lunes, 16 de enero de 2012

STHER (capitulo 10)

De regreso a Madrid seguimos con nuestra recientemente adquirida rutina diaria. Cuanto mas vivía con Esther, menos comprendía como Moncho la había tenido arrinconada. Era la mujer mas entregada, cariñosa, autentica y sincera que había conocido en mi vida. Reconozco que me he enamorado hasta las cachas y estoy seguro que ella también.
Escribí una nota para Moncho, advirtiéndole que era el ultimo aviso. Lo importante no era la nota, quería que supiera que sabia donde se escondía y que sacara conclusiones. Llame a Isabel, la espía y la encargue que metiera la nota por debajo de la puerta de su casa de la calle Velazquez. También la encargue que le dejara un recadito en su coche, que le pinchara las cuatro ruedas.
Unos días después, cuando Esther regresó del gimnasio, me encontró preparando algo en el salón y se acerco a mirar.
– ¿Qué haces mi señor? –me pregunto sonriendo, mientras miraba con interés lo que hacia.
– Mi amor es una sorpresa, venga, quítate la ropa.
Esther siempre estaba dispuesta para todo lo que se me ocurría. Obedeció sin rechistar. Me senté vestido en el sillón y la llame con el dedo. Se acerco y la senté a caballo sobre mis piernas dándome la espalda. De frente vio la pantalla del ordenador y una cámara Web.
– Una cámara, ¿para que es?
– Vamos a empezar a emitir, y tu eres la protagonista.
– ¿Yo? Pero ¿me van a ver mi señor? – pregunto con cierta alarma.
– Mi amor, van a ver lo preciosa que eres, –y diciendo esto la puse un antifaz de fantasía– tu ya has estado en un videochat.
– No es lo mismo mi señor, yo estaba de mirona, de mudita y ahora …
– Tu tranquila, no tienes que actuar, solo se tu misma y déjate llevar.
Íbamos a emitir en una Web alemana que daba mucha calidad de imagen y tenia usuarios de todo el mundo, pero principalmente de Alemania, EE.UU, Canadá e Hispanoamérica. Como Esther hablaba muy bien ingles no tendría problemas con los diálogos.
– ¿Estas preparada cariño? –y conecte mientras ella negaba con la cabeza. La imagen que apareció de nuestra sala era una puesta en escena premeditada, yo vestido y ella desnuda desde el primer momento y ocupando todo el plano. Comencé a sobarla las tetitas mientras el numero de mirones aumentaba. Durante un rato estuvo quieta, sin hacer ni decir nada, solo se dejaba manosear mientras leía las burradas que algunos tontos escribían. Intento alcanzar el teclado pero la dije que hablara que había micro. No se movía, solo hablaba y respondía a las preguntas de los usuarios cada vez mas lanzados y exigentes. El numero de usuarios aumentaba y la cantidad de monedas también gracias a la simpatía que demostraba. Llevábamos mas de tres cuartos de hora emitiendo cuando cogí un arnés de cuero que tenia preparado, y que Esther no conocía y se lo puse. Era muy básico, una correa de cuero rodeaba su cuello, mientras otra tira caía por su espalda donde dos brazaletes permitían sujetar sus muñecas a media espalda. Esther echo hacia atrás su cuello para que yo la besase, y lo hice mientras masajeaba con fuerza sus tetas. Baje mi mano derecha y empecé a estimularla la vagina mientras ella intentaba responder a todo el mundo, pero entre que la voz se la entrecortaba y la velocidad del chat, era imposible. Al final se abandono, llego el primer orgasmo y se corrió en mi mano delante de un montón de babeantes desconocidos. Enseñe la mano a la cámara para que todos vieran como chorreaban sus jugos. El chat echaba humo. La deje tranquilizarse, ella retomo la conversación y al rato volví a estimularla la vagina hasta que alcanzo un nuevo orgasmo. Tres horas emitiendo y siete orgasmos después, coloque sus pies encima de mis muslos, me saque la polla que la tenia a reventar y tras lubricarla con vaselina se la metí por el culo. Estuve un rato fallándola mientras con la mano la acariciaba el clítoris, hasta que alcanzo un nuevo orgasmo que la hizo chillar mas que en los anteriores. Las peticiones para pasar a privado se amontonaban e iban con mucho retardo. Ofertas económicas de tres ceros por conocerla personalmente. Siguió un rato largo chateando con mi polla en el culo y cuando se lo dije, se despidió y cortamos la emisión. Se bajo inmediatamente y todavía sujeta por las correas se arrodillo entre mis piernas y estuvo chapándomela hasta que la reanimo. Y gracias a su empeño me corrí otra vez.
El chat despertó en Esther un interés muy especial. Un tiempo después comenzó a emitir periódicamente ella sola, dos veces por semana con el nic “slave_X_love”. Asocio una línea de Amazon e incluso abrió una cuenta de Skype. Montaba el chiringuito en el dormitorio, donde podía retozar por la cama con total libertad mientras yo, trabajaba con mi ordenador, sentado en un sillón. Aprendió a vender su erotismo y a sacarle partido, aunque no lo necesitaba, pero lo cierto es que entre regalos y dinero, sacaba alrededor de 1.000 $ mensuales. En ocasiones, Spok aparecía por allí y se convertía en una atracción. Y no por que hicieran algo fuera de lo normal. La imagen de Esther desnuda, sobeteando y abrazando a un gato tan grande es muy sugerente, Desde mi lugar privilegiado, la miraba enamorado hasta las cejas y sus sesiones siempre terminaban igual, nada mas desconectar, saltaba sobre ella mientras reía complacida y la follaba.
Unos días después de la primera emisión tenia la boda de un amigo y lo arregle para que Esther me acompañara. La ceremonia se celebro en la iglesia románica de un pueblo perdido cercano a Guadalajara y la celebración, en una abadía cercana con claustro renacentista. Estuvo bailando como una loca hasta las tres de la madrugada y congenio de maravilla con mis amigos.
De regreso a Madrid se percato que salíamos de la nacional a la altura de Alcalá de Henares y entrábamos a un polígono.
– ¿Dónde vamos mi señor, no vamos a casa?
– Vamos a un hotel.
– Pero no he traído ropa, ni nada …
– No te preocupes mi amor, no te va a hacer falta, –la conteste con una sonrisa.
Entramos con el coche a una nave industrial por el túnel que conduce a la recepción, nos registramos desde el mismo coche y seguimos por el túnel hasta que vimos un portón abierto.
–¿Qué es este sitio mi señor? – me pregunto flipando.
– Se llama Zouk, y es un hotel de … enamorados.
Entramos por el portón y paramos el coche. Me baje y apreté el botón que cerraba la puerta. Cogí una bolsa que tenia preparada con nuestros juguetes, subimos la escalera y entramos en la suite.
– ¡¡Hay una piscina!! –grito y quitándose la poca ropa que llevaba se tiro de cabeza.
Acerque un sillón al borde de la piscina, abrí una botella de champán que había previamente encargado, serví dos copas y me senté para mirarla como chapoteaba en el agua. Se acerco al borde a por su copa y siguió jugueteando. La encantaba que la sorprendiera. La llene varias veces la copa que dejaba en el borde y se iba a bucear. Antes de que pillara un pedo importante me levante, cogí una toalla de baño y me acerque al borde. Ella salio rápidamente y se refugio en ella. La levanté en brazos y la lleve hasta la cama. De la bolsa saque unas muñequeras y unas tobilleras de cuero. Mientras se las ponía no paraba de jugar con sus pies, acariciándome con ellos la cara o metiéndolos en mi entrepierna. Sujete sus manos a sus tobillos y sin desnudarme todavía estuve un rato tocándola el clítoris con mi dedo. Veía como ardía de deseo, como se retorcía y gemía.
– ¡Por favor mi señor, follame! –repetía continuamente, pero yo impasible a duras penas seguí con mi dedo en su clítoris.
– ¡Por favor, follame, follame! –seguía repitiendo mientras su cuerpo empezaba a cubrirse de sudor.
Me saque la polla y la acerque a su cara pero no deje que la chupara, solo se la pasaba por ella.. Como me gustaba hacerla rabiar, la tenia al borde del infarto. Me quite la ropa muy despacio, mientras ella luchaba con sus correas intentando tocarse, pero por muy poco no podía y eso la ponía mas frenética. Volví a tocarla el clítoris y cuando estaba apunto del orgasmo retiraba la mano. Sus gruñidos de desesperación se sucedían mientras volvía a comenzar con su clítoris y a parar, y así varias veces. Tire de ella hasta que su cabeza colgó por el borde de la cama. Ella misma podía verse en el espejo del techo, retorciéndose. Cogiéndola del pelo la metí la polla en la boca y sin tocarla deje que chupara hasta que me corrí. Mientras mi polla perdía volumen en su boca, mi dedo volvió a estimular su clítoris, pero no la dejaba correrse. Constantemente me pedía que la follara, pero yo seguía imperturbable, pero cuando vi caer las primeras lagrimas, me puse sobre ella y la penetre. Gruñía, chillaba, gemía hasta que tubo un orgasmo tremendo que la dejo semi inconsciente. La sujetaba la cabeza con mis manos y miraba sus ojos medio cerrados mientras seguía apretando pero ya no tubo mas orgasmos, era como si se hubiera vaciado por completo. Unos minutos después me corrí de nuevo mientras incansable la besaba los labios.
Cuando nos tranquilizamos, la solté y la sujete las manos en la espalda con las muñequeras. Los pies tambien los sujete unos con otros y por ultimo la introduje un pequeño consolador anal. La di un beso, apague la luz y la di las buenas noches.
Cuando abrí los ojos era tarde y no pude despertar de mejor manera, Esther se había movido hacia abajo y ya tenia mi polla en su boca. Me incorpore un poco, solté sus tobillos y me la coloque encima con su vagina directamente sobre mi boca. Mi lengua recorría su rajita en toda su longitud, desde el clítoris al final y mas halla, hasta el ano que seguía ocupado por el tildo. Lo cogía con los dientes y tiraba de el y lo volvía a meter como si la estuviera follando. Esther retorciéndose de placer tenia dificultades para respirar con mi polla en su boca. De vez en cuando se la sacaba para tomar aire y volvía a chupar. Gemía y gruñía, hasta que se corrió y sus maravillosos jugos inundaron mi boca. Siguió hasta que eyacule y se lo trago todo como era su costumbre.

– Me gusta que me despiertes de esta manera mi amor.
– Es que tenia hambre mi señor y no tenia otra cosa que llevarme a la boca, –­me dijo la cachonda riéndose.
– ¡Ah si! ¡Con que esas tenemos eh! –me incorpore, la eché sobre la cama y me puse a hacerla cosquillas. Empezó a chillar y a patalear hasta que entro en esa risa histérica e incontenible que la atacaba en estas ocasiones.
Cuando se tranquilizo, la solté los tobillos, la saque el dildo del culito, me levante de la cama y la ayude a levantarse. Con las manos en la espalda fue al baño a hacer sus cosas, yo la ayude y luego la lleve a la piscina. La cogí en brazos y baje por la escalera metiéndome en el agua. Estuvimos un rato largo chapoteando en el agua. Yo la sujetaba pegada a mi y aprovechaba cualquier ocasión para manosear cualquier parte sensible de Esther, que eran muchos. Me acerque a la escalinata y me tumbe en ella, con Esther boca arriba sobre mi. Sus pechitos y su vientre sobresalían brevemente del agua. Con mi mano la acaricie la vagina e introduje un par de dedos en su interior mientras con la palma estimulaba su clítoris. Cuando estaba a punto de correrse saque los dedos y estimule directamente el clítoris. Cuando lo hizo, unos hilillos blancuzcos salieron de su interior flotando en el agua. La seguí acariciando un rato echándola agua por las tetas. La cogí en brazos, salimos de la piscina y la seque mientras Esther se mostraba encantada de la vida. Aparte los jarrones de la mesa de comedor, la tumbe en ella y la sujete los tobillos otra vez. ¡Joder! Como la gusta estar así, desnuda y atada.
– ¿Tienes hambre?, es ya hora de comer.
– No se, no quiero que me sueltes …
– Si no quieres que te suelte, no se hable mas, comerás atada.
– ¡UUnnnnnnnnnnn!
Cogí el teléfono de la habitación y llame al servicio de habitaciones, encargue una ensalada, canapés, fruta y una botella de champagne.
– Ya esta mi amor, ahora lo traen.
– El camarero se va a llevar una sorpresa cuando me vea así, encima de la mesa.
– Seguro que no se queja, además, ahora que lo pienso, puedo decirle que “eres” Buffett libre, ¿no te parece?
Me miro un tanto mosca y con cierta intranquilidad. La verdad es que Esther siempre estaba dispuesta a jugar a todo lo que se ocurriera, pero compartirme o ir con otro hombre, no entraba para nada, dentro de sus apetencias. Y yo lo sabia, pero como ya he dicho, una cosa que me encantaba era hacerla rabiar. Mientras esperábamos yo la acariciaba constantemente y la decía que era para que el camarero la encontrara caliente.
De repente sonó un timbrazo muy fuerte y Esther, a pesar de estar atada dio un bote de cojones.
– ¿Qué es eso? –pregunto con voz entrecortada.
–¡El camarero! –la conteste descojonado de risa. Me dirigí a un aparador que había con dos puertas grandes y las abrí. Dentro estaba el encargo. No me paraba de reír viendo la cara que se le había quedado. Pasada la sorpresa inicial, ella también se echó a reír. La solté los tobillos y la senté en la mesa, a mi lado.
Durante la comida, todo fueron besos y risas … y champagne. Tanto que me dijo de pedir otra.
– No mi amor, luego, mas tarde, no quiero que te pongas pedo y te quedes K.O.
– Bueno, da igual mi señor, puedes hacer conmigo lo que quieras.
Reconozco que su respuesta me molesto y ella de inmediato se dio cuenta. Soy muy transparente para Esther.
– ¡Eso no lo digas ni en broma!
– Mi señor, lo siento, lo siento, lo siento, –repetía mientras intentaba alcanzar mi boca para besarme.
La abrace y besándola en la frente la solté las manos y me senté en un sillón a ver la tela. Soy incapaz de estar mas de cinco minutos enfadado con nadie y mucho menos con Esther, pero decidí hacer teatro. Intentó sentarse sobre mis piernas, pero no la deje y al final se sentó en el suelo al lado del sillón. Yo la miraba de reojo mientras ponía una aptitud indiferente, pero pienso que ella sabia muy bien que estaba de broma. Se levanto y se tumbo boca abajo sobre mis piernas, ofreciéndome su trasero.
– Azótame mi señor, he sido mala, –que cachonda, menudo castigo, se perfectamente que la encanta que la de azotes en el culo.
Mi mano derecha comenzó a recorrer su trasero, mientras con la izquierda la agarraba fuerte del pelo. La fui dando azotes, indistintamente en una nalga y en otra durante un rato mientras Esther aullaba. Pare con los azotes y de manera brusca la metí los dedos en la vagina , que como imaginaba esta chorreando. Seguí metiéndola los dedos y dándola azotes hasta que me dio pena su culito rojo como un tomate –se que soy un mal amo y que además ella quiere, pero no puedo, tengo un limite– y la masturbe hasta que se corrió. La arrodille entre mis piernas y la comí la boca, ella intento agacharse para chupármela pero no la deje y seguí comiéndola el morrito. Cuando me canse, y es un decir, me levante y se la metí en la boca. La deje trabajar, siempre con las manos a la espalda, hasta que consiguió que me corriera mientras su fantástica lengua acariciaba mi glande.
De la bolsa de las “herramientas” saque una madeja de cuerda. La quite las muñequeras y la ate con los brazos cruzados por detrás de la espalda y con la cuerda sobrante la rodee el cuerpo un par de veces por encima y por debajo de sus pechos. Aunque parezca que es una operación fácil, no lo es. Esther constantemente juguetea conmigo y no facilita mucho la labor. La acerque a la piscina, la sujete los tobillos con las tobilleras y sin previo aviso la empuje al agua. Se fue al fondo de inmediato, yo la veía retorcerse intentando soltarse pero era imposible. Cada cierto tiempo lograba impulsarse con los pies y subir a tomar aire, pero inmediatamente se iba al fondo. Me metí en el agua y amarrándola del pelo la saque a la superficie. Trago algo de agua porque se puso a toser, la deje tranquilizarse y la volví a sumergir. Me senté en la escalinata otra vez y la tumbe boca abajo apoyada en mi brazo izquierdo. La mantenía con la cabeza fuera del agua mientras estimulaba su vagina con la mano derecha. Después la introduje un vibrador de los gordos. Mientras la follaba con el, periódicamente la sumergía la cabeza bajo el agua hasta que conseguí que tuviera una orgasmo en inmersión. Cuando la saque estuvo un rato tosiendo, la puse sobre mi, la solté los tobillos y la penetre. Estuve un buen rato follándola sin prisas, pero sin pausa, recreándome en la suerte. Nos corrimos juntos mientras me comía sus pezones duros como piedras.
El resto de la tarde la pasamos descansando en el jacuzzi, charlando, jugueteando y riendo. A las ocho cesamos toda actividad y me senté ante la tele para ver el partido del Real Madrid, mientras Esther, que no es nada futbolera, se hacia las uñas y escuchaba música con su mp4.
Un poco antes de que terminara el partido encargamos la cena y mas champagne. Cuando terminamos la botella, pedimos otra y como era previsible Esther se fue grogui a la cama.
Por la mañana temprano, cuando Esther se despertó estaba atada de pies y manos
– Has sido una niña mala cariño, te has vuelto emborrachar y sabes que no me gusta, –la dije acariciándola la oreja– te mereces un castigo.
– Por favor mi señor dame un ibuprofeno …
– No te preocupes que del dolor de cabeza no te vas a acordar dentro de un ratito.
Conecte las bolas chinas que la había introducido antes de atarla e inmediatamente Esther lo noto. Pocos minutos después ya estaba jadeando. Las manos atadas a la espalda se las uní a sus tobillos dejándola en una posición un tanto forzada pero que dejaba al descubierto su abultado clítoris, como una colina en un desierto.
Sonó el timbre y me levante para coger El País que había pedido a recepción. Y me puse a leerlo. Esther se quejaba, mientras seguía gimiendo, cada vez con mas intensidad. Mientras estaba leyendo el periódico no tuvo ningún orgasmo, había descubierto que me necesitaba a mi para tenerlos, sabia que en el momento que la tocara lo tendría. Y así fue, cuando termine, me acerque a ella, me senté a su lado y con el dedo la estimule su abultado clítoris y a los pocos segundos chillo y chillo mientras la “muerte dulce” la agarrotaba. La puse boca abajo, al borde de la cama y la metí mi polla en la boca mientras la acariciaba los pies. La deje funcionar con la lengua hasta que me corrí en su cara.
– No me has dado tu leche mi señor, –se quejo.
– Has sido mala, no te la mereces.
– ¿Sigues enfadado mi señor?
– ¡Sabes que no! –la respondí con una sonrisa.
Durante el resto del día continuamos amándonos, pero ya sin cuerdas ni grilletes. Utilizamos todos los recursos de la suite, la piscina, el jacuzzi, la sauna. Todo lo necesario para ayudar a que dos amantes se amen mas, mucho mas.

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