hasta que conseguí que tuviera una orgasmo en inmersión. Cuando la saque estuvo un rato tosiendo, la puse sobre mi, la solté los tobillos y la penetre. Estuve un buen rato follándola sin prisas, pero sin pausa, recreándome en la suerte. Nos corrimos juntos mientras me comía sus pezones duros como piedras.
El resto de la tarde la pasamos descansando en el jacuzzi, charlando, jugueteando y riendo. A las ocho cesamos toda actividad y me senté ante la tele para ver el partido del Real Madrid, mientras Esther, que no es nada futbolera, se hacia las uñas y escuchaba música con su mp4.
Un poco antes de que terminara el partido encargamos la cena y mas champagne. Cuando terminamos la botella, pedimos otra y como era previsible Esther se fue grogui a la cama.
Por la mañana temprano, cuando Esther se despertó estaba atada de pies y manos
– Has sido una niña mala cariño, te has vuelto emborrachar y sabes que no me gusta, –la dije acariciándola la oreja– te mereces un castigo.
– Por favor mi señor dame un ibuprofeno …
– No te preocupes que del dolor de cabeza no te vas a acordar dentro de un ratito.
Conecte las bolas chinas que la había introducido antes de atarla e inmediatamente Esther lo noto. Pocos minutos después ya estaba jadeando. Las manos atadas a la espalda se las uní a sus tobillos dejándola en una posición un tanto forzada pero que dejaba al descubierto su abultado clítoris, como una colina en un desierto.
Sonó el timbre y me levante para coger El País que había pedido a recepción. Y me puse a leerlo. Esther se quejaba, mientras seguía gimiendo, cada vez con mas intensidad. Mientras estaba leyendo el periódico no tuvo ningún orgasmo, había descubierto que me necesitaba a mi para tenerlos, sabia que en el momento que la tocara lo tendría. Y así fue, cuando termine, me acerque a ella, me senté a su lado y con el dedo la estimule su abultado clítoris y a los pocos segundos chillo y chillo mientras la “muerte dulce” la agarrotaba. La puse boca abajo, al borde de la cama y la metí mi polla en la boca mientras la acariciaba los pies. La deje funcionar con la lengua hasta que me corrí en su cara.
– No me has dado tu leche mi señor, –se quejo.
– Has sido mala, no te la mereces.
– ¿Sigues enfadado mi señor?
– ¡Sabes que no! –la respondí con una sonrisa.
Durante el resto del día continuamos amándonos, pero ya sin cuerdas ni grilletes. Utilizamos todos los recursos de la suite, la piscina, el jacuzzi, la sauna. Todo lo necesario para ayudar a que dos amantes se amen mas, mucho mas.