viernes, 25 de noviembre de 2011

En la Gasolinera

No recuerdo que día de la semana era, tal vez martes o miércoles. Si recuerdo que era final de mes y había que terminar los informes para presentarlos en el consejo de administración y, como no, me había tocado a mí terminarlos. El jefe se llevaría los aplausos y las bonificaciones económicas, como siempre.
Cuando salí de la oficina era cerca de la 1 de la madrugada. Bajé hasta el garaje y al arrancar el piloto indicador de gasolina se encendió recordándome que el coche necesitaba combustible. Se me había olvidado por completo.
- Menos mal que hay una gasolinera cerca. – Pensé. En realidad la gasolinera estaba a un kilómetro, más o menos, en dirección opuesta a mi casa, pero no podía arriesgarme a quedarme tirado en mitad de la carretera (la oficina estaba situada en un parque empresarial en mitad de la nada y yo vivía en una urbanización en una zona no demasiado poblada).
Afortunadamente la gasolinera estaba abierta, así que estacioné mi coche junto al surtidor entré en la tienda para, de camino, comprarme algo para matar el hambre, ya que aún no había cenado.
- Buenas noches. – Dije sin mirar al entrar en la tienda.
- ¿Tan tarde por aquí? – Me dijo una voz familiar que reconocí como la de uno de los dependientes de la gasolinera (suelo repostar allí muchas tardes al salir del trabajo).
- Pues sí. Hoy me ha tocado pringar hasta tarde, pero veo que no soy el único. – Le contesté.
- El chaval del turno de noche está enfermo y esta noche me han cargado a mí con el muerto. Pero no hay mal que por bien no venga, así no tengo que aguantar a mi parienta, ja, ja, ja. – Comentó con voz socarrona.
Cogí una bolsa de patatas fritas y un refresco y le pedí a Claudio (así se llamaba el hombre) que me calentara un par de perritos calientes de esos que tenía a un lado del mostrador.
- Si te gustan las salchichas yo tengo una bien rica y gorda. – Me dijo entre risas mientras se llevaba la mano a su entrepierna y se apretaba la entrepierna destacando una buena pieza bajo el mono que llevaba puesto.
- Déjate de mariconadas y prepárame los perritos, anda. – Le contesté. – Ya eres muy viejo para andarte con estas tonterías.
- ¿Viejo yo? A mis 60 años todavía se me pone firme como en la mili, y no veas como meneo las caderas. – Dijo haciendo unos movimientos ridículos que me indicaron que el hombre estaba algo bebido.
- Por cierto, cóbrame también 50 euros de sin plomo 95, tengo el depósito vacío. – Y le di la tarjeta mientras me empezaba a comer uno de los perritos. – No te comas mi cena que voy al servicio. – Le dije.
- No te preocupes, no me gusta comer pollas.
El baño de caballeros estaba cerrado, así que me metí en el de mujeres y me puse a mear en una de las cabinas sin ni siquiera cerrar la puerta.
- ¿Qué haces meando aquí? – Escuché la voz de Claudio a mis espaldas. – ¿Es que eres una señorita? – Dijo entre carcajadas. Entonces noté un empujón en la espalda que me hizo caer hacia delante.
- ¿Qué coño haces, joder? – Le grité.
- Darte lo que te gusta, putilla. – Mientras decía estas palabras pude escuchar como se bajaba la cremallera del mono. – Date la vuelta nenaza, mira que regalo tengo para ti.
Me giré como pude y me quedé sentado en la taza del retrete, con los pantalones medio bajados. Justo a la altura de mi cara tenía una enorme polla completamente erecta. Claudio me miró a los ojos mientras con su mano derecha me agarraba de la barbilla.
- ¿Acaso crees que no sé lo que haces por Internet cuando tu mujer no está?
Me quedé blanco. Es cierto que cuando estoy solo en casa suelo conectarme a chats gays para tontear por cam con otros hombres, pero es algo que no le había contado a nadie.
- No sé de qué me hablas. – Balbuceé.
- ¿Te acuerdas hace dos semanas que se te cayó la cámara? Yo estaba al otro lado y pude verte la cara, que era lo único que no había visto de ti. ¿Recuerdas lo que te gusta decir? Quiero chuparte la polla; fóllame como a una puta; quiero que me pongas a 4 patas… Pues hoy voy a hacer realidad tus sueños, salvo que quieras que tu mujer y tu jefe se enteren de todo.
Yo no sabía que decir. Estaba temblando de los nervios. Nunca me habría imaginado que Claudio fuera uno de mis ciberamantes y, sin embargo, lo era.
- Bueno, ¿Qué decides? – Dijo acercando un poco más su pene a mi cara mientras dejaba caer hasta sus tobillos el mono que llevaba puesto. Un intenso olor, característico de la zona genital, inundó mis fosas nasales. Aquel olor, la visión del velludo cuerpo de Claudio con su pene apuntándome y su áspera voz, que había sustituido las amenazas por obscenidades, provocaron que mi propio pene tomara la primera decisión por mí y empezara a crecer. Claudio se dio cuenta de ello. – Ya sabía yo que te ibas a poner cachondo. Nos lo vamos a pasar muy bien, ya verás. – Dijo sujetándome fuerte por la nuca y apretando mi cara contra su polla y su velluda barriga. Su otra mano me desabrochaba la camisa y empezaba a acariciarme y pellizcarme el pecho.
- Mmm. – Se me escapó un gemido.
- Relájate y disfruta. Si te portas bien conmigo yo también me portaré bien contigo. – Dijo tratando de darle un tono dulce a su voz, aunque la lujuria rebosaba por todos lados.
Sus manos no dejaban de recorrer mi pecho, y mi cara seguía atrapada contra aquella palpitante polla. Me dejé llevar. Al fin y al cabo, aquello era con lo que tanto había fantaseado en mis múltiples aventuras cibernéticas. Mis manos empezaron a acariciar sus fuertes y peludos muslos. Entreabrí los labios y empecé a besar su polla. Despacio. Sin prisa. La mano que me aprisionaba la nuca empezó a acariciarme la cabeza. Mis besos empezaron a convertirse en lametones que impregnaban todo su tronco de saliva.
- Chúpame las pelotas, nene. – Dijo con un hilillo de voz que demostraba que le estaba gustando mucho.
Agarré su polla y empecé a masturbarle muy despacio. Le miré a los ojos y agachándome un poco más me metí sus huevos en la boca.
- ¡Joderrrrr! – Gruñó.
Estuve comiéndole los huevos un buen rato hasta que me agarró del pelo y tirando hacia atrás de mí me apartó de aquellas enormes pelotas que llenaban mi boca.
- Ahora te vas a comer tu salchicha, ¿no habías venido a por ella? – Dijo poniéndome la punta de la polla en los labios.
Yo, abrí mi boca levemente y dejé que él la fuera metiendo. La primera vez la metió despacio, dejándome saborear cada centímetro. Pero enseguida comenzó, con un continuo y rápido mete-saca, a follarme la boca sin piedad. Me agarraba fuerte del pelo, moviendo mi cabeza al ritmo de sus embestidas. En algunos momentos me costaba respirar y me atragantaba con aquel pedazo de carne en la boca, pero estaba tan cachondo como él y no quería parar. La saliva, mezclada con los jugos que salían de su polla, se derramaba por la comisura de mis labios cayendo sobre mi pecho. Yo me acariciaba y pellizcaba los pezones restregando aquel líquido por todo mi pecho. Mi polla, cada vez más dura, estaba a punto de estallar y comencé a masturbarme y a acariciarme los huevos y la raja del culo. Mi ano estaba palpitando y caliente, deseando algo más.
- Quiero que me folles el culo. – Le dije suplicante. – Métemela también por el culo, por favor.
- Calla y sigue chupando zorra. – Respondió volviendo a meterme la polla en la boca.
De repente se puso rígido y dejó de moverme la cabeza. Muy despacio, como si tuviera miedo a romperla, sacó la polla de mi boca y tirando de mí hacia arriba dijo:
- Deja que me siente y arrodíllate. Quiero correrme sentado.
Obedecí sin rechistar y me coloqué de rodillas entre sus piernas abiertas y, al poco de meterme la polla en la boca, me colocó sobre la espalda. Yo, mientras se la seguía chupando continué masturbándome, aunque ahora mi mano estaba más tiempo en el culo que en la polla. Mi dedo índice entraba y salía muy despacito de mi cálido y prieto ano. Estaba a mil, una polla en la boca y un dedo en el culo. Sólo en mis más ocultas fantasías me había visto en una situación parecida.
- ¡¡Aaarrggggg!! – Gritó mientras apretaba mi cabeza contra su cuerpo.
Un enorme chorro de cálido semen inundó mi boca y mi garganta; mi dedo se hundió en mi culo; y mis pelotas se exprimieron, liberando a través de la polla otro enorme chorro lefa. Cualquiera que nos hubiera visto de aquella manera habría alucinado: Claudio estaba sentado sobre el retrete, con sus piernas sobre mi espalda y el mono de trabajo por los tobillos. Yo, arrodillado ante él, con su polla hundida en mi boca, de la que chorreaba un denso líquido blanco y un dedo metido el culo. Nos quedamos así un buen rato hasta que Claudio me dijo que me levantara. Se colocó el mono, me dio un cachete en el culo y me plantó un profundo beso en la boca.
- Otro día te daré por el culo. – Dijo antes de salir del servicio dejándome con los pantalones por la mitad de los muslos, la polla y la comisura de la boca con restos de semen.
Me lavé un poco y salí de allí. Al pasar por delante del mostrador, donde Claudio estaba sentado escuchando la radio y leyendo un periódico deportivo le dejé un papelito con mi número de teléfono.

- Hasta pronto Claudio

martes, 22 de noviembre de 2011

Las Fantasias de Soraya (parte 2)

Nuria llamó a Silvia, y ésta apareció con un maletín en la mano.



- Ha llegado tu turno, Silvia. Es toda tuya, ya sabes qué debes hacer. Enséñale todo lo que sabes a Lidia.



Abrió el maletín. Dentro había un montón de juguetes eróticos, desde aparatos pequeños, como bolas anales, a grandes como un puño de juguete para realizar fisting. Se acercó a la mesa y dejó la maleta abierta en el suelo. Sacó las bolas anales, y se las dio a Lidia.



- Toma, méteselas. Supongo que sabes cómo se hace.

- Sí, claro – contestó Lidia.



Cogió las bolas y empezó a meter la primera por el culo de Soraya. El juguete constaba de seis bolas anales, e iban de la más pequeña a la más grande. La más grande tenía el tamaño de una bola de billar. Lidia cogió las bolas y empezó a meter la más pequeña.



- Perdona si te hago daño, Soraya, pero tengo que hacerlo.



Soraya pareció no oírla, sus labios estaban completamente dedicados a la polla de Max. Mamaba con avidez esa polla que tanto le gustaba. De su boca no paraba de salir la leche caliente, por la comisura de sus labios, y ella intentaba que no cayera, relamiéndose a cada sacudida. Su coño estaba cada vez más mojado. Soraya no paraba de pensar en cómo sería mamársela a los otros diez perros. La imagen de ella, con una polla en cada mano y varias en la boca hizo que aún se pusiera más caliente. No se dio cuenta que Lidia estaba jugando con su culo.



Lidia también estaba muy cachonda. Viendo que Soraya se había olvidado de que estaba allí y lo estaba pasando en grande con la polla de Max, decidió iniciar su propio juego. Pensó que lo mejor sería intentar reventar el culo de Soraya, y tomar el mando. Al ver que la primera bola no había causado efecto sobre Soraya empezó a meter las siguientes. Al meter la cuarta bola, Soraya empezó a gemir, pero no dejó de chupar la polla de Max.



Soraya notó cómo se metía la cuarta bola en su culo. Las tres primeras, arrastradas por la cuarta, las empezó a notar muy adentro. Lidia estiró de la cuerda que une las bolas y las empezó a sacar una a una. Soraya notó como se abría su culo con cada una de las bolas. Lidia volvió a meterlas otra vez.



- Mmmm.....gimió Soraya. Sigue, más, más....



Lidia volvió a sacar las bolas y las dejó en la maleta. Le metió un dedo por el culo, y empezó a girarlo, cada vez más rápido, mientras Soraya gemía con cada movimiento. Metió otro dedo. Escupió en el culo para lubricarlo e intentó meter un tercer dedo. Soraya volvió a gemir, en una mezcla de dolor y placer. Sintió como los tres dedos entraban y salían de su culo, y aunque no entraban completamente ella se sentía llena.



Lidia notó que a Soraya ya no le cabía nada más en su culo, pero no paró. Al contrario, era su oportunidad de dominar a su amiga. Metió los dedos con más fuerza. Soraya no paraba de gemir.



- Aaaahh...dios....para, que ya no caben más.

- Te equivocas, quién tiene que decidir si paro o no soy yo, puta.



Soraya no se esperaba esa respuesta.



- Ahora mando yo, y harás lo que te diga. Voy a disfrutar con todo esto.



Los dedos de Lidia habían entrado completamente en el culo de Soraya. Cada vez los metía y sacaba más rápido. Cuando los sacaba, veía como el culo cada vez estaba más dilatado.



- Creo que ahora sí entrarán todas las bolas.



Sacó los dedos del culo, y cogió las bolas. Volvió a meter las cuatro primeras con facilidad. La quinta bola era de tamaño considerable, como una pelota de golf. Empezó a meterla con suavidad. Soraya notó como su ano se estiraba a medida que entraba la bola. Una vez entró la mitad de la bola, la bola se deslizó completamente en su interior. El roce con las paredes de su ano era cada vez mayor, y eso la hizo estremecer de placer. Lidia sacó la bola y la volvió a meter otra vez. Llamó a Nuria.



- Creo que ha llegado el momento de traer los perros.

- Nuria asintió. Se dijo a sí misma que le encantaba el rol dominante que había adquirido Lidia, y decidió no intervenir, dejar que hiciera lo que quisiera.



Silvia y sus dos ayudantes salieron de la sala, y entraron en la habitación dónde guardaban los perros. Al cabo de unos minutos volvieron a entrar en la sala. Silvia llevaba dos perros, y los chicos llevaban cuatro cada uno, cada uno con sendas correas.



Los acercaron a la mesa dónde Soraya seguía atada. Silvia apretó un botón situado en el lateral de la mesa, y ésta bajó unos centímetros. Su cabeza quedó a la altura de aquellos perros que eran más bajos, a la altura de sus pollas.



Soraya, dejó de mamar la polla de Max. Al ver tantos perros juntos al principio se asustó un poco, pero no pensaba acobardarse ni un momento.



Las pollas de los perros aún estaban en estado de flacidez, ocultas bajo la piel que las recubre. Los dos chicos se dispusieron a prepararlas para ponerlas en erección, pero Lidia los detuvo.



- Dejadlos, esto es cosa mía.

- Cómo quieras - contestaron al unísono los chicos. Era la primera vez que hablaban en esa noche.



Lidia se acercó a los perros. Escogió uno de ellos para empezar. Le gustó un dálmata, que era bastante grande. Empezó a bajarle la piel que recubre su polla. El perro debía estar acostumbrado a estas cosas, porque no se sobresaltó en ningún momento, como si supiera lo que iban a hacer con él.



Al principio no conseguía bajar la piel, pero recordó por los vídeos que había visto en Internet cómo debía hacerlo en caso que costara hacerlo. Con una mano cogió con fuerza la base de la polla, y apretó con fuerza. Con la otra mano, apretó la piel y la empezó a mover hacia abajo. Poco a poco empezó a aparecer la punta rosada de la polla, cada vez más. La polla del dálmata no era gorda, más bien era larga. Finalmente consiguió bajar toda la piel. Cogió la polla con su mano derecha, y miró a Soraya.



- Seguro que tienes ganas de comerte esta polla. Creo que tiene que ser deliciosa mamarla, y hacer que se corra. Creo que yo también voy a jugar un poco con ella.



Lidia empezó a masturbar la polla del dálmata. Poco a poco empezó a soltar líquido pre-seminal, que fue cayendo en su mano. Éste le sirvió de lubricante para poder menear la polla más fácilmente.



Soraya la miraba, ansiosa de comerse la polla del dálmata, y aunque tenía la polla de Max al alcance de su boca, la visión de esta nueva polla la puso más caliente todavía.



- Dámela, me la quiero comer – dijo Soraya.

- No seas impaciente, que vas a parecer una puta en celo – contestó Lidia. – Creo que de momento me la quedo yo.



Lidia acercó la polla del perro a la boca de Soraya, pero cuando prácticamente la tenía en la boca, la trajo hacia sí y se la metió en la boca. Mientras chupaba el largo miembro del perro, no paraba de mirar a Soraya. Dejó de mamarla.



- Qué polla más rica. No es tan grande como la de Max, pero como es muy larga dan ganas de meterla hasta la garganta.



Soraya la miraba con desespero.



- Si quieres la polla tendrás que pedírmelo, y debes ser convincente.



Soraya no tardó en contestar.



- Dámela, las quiero todas para mí -contestó.



La respuesta pareció convencer a Lidia. Volvió a mamar la polla del dálmata, y cuando notó que su boca tenía algo de semen la soltó y besó a Soraya. Sus lenguas se unieron intercambiando el semen del perro. Lidia cogió la lengua de Soraya entre sus labios, y poco a poco empezó a soltarla suavemente. Agarró la polla del dálmata y la metió en la boca de Soraya. Ésta empezó a mamarla al principio suavemente, pero poco a poco aumentó el ritmo. Lidia dejó que siguiera mamando la polla, y se fue hacia su culo. Las bolas chinas aún permanecían dentro.



- Creo que esto lo hemos dejado a medias. Te dejo que juegues con la polla del dálmata, pero intenta que no se te escape, si no te habrás quedado sin ella.



Soraya tuvo que mamar con mucho cuidado, para no tener que soltar la polla, ya que sus manos continuaban atadas a la mesa. Lidia cogió la bola que faltaba por meter. Era grande como una bola de billar. Sacó un bote del maletín que contenía lubricante y untó la bola con él. Empezó a meter la bola en el culo. Tuvo que parar porque no entraba. Volvió a intentarlo, y esta vez consiguió que entrara un poco. El cuerpo de Soraya se contrajo. La sensación de que algo demasiado grande entraba por su culo hizo que parara de mamar la polla del perro. De su boca iba saliendo pequeñas gotas de semen, y no pudo evitar lanzar un quejido de dolor.



- Para, me haces daño, ¿no ves que no va a caber?

- Claro que va a caber, recuerda los vídeos y fotos que vimos en mi casa. Si consigo meterte la bola, tu culo quedará tan abierto como los que vimos en las fotos. Aprieta los dientes, que voy a seguir.



Lidia untó el culo de Soraya con más lubricante, y siguió metiendo la bola. Ya había introducido la mitad, por lo que había llegado al ancho máximo. Soraya gritó de dolor. Su ano estaba completamente dilatado, aguantando la bola metida a medias. Solamente faltaba que Lidia apretara un poco para que la bola entrara completamente.



- Voy a dejar la bola así durante un rato – dijo Lidia.

- Uff…duele mucho….- contestó Soraya.

- Tranquila, solamente será durante un rato, verás que culo más abierto se te queda. Ahora sigamos con la polla del perro.



Volvió hacia donde estaba el perro. Cogió la polla que había soltado Soraya al notar que Lidia le metía la bola.



- Sigue, creo que aún no has conseguido que se corra.



Soraya siguió mamando. La polla del perro estaba ya completamente erecta, y era más larga de lo que parecía. Lidia empujó el cuerpo del perro hacia la boca de Soraya, para intentar que la polla llegara hasta su garganta. Soraya sintió que se ahogaba, pero no paró de mamar.



- Traed más perros – dijo Lidia a los chicos.



Trajeron dos perros. Eran de raza gran danés. Si no fuera por la presencia de Max, pensaría que no había visto dos perros más grandes. Los puso al lado del dálmata, y empezó a bajarles la piel de sus pollas. Al cabo de unos minutos, las pollas estaban fuera de sus pieles. Lidia empezó a mamarlas. La sensación de tener dos pollas en la mano le pareció muy morbosa, pero más teniendo en cuenta de que eran dos pollas de perro y eran bastante grandes. Eran más gordas que las del dálmata, pero no tan largas.



Poco a poco las pollas fueron creciendo. Cuando estuvieron listas, las acercó a la boca de Soraya.



- No te quejarás, ahora tienes tres pollas para ti.

- Sácame la bola, por favor, duele.

- De eso nada, chupa y no te quejes.



Soraya empezó a mamar las pollas de los perros. Los dos chicos aguantaban cada uno una de ellas. La polla del dálmata no la aguantaba nadie, por lo que Soraya debía espabilarse para poder seguir mamándola en caso de que la soltara. Su boca iba de una polla a otra, y en cada una mamaba hasta que notaba que empezaba a salir semen de ellas. Cuándo las tres estaban a punto para correrse, pidió a los chicos que les aguantara también la polla del dálmata, y se metió las tres a la vez. Su boca estaba completamente tapada por las grandes pollas de los perros, pero ella no dejaba de mamar.



Mientras tanto Lidia aprovechó el momento para meter la última bola. Como la había dejado metida a medias, solamente tuvo que empujar con fuerza con los dedos para acabar de meterla. Soraya gritó de nuevo de dolor, pero al tener la boca llena apenas la pudieron escuchar. El culo de Soraya estaba muy abierto, y se podía ver la bola más grande desde fuera.



Los perros no pudieron aguantar las mamadas de Soraya, y empezaron a soltar abundante leche en su boca. Al momento tenía la boca llena de semen. Soltó las pollas de los perros y empezó a relamerse. Los chicos, que hasta ahora habían permanecido quietos sin hacer nada, estaban ya demasiado cachondos.



Sacaron sus pollas, que estaban ya muy duras, y las metieron al mismo tiempo en la boca de Soraya. Al tener la boca llena de semen, las pollas de los chicos empezaron a llenarse de semen de los perros, pero no pareció importarles.



Uno de ellos sacó su polla de la boca de Soraya, y se fue hacia su culo. Escupió dentro y empezó a meter su polla. Como el ano de Soraya estaba muy abierto debido a la última bola que tenía dentro, la polla entró muy fácilmente. La polla del chico llegó hasta dónde estaba la bola, muy adentro, y al empujar la bola hizo que Soraya la notara más todavía.



- Uff....sigue, cómo me gusta. Más adentro, más adentro.



Mientras tanto, el otro chico siguió metiendo su polla en la boca de Soraya para que no pudiera decir nada.



Lidia, que por momentos se quedó sin poder hacer nada, se acercó al chico al que Soraya estaba mamando su polla. Se la sacó de la boca, y empezó a mamarla. La pasó a la boca de Soraya y la mamaron las dos a la vez. La polla estaba muy húmeda, recubierta por los restos del semen de los perros, que Soraya aún tenía en su boca.



Mientras tanto, el otro chico no paraba de metérsela a Soraya por el culo, aunque debido a la bola no la podía meter muy adentro. Paró entonces de meterla, y empezó a sacar las bolas. Soraya tuvo la sensación de que su culo se iba a romper al sacar la bola grande. El ano lo tenía más dilatado que antes de tener las bolas dentro.



El chico observó el ano dilatado. No parecía estar muy contento con lo que veía. Miró a Lidia y dijo:



- Másssssss.....

- ¿Más? ¿Qué quieres decir? – contestó Lidia.

- Aún más abierto. Lo podemos dejar más abierto.

- Estás loco? Si ya lo tiene muy dilatado.

- No es suficiente. Déjame seguir a mí



Lidia no supo que decirle. ¿Cómo podría dilatarse más aun el culo de Soraya? Parecía que había llegado al límite, pero el chico afirmaba que aún lo podía dilatar más.



El chico cogió el bote de lubricante que había en el maletín y untó toda su mano. Lidia se dio cuenta de lo que iba a hacer, pero no hizo nada para impedirlo.



Poco a poco el chico fue metiendo la mano en el culo de Soraya. Primero metió tres dedos de golpe, lo mismo que consiguió hacer Lidia. Pero él quería meter el puño entero. Untó otro dedo con lubricante, e intentó meter el cuarto dedo.



La mano se iba metiendo cada vez más en el culo de Soraya. El chico estiró el quinto dedo y lo empezó a meter. Soraya notó que su ano estaba a punto de desgarrarse, pero el dolor que sentía era tan grande como el placer que sentía. El chico metió y sacó la mano varias veces, sin llegar a meterla completamente. Sacó de su bolsillo una correa con una bola en el centro, que servía para las sesiones sado, y se la puso en la boca a Soraya para que no pudiera gritar.



Volvió a meter la mano en el culo, y cuando la tenía metida por la mitad, empezó a cerrar la mano. El puño iba entrando poco a poco en el culo de Soraya, y ésta no paraba de gemir y gritar. Finalmente, el puño entero entró. Soraya, mientras tanto, mamaba la polla del otro chico junto a Lidia.



Nuria estaba disfrutando con la vista. Soraya y Lidia mamando al mismo tiempo la polla de uno de sus amigos, y el otro chico, con el puño metido en el culo de Soraya. Pensó si algo la podía poner más cachonda todavía. Su mente calenturienta no lo dudó, había muchas cosas que la podían poner más caliente aún. Se acercó a Soraya y dijo:



- ¿Te gustan los caballitos?...

Como conocí a Linda

Los hechos que voy a relatar ocurrieron hace 6 meses, poco después de haberme venido a vivir a Copenhague. Los motivos que me empujaron a trasladarme a un país tan frío como Dinamarca son los mismos que impulsan a la mayoría de los emigrantes, buscar unas mejores condiciones de vida (en mi caso un trabajo bien pagado y no las miserias que me ofrecían en mi soleado país). El caso, es que tuve mucha suerte a la hora de encontrar piso, ya que por aquí es bastante complicado y, sobretodo, muy caro. A través de una compañera del trabajo conseguí alquilar un apartamento muy “salao” relativamente cerca del centro y a un precio bastante razonable.

A la semana de estar viviendo en mi nueva casa me sucedió algo que empezaría a cambiar lo que hasta entonces parecía una tranquila y algo aburrida vida. Al salir del trabajo aquel día decidí ir a Christiania, barrio ocupado donde puedes encontrar una extraña mezcla de personas que va desde los viejos hippies hasta los moteros neonazis pasando por estudiantes universitarios, oficinistas… aquella tarde decidía hacerme un regalito y me pasé por aquel peculiar barrio a “pillar porros”. Cuando iba camino de casa paré a comprar algunas cosillas para cenar y unas cuantas cervezas que cargué en la cesta de la bici y continué pedaleando felizmente hacia casa. Fue entonces, justo al girar la última esquina antes de llegar a mi portal, cuando conocí a Linda, la persona que haría que mi nueva vida tomase un rumbo que no estaba escrito en mis ‘mapas’. Como iba diciendo, justo al girar la esquina me encontré con Linda. Había tenido un pequeño accidente con la bicicleta y casi me la llevo por delante, pero conseguí esquivarla a costa de ir a dar con mis huesos en el suelo. Ella se asustó bastante por lo aparatosa que fue mi caída y rápidamente vino a ayudarme:

- Lo siento no hablo danés. – Le contesté en inglés.
- Te preguntaba si estabas bien. Siento mucho haber provocado tu accidente, pero es que yo también me he caído y no me ha dado tiempo a quitarme del carril.

La chica era morena, bastante guapa y alta. Tenía las medias completamente rotas por la caída y lo que parecía su cena desparramado por el suelo. Yo, en cuanto noté que no tenía nada roto y que mis cervezas y el resto de las cosas que había comprado estaban en condiciones me ofrecí a ayudarla, ya que se notaba que estaba algo dolorida de su caída. Cuando recogimos todas sus cosas (al menos las que se podía recoger, porque había unos cuantos huevos y un bote de mayonesa totalmente irrecuperables) me ofrecí a ayudarla, ya que noté que cojeaba un poco y su bici estaba algo cascada. ¡Vaya sorpresa que me llevé cuando descubrí que vivíamos en el mismo edificio! La ayudé a subir sus cosas hasta su apartamento y luego me fui para el mío a darme una buena ducha y darme mi pequeño homenaje.

Estaba completamente desnudo y a punto de meterme en la ducha cuando sonó el timbre de la puerta. Me puse la toalla alrededor de la cintura y la camiseta interior que me acababa de quitar y que desprendía un leve olor a sudor. Cuando llegué a la puerta y la abrí me encontré con Linda, que al

verme de esa guisa se quedó un poco cortada y disculpándose otra vez me dijo que volvería más tarde, a lo que yo le repuse que no se preocupara.
- Había pensado en invitarte a cenar para compensarte por la caída, pero me he dado cuenta que necesito unos cuantos huevos. – Me dijo sonriendo.

- Huevos no me quedan, pero si quieres puedo invitarte a cenar yo y me debes una. – Le dije guiñándole un ojo. – Dame media hora para que me duche y recoja un poco la casa.

- Está bien. Muchas gracias por la invitación. Vuelvo en un rato.

Rápidamente me desnudé y me metí en la ducha. Al sentir el agua caliente recorriendo mi cuerpo cerré los ojos y la imagen de Linda acudió a mi mente. Sus delicados labios, sus manos, esas piernas de vértigo, las medias rotas y esa minifalda tan mini… empecé a sufrir una erección. Decidí que la mejor opción era hacerme una buena paja aprovechando el momento de inspiración. Además, era mejor estar libre de tensiones si iba a cenar con ella. Alguna cerveza y algún porrito iban a caer, y como tuviera el sexo metido entre ceja y ceja la cena se podría convertir en una tortura. Así que empecé a acariciarme con la mano izquierda los testículos mientras la derecha se deslizaba arriba y abajo por el tronco de mi pene provocando que mi glande asomara su brillante rostro fuera del prepucio. Imaginé a Linda de muy diversas maneras: arrodillada haciéndome una mamada; tumbada y abierta de piernas pidiéndome que la folle; a 4 patas mientras su culo engullía mi miembro… terminé con una eyaculación increíble. Desde que me había mudado había estado tan ocupado que no había follado con nadie, ni siquiera con mis queridas manos. Terminé de ducharme, me sequé y me fui para la cocina. Allí me abrí una lata de Tuborg y empecé lavar algunas cosillas para preparar una ensalada. Mientras el desinfectante hacía efecto (suelo dejar las hojas de lechuga unos cuantos minutos en vinagre o desinfectante alimentario) me lié un porrito. No le había dado ni 3 caladas cuando Linda llamó al timbre, abrí y le invité a pasar al salón, pero ella insistió en venir a la cocina y ver cómo preparaba la cena.

- Me han dicho que los españoles cocináis muy bien y quiero aprender.

- Está bien, pero de momento sólo he empezado a preparar una ensalada.

Mientras yo preparaba la cena Linda me estuvo preguntando cosas de mi vida y contando cosas sobre la suya como que su madre era libanesa y que por eso ella era tan morena. La cena fue todo un éxito y al terminar la invité a tomar una copa en el salón. Ella se sentó en un sofá grande de 2 plazas mientras que yo me senté en un butacón y seguimos hablando de nuestras vidas mientras bebíamos y fumábamos alegremente.

- Tienes unos pies muy bonitos. – Le dije, observando que se había descalzado y fijándome en un tatuaje tribal que le cubría el empeine del pie
izquierdo.
- ¡Muchas gracias! Míralos más de cerca. – Dijo mientras estiraba la pierna izquierda hacia mí.
Yo me acerqué y poniéndome en cuclillas lo cogí entre mis manos. Entonces ella acercó el otro pie y me acarició la mejilla mientras me miraba fijamente a los ojos.

- Bésalos.

Me arrodillé y empecé a besar sus pies mientras deslizaba mi mano derecha por sus piernas sintiendo el suave tacto de sus mallas. Ella, de vez en cuando, dejaba escapar algún suspiro que solía coincidir con los leves mordiscos y que le daba a aquellos pies tan sexys. Ambos nos estábamos poniendo muy calientes. Ella estaba acariciándose los pechos por encima de la camiseta y yo tenía mi polla luchando por salir de la prisión en la que estaba. De repente me empujó con ambas piernas a la vez haciéndome caer de espaldas al suelo y como una gata salvaje se abalanzó sobre mí y empezó a besarme, lamerme y morderme la cara y el cuello mientras restregaba su cuerpo contra el mío como una gata en celo. Nuestras lenguas se entrelazaban y luchaban por fundirse en una sola mientras nuestras manos buscaban el cálido contacto de la piel bajo la ropa. Cada vez que recuerdo la suavidad de aquel cuerpo, su olor y el calor que desprendía no puedo evitar tener una erección y suspirar su nombre.

En un momento dado ella se incorporó y, mientras me mantenía atrapado entre sus piernas, se quitó la camiseta y el sujetador y acercó aquellos enormes pechos a mí cara que se hundió entre ellos. Yo estaba completamente absorto aspirando todos los olores que salían de aquel maravilloso valle con mis manos recorriendo si parar sus caderas y aquellas delicadas nalgas. En una de aquellas rondas por su baja espalda enredé uno de mis dedos en el hilo de su tanga mientras otro de mis dedos se colocó en el centro de su ano y ejerció una suave presión. Ella dejó escapar un gruñido a la vez que separaba sus pechos de mi cara y se ponía de pie.

- Tranquilo cielo. Todavía no. – Dijo mientras colocaba su pie izquierdo sobre mi abultada entrepierna y empezaba a masajearla. – ¡Desnúdate!
Yo me quité la camiseta lo más rápido que pude y traté de bajarme los pantalones, pero ella seguía con su pie masajeando mi entrepierna y me lo estaba poniendo difícil. Retiró un poco el pie y me permitió bajarme el pantalón un poco más, con lo que pude dejar al descubierto mi polla que, apuntando al techo de la habitación, tenía el glande completamente humedecido y pegajoso. Me terminé de quitar los pantalones mientras ella miraba sonriente mi pene. Se pasó la lengua por los labios y me pidió que abriera las piernas:

- Quiero masajearte los huevos. Me encanta sentir el tacto del escroto con los pies.
Yo me dejé llevar y separé lentamente los muslos permitiendo que su pie se fuera acercando a mis pelotas. Ella parecía estar disfrutando muchísimo y no dejaba de acariciarse los pechos y de vez en cuando ocultar sus manos entre sus piernas, para mí todo aquel juego de pies era novedoso y por lo tanto muy excitante. Entonces ocurrió algo que no me esperaba para nada. Me pidió que levantara las piernas y yo, debido a la excitación, no dudé ni un instante en hacerlo. Ella me agarró de los tobillos

- Disfruta cariño, relájate y disfruta. – Me dijo con una voz susurrante llena de lujuria mientras su pie dejaba de masajear mis pelotas y empezaba a bajar hacia mi ano. Las sensaciones que me provocaba su enorme pulgar al acariciar tan delicadamente esa región tan sensible son indescriptibles. Además, empezó a besarme y chuparme los pies, con lo que yo cada vez estaba más y más cachondo. Su pulgar ya no recorría todo el camino, ahora estaba constantemente en presionando muy levemente mi ano provocándome un placer que no había sentido nunca antes.

- ¡Joderrrr! ¿Qué me estás haciendo? Me estás matando de gusto. – Dije entrecortadamente debido a la excitación.

- Quiero que hacerte disfrutar tanto como yo estoy disfrutando. Quiero darte lo mismo que tu a mi y volvía a devorar mis ya ensalivados pies.

- Vamos a la cama, allí estaremos más cómodos y podremos jugar mejor. – Dije justo antes de que ella empezara a hundir el pulgar en mi ano haciéndome temblar con la mezcla de placer y dolor.

- ¿Te gusta? – Preguntó mientras cada vez notaba su dedo más dentro de mí.

- S..ss. sisisiiiii.

No sé cuánto tiempo estuvo jugando con su dedo dentro de mi culo, pero cuando lo sacó sentí un escalofrío recorrer mi columna vertebral. Soltó mis piernas y se quitó las mallas que llevaba puestas. Entonces me llevé la mayor sorpresa de todas. El minúsculo tanga que llevaba puesto estaba completamente desbordado por un pene completamente erecto del que colgaban unos hilos brillantes.
- Sí, tengo polla y espero que no te moleste.

Yo, que me había incorporado un poco y tenía mi espalda apoyada en el sofá me quedé sin palabras. Mis ojos iban de su preciosa cara a sus enormes pechos y de allí bajaban hasta su entrepierna. Así una y otra vez hasta que me levanté y agarrándola por la cintura empecé a besarla. Ella me rodeó con sus brazos y pude sentir sus pechos aplastándose contra mi torso y su pene y el mío rozándose y mezclado sus fluidos. Nos fuimos arrodillando hasta terminar ambos tirados de costado sobre la alfombra, momento que aproveché para colocarme sobre ella dispuesto a chupar una polla por primera vez en mi vida. Ella me agarró de la mía y empezó a masturbarme mientras yo apartaba el tanga hacia un lado y comenzaba a lamer la suya y a meterla dentro de mi inexperta boca. Ella levantaba sus nalgas del suelo y se agarraba de mis caderas tratando de llevar el ritmo, pero yo me atragantaba (aunque su pene no era excesivamente grande). Con un hábil movimiento se escurrió entre mis piernas y se colocó justo detrás de mí.

- Date la vuelta, ya tendremos tiempo de hacer un 69 más adelante. Ahora te voy a enseñarte a chupar bien una polla, y agarrándome del pelo acercó mi cara a su miembro hasta que éste se hundió dentro de mi boca. – ¡Muy bien, muy bien! Sigue así cariño. Decía una y otra vez mientras poco a poco iba aumentando el ritmo.

Yo hacía lo que podía, vamos que trataba de no clavarle los dientes y movía mi lengua tal y como creía que me hacían a mi las chicas con las que había tenido sexo. También acariciaba aquellas interminables piernas de seda y magreaba sus tersas nalgas, jugando de vez en cuando con su ano. Linda estaba a punto de estallar. Sus manos movían mi cabeza a un ritmo endiablado y su polla, tan dura como una piedra, quería llegar hasta el fondo de mi garganta. Entonces sentí como, mientras tenía uno de mis dedos dentro de su caliente culo, los espasmos empezaron a recorrer su cuerpo y, apartando mi cabeza hacia atrás, eyaculaba en mi cara y sobre mi pecho.

- ¡Wooow! Vaya corrida, nene. No ha estado nada mal para ser tu primera mamada.

- Ahora me toca a mí bañarte en semen. – Le dije mientras sus restos aún goteaban des mi cara.

Le pedí que se sentara en el sofá y acercándome de rodillas coloqué sus piernas sobre mis hombros. Empecé a lamer sus huevos y a restregar mi cara contra sus nalgas, donde se mezclaban mi saliva y el semen que aún quedaba en mi rostro. Ella empezó a emitir grititos y suspiros de placer y cada vez que mi lengua se hundía en su sabroso ano me sujetaba la cabeza con fuerza apretándome para que se clavara bien. Los movimientos de sus caderas eran increíbles y me excitaban tanto o más que los olores que se desprendían de su zona genital. Su polla, en un estado semiflácido golpeaba mi cabeza y mi cara de vez en cuando.

- ¡¡Fóllame ya!! ¡¡Quiero que me metas la polla y me folles, joder!! – Dijo con una voz ansiosa y la mirada desesperada. Yo, podía sentir como sus manos trataban de hundirme más y más en sus entrañas provocando que en algunos momentos me faltara la respiración.

- Si quieres rabo, ¡Tómalo! – Le dije echando mi cabeza hacia atrás e incorporándome un poco. Agarré fuertemente sus tobillos y separé aún más sus piernas. El espectáculo era de lo más excitante. Linda estaba con los ojos casi en blanco, pellizcándose los pezones y acariciando su tripa. Su pene había recuperado de nuevo su rigidez y el mío estaba entrando poco a poco dentro de su culo, abierto de par en par para mí. Empecé muy despacio aunque no estaba encontrando mucha resistencia. Probablemente entre mi saliva y su semen había suficiente lubricante. Una vez que llegué hasta el fondo solté sus piernas y mientras me envolvía con ellas yo me dejaba caer encima de ella y empezaba a besarla. Me encantaba sentir su culo apretando mi polla. Estaba siendo una de mis mejores (o la mejor) experiencias sexuales. Ella me pidió cambiar de postura, quería cabalgarme, así que obedientemente le hice caso y me tumbé dejando que se ensartara en mi polla y empezara a moverse como una loca. Era increíble como se movía y el placer que me estaba provocando, Linda era una mujer perfecta. Según este pensamiento apareció en mi mente, todo mi cuerpo sufrió una especie de cortocircuito. Mi piel estaba ardiendo y con los vellos de punta. Mi vista estaba bloqueada por las miles de estrellitas que inundaban mis retinas y una descarga eléctrica descomunal recorrió mi columna vertebral de arriba abajo varias veces terminando con una explosión en los testículos que descargaron dentro de Linda varios chorros de un semen caliente y pegajoso. Ella, en cuanto sintió mi corrida volvió a eyacular y, de nuevo, derramó su leche sobre mi sudoroso cuerpo y se dejó caer sobre mí. Se quedó clavada en mi polla hasta que ésta fue perdiendo su rigidez y salió de su dulce y cálida prisión. Estábamos tan cansados que nos quedamos dormidos y cuando me desperté ella seguía tumbada a mi lado mirándome con ojos golosos.

- Ahora me toca a mí rellenarte de leche. – Dijo guiñándome un ojo mientras sus manos empezaban a acercarse a mi culo.

Pero esta historia ya os la contaré otro día. Espero que os haya gustado

viernes, 11 de noviembre de 2011

Las fantasías de Soraya

Como cada día, Soraya se levantaba temprano para ir a la universidad. Hoy
cumplía 18 años, y aunque para ella nada parecía haber cambiado en su vida, sabía que
en cualquier momento se podrían producir cambios. Soraya vivía sola con su padre en un barrio de Barcelona, al que se acababan de
mudar, y en el que intentaba pasar desapercibida. Su padre trabajaba como vigilante en
una fábrica, en turnos de doce horas día-noche, por lo que la mayoría del tiempo estaba
sola en casa, enfrascada en sus libros.
Era su primer día en la universidad, y estaba preocupada por el hecho de
querer pasar desapercibida. Era demasiado tímida y sabía que en la universidad había
demasiada gente para que nadie se fijara en ella.
Cogió el metro a las 8:30, y diez paradas después llegó a la universidad. Tuvo
que preguntar varias veces por el aula en la que tenía que realizar las clases, y a las 9:00
empezó su primera clase. Durante las dos primeras horas tuvo que soportar las miradas
de sus compañeros de clase, que parecían no parar de hacer comentarios sobre ella. Ella
no se consideraba una chica guapa, pero el resto de la clase no pareció pensar lo mismo.
Aunque nunca había estado con nadie, no parecía importarle esa situación, y las miradas
de sus compañeros tampoco parecieron hacerle efecto.
A las 11:00 empezó el momento del desayuno, y los alumnos disponían de 30
minutos de descanso hasta la siguiente clase. Soraya se dirigió a la cafetería, pidió
un café y salió al parque que había en la universidad a sentarse en un banco. Notó la
presencia de una chica que la observaba escondida detrás de una pared. Al cabo de un
rato, no pudo aguantar y la llamó:
- Hola… ¿vas a estar escondida toda la mañana,…, te puedo ayudar en algo?
- Perdona….no quería molestarte.
- No me molestas, pero no es normal vigilar a escondidas a la gente…
- No estoy vigilándote, simplemente te he visto sola, y bueno, pensé que quizá
quisieras conocer gente nueva.
- No me interesa conocer gente, estoy muy bien sola.
- Lo siento, no quería molestarte. Te dejo sola entonces. Adiós…
- Espera,….perdona, no quería ser tan brusca…puedes quedarte, si quieres…
- Bueno, no pasa nada….Dime, ¿Cómo te llamas?
- Me llamo Soraya.
- Yo me llamo Lidia. Dime, ¿es tu primer año en la universidad?
- Sí, me he mudado hace poco a Barcelona. La verdad es que no suelo hablar
con nadie, y menos con desconocidos.
- Bueno, pero ahora ya no soy una desconocida, ahora somos amigas.
- Vaya, veo que vas muy rápida. ¿De verdad quieres ser mi amiga?
- Pues claro. Por si no te has dado cuenta no tengo amigas, y tú parece que
tampoco vas sobrada en ese aspecto. Me caes bien, pero si no quieres que
seamos amigas no pasa nada.
- Tampoco he dicho eso. Tú también me has caído bien, así que no tengo
inconveniente. Volvamos a clase.
A las 11:30 iniciaron de nuevo las clases. Al ser el primer día había pupitres libres en la
clase, y Lidia pudo sentarse junto a Soraya.
- Qué bien que haya sitios libres, así me puedo sentar a tu lado.
- Es verdad. Ahora empieza la clase más complicada de todas, la de latín. A mí
se me da fatal. Y ya nos han puesto un trabajo bastante difícil.
- No te preocupes, Soraya, a mí se me da bastante bien. Si quieres quedamos
para hacerlo juntas en mi casa.
- Uy, no sé, no me gusta molestar.
- Que va, si no molestas, al contrario.
A las 13:00 acabaron las clases y se fueron a casa de Lidia, ya que el padre de Soraya
trabajaba todo el día y Lidia decidió invitarla también a comer. Después de comer se
fueron a la habitación de Lidia para hacer el trabajo de latín que les habían mandado
en la universidad. Como a Lidia se le daba muy bien acabaron el trabajo en muy poco
tiempo, así que tenían toda la tarde libre.
Vaya, no sabía que se te diera tan bien el latín. Hemos acabado muy pronto.
Sí, ahora tenemos toda la tarde libre para hacer lo que queramos. ¿Quieres
que nos conectemos a Internet?
- La verdad es que yo controlo poco, porque en casa nunca hemos tenido.
- No te preocupes, yo te enseño. ¿Te gusta chatear?
- No sé, nunca lo he hecho.
- Vaya, no te preocupes, ya verás que divertido.
- ¿Y qué suele hacer por el chat? ¿Hay canales diferentes?
- Si. Normalmente me conecto a canales de sexo.
- ¿De sexo?...¿En serio?
- Sí, es muy divertido, te encuentras cada cosa…
- Eso parece un poco peligroso, no crees…
- Que va, si es muy divertido. A veces me conecto a canales bisexuales, o a
canales lésbicos.
- ¿Eres bisexual,….o lesbiana?...
- Digamos que me da morbo.
- ¿Pero te gustan las chicas?
- Digamos que no me importaría probar. Además, tengo ganas de probarlo.
- Y por eso chateas con chicas…
- Si, la verdad es que lo hago porque me da mucho morbo. Tengo ganas
sobretodo de besar a una chica.
- ¿Y porqué no lo has probado?
- Pues porque no es tan fácil encontrar a la chica adecuada. Si fuera con una
chica como tú sería lo ideal.
- ¿Como yo? Qué quieres decir….
- Bueno, no sé, si te soy sincera, la primera vez que te he visto he sentido unas
ganas locas de probar tus labios….son muy sensuales….
- …¿Lo dices en serio?....Vaya, nunca me habría imaginado que podría atraer
a una chica.
- Pues a mi me atraes, aunque realmente a mí me gustan los chicos, pero me
encantaría probar con una chica.
- Vaya, esto no me lo esperaba…..no sé que decir…a mi las chicas nunca me
han atraído.
- No pasa nada, me imaginaba que dirías eso. Olvida lo que te he dicho, y
vamos a chatear….si quieres.


- Vale, a ver si es tan divertido como tú dices.
- Normalmente me conecto a un chat extranjero, pero de lenguaje latino.
Normalmente me pongo un “nick” llamativo, así me aseguro que la gente
quiera hablar conmigo.
- ¿Qué nick usas?
- Pues me voy a poner como “nick” “morbosa”, ya verás que pronto me abren
conversación.
En efecto, al iniciar sesión en el chat lésbico, muchas usuarias abrieron conversación
con Lidia.
- Te lo dije, Soraya, que con este “nick” muchas chicas nos pedirían
conversación.
- Ya veo, ya….de momento te han abierto 6 a la vez. ¿Con cual de ellas vas a
hablar?
- Pues si puedo con todas,,, a ver cuál es más caliente…jeje…Mira, creo que
esta de aquí parece morbosa….se ha puesto como “nick “ “gatita_encelo”.
Suena interesante, ¿quieres que le diga algo?
- Vale.
o Hola, “gatita”.
o Que tal, “morbosa”.
o Bien, y tú.
o Aquí, un poco caliente.
o Mmm... eso suena muy bien. ¿Y se puede saber por qué estás
caliente?
o Pues porque tengo muchas ganas de besar a una chica. Es algo que
nunca he hecho, y solamente de pensarlo me pongo muy caliente.
o ¿Eres lesbiana?
o No, más bien bisexual, me gustan los hombres pero me daría morbo
hacerlo con una chica.
o Mmm… eso es muy interesante.
o ¿Tú eres lesbiana?
o Si. Desde hace años.
o ¿Y qué se siente al hacerlo con una mujer?
o Pues eso creo que deberías probarlo por ti misma, aunque te puedo
decir que es algo muy morboso y excitante. Nosotras sabemos cómo
darnos placer, ya que hacemos lo mismo que nos gustarían que nos
hicieran.
o Ya, entiendo. En principio mi morbo sería darme el lote con una
chica.
o ¿Solamente eso?
o Bueno, no sé,…eso de comerle el coño a una chica, no sé si me
gustaría.
o Eso es muy excitante, y muy rico, seguro que te encantaría.
o No sé, hasta que no lo pruebe no lo sabré.
o Y dime, ¿por qué no lo has probado con ninguna?
o Pues en principio porque no he encontrado a la chica ideal con quién
probarlo….bueno, sí que la he encontrado, pero creo que ella no
quiere.
o ¿Ah, sí? Y quién es la afortunada…
o Pues es una amiga que acabo de conocer hoy en la universidad…está
aquí a mi lado.
o Vaya, y por qué no quiere…
o Pues dice que las chicas no le atraen…
o Tú dile que no sea tonta, que por probar no pasa nada…no hacéis
nada malo. Si no le gusta, pues no pasa nada, probado está.
o Intentaré convencerla…de todos modos, aunque me diga que sí, no sé
si sabré hacerlo bien…
o ¿Hacer bien qué?
o Pues,..ya sabes,..besarla, comerle...
o No te preocupes, tienes que hacerlo como te gustaría que te lo
hicieran a ti.
o Ah…muchas gracias por el consejo... ¿Tú has probado muchas
cosas?
o Si yo te contara…creo que he probado casi de todo.
o ¿En serio?... ¿Qué es lo más fuerte que has probado?
o Pues creo que sexo con animales.
o No me digas….eso es un poco asqueroso, no crees…
o No creas, a mi no me desagradó.
o Eso me lo tienes que contar algún día…si quieres, claro.
o Claro, con mucho gusto.
o Y de las cosas que has probado, que es lo que más te ha gustado…
o Pues creo que el sexo anal. Me encanta que me metan cosas, cuanto
más grandes mejor.
o Eso suena mejor que lo de los animales.
o Bueno, es tan morboso como eso, pero a mí me gusta más.
o Eso quizá lo pruebe algún día.
o Te gustará…oye, te tengo que dejar, me tengo que ir a estudiar.
Hablamos en otro momento, si quieres.
o Claro, ya te he agregado como favorito en usuarios.
o Perfecto, pues hasta otra…Saludos a tu amiga. Chao.
o Chao
Vaya, Lidia, menuda conversación más caliente.
¿Te ha parecido caliente?
Y tanto…no me imaginaba que la gente hablara así por el Chat.
Bueno, normalmente sueles decir por aquí lo que no te atreverías a hacer o
decir en persona.
- Y normalmente tú hablas así por aquí….
- Sí, aunque he de reconocer que es la primera vez que me ponen tan caliente.
Esta chica promete.
- ¿Crees que ha dicho la verdad en todo?..Eso de los animales, suena a cuento
chino.
- No creas, hay más gente de la que tú te piensas que le gusta hacer eso.
- ¿Lo dices en serio?
- Si, claro. Esperemos a ver qué nos cuenta la próxima vez, me ha dejado
intrigada. ¿A ti no?
- Pues la verdad, un poco, aunque me cueste admitirlo.
- La próxima vez le diremos que nos explique lo que ha probado.
- Vale.

Entonces,…te ha parecido caliente nuestra conversación…
Si,…bastante…
Eso significa que tú también te has puesto caliente…
No...no…qué cosas dices…
No pasa nada si lo estás…tampoco es nada malo…Solo que….
Qué….dime.
No, nada, déjalo.
Anda, no seas tonta, qué quieres decirme.
Pues….se me había pasado por la cabeza…que quizá si estabas cachonda,
querrías probar conmigo…
¿Otra vez con lo mismo?...
..Perdona, no te enfades,…si no quieres no pasa nada…Lo siento, no te
lo volveré a pedir. Creo que será mejor que lo dejemos por hoy…no me
encuentro bien.
Espera, no corras tanto, que tampoco pasa nada. ¿De verdad tienes tantas
ganas de probarlo con una chica? No entiendo por qué estás tan obsesionada.
No es obsesión, simplemente me gustaría probar, no creo que haya nada
malo en eso.
-Tienes razón…mira, vamos a hacer una cosa…si quieres
probar….probaremos, pero no creo que me guste.
¿Estás segura? Luego no vayas a echarme en cara nada.
No lo hago para echarte nada en cara, nadie me obliga a hacerlo, pero eres tú
la que tiene que llevar la voz cantante, yo no haré nada.
Vale…
A ver, dime qué tengo que hacer.
Pues….túmbate en la cama.


Soraya se tumbó en la cama, y cerró los ojos. Lidia, no sabía qué hacer, pero decidió
perder la vergüenza y dejarse llevar, ya que si no era ella la que lo hacía, perdería la
oportunidad que tanto estaba esperando.
Decidió perder la vergüenza y lanzarse sin pensar. Se acercó a la cama, dónde yacía
tumbada Soraya.
Ella permanecía con los ojos cerrados, y su cuerpo temblaba. Lidia empezó a quitarle
la camisa lentamente. Observó que Soraya llevaba un sujetador muy sexy, transparente,
que dejaba entrever sus pezones. Deslizó sus manos sobre sus pechos y acarició los
pezones. Acercó sus labios a la boca de Soraya y los unió a los suyos. Las dos se
fundieron en un largo beso. Sus lenguas se unieron lentamente. Soraya soltó un gemido.
Lidia dejó de besarla y deslizó sus labios hacia los pezones de Soraya. Los atrapó con
sus dientes y empezó a morderlos suavemente. Soraya notó que sus pezones estaban
duros, y volvió a gemir. Esto hizo que Lidia se pusiera aún más caliente. De repente
Soraya cambió de actitud y decidió pasar a la acción. Cogió a Lidia por la cintura y
la tumbó en la cama. Cogió sus brazos con fuerza. Besó sus labios con pasión. Su
mano se deslizó bajó los pantalones, y acarició la entrepierna. Le bajó los pantalones
y las bragas. Soraya vio que tenía el coño completamente depilado, y sintió un deseo
irrefrenable de comérselo. Bajó su cabeza y con la lengua chupó en círculos el clítoris
de Lidia, que no paraba de gemir…’Sí, Soraya, que rico….no pares, no pares…’.
Minutos después Lidia arqueó su cuerpo y tuvo el mayor orgasmo que ella recordaba.
Sus cuerpos sudorosos permanecieron abrazados durante unos minutos, sin mediar
palabras, hasta que Lidia por fin rompió el silencio:
Uff….ha sido el mejor orgasmo que he tenido en mi vida….
¿Te ha gustado?...
Mucho, me ha encantado…ha sido todo tan rápido…Y a ti, ¿te ha gustado?
Sí, a mí sí, pero no sé qué pensar ahora…
A qué te refieres…
Pues que en el fondo, sigo pensando que no me gustan las chicas, que soy
heterosexual.
- Bueno, eso no tiene nada que ver. Acaso no lo has pasado bien…
- Si, mucho.
- Entonces no pienses en rollos moralistas, que eso está pasado de moda.
Aprovecha que lo has pasado bien, y ya está. Yo también sigo siendo
heterosexual, pero si quiero puedo volver a hacerlo con chicas también.
- Sí, creo que es mejor no pensar.
- Vamos a decirle a nuestra nueva amiga lo que acabamos de hacer…
- Vale.
- Por cierto, te podrías quedar a dormir aquí, mira qué hora es…
- Ostras, es verdad…creo que debería irme…
- No hace falta, te invito a quedarte…anda, coge el teléfono y llama a tu padre.
-
-
Soraya llamó a su padre. Casualmente esa noche tenía que hacer horas extras en la
fábrica, así que se quedaba a dormir en el trabajo. No puso objeción a que se quedara en
casa de su amiga.
- Mi padre no duerme en casa hoy, así que me ha dado permiso para quedarme
- ¡Qué bien...! Eso es estupendo. Verás qué bien lo pasamos. Vamos a
conectarnos y hablar con nuestra amiga…a mí me dejó muy intrigada con
eso de los animales…
- Sí, a mí también….
Volvieron a entrar en el chat, y consiguieron contactar con su amiga cibernética.
-
-
-
Hola, “gatita”.
Hola, “morbosa”, cuánto tiempo.
Sí, qué suerte encontrarte por aquí de nuevo. Mi amiga y yo teníamos ganas
de hablar contigo.
¿Ah, sí? Y sobre qué tema queríais hablar.
Pues primero de todo, queríamos decirte que finalmente mi amiga y yo nos
hemos enrollado. Ha sido genial.
Mmm...…qué buena noticia…y seguro que os ha gustado mucho a las dos…
Sí, nos ha encantado.
¿Vais a volver a repetir?
No lo sé, nunca se sabe.
¿Y con otras?
Pues no sé. ¿A ti te gustaría?
Sí, claro, además, os podría enseñar muchas cosas.
Eso suena muy interesante. Esta mañana nos has dejado muy intrigadas…
¿Ah sí? Y por qué…
Pues con el tema del sexo con animales.
Ah, vale…Qué pasa, os gustaría probar…
Uy, no….eso tiene pinta de ser asqueroso.
Bueno, eso es porque no lo habéis probado. Además, vuestra curiosidad os
delata.
- Bueno, simplemente teníamos curiosidad. Que nos expliques cómo era y qué
cosas habías probado.
- ¿Con animales?
- Sí
- Pues lo he probado varias veces, con el perro de una amiga.
- ¿Y ella te deja hacer eso?
- Bueno, digamos que nos hemos liado varias veces, y alguna vez se ha traído
a su perro…Ella también interviene.
- Y dime, qué es lo que hacéis…
- Pues lo que más me ha gustado es hacerle una mamada.
- Uf... ¿eso es un poco fuerte, no?
- Bueno, suena fuerte, la verdad, pero a mí me da igual lo que piense la gente,
lo he probado y me ha gustado, la verdad.
- Pero supongo que es mejor hacérsela a un hombre, no crees…
- Pues no se lo he hecho nunca a un hombre, pero a un perro es súper
morboso.
- Y qué se siente…
- Pues lo más morboso es cómo la tiene de grande…
- ¿Tan grande la tiene?
- Sí, es un perro Golden, cómo los del Scottex. Creo que le mide unos 20 cm.,
y también se hincha, así que es gorda también.
- ¿Y por qué se hincha?
- Pues se hincha cuando le bajas la piel, y sobretodo cuando está punto de
correrse.
- ¿Quieres decir que se corre cuando le haces cosas?
- Y tanto...no te imaginas la de leche que sueltan.
- ¿Y se corre dentro de tu boca?
- No lo he probado nunca. Normalmente se corre en mi mano, aunque siempre
va soltando leche poco a poco, y ésta si que la suelta en mi boca.
- ¿Y qué sabor tiene?
- Pues no te sabría decir, porque cuando lo hago uso lubricante de sabores, que
disimula olores y sabores.
- Nunca habría imaginado que una mujer pudiera hacer estas cosas.
- Quieres decir entonces que no lo probarías si te lo pidiera...
- No sé, creo que pensarlo me da mucho asco...pero por otro lado, suena a
hacer algo prohibido...y da morbo.
- Si te propongo que lo hagas, qué me dirías...
- Pues no sé, luego me comería la cabeza si lo probara.
- No tiene porqué, tampoco vas a matar a nadie. ¿Por qué no os venís a mi
casa tú y tu amiga?
- ¿A tu casa? ¿Dónde vives?
- En Barcelona, en Paseo de Gracia.
- Qué me dices...si casi somos vecinas...
- Pues vente con tu amiga, y yo también aviso a la mía para que traiga su
-
-
perro. Y si no te atreves, pues haremos otras cosas.
-
-
Lidia cerró el chat y notó que Soraya tenía cara de pocos amigos.
¿Qué te pasa?
¿Que qué me pasa? ¿Y tú qué crees? Creo que te has vuelto loca de remate.
¿Por qué dices eso?
¿Tú que crees? ¿Sabes lo que quieres hacer?
Sí claro, pero te corrijo. No voy a hacer…¡Vamos a hacer!
Conmigo no cuentes.
¿Cómo que no? ¿No me digas que no te atreves?
Pues claro que no, es una locura.
También pensabas lo mismo de probar conmigo.
No es lo mismo.
Claro que es lo mismo, es cuestión de no tener tapujos y hacer lo que te
apetece.
- Creo que será mejor que me vaya.
- No me hagas esto...por favor…si no vienes conmigo no me atreveré a
hacerlo....
- Ya estamos como antes. ¿Tanta ilusión te hace?
- Todo lo que sea probar cosas nuevas mejor, no creo que haga nada malo.
- Bueno, yo te acompaño, pero no haré nada.
- Vale. Vamos a ducharnos.
-
-
-
-
-
-
Vale, nos arreglamos y vamos a tu casa...Hasta ahora.
Hasta ahora.
Lidia y Soraya se ducharon y salieron a la calle. Pidieron un taxi y en 15 minutos
llegaron a casa de su amiga cibernética. Llamaron a la puerta.
Nuria era una chica extrovertida, que pasaba su tiempo libre chateando, y con el
tiempo quedaba con la gente que conocía por Internet para experimentar cosas nuevas.
Se podría decir que pocas cosas le quedaban por probar, y se la podía considerar
una "maestra". Ese día tenía dos alumnas nuevas que acababa de conocer, y estaban a
punto de llegar a su casa.
La puerta empezó a sonar.
-
-
Nuria abrió la puerta.
-
-
-
Qué pronto habéis llegado. Adelante, no tengáis vergüenza.
Gracias - contestó Lidia.
Tenía ganas de conoceros en persona.
- Nosotras también teníamos ganas. - Soraya no dijo nada, estaba tan
avergonzada que apenas podía articular palabra.- Por cierto, ¿no ha venido tu
amiga?
- Ahora viene, es mi vecina de al lado. Tranquila, pronto tendrás aquí a
tu "partenaire".
¿Quién es?
Somos Lidia y Soraya, nos acabamos de conocer en el Chat.
Lidia se sonrojó. En ese momento se dio cuenta de lo que estaba a punto de hacer, pero
se dijo a sí misma que no se echaría atrás.
- Ay, pero qué tonta soy -.Se dijo a sí misma Nuria.- No os quedéis en la
puerta, pasad.
- Gracias.
- ¿Os apetece tomar algo mientras llega mi amiga?
- Vale. ¿Qué tal un cubata? Creo que necesitaré algo fuerte.
Soraya no paraba de mirar a Nuria. Hasta ahora no pensaba que una mujer la atraería
físicamente, pero Nuria era una mujer muy guapa. Llevaba un camisón transparente que
dejaba entrever su moldeado cuerpo. Notó que no llevaba sujetador, y que tenía unos
pechos muy grandes. Sintió ganas de probar con ella lo mismo que con Lidia. Nuria se
dio cuenta de que la estaba comiendo con la mirada.
Alguien llamó a la puerta.



Nuria fue hacia la puerta y la abrió. Lidia y Soraya vieron una chica pelirroja, no muy
alta, con un piercing en la nariz y otro en la oreja.
-
Silvia entró en el piso de su amiga. Iba acompañada por su perro Max.

Entonces Silvia se dio cuenta de que no estaban solas. Miró hacia el interior del piso, y
vio dos chicas sentadas en el comedor.

Tú debes de ser Soraya.
Sí.
¿Qué te parece lo que tú amiga va a probar hoy?
Pues si te digo la verdad, no me gusta.
¿Entonces por qué has venido?
Pues porque no quería dejarla sola.
No te fías de mí…
No es eso, simplemente que con una cosa así, no podía dejarla sola. Ella ha
decidido hacer esto y no puedo hacer otra cosa que apoyarla.
Entonces la vas a ayudar…
No, no haré nada que no me parezca bien.
Cómo quieras...
Esa debe ser mi amiga...
Hola, Silvia. Pasa, te estábamos esperando.
Veo que has traído a Max.
Si, claro, cómo me habías pedido. Supongo que tienes ganas de "jugar" con
él.
En este caso no es para mí.
Ah, no…entonces, para quién es....
Silvia, te presento a Lidia y Soraya.
Encantada.- dijo Silvia.

Lidia, nerviosa, se acercó a Nuria.

Lidia hizo caso a lo que Nuria le pedía. Se sentó en el sillón del comedor. Nuria cogió
sus manos y las estiró hacia los lados. Sacó unas esposas y se las puso en cada mano,
atándola a la pared mediante unos ganchos preparados para eso. De este modo, quedó
a merced de que pudieran hacer con ella cualquier cosa, ya que no podría mover las
manos.
Nuria llamó a Max.
Max entró por la puerta del comedor. Hasta ese momento, Lidia no lo había visto.
Su cara de sorpresa no fue para menos. Max era el perro más grande que había visto
nunca. Empezó a imaginar cómo sería de grande la polla de ese grandioso perro. Sus
pensamientos pararon con la voz de Nuria.
- - Chica, despierta. Te has quedado de piedra. ¿Qué te parece tu nuevo
amigo? Si te has llegado a preguntar cómo será su polla, ya te puedo
adelantar que es muy grande. Supongo que estarás deseando empezar...
- Si.... ¿Qué tengo que hacer?
- Tú nada, tu amiga te ayudará.
- ¿Yo? -dijo Soraya. Ya te he dicho que no haré nada.
- Si no lo haces, tu amiga no podrá probar, porque nosotras no la ayudaremos.
Así que tú decides.
Soraya miró a Lidia. Supo entonces que debía ayudar a su amiga. "No se va a enterar
nadie -pensó-. Además, no hacemos daño a nadie.
Se dirigió Nuria y dijo

Soraya llamó a Max y éste se acercó lentamente. Cuando estuvo a su lado empezó a
acariciarle la cabeza. Se acordó de lo mucho que eso les gustaba a los perros. Miró hacia
Igualmente.-Dijo Lidia. Soraya seguía sin decir nada.
Espero que no importe que te haya pedido prestado a Max. – dijo Nuria.
No, claro. Será la primera vez que pruebe con otra chica que no sea una de
nosotras.
¿Lo traes preparado?
Y tanto...limpito, cómo a ti te gusta.
Perfecto, porque Lidia hoy se va a estrenar.
¿En serio? Eso suena genial. ¿Y su amiga?
No, ella no quiere probar.
Lástima, no sabe lo que se pierde.
Creo que no deberíamos perder tiempo...la noche es joven... Lidia, acércate.
¿Te gusta que te aten?
No lo sé, nunca lo he probado.
Pues esta noche lo vas a probar. Siéntate en el sillón.
Bien, qué tengo que hacer...
Ponte al lado de tu amiga. Y llama al perro.
la polla de Max. Vio el gran bulto que colgaba de entre sus patas traseras.


¿Qué hago ahora?
¿Hace falta que te lo explique? Tienes que hacer que su polla se empine.
Ya, pero ¿cómo?
Bueno, ponle imaginación. Lo único que te puedo decir es que tienes que
conseguir bajar la piel que recubre su polla.
Soraya imaginó lo que debía hacer. Cogió el bulto que colgaba de entre las patas de
Max y empezó a frotarlo. Notó que le ocupaba toda la mano. Imaginó cómo sería en
estado de erección.
Siguió frotando cada vez más rápido. Notó un extraño calor entre sus piernas. “No
puede ser que me esté poniendo cachonda”- pensó. Pero no pudo evitarlo, la humedad
entre sus piernas era evidente. Su mente solamente pensaba en la polla de Max y de
hacer que creciera.
La piel de la polla de Max empezó a ceder, y Soraya vio aparecer la una punta de color
rosado. La polla de Max, ya sin piel, creció de manera evidente. Nuria se había quedado
corta al decir que medía 20 cm. Cómo mínimo medía unos 25 cm. Soraya bajó toda la
piel de y la polla quedó completamente al descubierto. Los testículos de Max también
eran grandes. “Cuánta lecha saldrá de aquí”- pensó Soraya.
Soraya notó su mano viscosa, debido a las primeras secreciones que soltaba la polla de
Max.


Soraya pilló la indirecta. Miró a Lidia a los ojos y asintió con la cabeza. Había llegado
el momento de la verdad.
Situó a Max frente a Lidia, de espaldas a ella. Cogió la polla de Max, la pasó entre sus
patas traseras y la acercó a la boca de Lidia.
Lidia abrió la boca y vio entrar la enorme polla en su boca. Empezó a lamerla con la
lengua por la punta, de manera suave.

Lidia dejó de lamer. Soraya cogió con fuerza la polla de Max y la metió entera en la
boca de Lidia. Ésta notó que tenía la boca llena. Empezó a chupar. La polla de Max
entraba y salía de su boca. Nuria pudo notar la cara de placer reflejada en su cara.
¿Y ahora qué tengo que hacer? Ya he conseguido que esté completamente
en erección.
Pues creo que ahora debería ser el turno de Lidia.
Pero ella está atada…
Bueno, no creo que las manos no es lo único que puede usar…
Así me gusta...veo que no tenemos que enseñarte como se chupa una buena
polla -dijo Nuria. - ¿Te gusta?
Sí, me encanta. Estoy muy cachonda.
Seguro que puedes hacerlo mucho mejor. Cómetela toda.
A Lidia le empezó a caer un líquido blanquecino por la comisura de sus labios. Hacía
rato que Max se estaba corriendo. Lidia cada vez tenía la boca más llena. Miró a Soraya,
que cada vez parecía más excitada y sacó la polla de su boca. Con la boca llena de
semen, acerco sus labios a Soraya y le dio beso sus labios. Sus lenguas se unieron en
un largo beso, mientras el semen pasaba de una boca a otra. El semen caía de entre los
labios de las dos amigas, que no podían parar de besarse.
-
Silvia fue a la cocina y trajo el vaso más grande que encontró.
-
Lidia y Soraya hicieron lo que Nuria les pedía, y escupieron el semen en el vaso
llenándolo hasta la mitad.

Soraya no esperaba que le pidieran eso


Lidia se quedó sorprendida. Soraya había cambiado, ya no era aquella chica escrupulosa
que conoció. Entonces supo que sería capaz de hacer cualquier cosa.
Soraya cogió la polla de Max, y se la quitó de las manos a Lidia. Sin pensarlo se la
metió en la boca y empezó mamar con ansia. Max no tardó en soltar abundante semen
en su boca. Cuándo tuvo la boca llena de semen la abrió y lo dejó caer en el vaso.
Volvió a mamar la polla, y no tardó en volver a llenarla de semen. Volvió a escupirlo
en el vaso. Dejó de mamar y pasó a masturbar. Apuntó con la polla hacia el vaso y el
semen se fue introduciendo en cada sacudida, hasta que se llenó completamente.
Lidia no podía creer lo que estaba viendo. Soraya parecía haber roto con sus tapujos, y
parecía capaz de hacer cualquier cosa. Mientras pensaba todo esto, Soraya permanecía
con el vaso lleno de semen en una mano, mientras con la otra aún sostenía la polla de
Max. Miró a Lidia, le lanzó un guiño y se metió el vaso en la boca. Su boca se volvió a
llenar de semen otra vez. Paró. Miró a Lidia de nuevo y se lo tragó.
Incluso Nuria y Silvia no se lo podían creer. Soraya volvió a meterse el vaso en la boca
y se lo volvió a tragar. Repitió hasta que el vaso estuvo vacío. Entonces pasó su lengua
por sus labios y su mano, recogiendo así lo que había salido del vaso.
La polla de Max volvió a su tamaño normal.
-
Lidia miró a Nuria y a Silvia y empezó a sonreír.
-
Qué magnífico espectáculo- dijo Nuria.-. Silvia, trae un vaso.
Ahora soltad el semen en este vaso.
Creo que hay que acabar de llenarlo. Soraya, creo que es tu turno
¿A qué esperas, no te atreves?
Claro que me atrevo. No te imaginas de lo soy capaz de hacer.
¿Qué os ha parecido? - dijo Soraya.
Vaya con Soraya....menuda guarra está hecha.
Y qué lo digas...menudo peligro. Nos ha superado a nosotras...- dijo Nuria
Lo he pasado genial...dijo Lidia.
Me alegra oír eso…dijo Nuria. Creo que se ha hecho tarde, mañana tenemos
que trabajar, y vosotras estudiar.
- ¿Nos dejarás repetir con Max? – dijo Soraya.
- Si, claro… cuando queráis - dijo Silvia.
- Pero la próxima vez quiero follar con Max, quiero que me meta ese pollón
por el culo.
- Vaya, cómo has cambiado, Soraya.
- Sí, ya me he hartado de ir de chica buena por la vida.
- Me parece genial, pero dime...¿eres virgen? ¿Te han metido alguna por el
culo?
- No, nunca.
- Entonces primero debes entrenar ese culito antes de probar con Max, es
demasiado grande para que la pruebes.
- Vale, ¿qué me propones entonces?
- Mira, Silvia tiene un buen arsenal de artilugios en su casa, con los que te
dejaremos un culo bien preparado. Y si finalmente te metes la polla de Max,
seguramente tendrás el culo más abierto que he visto nunca.
- ¿Genial...cuándo empezamos?
- Pues como mañana es viernes, podéis venir a mi casa, a pasar el fin de
semana entero. Silvia traería sus juguetes.
- ¿Y a Max?
- Ya veremos...veo que le has cogido el gusanillo...
- Sí...bueno, si no lo traes no pasa nada.
- Ya, ya…Se te ve el plumero…Je Je. Quedamos mañana, entonces. Te
recomiendo que te laves la cara y las manos antes de irte, las tienes llenas de
semen...Jeje.
- Vale. Ahora vuelvo.


Soraya fue a lavarse las manos y la cara. Cuando volvió, Lidia estaba lista para irse. Se
despidieron de Nuria y Silvia hasta el día siguiente.
De vuelta a casa hablaron sobre lo ocurrido esa noche.



¿No crees, Soraya, que nos hemos pasado un poco?
Que va, ya sabes que era reacia a todo esto, pero me he cansado de no hacer
las cosas por lo que pueda pensar luego.
Entiendo, pero no sé, creo que lo que hemos hecho hoy es demasiado fuerte.
Aunque me gusta que pienses así. Entonces, lo próximo que quieres probar
es el sexo anal...
Sí, me encantaría, pero no sé cómo será, y si podré hacerlo.
Claro que podrás. ¿Por qué razón no ibas a poder?
No sé, ya has visto la polla de Max, no creo que vaya a ser fácil que me la
meta.
Bueno, para eso tenemos la ayuda de Nuria y Silvia. Me pregunto qué tipo
de artilugios tendrá para esto.
No sé, ya se verá. De todos modos podríamos informarnos un poco antes, no
sé, tal vez mirar vídeos porno por Internet.
Sí, no es mala idea. Si quieres podemos mirar ahora, cuando lleguemos a mi
casa.

En 15 minutos llegaron a casa de Lidia en taxi. Subieron, saludaron a su madre y se
fueron a la habitación.


Subieron a la habitación, y encendieron el ordenador. Mientras éste arrancaba, Lidia
buscó un pijama para que Soraya pudiera dormir. Una vez iniciado el ordenador, se
preguntaron cómo encontrarían información sobre sexo anal.
- Yo creo que lo más fácil es buscar por Internet con Google. Seguro que
poniendo "sexo anal" en el buscador saldrá mucha información.
Escribieron las palabras clave y presionaron "buscar". Al instante aparecieron miles de
páginas sobre el tema.

En pantalla empezaron a aparecer miles de fotos. No pudieron reprimir un grito de
sorpresa al ver las fotos. En muchas de ellas aparecían anos muy dilatados. En otras
pudieron ver chicas penetradas por el ano con pollas enormes.
Ufff...menudas fotos...- dijo Lidia -. ¿Tú crees que te quedará el culo así?
Es probable, tengo la sensación que la polla de Max es más grande que esas.
¿Y crees que cabrá en tu culo?
Claro, no veo por qué no. Las chicas de las fotos pueden.
Sí, claro, pero ellas son profesionales, y habrán practicado mucho. Además,
supongo que no depende solamente de las veces que lo practiques, sino de tu
capacidad para dilatar el ano.
- Ya, pero yo sé que seré capaz, tengo ese presentimiento.
- Entonces, vamos a mirar información. ¿Has visto qué foto? Mira que culo
más abierto...
- Es verdad, da la sensación que es tan grande como un puño.
- Si, o quizá más. ¿Te has fijado en el nombre de la foto?
- Sí, llama "gaping asshole.jpg. ¿Qué debe significar eso?
- No sé, vamos a buscar en Google. A ver, abro otra página, y busco. A
ver....ya está, aquí lo pone: "Tendencia o juego sexual consistente en dilatar
el ano lo máximo posible. Es típico del cine porno”.
- Pues mira, esto es más o menos lo que quiero conseguir yo, que se me quede
el culo así. A ver qué más pone. Tiene que ser muy morboso. "Para ello se
usan una serie de juguetes anales para conseguir la dilatación." Mira, aquí
hay fotos de los juguetes. ¿Crees que Silvia los tendrá?
- Sí, claro, al menos es lo que nos dijo Nuria.
- Vamos a ver qué más pone sobre sexo anal.



Vale.
Nos vamos a la habitación, tenemos que hacer un trabajo (Lidia le guiñó un
ojo a Soraya), así que hasta mañana.
Que durmáis bien – dijo la madre de Lidia.
Buenas noches.
Mira - dijo Soraya -, aquí hay una opción que pone "imágenes", seguramente
solo salen fotos. ¿Empezamos por aquí?
- Vale, a ver qué encontramos.
Vale, a ver…aquí pone que para realizar sexo anal lo ideal es hacer primero
una lavativa o enema, para poder disfrutarlo de una manera limpia.
- Algo así me imaginaba yo….Eso supongo que ya nos lo enseñarán ellas.
Creo que será mejor que nos vayamos a dormir, mañana nos espera un día
ajetreado.
- Es verdad, sobretodo a ti.
- Hasta mañana. Que duermas bien.
- Igualmente.
-
A las 7:30 de la mañana sonó el despertador. Lidia y Soraya se vistieron y fueron a la
universidad.
El día se les pasó volando, y finalmente llegó la noche. Se ducharon, se vistieron y
fueron a casa de Nuria.
Cuando llegaron vieron que Nuria no estaba. Llamaron a la puerta de Silvia y tampoco
estaba en su casa. Pensaron que era su día de mala suerte, ya que todo su plan se iba al
traste.
Volvieron a casa de Lidia. Subieron a la habitación y encendieron el ordenador.


Abrieron el Chat para ver si Nuria estaba conectada. Aparecía como no disponible.
Vieron que había un mensaje personal en la bandeja de mensajes con el asunto "os pillé,
sois mías". Se miraron una a la otra con cara de asombro, aunque la cara de Soraya era
más bien de miedo. Abrieron el mensaje. En él aparecía un enlace a una página Web.
Accedieron a la página Web y en la pantalla empezó a cargarse un vídeo. No podían
creer lo que veían. En el vídeo aparecía todo lo que habían hecho la noche anterior en
casa de Nuria. Con primeros planos, vieron sus caras en el momento de mamar la polla
de Max y lo que hicieron después jugando con su semen.
No pudieron aguantar y cerraron el vídeo.
Al momento les llegó otro mensaje. Lo abrieron. En él aparecía el siguiente texto:" A
partir de ahora haréis lo que nosotras digamos y cuándo digamos, sois nuestras esclavas.
Si avisáis a alguien colgaremos el video en Internet."
Lidia y Soraya se miraron desesperadas.


¿Qué crees que ha podido pasar? - dijo Lidia.
No lo sé, quisiera pensar que no nos han dado plantón.
Quizá no se han acordado...
No sé, algo no me cuadra, me da mala espina.
¿Qué vamos a hacer ahora? -dijo Soraya.
Pues hacer lo que nos digan, qué otra opción tenemos - contestó Lidia.
Creo que no deberíamos, quizá podamos ir a la policía.
¿Tú estás loca? ¿Quieres que se enteren nuestros padres? ¿O la gente de la
universidad? Debemos hacer lo que nos pidan.
A saber qué querrán hacer con nosotras....
No creo que nada peor de lo que ya hemos hecho.
-
-
-
-
-
Otro mensaje volvió a aparecer en pantalla. "En mi casa, en media hora. Recordad,
venid solas."
Salieron de casa de Lidia, cogieron un taxi y en 15 minutos llegaron a casa de Nuria.
Llamaron a la puerta pero nadie les abrió. Bajaron a la calle. Allí tampoco vieron
a nadie. De repente, un coche apareció por una esquina y se paró delante de ellas.
Alguien bajó la ventanilla del co-piloto y les habló.


Subieron al coche. El co-piloto salió del vehículo y sacó dos capuchas.



A qué te refieres?
Pues a lo que hemos visto en el video, lo que hicimos con Max.
Créeme, aún nos pueden pedir cosas peores.
Me estás asustando.
Es mejor que nos tranquilicemos y veamos qué pasa.
Supongo que sois Lidia y Soraya.
Sí, ¿quién eres tú?
Eso no importa. Subid al coche.
No tenemos por qué hacerlo, no os conocemos de nada.
Venimos de parte de Nuria y Silvia. Os están esperando.
¿Adonde nos llevareis? Creíamos que nos quedábamos aquí, en su casa.
De eso nada, iremos a un lugar más "adaptado".
¿Adaptado para qué?
Ya lo veréis, no os quiero chafar el plan.
¿Qué vas a hacer? - dijo Lidia.
No queremos que sepáis a donde os llevamos. Poneos estas capuchas. No os
preocupéis, están preparadas para que podáis respirar.
Antes de ponerse la capucha, Soraya pudo observar al co-piloto. Iba con poca ropa,
con camisa de tirantes, y un pantalón corto ajustado, que dejaba entrever la forma de
su polla. Notó que parecía bastante grande. ¿Tendremos que follar con él? - pensó. El
conductor del coche iba vestido con tejanos y ropa también corta, pero no se pudo fijar
bien.
Una vez dentro del coche, se pusieron eh marcha. Al cabo de una hora el coche paró.
No tuvieron conciencia de adonde las habrían llevado, pero era seguro que fuera de la
ciudad.
Cuando salieron del coche notaron que hacía más frío que en Barcelona, y que parecían
estar en zona de montaña, quizá cerca del Montseny. Las habían llevado a una finca
particular.
Bajaron del coche. Nuria y Silvia las estaban esperando.


Hola, chicas....os estábamos esperando.
No puedo creer que nos estéis haciendo esto...no es justo. - dijo Lidia.
Nadie dijo que la vida fuera justa, así que no te quejes. Además, tú eres la
que menos deberías quejarte.
¿Por qué dices eso? - contestó Lidia.



Bueno, fuiste tú la que empezaste todo el juego. Se ve que lo de la zoofilia te
atrajo enseguida...
Eso no te da derecho a hacernos esto.
Claro que sí. Tú empezaste el juego, ahora nos toca seguirlo....y acabarlo
cuando queramos.
¿Qué vais a hacer con nosotras? - dijo Soraya.
No tengáis miedo, que no os va a pasar nada malo, si sois buenas chicas. No
haréis nada que ni hayáis hecho antes....o quizá si, nunca se sabe. Si hacéis
todo lo que os pedimos, no os pasará como a las otras chicas.
¿Las otras?
Sí, claro, a ver si os pensáis que sois las únicas a las que hemos grabado.
Aunque he de confesar que habéis sido las más pervertidas...sobretodo tú,
Soraya. Las otras chicas no fueron tan obedientes. Me gustaría haber visto la
cara de sus padres cuando recibieron y vieron el vídeo de lo que hacían sus
hijas.
Pero eso es cruel...pobres chicas.
Podría haber sido peor, al menos solamente se lo enviamos a sus padres, y no
lo colgamos por Internet. Pero no siempre seremos tan buenas, así que mejor
haced lo que os digamos y no pasará nada.
Soraya miró a Lidia con resignación. Decidieron hacer lo que les pidieran, y esperar
a que Nuria se cansara de ese juego. Además, les habían prometido que no les iban a
hacer daño, y al menos ese temor ya no lo tenían.
Entraron en la casa. Nuria las acompañó hasta una habitación doble, situada en la
segunda planta.

Esta será vuestra habitación. En el armario tenéis ropa para esta noche. En
media hora os vendrán a buscar para cenar un poco, y luego...bueno, luego
ya lo veréis. No tardéis mucho. Hasta ahora.
Nuria salió de la habitación. Lidia se puso a llorar.


No es justo que nos pase esto, ¿qué vamos a hacer?
Pues para empezar deja de llorar, y después haremos lo que nos digan, y
esperar que se cansen de nosotras. Además, quién sabe, quizá nos guste lo
que nos van a hacer. Anímate, y veremos lo que pasa.
Vale, vamos a ponernos lo que nos han dicho.

Sobre la cama tenían la ropa que iban a ponerse. Primero se pusieron la ropa interior.
Soraya llevaba un sujetador de color negro, transparente, por el que se podían ver sus
bonitos pechos. El tanga que se puso también era negro y transparente, y dejaba entrever
su coño depilado. Lidia, en cambio, llevaba unas braguitas y un sujetador normales, sin
transparencias, de color rosa.
Soraya se puso encima un traje de color rojo, con transparencias en la parte delantera.
Lidia llevaba un vestido y camisa, que la hacían parecer una criada.
Al cabo de media hora, alguien llamó a la puerta. Abrieron la puerta y aparecieron los
dos chicos que las habían llevado hasta la casa. El que había conducido el coche llevaba
un traje de cuero de color negro, y el otro un traje de cuero azul.
Bajaron las escaleras hasta la planta baja, y allí estaban esperando Nuria y Silvia.
Bienvenidas, chicas. Os esperábamos con impaciencia. Acercaos a la mesa,
seguro que estáis hambrientas. Necesitareis comer algo, para coger fuerza.
La noche puede ser larga.
- Gracias por la invitación – contestó Soraya. – Espero que la promesa de que
no nos haréis daño la mantendréis.
- Por supuesto, no creeréis que somos unos monstruos. Es más, tengo la
sensación de que hasta te lo vas a pasar genial. Quizá algún día me sustituyas
como “maestra”. Pero cambiemos de tema, comed lo que queráis.
- No tenemos mucha hambre, ya hemos cenado en casa.
- Bueno, no pasa nada, al menos bébete este zumo que os hemos preparado.
- No me apetece.
- ¿Acaso no te fías de mí? Te he dicho que no vamos a haceros daño. No seas
tonta, no rechaces mi invitación.

Soraya cogió el vaso de zumo y bebió. Lidia hizo lo mismo.
- Sabe a fresa – dijo Soraya. ¿Qué es?
- Lo he preparado yo, tiene todo lo necesario para que esta noche seas “la
reina”…. No pongas esa cara, que no te he puesto veneno, no es nada malo.
- Vale, te creo.
- Si no tenéis más hambre, creo que podríamos pasar al nuestra sala favorita.
Seguidme, si sois tan amables.
Soraya y Lidia siguieron a Nuria y sus amigos. Entraron en una especie de garaje. La
sala estaba preparada de manera que parecía una cámara de torturas masoquistas. Les
volvió a entrar el pánico al ver todos los artilugios que había sobre una mesa situada
nada más entrar a la sala.

No os asustéis, chicas – dijo Nuria. – Ya os he dicho que no os va a pasar
nada. Muchos de estos objetos forman parte del decorado, nada más.
En las paredes había cadenas con argollas enganchadas, aparentemente para encadenar
a alguien. En medio de la sala, había una mesa con argollas en los laterales. Soraya
supuso que sería para ella.
Del techo colgaban varias pantallas de televisión y varias cámaras de video que
captaban desde todos los ángulos posibles.
Al fondo de la sala había otra habitación. Soraya se preguntó para qué sería.

Silvia, que hasta ahora no había dicho nada, contestó a su pregunta:


¿Qué hay en esa habitación?
Ya lo verás, es una sorpresa reservada expresamente para ti.
¿Y qué es?


Soraya acompañó a Silvia al fondo de la sala. Abrió la puerta de la habitación
misteriosa. Soraya pudo ver que dentro había diez jaulas. En cada jaula había un perro,
cada uno de una raza diferente, pero todos ellos de gran tamaño.



¿No te gustan las sorpresas? Eres un poco impaciente.
No pasa nada, Silvia – dijo Nuria, podemos enseñarle su sorpresa, si ella
quiere. No hay problema.
Vale, - contestó Silvia – cómo tú quieras. Acompáñame.
¿Te gusta lo que te hemos preparado? – dijo Nuria.
¿Son todos vuestros? – contestó Soraya.
Sí, claro. Y son todos para ti.
¿Para mí? ¿Qué quieres decir?
Pues que vas a follar con los diez.
¿Con los diez? No creo que pueda, es una locura.
Claro que vas a poder. Además, aún tenemos una última sorpresa. “Max”…-
gritó Nuria. De repente apareció por la puerta el perro de Silvia. – Como
puedes ver no nos hemos olvidado de tu “partenaire”. Recuerda lo que dijiste
la última vez, antes de despedirnos.
Sí, lo recuerdo. Dije que quería que Max me follara por el culo.
Exacto, veo que tienes buena memoria. Y espero que también tengas palabra.
La última vez también te dije que no era una cobarde, así que ya sabes que
me atrevo a hacer cualquier cosa.
Bien, bien, me gusta. Despídete de tus nuevos amigos, luego podrás jugar
con ellos. Creo que ha llegado el momento de jugar.
¿Qué tengo que hacer?
Seguidme, lo primero que vamos a hacer es preparar ese culito.



Soraya y Lidia fueron hacia la mesa que había en el centro de la sala. Lidia le quitó el
vestido a Soraya, que quedó en ropa interior. Soraya se tumbó boca abajo y pasó sus
brazos y sus piernas por las argollas, de manera que no se podía mover.
Nuria estiró de las cadenas de las piernas, y las piernas de Soraya quedaron
completamente abiertas. El culo de Soraya quedaba visible a través de las transparencias
de su tanga.

Lidia se acercó y se colocó al lado de la mesa.
- Deberías lubricar un poco su culo. Lo mejor es la saliva.
Lidia arrancó el tanga. Acercó su boca al ano de Soraya y empezó a lamerlo. Escupió un
poco de saliva para lubricarlo y siguió lamiendo. De vez en cuando introdujo la punta de
la lengua. A Soraya pareció gustarle, porque soltó algún pequeño gemido.
Nuria trajo una cuchilla de afeitar y un poco de espuma.

Acércate – dijo Nuria a Lidia.
Hay que dejar la zona bien limpia. Toma, tienes que hacerlo tú - le dio la
cuchilla a Lidia.
Lidia untó el culo de Soraya de espuma de afeitar. Poco a poco fue afeitando los
bordes de su ano, hasta dejarlo suave y sin pelos.

Bien, has hecho buen trabajo. Ahora falta lo más importante para una buena
limpieza.
Los amigos de Nuria salieron de la sala y volvieron con un aparato para hacer enemas.

Hay que evitar que su culo pueda darte una mala sorpresa. Lo mejor es hacer
un enema, y dejarla bien limpia por dentro.
Lidia cogió el aparato y lo llenó de agua. Introdujo la punta en el ano de Soraya y
apretó. Soraya empezó a notar el agua en su interior. Lidia volvió a llenar el aparato, y
lo volvió a vaciar en el culo de Soraya.


No tenía más remedio que seguir. Volvió a llenarlo y lo volvió a vaciar en su culo.
Soraya tenía la barriga llena. Nuria cogió un tapón en forma de cono y lo introdujo en el
culo de Soraya.


Llamó a sus amigos.


Salieron de la sala, y al momento volvieron a aparecer con Max.


Max parecía muy contento de ver a Soraya ya que movía su cola.



No, más no - suplicó Soraya. Ya estoy llena, no cabe más.
Sigue - dijo Nuria.
Así no podrá salir el agua de su culo
Pero le va a doler – dijo Lidia.
Tranquila, se acostumbrará. No pasa nada.
Traedme a Max.
Creo que lo hemos dejado sólo mucho tiempo.
Ves, Max no te ha olvidado, seguro que recuerda la faena que le hiciste ayer.
¿Tú crees que le gustó?
Eso parece...uff...- gemía Soraya – Como duele,,,,me siento muy llena.
Tranquila, dentro de poco podrás expulsarlo todo. Además, te hará efecto lo
que te bebiste antes.
¿Qué me habéis hecho beber?
No te preocupes, eso te ayudará a vaciarte por dentro, así podremos trabajar
con tu culito sin preocuparnos de que de él salga algo inesperado. Pero
volvamos a lo que interesa, creo que Max reclama tu atención.
Los amigos de Nuria bajaron la mesa a la que permanecía atada Soraya. Acercaron a
Max hacia la posición de la cabeza de Soraya. Uno de ellos, empezó a masturbar a Max
para que su polla estuviera en erección. Una vez consiguió bajarle la piel a su polla, y
estuvo bien erecta, se la acercó a la boca de Soraya.
El gesto de Soraya fue de girar la cara para evitar tener que chupar la polla de Max.
Nuria, enfadada, gritó:

Creo que no te ha quedado claro lo que hablamos antes. Si no hacéis lo que
os pedimos, no lo vais a pasar nada bien. Además, ayer no te daba asco, no
sé qué te pasa hoy.
Lidia miró a Soraya.

Soraya agachó la cabeza. Pensó durante unos segundos. Finalmente accedió. Empezó a
mamar la polla de Max. Primero lamió la punta. Poco a poco se fue metiendo la enorme
polla en la boca. Notó que Max empezaba a soltar líquido pre-seminal. Su boca se fue
llenando del líquido viscoso. Eso la hizo ponerse muy cachonda. Recordó lo pasado el
día anterior, cuando tuvo la boca llena de su semen. Eso hizo que el movimiento de su
lengua y de su boca fuera cada vez más rápido. Al cabo de unos minutos, notó como
Max soltaba una fuerte descarga de semen en su boca. De su boca iba saliendo por los
lados hilos de abundante semen, pero ella no quiso dejar que eso pasara, y poco a poco
empezó a tragarlo.
Mientras tanto, Lidia recibió un cubo de manos de Nuria.

Tienes que hacerlo,por favor, o nuestros padres se enterarán de todo.
Creo que ya ha pasado tiempo suficiente para que el enema salga bien. Pon
ese cubo debajo del culo de Soraya.
Lidia hizo lo que le decían.

Lidia estiró del tapón, que permanecía enganchado en el ano de Soraya. Cuando estuvo
fuera, Soraya empezó a soltar abundante chorro de agua, mezclada con restos de heces,
que fueron cayendo en el cubo. El chorro fue saliendo durante un buen rato, hasta que
dejó de salir agua.

Ahora debes sacar el tapón de su culo.
Creo que hemos conseguido hacer una buena limpieza, ahora podremos jugar
tranquilamente con su culo.

martes, 8 de noviembre de 2011

Tentaciones

Todo empezó como un día normal, como de costumbre me hiciste esperar, y llegamos con el tiempo justo al trabajo. En el descanso te dejé una nota en el pantalón.

“Ésta noche no puedes faltar. Muchas sorpresas te esperan. Te espero a las 22:00h en el Hotel Odón”

Fue como si te viese la cara de sorpresa, no pensaste que yo fuese así, pero pensaste que no tenías nada que perder, y eso junto a tu insaciable curiosidad, fue lo que te hizo decidir que si irías.
Llegada la noche, desconfíe un poco si de verdad vendrías, pues al llegar al hotel, vi que alguien conocido por ambos andaba por allí, decidí ignorarle y sin pensarlo más recogí la llave y subí a la habitación. Un frenesí rondaba por dentro de mí, me cambie de ropa me quité el traje y esta vez me vestí de colegiala, añadiendo todos los detalles posibles, las coletas, la camisa, la corbata, la faldita a cuadros y añadí algunos detalles poco usuales en ellas… al terminar fui a maquillarme, los labios rojos para resaltarlos y la ralla de los ojos en negro… Ahora solo quedaba esperarte, estando tumbada en la cama, me dio que pensar, si te recibiría de rodillas nada más empezar, para que así imaginases lo que te podría estar esperando…un ruido interrumpió mis pensamientos, picaron a la puerta, sin pensármelo dos veces, me arrodille y abrí, eras tú, solo entrar me viste allí, vestida así, y tu reacción no se hizo esperar; pues se notaba tu tensión y algo leve se empezaba a notar bajo tu pantalón. Te invité a entrar sin levantar la mirada, una vez estabas dentro, cerré y sin darte apenas cuenta estaba detrás de ti, quitándote la americana y besándote el cuello, te sorprendió y me dijiste:

-¿Qué es lo que me espera…?

Te hice callar con un dedo en tus labios, sin responderte, me puse ante ti y te mire fijamente a los ojos, sólo con eso ya noté un cambio en tu mirada hacia mí. Pensabas que ahí acabaría todo, que nada iría más allá, que solo te esperaba el verme así, y eso me hizo pensar, si serias tan ingenuo como para dar por supuesto que no iría más allá y pararía ahí… Sin cambiar mi expresión, te cogí de la corbata y te lleve hasta el borde de la cama, donde te empuje y quedaste sentado sin dar aún crédito de todo lo que estaba ocurriendo…
Me quedé de pie frente a ti, esperando tu reacción, pero aún no la había, decidí entonces sentarme sobre ti, aún no te habías percatado que no llevaba ropa interior, solo el liguero y las medias; te mire fijamente a los ojos, pude ver placer y curiosidad, puse mis manos en tu nuca y me eché hacia atrás, asegurándome que notaras mi peso en tus piernas, volví sobre mí, cogiendo tus manos calientes y las poniéndolas en mi cintura, mientras te lamia y mordisqueaba lentamente los labios, parecía que ahora si empezabas a reaccionar, pues tus manos bajaron hasta mis nalgas, oprimiéndolas. Te empezabas a excitar cada vez más y eso lo pude notar tanto en tus manos, como en tu entrepierna.
Te quité la camisa, dejándote solo la corbata, pero esta vez reaccionaste de forma inesperada, pues hiciste que me levantara bruscamente y me pusiera de rodillas ante ti.

-Pequeña, tu juego terminó, ahora jugaremos al mío.

Sin decir nada, asentí con la cabeza, eso es lo que quería que sacases esa faceta tuya aparentemente oculta.

-Levántate y ponte de cuatro patas encima de la cama, quiero verte como una perra.

Dude unos instantes en si hacerlo o no por curiosidad de saber lo que me harías si no te obedecía.

-¡Hazlo ya!, ¿A qué esperas, no me oíste?
-Sí, Señor, perdóneme…

Al verme así, a tu merced, descubriste la ausencia de mi ropa interior, te sorprendió, pero sé que te excitó aún más. Te acercaste a una pequeña mochila que trajiste y sacaste una tabla para el incienso, intuía como la usarías si no te obedecía…

-Súbete falda, quiero ver ese precioso culo tan azotable que tienes.

Esta vez no lo dude, solo obedecí, noté primero tu mano acariciándome, tranquilizándome, y cuándo menos lo esperé, me diste un buen azote con la mano bien abierta, que resonó en toda la habitación, lo cual nos gustó. Te quedaste observándome unos minutos y me preguntaste

-¿Qué es lo que pensabas hacer conmigo?
-Solo jugar, pues imaginé que te sorprendería y excitaría el verme así.

Resonó de nuevo un azote con tu mano, de nuevo abierta, pero esta vez en mi otra nalga.

-¿Con quién te crees que estás hablando, perra? Me debes un respeto, ahora eres mía.
-Perdón Señor, tiene usted razón, disculpe mi torpeza por no recordarlo.

Y de nuevo otro azote resonó.

-Bien, buena putita, pero no creas que esto va a terminar aquí, solo ha empezado…

Al oírte decirme eso, me excité aún más, pues pensé que nunca reaccionarias así. Pasaste tu mano por mi entrepierna y oíste un leve y corto suspiro.

-¿Ya estás excitada?, no creas que por eso voy a ceder a tus peticiones…

No respondí, solo esperaba tus acciones. Me dijiste que me estirara en la cama, y una vez así, me ataste las manos y los tobillos a ella, dejándome en forma de “X” con los brazos y las piernas abiertas. Con la base en la mano, empezaste a darme golpecitos muy suaves en los pechos, bajando muy lentamente, llegando a mis muslos, dónde fueron algo más fuertes, pero sin llegar a doler, seguiste bajando hasta acabar en mi clítoris, dónde notaste que me retorcí suavemente, pues sabias que eso me excitaba, al mismo tiempo en mis mejillas se apreciaban ya tonos rojizos. Te retiraste sin dejar de mirarme y ésta vez de tu inquietante mochila cogiste un antifaz y me lo pusiste y seguidamente pude oír una leve vibración, no supe de que era hasta que te acercaste a mí y me lo introdujiste... Fue entonces cuando descubrí que era un huevo vibrador, y que solo tú tenías el control de la vibración y de mi placer.
Note como te alejabas e ibas a por algo, una almohada, que colocaste con cuidado debajo de mi cabeza, alzándola un poco más, te desnudaste y te situaste justo encima de mí, justo a la altura que tu caliente y duro miembro coincidiese con mi boca. Empezaste a pasarlo por mis labios, sabiendo que en cualquier momento no me reprimiría y lo querría en mi boca. Me lamí los labios, para que resbalase mejor y justo coincidió tu glande con mi lengua y me sorprendí pues pensaba que te alejarías, para hacerme esperar… Te tomaste tu tiempo y decidiste correrme el carmín por las mejillas, tan solo usándolo, eso te divertía.

-Mírate, ¿no te da vergüenza ir así? Pareces una puta.

No respondí y de nuevo otro azote resonó en la habitación, pero esta vez fue en mi sexo, pues te encantaba la idea de oírme gemir o incluso gritar. Me notaste húmeda, y con esa misma mano recorriste mis labios, los cuales lamí, y con una risa pícara me dijiste

-Es hora de que me enseñes lo que sabes hacer, mi pequeña zorrita.

Abrí la boca sin pensármelo y saque la lengua, empecé a lamer con ansias, pero aún me aguardaban cosas, te levantaste y esta vez te acercaste a mi bolso, del cual sacaste un pequeño látigo y empezaste a usarlo en mi sexo. Seguía excitada y húmeda.
Te levantaste y estando de pie a mi lado, me arrancaste la camisa de un tirón, dejándome así desnuda de cintura para arriba, para así poder disponer mejor de mí; sonó un ruido familiar, habías encendido una cerilla, e intuía lo que me pasaría, pues empezabas a comportarte como el Dominador que esperaba y justo en ese momento dejó de ser un juego para ser algo más…

-Notarás un calor familiar –dijiste.

Empezaste a derramar la cera derretida de la vela gota a gota sobre mi piel, variando la altura para que fuese notando diferentes grados de calor, primero fue mi abdomen, pero paraste, preferiste cubrir completamente mis pezones, para seguir con mis muslos y alguna derramaste también en mis brazos. No dije nada, no osé, era tuya, y ambos lo sabíamos; tu seguías con tu diversión de vestirme con cera, mientras subías la intensidad de las vibraciones, de mi boca salió un gemido que no pude reprimir, y de los tuyos salió una risa de satisfacción, por lo que en lugar de parar y sacármelo simplemente las bajaste y esperaste un poco. Un ruido sonó, picaban a la puerta, me puse nerviosa e intente incorporarme, pero no pude.

-Servicio de habitaciones.
-Adelante, pase.

Se oyeron pasos, hacia la cama, y yo indefensa me retorcía tratando de librarme de tus ataduras, sin éxito.

-Siento interrumpir. -dijo una voz tímida y sorprendida por la escena- Aquí le dejo el hielo que pidió, señor.
-Gracias, tranquilo no te preocupes por ella, es indefensa…

Una risa tuya resonó, oí pasos de nuevo y como cerrabas la puerta. Seguías riéndote cuando de nuevo te acercaste a mí, con un cubito recorriste mis labios dejándolos mojados y pasaste tu lengua para secarlos, fuiste bajando y hiciste lo mismo por mis muslos e ingles.

-Suéltame, por favor suéltame.

Un bofetón resonó.

-¿Olvidas quién soy? Aún no te soltaré, tendrás que esperar.

Estuviste algunos minutos mirándome, y poco después me soltaste los tobillos y luego las manos, pero por poco tiempo, pues me hiciste levantar y arrodillarme ante ti para volverme a atar las manos, pero ésta vez a mi espalada.

-¿Serás capaz de hacerme gozar, zorra?

No respondí, solo asentí, y a oscuras, por llevar aún el antifaz puesto, encontré tu sexo más duro y caliente que antes, empecé a besarlo y lamerlo lentamente, supuse que eso para empezar bastaría, pero no fue así, me cogiste el pelo y tiraste hacia atrás, te reíste, me miraste y me soltaste, querías verme la cara de vicio y placer al hacerlo, seguí lamiéndolo, pero esta vez teniéndolo dentro de mi boca; jugueteaba con mi lengua y te rozaba suavemente con los dientes, parecías disfrutar… me levantaste sin dejarme seguir y me azotaste las nalgas, hasta dejarlas sonrosadas; me quitaste por fin el antifaz y me dejaste verte.

-¿Sabes dónde vamos? A un sitio que sé que te gusta y en el cual puede que te vean disfrutar, como la putita que eres.

Las vibraciones cesaron, y me lo sacaste, me soltaste las manos y nos acercamos al balcón de la habitación, lo abriste y saliste, yo me quede dentro dudando un poco en si salir.

-Ven aquí, ¿no quieres que te vean así y te oigan gemir?

Viniste a por mí, me cogiste de la muñeca y me llevaste contigo, ambos sabíamos que allí se nos podrían ver y también escuchar… Me apoyaste de espalda a la barandilla, me cogí a ella y mirándome con ojos lascivos, empezaste a jugar con mis pechos, haciendo que la cera se fuese cayendo, y no paraste hasta que viste que mis pezones se pusieron erectos, y pasaste a mi sexo. Me masturbaste muy levemente, deseaba tocarte, así que como pude te alejé y de nuevo me arrodille, pero ésta vez pensaba usar las manos al mismo tiempo que la boca y la lengua.

-Señor, ahora sí que va a disfrutar.

No opusiste resistencia y me dejaste hacer al poco tiempo te pude oír suspirar y gemir levemente, pero aún sin llegar a ser muy audibles; me incorporé y te besé. Me diste la vuelta y quedé apoyada en la barandilla de cara a la calle, pusiste tus manos en mis caderas, y en un acto reflejo saqué culo y éste quedo al descubierto, noté un agradable calor, era tu duro, caliente y húmedo pene, me lo restregabas por las nalgas y me dabas golpecitos, abrí un poco las piernas y percibí tu intención, clavármelo de un solo golpe sin compasión y me dejé llevar.

-Aaahh! –Pudiste oír un agudo y seco gemido-.

Nunca te había visto tan excitado por una situación así y eso me gustaba, al poco tiempo otro gemido se oyó, pero ésta vez era tuyo, me penetrabas con fuerza, con golpes secos… Cuando estaba a punto de correrme, me giraste hacia ti, me cogiste por el muslo y me levantaste la pierna, quedando a la altura de tu cintura y seguiste, querías veme la cara de placer y vicio mientras llegaba.
Percibí, otros ojos calvados en mí, y al mirar hacia la derecha, vi a otro huésped observándonos, le guiñé un ojo y se sonrojo, pero no dejó de mirar… Te pedí que esperaras unos segundos mientras entraba en la habitación y sacaba una silla, hice que te sentaras en ella, me puse de cuclillas y te masturbé muy lentamente, te besé y finalmente me senté de cara, sobre ti y te susurre.

-Nos están mirando, es otro inquilino… ¿Por qué no le damos algo que seguro ansía ver mi Señor? – y con cara pícara te guiñé-

-¿Disfrutas con esto verdad? ¿Te pone cachonda que nos vean follar, eh, zorrita?

Conocías la respuesta, así que sin más, empecé a moverme lentamente de atrás hacia delante, rozando nuestros sexos, mientras tus manos estaban en mis nalgas, apretándolas, abriéndolas, azotándolas… Decidiste mirar directamente dónde él se encontraba y viste que tramaba algo, se había sacado el pene y con calma se masturbaba… Me levante un poco y de nuevo en mi lo clavaste, más rápido empecé a moverme, pero esta vez de arriba hacia abajo, notando como me abrías y azotabas mas fuerte las nalgas, dejándolas calientes, y a eso le acompañaban mis gemidos que se oían claramente. Paraste, me levante y está vez quede de espalda a ti y de cara a él, aprovechaste para masturbarme, no dejaba de mirar y eso a todos nos excitaba, me volví a correr, y entonces me follaste tú, agarrándome primero de los pechos y después de las caderas, al tiempo que en mi nuca notaba tu respiración entrecortada, se oyó un gemido, el voyeur se había corrido, pero pese a eso se quedó un rato más viendo la escena; nosotros seguíamos con lo nuestro, ahora de pie, con una rodilla encima de la silla seguías penetrándome, nos olvidamos por completo del mirón… Me cogiste de la mano y tiraste de mí hacia el interior de la habitación, sin cerrar el balcón me apoyaste en la pared y me diste aún más duro; pero pasó algo que no esperabas, me giré y te cogí de la corbata, y viniste detrás de mí hasta la cama, dónde me tumbé y te invité a venir, y a colocarte encima de mí.

-Venga Señor, ahora le toca a usted sentir placer.

Una vez así, recibiste una cubana con mamada incluida.

-Sé lo que quiere de verdad, follarme a cuatro patas como una perra en celo…

Sorprendido, te alejaste, y me coloqué así, toda mojada y excitada, me quedé esperando que te decidieses, mientras me acariciaba con una mano… Tu excitación también seguía igual incluso iba en aumento, al volver a verme así, enloqueciste, y me follaste de forma salvaje mientras me azotabas, pero pronto noté como disminuías la intensidad, pues te faltaba poco para llegar, y sabías que no aguantarías mucho más.

-Relájese y déjeme hacer a mí... Mejor póngase de pie, podrá verlo mejor Señor…

Me vi de nuevo de rodillas ante ti, otra mamada recibiste, ésta más rápida y húmeda que las anteriores, mientras te miraba a los ojos, sabía que tu tensión no duraría mucho más pues acabaría con una caliente eyaculación. Mientras, envolvía tu pene con mis pechos y me ayudaba con las manos, dejé una libre, con la cual busqué la tuya y la puse en mi pelo, al notarlo lo cogiste y tiraste con cuidado hacia atrás, se podían oír tus gemidos ahora mucho más altos y seguidos, me soltaste.

-Ya no puedo aguantar más, vas a tener el premio que tanto ansías zorra.

Noté tu tensión mucho más fuerte, y alejándome un poco te empecé a masturbar con la mano húmeda por haberla lamido, te miré fijamente a los ojos y me acerqué, mientras te lo lamía entero, con la mano iba masturbándote haciendo círculos variando la presión, soltaste un gemido, abrí la boca y saqué la lengua, en ese justo momento te corriste en ella, agachaste la cabeza y viste como toda tu caliente corrida resbalaba por la comisura de mis labios, los cuales en alguna ocasión lamí, y el resto iba cayendo en mis pechos.
Me limpié y me estiré en la cama, tú hiciste lo mismo, aún estabas con la respiración agitada, pero me fue indiferente, pues me puse de lado mirándote y empecé a acariciarte el pene, aún palpitante y caliente, porque sabía que esto solo era un paréntesis, un momento de relax, pues pronto repetiríamos, quizá pensabas que sería con tus mismas reglas, pero no sería así, ésta vez sería según las mías, esto no había hecho nada más que empezar.
Sabía que ahora teniéndote confiado y relajado, me resultaría mucho más fácil, que al empezar, tenerte atado a mí, y así conseguir todo lo que quisiese de ti… tu mente, tu voluntad y por supuesto tu cuerpo, al cual aún le faltaban muchas experiencias y sensaciones por vivir conmigo…